EL
CUARENTA POR CIENTO
Tito
Ortiz.-
Estamos en campaña electoral
desde hace demasiado, y es tiempo de encuestas, algo que a los ciudadanos nos
la trae al fresco, pero que a los políticos les sirve para jugar al escondite o
sacar pecho según aparezcan en las gráficas. De todas formas, ya hubo uno muy
sesudo que hace tiempo inventó aquello famoso de que, la mejor encuesta es el día de las votaciones. Muy hábil él. Pero
el caso es que prácticamente todos los estudios coinciden en algo que, al
parecer no preocupa para nada a sus señorías, ya que en sus mítines e
intervenciones poco o nada oímos del asunto, que no es otro que la juventud. Sí
esa mitad de los ciudadanos para la que nuestros políticos no tienen proyecto
ni solución, a juzgar por la tragedia que atraviesan nuestros jóvenes en un país
que los olvida, condenándolos al más absoluto ostracismo y desesperanza,
privándoles de un futuro, que para algunos – con suerte – comienza a los
cuarenta años. No puede alarmarnos ni sorprendernos que, en muchos estudios,
aparezca un cuarenta por ciento de jóvenes que más cerca de los treinta que de
los veinte, con preparación laboral o estudios terminados, engrosan las filas
del desempleo sin saber lo que es trabajar a esas alturas de su vida, viviendo
unos de la caridad, sus padres o abuelos pensionistas. Esa es una realidad que
nuestros próceres no miran de frente, al contrario, vuelven la cara para otro
lado, y soslayan hablar de ello, porque carecen de proyecto viable para, sacar
a nuestra juventud del pozo profundo en el que ellos los metieron hace decenas
de años.
Por eso no es de extrañar, que
una reciente encuesta arroje a la cara de nuestro país que, un cuarenta por
ciento de nuestra juventud no tiene previsto ir a votar. No me sorprende. Pasan
y pasan los años y la juventud española está o desencantada, o en el exilio
forzoso para hacerse un futuro que aquí no existe. Alguien pudiera pensar que
una huida hacia adelante podría ser militar en política y cambiar las cosas
desde dentro, pero con la experiencia reciente de la confección de listas y, primarias
descafeinadas o adulteradas, el panorama no anima ni siquiera a pertenecer a un
partido. Las juventudes del PP y el PSOE se hacen viejos esperando que les
promocionen, se les pasa el arroz y ven pasar los años sin que nadie los
requiera, si no es, para pegar carteles o repartir propaganda en campaña,
mientras duermen el sueño de los justos, haciéndose mayores, pero militando en
las juventudes. En algunos casos, sorprendentemente, los sacan y los llevan a
rellenar las listas en los últimos puestos que saben con seguridad no van a
salir, y así les dan el caramelito de ver su nombre en una papeleta, que
guardarán de recuerdo, como las estampitas con nuestra foto cuando hicimos la
primera comunión. De todas formas, militar en el partido de los mayores no te
asegura nada. Las bases te pueden incluso proponer, pero luego llega el líder
supremo, y te apea de la lista con el descaro más grande, jamás contado y, o te
callas por disciplina de partido o ahí tienes la puerta. Democracia interna en
estado puro. Ya puedes llevar más años que Matusalén militando en tu partido
que, si el jefe quiere, y estate seguro de que querrá, cuando tu más confiado
estés de que vas en las próximas listas, el te apartará y en tu lugar meterá a
un independiente, que es algo que se lleva mucho este año. A mí me han dicho
que es tendencia.
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