lunes, 12 de agosto de 2019

QUE COMIENCE EL JAZZ

QUE COMIENCE EL JAZZ

Algún día esta ciudad tendrá que reconocerle a Chema Ojeda, lo que siempre ha hecho por abrirla a otros mundos.

Tito Ortiz.-

Aquel Corpus de los años setenta del siglo pasado, en el que un programa de fiestas de primeros espadas, nos dio la oportunidad de ver en el escenario del Paseo de Los Tristes – entre otros grandes artistas – a Dexter Gordon, con su cuarteto, los amantes de Jazz comenzamos a tener la esperanza de que aquí cuajaría un festival dedicado a esta música universal, cuyo idioma es conocido por todo el mundo. Cada vez que finalizaba un tema, Dexter se volvía de espaldas al público, ofreciendo su saxofón a la Alhambra iluminada, en señal de ofrenda, con un gesto de reverencia hacia el monumento único en el mundo. Fue una noche de esas que nunca se olvidan, en la que el artista nacido en Los Ángeles un año después de que aquí se celebrara el Primer Concurso de Cante Flamenco, se mostró en plena madurez interpretativa, con los acentos lógicos de quién ya era un consagrado del Bop y del Hard Bop, entre otras aportaciones personales al Jazz. El niño había crecido en la consulta de su padre, que atendía a pacientes como, Duke Ellington o Buddy Collette, y aunque comenzó a tocar el clarinete, pronto lo dejó por el saxo, alto primero y definitivamente, tenor. A principios de los años cuarenta ya destacó en una grabación con Nat Kong Cole, lo que le llevó a la orquesta de Louis Armstrong, y desde allí a Nueva York. A principios de los sesenta y pese a su rotundo éxito en EE. UU, se vino a Europa, instalándose en París durante catorce años en los que, agradeció la falta de racismo y el reconocimiento a su trayectoria.

CHEMA OJEDA

Agonizaba el mes de noviembre de 1978, cuando un entusiasta José María Ojeda, con la ayuda del Ministerio de Cultura, abordaron la aventura de dar forma al primer Festival de Jazz en Granada. El Pabellón Cubierto del Estadio de La Juventud, fue el lugar elegido para que los granadinos abarrotaran un local, dedicado por entonces a la práctica del deporte, entre otros, interesantes veladas de boxeo. Jordi Sacalés, actuó acompañado de Carlos Benavent, al bajo, Matew Simón, a la trompeta, y Salvador Juan, a la batería. Dieron toda una demostración de un jazz valiente y genuino, que preparó al público entusiasmado para el siguiente plato. Jaime Marques, junto con Quique Cano, al bajo, Tito Duarte, flauta, saxo y percusión, con Manuel Heredia a la batería, nos introdujeron en el mundo del jazz tropical, que todavía resuena cerca de las vías del tren. Pero todavía quedaba lo mejor de la noche. El navarrico, Pedro Iturralde, señor del saxo y de la música, puso el recinto a revienta calderas. No olvidemos que Iturralde, aunque conocido por sus diarias sesiones – entonces en el “Whisky Jazz” de Madrid, ya era Catedrático del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, pero es que, además, su noviazgo con la música española y flamenca llevada al jazz venía de muy lejos. Los tanteos de Iturralde con la música flamenca, y andaluza en general, datan de su juventud en Logroño, cuando realizaba interpretaciones de Falla, Turina, Albéniz o Granados, y más tarde en su etapa en Grecia, donde comienza a improvisar sobre estilos andaluces con gran éxito, por la relación entre la música flamenca y la griega. Estas composiciones se empiezan a escuchar en el Whiskey Jazz y en el programa “Club de Jazz” de Radio Nacional.

GRANADA

En 1966, Joachim E. Berendt, enterado de los experimentos de Iturralde, le reclama para una actuación en el festival de Jazz de Berlín, con la sugerencia de incorporar una guitarra flamenca a su entonces quinteto. En este festival actúa junto a los grupos de Miles Davis, Thelonious Monk y Baden Powell, entre otros. A partir de esta fusión de estilos surge la posibilidad de realizar grabaciones, para las que se incorpora primero Paco de Antequera, al que luego sustituye Paco de Lucía, que firma con el pseudónimo de Paco de Algeciras​. De estas sesiones, grabadas en Alemania en 1967 y 1968, se editan varios discos que publican primero Hispavox y luego Blue Note, bajo el título de "Jazz Flamenco". En España no se editarían hasta 1974.Y ese genio estaba ante nuestros ojos, en Granada, en el Estadio de La Juventud, haciéndonos pasar la noche más hermosa jamás soñada. Medina, Serrano y Sánchez, bajo, piano y batería respectivamente lo arroparon con maestría en aquella inolvidable interpretación de “Martinete y Bulerías”, que quemó los dedos de todos los presentes, mechero y cerillas en mano encendidas. De los bises de aquella noche he perdido la cuenta, pero su música la llevo en las entretelas de mi alma. Gracias Chema.

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