domingo, 28 de agosto de 2022

LA PUERTA DEL PESCADO

 LA PUERTA DEL PESCADO




Tito Ortiz.-


Granada le debe mucho al binomio formado por Vicente González Barberán y Miguel Gíménez Yanguas, uno de los pocos Giménez con “G” que conozco. Ambos son personas tan cualificadas en lo suyo, y al tiempo, tan generosas con su tierra, que de estos personajes deberíamos tener una panojilla, o dos, que siempre velaran por los intereses históricos, artísticos y culturales de Granada, una tierra tan habituada a las pérdidas, resignada a lo que otros quieran hacer con ella, desde la noche de los tiempos. La actitud de entrega desinteresada, por el cultivo de los valores, liturgias y rituales granatensis, son los estandartes de la nobleza de estas dos personas, sin las que no se puede escribir la historia de nuestro último siglo.

Hace una docena de años, mi compañero Miguel Cabrera, en un periódico de tirada nacional,  advertía de la gran polémica levantada por el estudio riguroso que, Vicente había llevado a cabo en los años setenta demostrando que el río Guadalquivir no nace donde siempre nos han dicho. Cuando al historiador granadino le preguntaron  si estaba dispuesto a participar en un debate para discutir cuál era el verdadero lugar de nacimiento del Guadalquivir, fue muy claro en su respuesta: "Yo no discuto sobre hechos, y los hechos, científicamente demostrados, dicen que el Guadalquivir nace en un punto indeterminado de la Sierra de María, situado entre Topares (pedanía de Vélez Blanco) y la Cañada de Cañepla (María, Almería). Ésa es la realidad técnica, aunque quizás políticamente no hay quien le quite ya el nacimiento a la Sierra de Cazorla".


González Barberán ya constató esta realidad en 1977 en el libro 'Guadalquivires', del que es coautor, editado por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CGH) para celebrar su quincuagésimo aniversario, atendiendo a estudios técnicos que certificaron, "mediante mediciones de todas las fuentes del río, que el Guadiana Menor, que cruza la provincia de Granada y llega hasta la Sierra de María, en Almería, era la más lejana, la más larga y la más baja, con lo cual quedó demostrado que era el río principal, atendiendo a los criterios científicos que se aplican en la actualidad". Este nacimiento se encuentra 60 kilómetros más lejano de Sanlúcar de Barrameda que desde Cazorla. Juan López Martos, ex consejero andaluz y responsable en su momento del Instituto del Agua, daba la razón a González Barberán.

GIMÉNEZ YANGUAS

He querido referirme a éste trabajo en concreto de Vicente, porque tal vez la mayoría lo relacionamos más con la historia y las banderas blasonadas de reyes y nobles desde su perspectiva de historiador, y éste hecho en concreto referido al nacimiento del Guadalquivir, demuestra la versatilidad formativa, que le permite abordar otros temas que a priori, pudieran parecerle ajenos a su formación. 

Lo mismo ocurre con Miguel Giménez Yanguas, al que todo el mundo relaciona con la historia y conservación de los tranvías, o con las distintas máquinas de las desaparecidas azucareras, algunas de la cuales fundara su bisabuelo, y que afortunadamente él ha recuperado para embellecer algunas de nuestras rotondas, pero no solo de esas máquinas se ha preocupado, Giménez.  Una constante de su desinteresada vocación, fue que nuestra Universidad contara un día, con un museo de la ingeniería, pues piezas no faltaban, ni donantes tampoco. Eran los años en que ni sospechábamos que un buen día tendríamos un museo como el Parque de Las Ciencias, envidia de toda la región, entre otros lugares. Y en esas estaba Miguel cuando gracias a sus buenos oficios, pudo recuperar la histórica rotativa del desaparecido Diario Patria, joya preciosista de su tiempo, y que logró emplazar en terrenos de la Universidad, a la espera de colocarla en ese añorado y pretendido museo de la ciudad universitaria de Andalucía Oriental. Pero como nadie podía imaginar, en la ciudad que todo es posible, una de las personas con mayor responsabilidad académica de la institución cinco veces centenaria, haciendo gala del mayor desconocimiento y analfabetismo del que, un día fuera universitario pudiera presumir, considerando que la máquina por la que cualquier coleccionista hubiera pagado millones, era un estorbo en un jardín, sin encomendarse ni a dios ni al diablo, ordenó que la idolatrada pieza fuera vendida al mejor postor, siendo un chatarrero de tierra extraña el que más pagó por llevársela para ser fundida al peso. El crimen fue en Granada…su Granada.

LA PUERTA DESAPARECIDA

Y es que al igual que Vicente, debido a su vasta formación y experiencia, Miguel sirve lo mismo para un roto que un descosido. El 15 de Julio de 1980, el diario Patria publicaba en su portada con llamada a reportaje interior, la noticia en exclusiva del hallazgo de la desaparecida Puerta del Pescado. La pista de la puerta más importante de Granada, junto con la de Las Orejas y Bibarrambla se pierde en el siglo XIX, hasta que los buenos oficios de Gónzalez Barberan y Giménez Yanguas, la encuentran dando entrada al poblado de la mina de Los Franceses, en la Lancha de Cenes, a donde fue trasladada, piedra a piedra numerada, al parecer con la colaboración de Mariano Fortuni en 1870. El francés que hizo la inversión de toda la obra minera para sacar oro del lugar, se gastó unos ocho millones de pesetas, y no tuvo mucha fortuna, puesto que solo dio oro suficiente para hacerle la corona de laurel al poeta José Zorrilla, cuando fue coronado en Granada poeta Nacional en 1889. De todo ello y de lo no reflejado aquí, se deduce que, Vicente González Barberán y Miguel Giménez Yanguas, constituyen en sí mismos, un lujo de Granada, del que yo, como cronista doy  fe, para que conste a las generaciones venideras.


PIES DE FOTO

1- Rotativa del Diario Patria, vendida a un chatarrero para su posterior despiece y fundición. (Foto ORFER)

2- Recorte del diario Patria, con el hayazgo de la Puerta del Pescado.


domingo, 21 de agosto de 2022

AL NATURAL


 AL NATURAL


Tito Ortiz.-


Siempre me ha llamado la atención, el maridaje perfecto que a lo largo de la historia han protagonizado el ejercicio de dos artes: La Tauromaquia y el Cante, o el Toreo y la Copla. Nací en una familia en la que se hablaba con total naturalidad, de la buena pareja que siempre hicieron, el torero, Antonio Márquez y doña Concha Piquer. Viví la boda de, Paquirri e Isabel Pantoja, y como pueden comprender, no me perdí la de Ortega Cano y Rocío Jurado. Una noche, en la granadina “Posada del Duende”, con motivo de entregarle un trofeo taurino a José Ortega Cano, le escuché a Rocío Jurado, -a los postres de la cena-, la copla de amor más hermosa, dirigida a un torero. Cuando yo escuchaba a Sara Montiel cantar, “El Relicario” la emoción me atenazaba la garganta. Pero cuando doña Juana Reina interpretaba como nadie, “Madrina” yo lloraba con desconsuelo. No me avergüenza confesarlo, cuando en mi vida se juntan, el flamenco, la copla y los toros, yo barbeo las tablas esperando la puntilla, ante las historias de amor más desgarradoras y trágicas, merecedoras del argumento de la mejor ópera de Giuseppe Verdi o Giacomo Puccini. La fiesta nacional, junto a la copla y el flamenco, son las historias más auténticas donde, el arte y la pasión, elevan a la categoría de universal, el amor y las vivencias del ser humano.

SON DE LOS NUESTROS

Yo recuerdo haber visto al matador malagueño, Javier Conde, entrenando y toreando de salón, mientras escuchaba a Camarón. Pasado un tiempo, y por razones obvias, lo hacía con Enrique Morente. Y no es este el único ejemplo de como maridan estupendamente, el flamenco y los toros. El matador granadino, Pedro Pérez “Chicote”, casó con la cantaora, Marina Heredia, y antes de eso, el cantaor, Antonio Trinidad, ya había grabado en uno de sus discos, unos cantes dedicados al arte de este torero. Es tal la influencia del flamenco en la creación artística, que ha llegado a pellizcar a artistas de muy diversas actividades. El malagueño Pablo Ruiz Picasso, tuvo los toros tan presentes en su creación artística, que hasta en el mismísimo “Guernica” hay un toro. El músico Joaquín Turina, compuso inspirada en el toreo, una de sus obras más reconocidas que lleva por título, “La Oración del Torero”. La nómina de autores de pasodobles toreros, excedería el espacio concedido a este artículo. El Mundo de la ópera, el ballet y tantas  disciplinas artísticas, están plagados de la influencia de los toros, y no digamos nada de la literatura, el cine o la poesía. Pero esto no es algo que haya surgido en el siglo XX, el flamenco y los toros casaron hace ya siglos. Más cercano a nuestros días, aunque en el siglo pasado, el gran guitarrista, Manolo Sanlúcar sacó a la luz su obra embrujadora, "Tauromagia", poniendo la guitarra al servicio del toreo. Lo mismo hizo más tarde, Vicente Amigo, en su disco "Vivencias Imaginadas" inicia su relación con los artistas de los ruedos, comienza a dedicar temas a sus amigos toreros; en este álbum dedica a “Finto de Córdoba” unos tanguillos llamados Blanco y Oro, en el disco, "Un Momento en el Sonido" proclama su pasión por el quehacer artístico del diestro de Galapagar, José Tomás con unas bulerías bautizadas como "Campo de la Verdad" que inician de manera reposada, casi inmóvil como un pase por alto de Tomás, repitiendo la suerte sin enmendar un ápice y poco a poco van tomando fuerza y las notas se manifiestan apasionadas y entregadas como suelen ser las faenas y el toreo pleno de Tomás; Según asegura, Alejandro Arredondo.

TÍO JOSÉ “ EL GRANAÍNO” 

 Pero a veces, las artes se juntan en la misma persona, y eso ya es el acabose. Este nombre artístico corresponde a Juan  José Jiménez Ramos, torero y cantaor, que pasó su vida entre el toreo y el flamenco. Su vida transcurrió durante el siglo XIX. Respecto al lugar de nacimiento hay dos teorías: una la que sostienen los granadinos, que basados en su sobrenombre y en el dato biográfico que aporta José María de Cossío, en su obra “Los Toros”, lo hacen natural de Granada, (Diccionario Enciclopédico  Ilustrado del Flamenco”, Tomo I, pág. 343. Madrid, 1988). Gran intérprete de cantiñas, sobre todo, según afirmaba el desaparecido estudioso del flamenco, Alfredo Arrebola, quién dice además que,  el reconocido y admirado  cantaor, Aurelio de Cádiz (1887 – 1974), quien  en su juventud quiso ser torero, con el nombre de “El Gaditano”, afirmaba que era de Cádiz, y muy conocido en el barrio de Santa María. Acerca de su apodo- “El Granaíno” -,  parece que fue motivado a que una vez retirado de sus faenas toreras  se buscaba la vida vendiendo frutas y granadas, no tiene esto mucha razón de ser, ya que lo usó en su  trayectoria taurina. La tradición, tanto escrita como oral, le ha  atribuído la difusión de, diversos cantes de Cádiz y  los Puertos: Mirabrá, Caracoles, Romeras e incluso los curiosos “torrijos” del Granaíno, citados por el escritor costumbrista José  Navarrete. Demófilo (Antonio Machado y  Álvarez, 1846 – 1893) en su obra “El folklore andaluz” – octubre de 1882 – recoge precisamente las romeras del Granaíno, conforme a la “Edición conmemorativa del Centenario” (1981), que dieron a la luz pública los afamados flamencólogos José Blas Vega y  Eugenio Cobo. En fin, de lo que no cabe duda es de que, el flamenco, la copla y y el toreo, parece ser que desde sus inicios conviven en una armónica montaña de sentires y sensaciones, donde la pasión y el arte son indisolubles.

domingo, 14 de agosto de 2022

DE VERBENA

 DE VERBENA


Tito Ortiz.-



Que sería de nuestros pueblos patrios en verano, sin una buena verbena, con una orquesta de las de siempre, con su señorita vocalista, o cantante masculino, que aborda toda clase de música para todas las edades y épocas, haciendo especial énfasis en pasodobles y boleros, que constituyen por sí solos, la enjundia abrazadera de un buen baile agarrao, aunque después suene “Paquito El Chocolatero”, o la “Bomba” del orondo argentino, King África. Desde la noche de los tiempos, hay orquestas mal llamadas “depueblo” que noche a noche se han ido ganando el prestigio de su profesionalidad, a base de divertir a los parroquianos, mientras echaban un baile. La Topolino Radio Orquesta, durante unos años, recogió el testigo de aquellas viejas orquestas, con bastante éxito. La Mondragón con Gurruchaga, en sus inicios también sonaba a orquesta clásica de verbena, aunque después el éxito los hizo derivar a otros estilos, más acorde con los tiempos. La orquesta Melodía, es un baluarte, prototipo del sentir popular de una noche de fiesta. Tampoco hay que olvidar que cantantes muy famosos hoy, tuvieron sus inicios en estas orquestas todo terreno, que tocan los temas de siempre y los de actualidad. Buen ejemplo de ello son David Bisbal, o Sergio Dalma.

PAQUITO RODRÍGUEZ

Granada también ha tenido muy buenas orquestas de esas en las que todos los artistas montan escenario, luces y sonido, y después derrochan su arte ante el respetable, sin que se les caigan los anillos, nuestra popular Rosa de España, sabe bien de lo que hablo. Pero si podemos identificar a un artistas de la tierra con una buena verbena, es es sin duda Paquito Rodríguez, que ya en la década de los sesenta del siglo pasado, triunfaba a nivel nacional, acompañado de grandes orquestas como la Monelli, o la Siboney. Lo conocí una noche víspera de Corpus en la Caseta de La RENFE, instalada junto a la biblioteca municipal, en aquel ferial de mi niñez.  Tenía una voz de terciopelo extraordinariamente afinada, que le hacía cantar con un instrumento o con toda una orquesta, creciéndose como vocalista de excepción. Me lo presentó mi tío Ñoño que decía entonces, y mantiene hoy que, después de Machín, Paquito Rodríguez ha sido la voz del bolero y las baladas. Pero además unía a sus innumerables virtudes un trato personal como le he conocido a pocos humanos. Al año siguiente fuimos a escucharlo a la del SEU, donde actuaba como estrella invitada, tras Los Símbolos y Los Güindis. Paquito Rodríguez tuvo cualidades interpretativas en el mundo de la canción suficientes como para rivalizar con cualquier cantante contemporáneo, pero su tierra y sus gentes le tiraban tanto que, cuando alguien le ofertaba una gira fuera de El Fargue o Chauchina, Paquito no decía nunca que no, pero empezaba a poner pegas, de que no sabía si le sentaría bien el viaje, que él era muy especial para el cambio de comidas y agua, que posiblemente tendría que ir a revisión médica durante el tiempo de estancia fuera. Total, que los promotores se aburrían de sus excusas, sin adivinar que lo que de verdad le ocurría a Paquito Rodríguez es que no había ser humano que lo sacara de Granada, pero de la capital, porque no en pocas ocasiones me dijo que iba de viaje a cantar fuera y, luego, el recital era en El Capricho de Monachil.

LOS MAYORES

En los últimos años, el ayuntamiento de Granada requirió siempre sus servicios para amenizar el baile de mayores, ya fuera en la Plaza del Carmen o la de Bibarrambla, donde hacía las delicias de todos, acompañado al órgano de su inseparable Manolo Mascota, un virtuoso del órgano durante los domingos en bodas, bautizos, y comuniones, que durante la semana se ganaba el sustento dando portes con una furgoneta y representando a la voz más apasionada que ha tenido Granada, con actuaciones en todas las emisoras y siendo un campeón en ventas de discos. En una de nuestras últimas conversaciones, me confesó bajo secreto de confesión, que Manolo El Mascota, que llevaba más de treinta años acompañándolo al órgano, el día que se casó la hija de Paquito, como era lógico, él fue el que amenizó el baile de la boda, y su compañero del órgano, se la cobró como si de una actuación más se tratara. Son las cosas que ocurren en nuestra tierra con nuestras gentes más entrañables. Hasta el final de sus días,  Paquito conservó una voz privilegiada, que él cuidaba con todo esmero, y que le permitió seguir en activo, como un referente de la música granadina, con una trayectoria de títulos dedicados a nuestra tierra, como nadie la ha tenido nunca. Ya que la ciudad todavía no le ha rendido el homenaje merecido, hagámoslo nosotros. Todos conmigo:

¡¡Al pie de Sierra Nevada, al pie del viejo Albaicín, se halla sentada Granada, la de belleza sin fin. La virgen de las Angustias, la que habita en La Carreta, consuela a los granadinos, aliviándoles las penas. Granada, Granada mía, la de hermosura repleta, luna y sol de Andalucía. Granada, Granada mía, al llegar el mes de abril, flores hay en tus vergeles, olorosos los claveles, de la vega del Motril. Carmines de verde y agua, y el Sacro monte cañí, con sus cantares y zambras, son la ilusión y el vivir. Granada mora y sultana, la que admira el mundo entero, ¡Ay, mi granada gitana, eres tú lo que más quiero!!

Los seres humanos como Paquito Rodríguez, no mueren nunca, son eternos como la Alhambra y el Albayzín a los que siempre cantó, incluida la calle de Elvira.




PIE DE FOTO


Paquito Rodríguez, cantando en la verbena de la plaza de Bibarrambla. (Foto ORFER)



domingo, 7 de agosto de 2022

DUELO EN LA CASA DE LOS TIROS

 DUELO EN LA CASA DE LOS TIROS


Tito Ortiz.-



Fueron días y días, con sus tardes y, a veces, con parte de sus noches, pensando a finales de los setenta del siglo pasado, como tenía que ser la Granada artística y monumental, para venderla adecuadamente al visitante. La charla discurría distendida unas veces en el despacho del director del museo de bellas artes, Enrique Pareja López, otras en el taller de restauración del palacio, y otras en la cámara donde dormían los fondos cedidos por el Museo del Prado. Mis conversaciones con, Francisco González de la Oliva, eran largas y jugosas, porque Paco tiene en la cabeza, toda la historia del arte, la de Granada, sus monumentos, y además, las ideas más avanzadas y vanguardistas a cerca del arte que se hace en nuestros días. Una mañana con él, es como hacer un máster en cultura de todas las épocas, sin haber pisado un aula universitaria. Es de esas personas imprescindibles y brillantes que tiene Granada, pero que huye continuamente del foco y el objetivo, a pesar de realizar un trabajo excelente e imperecedero.

Cuando en 1979, la dirección general llama a Enrique Pareja, para que se haga cargo de las urgentes obras de restauración y acondicionamiento que, se deben llevar a cabo en el museo de Bellas Artes de Sevilla, todos pensamos que serían unos meses, pero lo cierto es que el granadino pasó en el cargo más de veinte años, y después continuo en otros puestos en la capital hispalense. González de la Oliva, gastó muchas suelas entre el palacio de Carlos V y La Casa de Los Tiros, donde finalmente ha tenido su despacho hasta la jubilación.

EL MUSEO DE GRANADA

Cuando alguien reivindica en ocasiones un museo para la ciudad de Granada, yo personalmente creo que no conoce La Casa de Los Tiros, que transpira granadinismo por sus muros centenarios. La finca da por su espacio, para lo que da, pero ahí está Granada y todo lo que somos desde el siglo XVI. La Casa de los Tiros fue construida  entre 1530 y 1540 por los Granada-Venegas, descendientes directos de la familia real nazarí y que se convirtieron al cristianismo cuando la ciudad fue tomada por los Reyes Católicos. Para no aburrir, diré que en 1929 pasó a ser propiedad pública, gracias a la resolución favorable al Estado español de un largo litigio que se mantuvo con los Marqueses de Campotéjar descendientes de los Granada-Venegas emparentados ya con familias reales europeas, en el que afortunadamente se recuperó también el Generalife. Desde ese momento, el que después sería alcalde, Antonio Gallego Burín, hace de esta fortaleza palacio del barrio de los alfareros, el epicentro de la historia y costumbres de nuestra ciudad, logrando donaciones importantísimas, entre las que destacan las suyas propias, en una labor que años más tarde seguiría su hijo, Antonio Gallego Morell. Pinturas, grabados, taracea, tejidos alpujarreños, faroles de latón y, sobre todo, preciosa cerámica granadina de Fajalauza del siglo XVIII, se pueden admirar con el orgullo de estar ante piezas únicas, como ocurre con los inigualables barros de Mariscal, entre otros. Esto unido a su incomparable archivo escrito y la hemeroteca, entre otras muchas cosas que, no relato para invitar al lector a realizar su visita, hacen de la casa de Los Tiros, el auténtico corazón de Granada, ese que según el lema de los Granada-Venegas, es el que manda.

GONZÁLEZ DE LA OLIVA

Paco llega a la casa de Los Tiros, en un momento donde está todo por hacer. Como muestra, decir que su hemeroteca tenía más visitantes que el propio museo, donde los días discurrían sin un solo visitante, mientras que en la sala de lectura faltaba espacio. Existe un antes y un después en el museo, tras su dirección. González de la Oliva abre de par en par la casa a la ciudad, transformándola en una herramienta dinamizadora del panorama cultural, donde tienen cabida todas las artes, desde el flamenco a la música clásica, de la pintura a la escultura, de la conferencia a la poesía, y comienza a sonar en nuestras calles, un lugar mágico llamado la Cuadra Dorada, hasta entonces desconocido. Un jardín romántico sobre la cuesta del Cementerio de Santa Escolástica y la calle Damasqueros, donde resuena la poesía, un patio bellísimo para la música y la palabra, y unas salas adecuadas para admirar las artes plásticas. A todo eso, su trabajo añade el  racionalizar los fondos museísticos, aprovechando inteligentemente las estancias, para una adecuada exposición, y que el visitante pueda admirar la riqueza e importancia de los fondos que se atesoran en la fortaleza palacio. Durante los años que ha estado dirigiendo los destinos de esta casa, González de la Oliva ha dejado un trabajo ímprobo en favor de esta ciudad, cuyo resultado es auténticamente impagable. Esta ciudad está necesitada de muchos, González de la Oliva, que lleven a cabo su trabajo para engrandecerá, sin necesidad de aparecer en la foto, como es el caso. 

Como se puede apreciar en la foto que ilustra ésta crónica, yo tuve mis más y mis menos con Paco, hasta el punto de que un día nos batimos en duelo al amanecer, con auténticas pistolas de avancarga,  pero aseguran nuestros padrinos (Enrique Pareja por su parte, y Juan Ortiz Fernández por la mía, más conocido como “Orfer”) que, el asunto se saldó sin un rasguño, gracias a la excelente puntería que ambos tenemos. Dichas armas también se pueden admirar en el museo, y es que… todos tenemos un pasado.


Pie de foto:

A finales de la década de los setenta del siglo pasado, Francisco González de la Oliva y el cronista, se batieron en duelo, por un, quítame de ahí esas pajas. Ambos descansan en paz. (Foto Orfer)