lunes, 9 de marzo de 2015
GOTA DE LECHE Y SANGRE
GOTA DE LECHE Y SANGRE
Tito Ortiz.-
Los de la década de los cincuenta que nacíamos con pinta de enclenques, más pronto que tarde, pasábamos en brazos de nuestras madres preocupadas, por La Gota de Leche, en la calle Ancha de Santo Domingo. Aquella benemérita institución gratuita, donde nos vacunaron contra la Viruela, la Poliomielitis, la Tuberculosis, nos dieron leche en condiciones, aceite de ricino, de hígado de bacalao, el Ceregumil o el Calcio 20. Todo gratis para que creciéramos fuertes y sanos, a pesar de las alimentaciones desequilibradas, los piojos, la leche en polvo americana, los sabañones en dedos y orejas por el frío, el terror al tétanos, la difteria, la tosferina, el raquitismo y la desnutrición. Pero allí estaban ellos y ellas, para apiadarse de nosotros, y procurar el milagro de que llegáramos a ser adultos, en un país que entonces tenía la tasa de mortalidad infantil por las nubes.
Que gente que ha entregado su vida por los demás, sea recompensada por ello, con una ráfaga de tiros en las tapias del Cementerio, es cosa que suele ocurrir en Granada, y éste es un ejemplo más. A dos años del inicio de La Gran Guerra, el doctor, Rafael García Duarte-González, pasó por el París de la Francia, y de allí se trajo una de las pioneras iniciativas que funcionaban con resultados asombrosos. “El Consultorio de Niños de Pecho y Gota de Leche”, que puso en marcha en la Gran Vía de Granada en 1916. Aunque él era catedrático de Oftalmología, su paso por el país galo, lo sensibilizó de manera especial con los recién nacidos, y a ellos dedicó buena parte de su trayectoria profesional, en la que constituye todo un hito, la puesta en marcha de éste servicio imprescindible, del que hasta entonces carecíamos. La Gota de Leche.
Hasta tal punto está entregado a la salud de los recién nacidos, que procura que su hijo continúe sus pasos y consiga beca para estudiar pediatría en Francia, cosa que logra en 1920, cuando el joven doctor, Rafael García Duarte-Salcedo, es pensionado por el Ministerio de Instrucción Pública, para que se traiga a Granada esos conocimientos. Y Así ocurre. El año en que se proclama la República, el joven doctor granadino, heredero de una de las sagas más importantes de la España de la salud, se hace con la oposición nacional a Puericultor obteniéndola con el número uno, y a pesar de ser uno de los expedientes académicos más brillantes de Europa, ayuda a su padre en La Gota de Leche, asumiendo con el paso de los años la dirección del proyecto, y con ello, evitando la desnutrición, la enfermedad y la muerte, de muchos granadinos y granadinas, que de no haber recibido aquellas atenciones, hubieran terminado con sólo unos días de vida, semanas, o meses, en el cementerio. Su vida entregada a los más pequeños, transcurrió entre las salas del Hospital de san Juan de Dios, las aulas de la Facultad de Medicina, y La Gota de Leche cercana a la Iglesia de santo Domingo. Su labor la extendió con la ayuda de alumnos y colaboradores, a las escuelas de primaria, para vigilar la higiene infantil, al reformatorio de San Miguel, y la Casa de Cuna de la Beneficencia Provincial.
Lo que empezó entregando a los niños de madres no aptas para la lactancia, biberones de leche de vaca esterilizada, siguió con alimentación gratuita a las madres lactantes en el comedor maternal anexo, donde también se las instruía en la higiene infantil y en los hábitos alimenticios. Todo ello con la imprescindible colaboración de sus muchos alumnos, y las hermanas de San Vicente de Paúl, y la Junta Provincial de Protección de Menores. Su ideología socialista, al servicio de los más desfavorecidos y sus cercanías a personajes como, Fernando de Los Ríos y Alejandro Otero, fueron las únicas circunstancias “criminales”, que los golpistas encontraron en Rafael García Duarte-Salcedo, para darle “el paseíllo” y ensombrecer sin remisión, la historia de un buen hombre, que se dio a los demás sin reservas, siendo una persona cuya instrucción y cualificación académica, era reconocida a nivel internacional. Y su labor en pro de los niños y los más desfavorecidos en Granada, un clamor que me niego a que permanezca oculto por más tiempo. Sepan los que apretaron el gatillo, que al doctor lo callaron, pero su obra sigue dando voces de por vida. La prueba es que yo estoy aquí, gracias a su trabajo y ejemplo, y ando todavía dispuesto a que las personas como él, jamás queden en el olvido, en ésta ciudad de tinieblas y catacumbas con sus hijos más preclaros. ¡ Niños y madres de La Gota de Leche, gritad Gloria para todos los García Duarte ¡ Que el silencio en pesadumbre de La Alhambra, acallando con su sordina los clamores, no impida recuperar la memoria de aquellos que tanto hicieron por nosotros, pagando con su vida, ser el mejor ejemplo de la condición humana. Algo que nunca alcanzarán sus infames depredadores.
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