lunes, 16 de enero de 2017
LOS OLVIDADOS
LOS OLVIDADOS
Tito Ortiz.-
Estaba yo el otro día perdiendo el tiempo en el Jardín de Los Olvidados, cuando de pronto entró Mario Sooares, y se fundió en un abrazo con Adolfo Suárez. Fue emocionante observarlos, con el afecto que se hablaban, y la complicidad de sus gestos y ademanes. Comparado con los tiempos que corren en los partidos políticos españoles, esto no se daría ahora, ni entre camaradas de la misma formación. Al poco se acercó Torcuato Fernández Miranda, señor de la política, el diálogo y la tolerancia, que con su media sonrisa habitual, contó alguna anécdota de su época como profesor del Rey emérito, Juan Carlos I. La conversación era tan distendida y enriquecedora, que yo me mantuve a la distancia justa como para no interferir en su desarrollo, pero si atender y aprender, de quienes dieron lecciones de humanidad, ética, política y generosidad por el bien de España, haciendo modélica una transición que ahora sería imposible, debido a la necedad, terquedad y egocentrismo, de algunos líderes políticos, que más parece que hayan salido de la televisiva casa de gran hermano, que de una Universidad con vocación de servicio a los ciudadanos. Bueno esto último es un eufemismo, porque lo que hacen casi todos es servirse ellos, no servirnos a nosotros que los votamos. Asunto escabroso éste, ¿verdad?.
La tertulia seguía, y al rato entró a formar parte de ella el profesor Enrique Tierno Galván. Que curioso; ningún atisbo de rencor, ni de venganza en ninguno de ellos. Ni el menor grado de acidez en la charla de unos políticos, que en algún momento de sus vidas, fueron, ningüneados, represaliados y hasta encarcelados por dictadores como, Franco o Salazar. Los chistes de catalanes contados por Ernest Lluch, salpicaron de humor un diálogo enriquecedor y formativo. Los perros asesinos de ETA, se encargaron de él, por pretender pacificar el país vasco. No cabe mayor desinterés que el de un catalán, que dio la vida por llevar la paz a una comunidad que no era la suya. Esa manera de ser y de estar es también España, pero dudo que ahora estemos en disposición de mejorar esas actitudes, a tenor de la catadura de algunas individualidades de nuestra clase política. Francisco Fernández Ordóñez, fue de los últimos en incorporarse al corrillo. El hombre al que le debemos la libertad del divorcio, concita en su derredor, la admiración y el respeto de afines y opositores políticos, que lo valoran y respetan. Yo tengo la suerte de estar muerto, y disfruto de su eterna compañía, es más, cada vez que los vemos reunirse, Rafael Fernández Píñar y Afán de Rivera y servidor, nos apostamos cerca con el oído fino, para no perder detalle, de toda la sabiduría que sale de sus inteligencias, imbuidas del espíritu más ecuménico, jamás sospechado. Desgraciadamente, ya no hay en la tierra, ciudadanos de ésta solvencia social, trabajando por los vecinos, ahora hay mucho franco tirador de la política, mucho mercenario y algunos mangantes. Algunas veces, cuando votamos cabreados, deberíamos hacerlo en blanco, pero no dando pábulo a desalmados sin escrúpulos, que vienen a la política a servirse de ella y de nosotros. Cuando los ciudadanos permiten que un patán sin escrúpulos ni principios, carente de ética llegue a la Casa Blanca, que nadie se llame a engaño, en el mundo de vosotros los vivos, acaban de encenderse todas las alarmas. Que dios -si es que existe- os proteja.
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