EL RICHELIEU ANDALUZ
Tito Ortiz.-
Llamado a más altas responsabilidades peperianas, el portavoz del gobierno andaluz, vela armas en los Jardines de La Cónsula, desde donde otea el panorama andaluz, con la fijación puesta en dejar al PSOE como un solar, cosa que en ocasiones, la verdad es que los de Susana Díaz, se lo ponen a güevo. Experto en las intrigas de palacio, con oidores en todos los partidos judiciales, a su mirada a lo Daisy, de Maricarmen y sus muñecos, añade un olfato privilegiado para saber del enemigo, y como echar sal en las heridas del contrario, con el tono de voz y el volumen que se le puede atribuir a la madre superiora del convento, o en todo caso a la priora. Sigiloso en el andar político, sin perder jamás la compostura, y alardeando de la postura y presencia a lo Petronio, el portavoz camina por el Hospital de las cinco yagas, con seguridad prusiana, marcialidad y hechura impecable, del que se sabe admirado y reconocido, por hacer de poli malo frente a un Presidente ausente… de las fotos malas, claro.
Frente al atril tras los consejos de gobierno, Richelieu, reparte estopa contra los socialistas por la herencia recibida, a pesar de que hayan pasado años desde que ya accedieron al gobierno, ese que ahora se tambalea por los egos nacidos de la hecatombe electoral en Galicia y Euskadi. El portavoz lleva a cabo el reparto de collejas a la oposición socialista, con el mismo rostro impenetrable con el que el presidente catalán, Torra, anuncia que llevara al rey emérito ante los jueces, sin hacer lo mismo con la familia Puyol. Es como ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio. Pero el portavoz, llamado a gestas heroicas de la madre patria, aguarda su momento en el que emerger victorioso, enarbolando a caballo la bandera de la gaviota en todo su esplendor, fijándola y dándole brillo. Lo mismo que Málaga se le quedó chica, Andalucía ya le va apretando en sus aspiraciones. Él está llamado a más altos vuelos.
Para eso da apariencia de toda normalidad a, externalizar servicios sanitarios, sin que nos cosquemos de qué se trata de una privatización encubierta. A un mes de la vuelta al cole, imprime sello de autenticidad, a que los padres no sepan que va a pasar con sus hijos en las aulas, ni sepan los maestros contratados, ni los médicos y enfermeros prometidos para abrir todos los centros de salud y reforzar los hospitales para llevarlos a la “anormalidad” pre pandemia. El portavoz no se pilla, los dedos. Cuando alguien le pregunta si estamos en una nueva pandemia, sin haber salido de la primera, dice que la culpa es de los socialistas, que perdieron casi dos millones de vacunas de la gripe, y se queda tan pancho. De la segunda circunvalación de Granada, Richelieu no sabe nada. Una vez un médico me dijo que el mentir reseca la garganta. Cuenten las veces que el portavoz bebe agua durante sus intervenciones. ¡Qué buen vasallo…Si tuviera buen señor!