martes, 25 de febrero de 2020

AGROAGRESIÓN

AGROAGRESIÓN

Tito Ortiz.-

Vaya por delante que, el primero que se solidariza con los agricultores y sus justas reivindicaciones, soy yo. El primero en comprender la insoportable situación del campo en todas sus actividades, soy yo, y el que se solidariza con ellos para que políticos y magnates les hagan caso, también soy yo, aunque algunos ejemplos de la tractorada granadina, dejaron mucho que desear, hasta el punto de que, los mismos granadinos y granadinas que por la mañana, desde los balcones y las aceras aplaudían la manifestación, por la tarde maldecían en arameo a ganaderos y agricultores con el mismo ímpetu mañanero. En toda España se están manifestando los hombres y mujeres del campo, y en ningún sitio se han prolongado las movilizaciones hasta la media noche, y mucho menos, se han puesto en riesgo vidas humanas, y eso fue lo que ocurrió aquí la semana pasada.
Si se pide permiso para manifestarse oficialmente con trescientos cincuenta tractores, no es necesario que sin autorización ni previsión, se doble esa cantidad, ni salirse del recorrido, cuando el impacto mediático y social ya se ha conseguido. Si se obtiene un permiso para la ocupación de la vía pública desde primeras horas de la mañana, hasta las dos de la tarde, es una aberración de los organizadores que, a las diez de la noche todavía no hayan abandonado la ciudad. Si se pacta la exclusiva ocupación de una de las dos calles de la autovía, para permitir que por la otra circulen las criaturas que van a su trabajo o donde les plazca, no hay que ocupar los dos carriles y en ambos sentidos, para sembrar el caos más absoluto, impidiendo que algunos trabajadores no pudieran llegar al tajo, porque estuvieron hasta cuatro horas retenidos contra su voluntad, en la autovía o en la circunvalación. Lo mismo les ocurrió a los que iban al hospital, incluidas algunas urgencias.
De lo visto en Granada, hay que buscar a los culpables y ponerlos a disposición judicial. Fue muy sorprendente observar como a medida que avanzaba la tarde, los bares y cafeterías cercanos al recorrido oficial de la manifestación, se iban llenando de buenas gentes, que al rato rebozaban de alegría en sus cuerpos, y que henchidos por el éxito de crítica y público, llegaron incluso a enfrentarse con la policía, por un atropello que afortunadamente no tuvo mayor trascendencia, pero claro, es que ya a esas horas, algunos estaban en la fase de exaltación de la amistad. En mi opinión, a esas horas, en concreto, ocho después de la hora autorizada para que hubiera terminado la manifestación, la cosa pasaba de castaño oscuro.Había gente que no podía llegar a su domicilio, del que había salido de madrugada para no coger el atasco, que de todas formas sufrió.
Insisto en que estoy del lado de los agricultores y ganaderos, y que me tienen a su lado para abanderar estas justas reivindicaciones, que los hacen trabajar en régimen de semi-esclavitud, pero la manifestación de Granada se les fue de las manos y, el que paga los productos un quinientos por cien más caros soy yo.

martes, 18 de febrero de 2020

DECÍAMOS AYER

DECÍAMOS AYER

Tito Ortiz.-

Esto del fin de la dictadura, la transición a la democracia y la libertad, lo cogimos con tantas ganas, que no hemos preparado cantera para llevar a cabo, los relevos pertinentes, la regeneración política y sindical imprescindible para que, el sistema se vaya depurando y manteniendo con cierta estabilidad. Copamos todos los puestos de responsabilidad política, sindical y social, sin pensar que estábamos de paso y que un día más o menos cercano tendríamos que dejar paso a otros, para que continuaran refrescando el organigrama, no haciéndolo endogámico – y mucho menos – creyéndolo vitalicio a nuestro favor. Es verdad que los partidos fundaron su apéndice para los jóvenes, las llamadas “juventudes”,  haciendo docencia y curtiéndolos en la militancia para que, estuvieran preparados y coger el relevo, pero lejos de ser así, los viejos se adueñaron de las poltronas, repitiendo una y otra vez en las listas, como si en vez de ser elegidos democráticamente, hubieran sido puestos por las cortes franquistas a perpetuidad.
Cuarenta años de dictadura hacen mucho mal en las criaturas, y aunque convencidos del talante democrático, con solo una rendija de libertad, ya había que darse por contento y acatar la disciplina de partido, oyendo aquello famoso de: ¡Cuando seas padre, comerás huevos! Y así las juventudes de los partidos se nos han hecho viejas, sin dar el salto a la política de los mayores. Eso sí, muchas palmadas en la espalda a la hora de ser los responsables de llevar a cabo la peor labor y la más ingrata. Buzonear casa por casa la propaganda del partido, pegar carteles a trocho y mocho, poner las sillas de los mítines, repartir las banderitas para que hondeen cuando llegue el líder, en fin, todo lo que señores con acta en el bolsillo no pueden hacer, porque para eso están los “niños” de las respectivas juventudes, y ya les tocará a ellos mandar cuando nosotros nos vayamos. Pero es que no se han ido. Y los jóvenes se han aburrido de esperar para estar en una lista con un número que, sabes a ciencia cierta que, no vas a salir elegido ni de coña, aunque te hagan ver que eso ya es un privilegio, poner tu nombre junto al de los próceres, y así te contentan.
La juventud está fuera de toda militancia y compromiso social, porque los mayores los hemos echado del sistema, unas veces, y otras, no los hemos dejado entrar. Para muestra, un botón. En los últimos cuarenta años, las asociaciones de vecinos, han ido perdiendo el protagonismo que tenían y nunca debieron perder, porque los presidentes y juntas de gobierno, una vez elegidos, se han aferrado al cargo, y no ha habido forma humana de que dejaran paso a la juventud, que se han aburrido y se han ido. La mayoría de las asociaciones de vecinos granatensis, con muy  raras y honrosas excepciones, en la actualidad se han convertido en meros clubes de la tercera edad, donde la juventud no entra ni a dar un recado. Yo que tú me lo miraría.

miércoles, 12 de febrero de 2020

A SU DEBIDO TIEMPO

A SU DEBIDO TIEMPO

Tito Ortiz.-

Una noche en la taberna de “El Elefante”, en presencia de Pascual, el sereno de la zona, con las puertas cerradas al público, y mientras Enrique y Encarna se enzarzaban en sus acostumbradas diatribas, Pepe Ladrón de Guevara me espetó entre dogmático y contundente: Tito, moriremos de nada, y a su debido tiempo. Y se quedó tan tranquilo. Tiempo después lo dejó por escrito para la posteridad. Yo jamás he olvidado esa frase, que ahora se encuentra engarzada en su obra, pero el otro día me subí a la Silla del Moro, para recrearme en la visión de la ciudad, y debo confesar que alguien se está encargando de que, eso de morir a nuestro debido tiempo, se produzca más pronto que tarde. La alfombra de contaminación y suciedad que tenemos sobre nuestras cabezas, es para preocupar al más pintado. Eso que antes veíamos con asombro en la tele, referido a  urbes como Madrid o Barcelona, hemos tenido los grandes bemoles de que – como el viejo Tarradellas – ya está aquí. Puestos a codearnos con las grandes ciudades, no hemos elegido su PIB, ni sus cifras menores de paro, tampoco su proyección cultural. Hemos decidido igualarnos, baremándonos con lo peor de cada casa: Su contaminación.

Una ciudad carente de industria, bella por su patrimonio, y excelsa por su paisaje, alcanza al día de hoy unas cotas de contaminación en el aire, dignas de los altos hornos de Bilbao, o el polo petroquímico de Huelva. ¿Se puede ser más gafe? Dicen los que de esto saben,  que Granada se convirtió en 2019, un año más, en la zona urbana más contaminada de Andalucía, con superaciones de los límites máximos permitidos en varias sustancias contaminantes, y por encima de las recomendaciones de la OMS en otros, lo que la sitúa también entre las capitales que sufren más polución de España. Tenemos El Área Metropolitana superando de nuevo, los niveles legales de dióxido de nitrógeno y está a la cabeza también en ozono troposférico y partículas en suspensión. En cristiano, vamos. Que estamos respirando veneno puro, con un coste para nuestra salud de agárrate y no te menees, que diría un albaycinero, o sea, yo. Según el último informe de la Red de Vigilancia y Control de la Calidad del Aire en Andalucía, Granada volvió a ser la única ciudad andaluza que superó el máximo legal de dióxido de nitrógeno (NO2), un contaminante producido principalmente por el tráfico, aunque también por las calefacciones. 
Está claro que nos estamos matando sin prisa, pero sin pausa, a la vista de todos, sin que nadie mueva un dedo. Somos la nueva Sagunto, con el consentimiento de nuestros políticos, que dudan aún de las incuestionables restricciones al tráfico, de la peatonalización del centro, las energías alternativas para la calefacción, la irrenunciable renovación de la flota del transporte urbano y el abandono del coche particular para ir a por tabaco. Sospecho que detrás de esto, lo único que hay es un lúgubre interés: Emucesa.

martes, 4 de febrero de 2020

DESAFECTOS


DESAFECTOS

Tito Ortiz.-

Vivimos los ciudadanos tal grado de desencanto, hastío y desesperación, con respecto a nuestra clase política, que es muy difícil encontrar en la juventud, cierto interés por la militancia política o sindical, hasta el punto de que cuando un joven comunica en casa que quiere militar en una formación, el recelo se adueña de progenitores y hermanos, incluso amistades, porque si no hay precedente familiar, pronto se sospecha que la criatura lo que quiere es, buscarse un buen sueldo de por vida, aunque no se le conozca vocación, profesión, o aptitud curricular para tal cosa. De hecho, a la política está llegando últimamente, lo peor de cada casa, y si alguien lo pone en duda, no tiene más que prestar atención a las sesiones del Congreso o de cualquier Parlamento autonómico. La ausencia de educación, formación, capacitación y talante es flagrante, mientras se abre paso en la confrontación política, el insulto, la descalificación, el gamberrismo, la desfachatez y el tú más, como moneda de cambio, entre los representantes de un pueblo abochornado, por la falta de talla política en los salidos de las urnas, a los que poco importa – una vez recogida su acta – quién los eligió, para qué, y cuál es su ideología.
Recuerdo las crónicas de Luís Carandell, de cómo la sagacidad de los muy ilustres congresistas, se ponía de manifiesto en el parlamento español, donde grandes oradores, eran ejemplo para futuros políticos vocacionales, y como se esperaba la intervención de muchos de ellos, porque dejaban en el diario de sesiones, frases para la historia, haciendo gala de la educación más exquisita, y la formación cultural más vasta. Para nuestra desgracia, eso ya no será posible, porque desde hace un par de legislaturas, lo único que un cronista parlamentario encuentra, es una colección de exabruptos, salidas de tono, insultos e incoherencias, que hacen sonrojar al más pintado, dejando bien a las claras, la bajeza de quienes nos representan y, su incapacidad para confrontar sus ideas con  palabras, sin necesidad de recurrir al insulto, que es el recurso de los no formados, pues ante la falta de argumentos, no tienen más herramienta para posicionarse en el intercambio de ideas, que la prepotencia del patán, la soberbia del inculto, y los gritos de un cafre por domesticar. Con ese ejemplo es muy fácil adivinar porque nuestros jóvenes – a no ser que quieran ser como los reseñados – no se asoman a la militancia en los partidos, haciendo que la media de edad, esté subiendo sospechosamente. Pero si dejamos las formaciones políticas y nos vamos a las sindicales, el caos adquiere ya rasgos de tragedia. Un sector mayoritario de nuestra juventud, ya sea estudiante o trabajador, no ve la necesidad de afiliarse a un sindicato, a pesar de que laboralmente, estamos viviendo la época en democracia peor para los trabajadores, con las condiciones más precarias desde la transición política. Con una reforma laboral que raya en la esclavitud y, la indefensión absoluta de la clase trabajadora, la media de edad de los afiliados a los sindicatos, es de escalofrío. Es verdad que ante los grandes conflictos, la respuesta sindical no es contundente en España, dejando en el olvido el papel que las centrales sindicales tuvieron en la transición política, pero luego hay que tener en cuenta los escándalos sindicales con cooperativas, su implicación en la trama de los ere andaluces, que todavía está por juzgar, y el papel tan dañino que hacen para sus propios compañeros, algunos  liberados sindicales, que no justifican con su trabajo, el estar liberados para defender a los compañeros, y mucho menos el dinero que reciben de la administración las centrales sindicales.