martes, 6 de noviembre de 2018
RENTISTA GRANATENSIS
RENTISTA GRANATENSIS
Tito Ortiz.-
Existe en esta tierra nuestra, un modelo de rentista que nada tiene que ver con el de otras latitudes, aunque el dinero esté en el mismo sitio y venga de idéntico lugar. El rentista granatensis no trabaja, vive de lo que le producen sus pisos alquilados, sus tierras, y de la miseria que el banco le pasa anualmente por tener el dinero inmovilizado, para no arriesgar ni un euro. Mi profesión me ha permitido vivir durante años en varias provincias españolas, pero por no apartarnos mucho de aquí, les hablaré del rentista hispalense y del malacitano. El rentista malagueño viste de traje y corbata, y a eso de las diez de la mañana, se sienta en la cafetería Lepanto, de calle Larios, desayuna como un señor una pieza salada y otra dulce, zumo de naranja y café con leche. Mientras le sirven, cruza enfrente al portal junto a la farmacia y compra “El Sur”, para leer fundamentalmente los deportes, después se pasa por el banco para que el propio director le diga como van sus acciones en la bolsa, y con eso su jornada laboral ha terminado.
El rentista hispalense viste de punta en blanco, todo de marca, lleva el pelo engominado, jersey echado por los hombros, con las mangas sobre el pecho, zapatos castellanos color corinto de los que llevan dos borlitos dándote al paso sobre los dedos, limpios y relucientes, ah, y huele a colonia cara desde que entra por calle Sierpes. Compra lotería junto a la tienda de abanicos, el ABC, y se mete en la cafetería La Campana. Naranja exprimida al instante, medias noches de fiambre caro, café con leche y botella de agua con gas porque la noche ha sido flamenca. Mientras ojea el periódico sin atención, con su smartphone último modelo, entra en la cuenta corriente, ve lo que ha ganado ese día, y a la hora del aperitivo, lo encontraremos en la barra del bar interior de hotel Alfonso XIII, saboreando una copita de manzanilla con unas almendritas fritas, esperando el momento de la comida. Hoy come en la finca.
El rentista granatensis, viste con la ropa de hace treinta años, se echa a la calle, sin peinar, con los zapatos en color mate a base de no limpiarlos y una lluvia de caspa sobre los hombros de, un chaquetón heredado de papá, en un color que por el paso de los años ya no sabemos si es gris marengo o azul marino. Las coderas del chaquetón brillan de apoyarlas en las barras, los puños y el cuello de la camisa están desgastados y tienen viso. Pide un café con leche en vaso, – que así le entra más – media tostada de mantequilla, y se aposta en la barra a esperar que el IDEAL quede libre. Cuando va por la mitad del vaso de café, le dice al camarero que le vierta leche fría que está muy caliente. No es verdad. Lo que quiere es beberse café y medio por el mismo precio, y además se está ahorrando comprar el periódico. Argumentando que se ha quedado sin batería, le pide al camarero el teléfono para llamar a casa, y le dice a la parienta, que si con medio kilo de boquerones, habrá para todos, hoy que vienen sus cuatro hijos a comer, con sus nueras y nietos. Que va para el mercado de san Agustín y quiere tenerlo claro, que luego se tira mucha comida. Granada es la tercera provincia de España con más capital inmovilizado en los bancos, procedente de los rentistas. Para que arriesgar… si yo con poco me apaño. ¡Viva Graná!
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