¡¡CHUFAS!! FRESQUITAS COMO LA NIEVE
Junto con los altramuces, fueron el entretenimiento de nuestra infancia
Tito Ortiz.-
En el Albayzín de mi infancia, era muy habitual ver en temporada a humildes parroquianos, con una espuerta llena de chufas, pregonándolas como fruto contra "la caloh". Sobre el montón de aquel fruto, se observaba con placer un pedazo de hielo arrancado a una enorme barra de "La Siberia" en el Escudo del Carmen, acreditada fábrica de hielo de la época. Aquellas chufas fresquitas a una perragorda el cartucho, eran un premio a nuestro buen comportamiento, o a las buenas notas en el colegio. Los pregones eran diversos. Lo mismo servían para las embarazadas, que para los niños o, para las madres que daban el pecho a sus pequeños. El caso es que al masticarlas, te dejaban un agradable sabor en la boca, aunque las madres decían que, no había que comer muchas porque podrían producir estreñimiento. Los vendedores eran habituales en el barrio - algunos de ellos vecinos - y destacaba entre ellos el famoso, "Cagachín". Un gitano borrachín y pendenciero, con fama de tirar pronto de navaja. Mientras estaba sobrio, andaba mirando al suelo y sin meterse con nadie, pero bajo los efectos del alcohol, había que tomar distancias porque la tomaba con quién le viniera en gana, menos con los niños que éramos sus inocentes clientes. También se encargaba de vender las almencinas y las maholetas, que con un canuto de caña verde de regalo, sus huesos servían como proyectiles para atinar en la nuca de cualquier despistado y, salir corriendo en leal retirada, evitando la reprimenda, que no solamente se limitaba a la palabra. Pese a todo, ninguno de aquellos niños terminamos afectados por un guantazo o zapatillazo, marca de la casa.
JUNCIA AVELLANADA
La especie Cyperus esculentus, llamada comúnmente juncia avellanada, es una planta herbácea que produce el tubérculo comestible conocido como chufa. Una vez recolectadas, las chufas son lavadas y secadas para su conservación, encontrándoselas a la venta cuando ya están secas. Al haberse encontrado restos en vasijas del Antiguo Egipto, se sabe que este tubérculo tiene una historia de cultivo de al menos 4000 años, siendo una de las primeras plantas explotadas en la agricultura. Las chufas fueron introducidas en España por los árabes durante el tiempo en que ocuparon territorios en la península, entre los años 711 y 1492. Dicen los que de esto saben, que la chufa tiene propiedades digestivas, que facilitan la digestión y que pueden tomarse en caso de, gastritis, acidez o dolor de estómago. Parecen ser buenas contra la diarrea, y hasta contra el Colesterol, gracias a su alto contenido en ácido Óleico Omega 9, pero además pueden ayudar a aumentar las defensas de nuestro organismo. Podría llenar y llenar páginas con los efectos beneficosos de la chufa, por eso no me explico como no hay un vendedor en cada esquina, o como no las receta la seguridad social. Se trata de un reconstituyente natural, ideal para deportistas, personas con estrés, nerviosismo o cansancio. Los alérgicos a la leche o que tienen intolerancia a la lactosa, tienen en la chufa una buena opción.
HORCHATA
Muchos son los que han tomado alguna vez horchata, pero pocos los que han comido su fruto, y gozado de sus beneficios inmunológicos como los niños de aquella época. Las chufas se pueden comer secas, asadas o crudas, también se preparan otros productos a partir de ésta haciendo horchata, harina de chufa,o cerveza. Sin duda el mayor uso que se le da a este tubérculo es para elaborar horchata de chufa, una bebida que se consume principalmente en verano y que es muy apreciada por su sabor y sus propiedades. En Granada, tenemos algunas heladerías de rancio abolengo, con la fama de hacer las mejores horchatas de nuestros contornos. A primeros de los años sesenta del siglo pasado, dos establecimientos competían en buena lid por, hacer la mejor horchata granadina. "Los Italianos" de la Gran Vía, daban a sus clientes una horchata deliciosa, fina, suave, pero de intenso sabor con regusto en el paladar al final del trago, y con el frío exacto, porque si nos pasamos de frescor, nos perdemos muchos matices en la boca, que nos regala este fruto incomparable. El otro establecimiento estaba en Plaza Nueva. "La Perla" te ofrecia horchata ligeramente más recia, con un sedimento granulado fino al paladar, de mayor carácter, con personalidad propia. Yo nunca supe cual de las dos me gustaba más, así que alternaba mis visistas para tomar de las dos. Ninguna era excluyente, todo lo contrario, se complementaban. Tampoco iban a la zaga las horchatas de Manganel, en Reyes Católicos, o la del café Suizo en Puerta Real, esquina a poeta José Zorrilla, pero nada comparado con tener en mis manos las chufas fresquitas de "El Cagachín " en el Albayzín de mis sueños.
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