domingo, 26 de junio de 2022

TIERRA DE PREGONES Y FLAMENCO

 TIERRA DE PREGONES Y FLAMENCO


Tito Ortiz.-


En Granada se ha pregonado todo, desde siempre. Desde las grandes proclamas de la corte, a las sentencias ante el cadalso, ya estuviera éste colocado ante la Real Chancillería, la plaza de Bibarrambla, o extramuros, como ocurrió en el caso de Mariana de Pineda. Así que un día, hablando con unos amigos y contando con la anuencia de mis jefes en Canal Sur, me inventé un pregón que hasta entonces no existía, el del Día de La Cruz. Le endosé la responsabilidad a mi hermano, Ángel Luís Sabador, y le pedí al alcalde, Antonio Jara, que nos dejara darlo en la cruz de la plaza del Carmen, a lo que accedió gustoso, e incluso se brindó a entregarle el trofeo del reconocimiento pregonado al protagonista, y así nació el pregón del Día de La Cruz. 

Hice lo mismo con otro pregón que no existía en Granada: El de la Feria Taurina. Le pedí a Carlos Orta el patio de la residencia universitaria “La Corrala de Santiago”, le encargué el exorno a Manolo Ocón, y el pregón a Miguel “Montenegro”, y así dejamos entre todos, dos pregones instituidos para la posteridad, que afortunadamente perduran en el tiempo, y además por escrito, porque gracias a la colaboración de Antonio Mora, por entonces responsable de prensa de la Diputación granadina, la imprenta del órgano provincial, dejó impresos para la posteridad, los tres primeros pregones de sendas actividades, en unos libritos muy cuidados, que hoy son pieza de coleccionistas muy preciadas.

ALICIA MORALES

El pregón del día de la cruz, ha tenido a lo largo de su historia a granadinos/as excepcionales, que han dejado su impronta al declamar las excelencia de una fiesta tan nuestra, enraizada en lo más profundo de nuestro ser, para la que nadie nos tuvo que animar a vivirla como locos, sino que naciendo en el pueblo, es el pueblo el que la ha ido amoldando a los tiempos. La pregonera de éste año, la cantaora Alicia Morales, ha llevado a cabo su labor con el sentimiento, que solo una granadina militante, con la flamencura en su arte por bandera, sabe poner en todo lo que hace. Esta cantaora larga, de conocimientos exhaustivos de lo jondo, que tiene dotes tanto para la copla como para la canción, nos dejó en el estuche de taracea de nuestra memoria, una joya de pregón para que lo disfrutemos a placer cuando dudemos del embrujo y la belleza de esta tierra y sus tradiciones.

IVÁN CENTENILLO

De las voces más preclaras del momento, aunque su popularidad lo vincula a las saetas, Iván tiene conocimientos y destreza, pese a su juventud, para abordar con solvencia profesional, un buen puñado de palos del flamenco, que amoldados a las características de su voz clara y perfilada, lo convierten en un especialista. Me consta que Luisa Hornos lo ha ganado para su causa, y este año lo ha llevado a que pregone a los mayores, y como no podía ser de otra manera, el éxito ha coronado la ocasión. Iván Vílchez Pérez, “Centenillo” tiene el pasaporte cuajado de sellos, de tantos países visitados, dejando en ellos el poso del arte andaluz, los ecos y melismas de La Alhambra. Los mayores disfrutaron como nadie con su pregón, y lo han adoptado ya como uno de sus cantaores preferidos.

JUAN PINILLA

Artista multidisciplinar, que no se quedó en el flamenco, y siguió estudiando para dar amplitud a su mente, Juan Pinilla ha sido un excelente pregonero del Corpus pos pandemia. Eterno estudiante universitario, investigador del flamenco y de la copla, Pinilla hace tiempo que milita en ese escalafón del artista flamenco, que además, investiga sobre las raíces del arte, las hace emerger a la superficie, y las ofrece con aroma fresco al espectador de paladar fino, que quiera acompañarlo en ese viaje incesante del compromiso social y la conciencia de clase. Yo, si fuera aprendiz de lo suyo, no lo dejaría ni a sol ni sombra. Ser discípulo de Juan Pinilla, ya le hace currículum a cualquiera.

Su pregón del Corpus de éste año, ha sido un divertimento histórico, costumbrista, artístico y mediático, que ha hecho disfrutar a un auditorio del convento del Carmen, entregado a su sapiencia y simpatía, con el celofán flamenco con que envuelve su trabajo bien hecho. Les advierto que… Es un lujo tenerlo como amigo.

VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS

Me consta que personas como Antonio Méndez y Enrique Parro, entre otros, hacen todo lo posible porque el pregón a nuestra patrona, no falte a su cita, en una labor callada, abnegada, incluso a veces incomprendida, pero en esta ciudad es muy difícil no contar con algún “aguafiestas”, en cuanto pones en marcha una iniciativa atractiva, que otros envidian, por el solo hecho de que no se les ha ocurrido a ellos. Pero no hay que decaer, sino todo lo contrario. El pregón a nuestra patrona es ya un clásico de nuestras celebraciones, como lo es el de la feria del libro y debería serlo el de la primavera, o el de nuestro patrón, San Cecilio. Que puestos a pregonar, Granada tiene decenas de pretextos para dar un buen pregón, y quedarse tan a gusto. En la ciudad que se han pregonado, desde los higos chumbos, al mantillo para las macetas, las garrapiñadas o el agua del Avellano, lo de dar un pregón a cuenta de lo que sea, no debería extrañar a nadie. Lo mismo que La Alpujarra tiene sus trovos, Granada debe ser pregonada de manera constante, porque los piropos no deben faltarle, a la tierra que tantos hijos ilustres ha dado a la historia.

domingo, 19 de junio de 2022

LOS QUE ME PRECEDIERON

 LOS QUE ME PRECEDIERON


Tito Ortiz.-


Mucha es la responsabilidad de ser cronista de esta ciudad de nuestras entretelas, pues cae sobre la criatura humana designada, todo el peso de la historia – que en nuestro caso no es poco – el bagaje cultural de sus gentes, la belleza de su paisaje y la actividad creativa y estudiosa de su paisanaje, así que no es cuestión baladí, el hecho de que a uno le tiemblen las piernas cuando es nombrado. Un asunto éste que trataré de llevar a cabo, con todas las fuerzas de que dispongo, e intentando, no ser deudor de la historia, cuando para el que escribe caiga el telón, que todo llegará tarde o temprano.

Quiero seguir el ejemplo de aquellos que me precedieron en el ejercicio de tan alto honor, y por eso hoy viene a mi memoria, aquella tarde de mi adolescencia, cuando con mis ahorros me acerqué a la librería “Almendros” y pude comprarme – por fin – aquellos dos tomos de ”Los Anales de Granada”, de mi admirado, Francisco Henríquez de Jorquera, nacido en Alfacar agonizando el siglo XVI, y que dejó para la historia, la belleza de nuestra vida a lo largo del siglo XVII. De él aprendí, que un buen cronista no es el que desempolva libros antiguos, y los plasma en negro sobre blanco, a veces incluso sin citar las fuentes, lo que en periodismo decimos: Fusilar un libro. Tampoco es un buen cronista, quién visita las hemerotecas o archivos de toda índole, publicando lo que otros ya dejaron patente hace años. Esa puede ser una actividad muy loable para el entretenimiento, pero dejaría huérfano de razón de ser al cronista, porque lo que de verdad debe hacer, y le será demandado por las generaciones venideras, es dejar constancia escrita de cómo es la Granada actual y sus gentes, para que pasados los años, aquellos que quieran saber cómo éramos entonces, tengan un fiel reflejo de nuestro paso por aquí. Desde mi punto de vista, la misión del cronista, es ser notario de la actualidad y dejarla a disposición de los estudiosos venideros, porque si yo me dedico ahora, a pavonearme de mis conocimientos sobre la Granada de hace siglos, estaré hurtando a la historia la actualidad de nuestros días.

TAMBIÉN LO FUERON

Y llegado éste momento, déjenme rendir público homenaje a algunos granadinos ilustres, que para mí fueron excelentes cronistas de la ciudad. Aunque nunca fueron nombrados como tales. Empezando por Ángel Ganivet, aquel hombre culto y dinamizador de las letras en Granada, que antes de decidir unilateralmente decirnos adiós, nos dejó escritas joyas irrepetible de nuestra historia, reflejando la actualidad de su tiempo en nuestra tierra. “Granada La Bella” o “El Escultor de su Alma”, nos dan todas las referencias necesarias para conocer y entender la Granada de su época y su posición al respecto. Esa es labor de un gran cronista de la ciudad, sin necesidad de nombramiento.

Las innumerables tardes que pasé junto a Marino Antequera, mientras íbamos realizando nuestro trabajo de críticos de arte, de sala en sala, él para Ideal y yo para Patria, me dieron la oportunidad de conocer a otro cronista de la ciudad sin nombramiento, de cuyos conocimientos me fui nutriendo y enriqueciendo. Mientras me confesaba que el secreto de su longevidad era la ingesta diaria de sales de magnesio, y no haber hecho gimnasia nunca, me hablaba de nuestra Granada, su historia y sus gentes, con la sapiencia que le daban los años y su vastísima cultura. Me confesaba entre risas: ¡Niño, yo no he corrido nunca, ni para coger el tranvía!

Mis jornadas matutinas, antes de que apretara el sol con, Enrique Villar Yebra, me enseñaron cada rincón de esta ciudad. Mientras él iba dibujando el paisaje a plumilla de nuestra tierra, para su posterior publicación en Ideal, me contaba la historia de cada calle, de cada casa y   Carmen albaycinero, y yo me iba empapando de todos sus conocimientos. A mediodía, era visita obligada al restaurante antiguo de “Los Manueles” en la calle Zaragoza, donde mi amigo del colegio, Ángel González, guisaba el arroz con carne, más rico de los contornos, y el bueno de Manolo, el camarero de toda la vida, nos lo servía en un cubilete de aluminio, como era tradición de la casa.  De pie en la barra, te ponían un plato, traían el arroz en su recipiente, y te lo volcaban como si fuera un flan. Jamás lo he visto servir así en ningún sitio. Por la tarde, nueva sesión con Enrique por Granada, ensayo de saxofón en el Centro Artístico, y cena en “El Sota “del Realejo, consistente en tortilla francesa y vaso de leche. Después de eso, yo llegaba a mi casa con toda mi Granada en la cabeza.

PIROPOS A GRANADA

Sabida es mi incapacidad para la poesía. Dios no me llamó por ese camino, y en los pocos intentos que he tenido, el resultado de la creación poética, ha sido de fracaso estrepitoso. Por eso me hice acompañar siempre de la amistad de dos personas, que a modo de cronistas sin nombramiento, han piropeado a Granada, con acierto y brillantez. El primero fue mi compañero y maestro en tantas cosas, Rafael Gómez Montero, cuyo poemario sobre Granada, el Albaicín, el Sacromonte y la Alpujarra, hace ya necesaria una edición recopilatoria, donde encontrar toda su obra diseminada en periódicos, libros y fascículos de la revista “Calle de Elvira”. El otro fue, Miguel Ruiz del Castillo, “Miguelón”, que acarició como pocos esta tierra y su paisaje. Tuve la suerte de compartir con ellos, vida y vinos, que no es poco.


domingo, 12 de junio de 2022

UNA SOLA TELEVISIÓN

 UNA SOLA TELEVISIÓN


Tito Ortiz.-


Y por fin llegó la televisión. La esperábamos como agua de mayo. Ya no tenderíamos que ir a casa del vecino para ver los programas que nos gustaban. Firmó mi padre un montón de letras en “Molinero Radio “ de la calle Santa Escolástica, y aparecieron por la puerta dos hombres con una gran caja, una barra larga de hierro y una parrilla con un rollo de cable muy grande. Mientras uno ponía la tele en su mesita comprada al efecto, con un tablerito bajo para el estabilizador, y un bonito enrejado de macarrón a modo de revistero, el otro se subió al tejado y colocó la antena. Mientras el de abajo sintonizaba el único canal que se podía ver, el otro iba girando la antena hacia Parapanda, hasta lograr que se vieran en la pantalla, una serie de cuadritos y dibujos en blanco, negro y gris, con una musiquilla de fondo. A voz en grito, el que estaba en el salón de casa, le gritó al del tejado: ¡Ahí, ahí, déjala ahí! Y a partir de ese día, ya tuvimos televisión. Un “Vanguard” de 23 pulgadas que acordamos comprar, porque la publicidad decía: ¡Ponga un Vanguard en su vida! Y eso hicimos. Hasta la hora de la emisión a la caída de la tarde, la dejamos con su funda de franela puesta para que no cogiera polvo, y se la volvíamos a poner a eso de las doce, cuando terminaba la programación.

EL ALMA SE SERENA

Solo había un canal que emitía unas seis horas al día, así que el asunto televisivo tenía pocas alternativas. Los niños veíamos por la tarde, “Silla de Pista “ con Boliche y Chapinete, y “Rin Tin Tin”  que era interpretada por el actor infantil Lee Aaker como Rusty, un niño huérfano por una incursión de indios americanos, criado por los soldados de un puesto de la Caballería de los Estados Unidos. Él y su perro pastor alemán, Rin Tin Tin, ayudaban al ejército a establecer el orden del Lejano Oeste. Nos encantaban las aventuras de “Bonanza”, la serie relataba las aventuras de la familia Cartwright, liderada por un patriarca viudo y sabio llamado Ben Cartwright (Lorne Greene). Ben tenía tres hijos biológicos, cada uno de ellos de una esposa distinta. La familia vivía en un rancho de 1000 millas cuadradas llamado "La Ponderosa", sobre la costa del Lago Tahoe, en Nevada; Madre mía que historias. En aquella televisión vimos el funeral de Pio XII, la llegada de Juan XXIII al pontificado, la boda de Balduino y Fabiola, el Concilio Vaticano II que tantas esperanzas nos dio a muchos y, luego quedó en agua de borrajas. Finalizando las emisiones con un programa llamado, “El Alma se Serena”, que consistía en unas imágenes idílicas, con música relajante, y sobre ella, la lectura de un poema en la voz aterciopelada de Paco Valladares. Después de eso, se apagaba la televisión y se le ponía su funda de franela hasta el día siguiente.

VAMOS A MÁS

El tiempo fue pasando y las horas de emisión se fueron prolongando, así como el número de canales, pues fui testigo del nacimiento de una cosa llamada “UHF”, que era una segunda cadena, como al final la llamamos todos, que tenía la “virtud” de verse en muy pocos sitios por falta de repetidores de la señal, y en pocos televisores de primera generación que no traían dos sintonizadores. Así que, si tú en casa no veías ésta segunda opción de programas, no estabas en el mundo, modernizarse era de obligado cumplimiento. Al día siguiente en el trabajo había que comentar que te había parecido, “Historias de La Frivolidad” un programa avanzado a su tiempo y multipremiado en el extranjero. No podías perderte, “Historias Para No Dormir” con el terror de Chicho Ibáñez, y la interpretación con magnífica voz de su padre, Narciso Ibáñez Menta. Y empezamos a conocer personas muy perseguidas por su popularidad. En programas como: “La Pequeña Historia de Hoy” yo comencé a admirar a quién después sería mi maestro y, yo sucedería en menesteres de cronista. Hablo de mi añorado Tico Medina, pionero de la televisión española, que junto a su compadre, Yale, nos tenían pegados a la pantalla sin pestañear. Y no se pueden analizar aquellos años, sin la participación del vasco más motrileño que conozco, con el que comparto nuestro amor por la capa española, me refiero a, Alfredo Amestoy, que pasó por diversos programas, de los que guardo un gratísimo recuerdo, sobre todo de su serie: “Los Botejara”. Querido y admirado Alfredo, me debes una torta real.

MARCARON ÉPOCA

En aquella televisión de único canal en blanco y negro, para Granada marcaron época programas como aquel, “Con Acento”, dirigido y presentado por Manuel Martín Ferrand, que iniciaba sentado en el pretil del Castillo de Santa Elena con la Alhambra y Granada al fondo, o aquellas malogradas emisiones en directo de nuestra semana santa, que vino a transmitir Pedro Maciá, presentador del único Telediario, y que por llevar a todo el mundo la procesión de los gitanos con marco incomparable, se hizo desviar el cortejo hasta la plaza de San Nicolás, para que el Cristo del Consuelo pasara con la Alhambra iluminada de fondo, bajo una lluvia de justicia, que ya hacía presagiar la tragedia del día siguiente, Jueves Santo, que era cuando salía entonces la Virgen de La Alhambra. Durante horas y horas, se mantuvo a los espectadores con una vista de la Puerta de La Justicia, a la espera de la salida procesional, bajo un manto de agua como no se veía en Granada desde que enterraron a Zafra. Aguardaban en perfecta formación, un escuadrón de Caballería de La Guardia Civil, que iba a iniciar el cortejo que finalmente fue suspendido. Hombres y cabalgaduras empapados para la historia de la TV en Granada.


martes, 7 de junio de 2022

CAMBIARON LOS TIEMPOS

 CAMBIARON LOS TIEMPOS


Tito Ortiz.-


He hablado tantas veces con mi amigo, Vicente González Barberán, del famoso Polo de Desarrollo para Granada, que la historia es hilarante. Agonizaba la década de los sesenta del siglo pasado, y nuestra provincia acogía con ilusión, un proyecto de implantación industrial que prometía unos cuatro mil puestos de trabajo y decenas de nuevas empresas. El resultado final fue que, los empleos se quedaron en pocos centenares, y la relevancia de una fábrica de cañas de pescar, para cuya implantación, se le pidió colaboración al extinto, Banco de Granada, de la familia Rodríguez Acosta. Pero nuestras charlas sirvieron para pulsar toda la actividad provincial, incluido el sector de la cultura, donde también tuvo responsabilidades, y firmar la paz entre su pueblo de Huéscar y Dinamarca, tras 172 años de guerra imparables, sin que se derramara una gota de sangre entre los bandos, y todo porque Dinamarca apoyó a Francia en su guerra y por aquí pasó un alto mando danés que no congenió con los lugareños.

Pero aquellos sesenta nos infundieron cierto optimismo en un futuro desarrollo, y en las casas humildes fuimos notando el cambio, muy despacio, pero lo notamos. De la pastilla de jabón “Lagarto” para el aseo, pasamos al “Heno de Pravia”. Del estropajo de esparto, a la esponja. De la colonia a granel en la droguería, fresca para toda la familia, al “Agua de Colonia Añeja” para nosotros, y “Joya” para mí madre. Íbamos lentos, pero mejorábamos algo. De la arena fina del río para limpiar el cobre, pasamos al “Netol”, de la pubilla a granel para la ropa, a  poder elegir entre el paquete de “Omo” o “Ese”. La cosa iba lenta, pero lo importante es que iba. Por las tardes, después de hacer los deberes, mi madre no me dejaba salir, si antes no había molido el café en grano, en un viejo molinillo de madera con cajoncito inferior y manivela semicircular, describiendo círculos hasta que te dolía el brazo. Esa era una tarea a mí encomendada, como la de ir los domingos después de misa, con un jarrillo de aluminio, a la ventana de la taberna de Torcuato en las cuatro esquinas del Albayzín, por el vino para el arroz, porque los domingos en casa, se comía siempre arroz amarillo con sobrecito del “Aeroplano”. A las mujeres y a los niños no se nos permitía entrar a la bodega, por eso el bueno de Torcuato nos atendía por la ventana. Lo mismo ocurría en las bodegas de “Manolillo” en la calle de Elvira, frente a los Hospitalicos, y en Castañeda en Los Almireceros, que tenían una parte de la barra, separada de los hombres, para servirles a las mujeres y niños. Ellas, aun así, no podían entrar solas, siempre acompañadas de un hombre.

FERIA DEL LIBRO

Debo felicitar a todos y todas las responsables de la última edición de nuestra feria del libro, porque el resultado ha sido realmente magnífico en todos los sentidos. La presencia masiva de autores, las firmas, las intervenciones y el contacto con los lectores de todas las edades, me hace albergar la esperanza de que el móvil, el ordenador, la Tablet o la video consola, no le han ganado la partida al libro impreso y su mágico mundo. He visitado en varias ocasiones y a distintas horas la feria del libro granadina, y conociendo otras, vengo en decir que la nuestra, está a un altísimo nivel, habiendo logrado la participación y la complicidad de los lectores y lectoras de todas las edades, y a mí parecer, ese es un logro definitivo que pone a la de Granada, en el mapa de las más exitosas de la península, que son las que yo conozco. Por razones de amistad, he pulsado a propósito la opinión de autores y lectores compradores – que en esta tierra hay que diferenciar lo que es un lector de un comprador – y el grado de satisfacción de unos y otros no da lugar a mantener dudas. Enhorabuena a sus responsables, porque lo están consiguiendo. Los tiempos están cambiando.

COMPAÑEROS

Y ya que hablamos de escribir, permítanme que miremos en el interior de esta casa, para felicitar a dos compañeros, finalistas de los más prestigiosos premios de periodismo que se otorgan en la actualidad hispana, dado su rigor y exigencia. No es cuestión baladí en un periodista, llegar a la final de los acreditados premios, “La Buena Prensa” por el trabajo diario ante ustedes que son el mejor tribunal que nos juzgan. Mi compañero, Juan Jesús Hernández, adjunto a la dirección de Ideal, con el que di mis primeros pasos en “Patria”, ha visto galardonado su esfuerzo, en esa serie que espero continúe, mostrándonos paisajes y personajes imprescindibles para conocer y comprender nuestra provincia. “Jota jota” como lo llamamos los amigos, ha defendido diversas iniciativas profesionales y compartido responsabilidades, como aquella que le permitió poner en marcha el acreditado, “Club de Opinión 2000”, durante su mandato como Presidente de La Asociación de La Prensa en Granada, y, aunque oculto en otro tipo de responsabilidades jerárquicas de la profesión, nos ilustra con estos trabajos ahora premiados.

Igual ha ocurrido con mí admirado, Javier F. Barrera, veterano a diario en estas páginas, cuya formación y profesionalidad, le permiten abordar cualquier tema que se le presente, con la solvencia de quién maneja todos los estilos del periodismo escrito, avalados por una trayectoria, que ahora se reconoce con este premio, que no será el último. “Código Infarto en el Mercadona” no es más que, una pequeña muestra de su buen hacer. ¡Ese es mi Barrera!