EN FALSO
Tito Ortiz.-
Creen los genios del Partito Popular – que los tiene – haber saldado con éxito la herida abierta en los últimos años, desde que la cúpula provincial saltó por los aires, a raíz de que La Guardia Civil anduviera por el ayuntamiento capitalino, la calle Obispo Hurtado – que casualidad lo del apellido obispal – y aledaños. Pero nada más lejos de la realidad. Aquí lo que se ha hecho, ha sido, sacrificar inútilmente a Pablo, que en tiempos de tempestad ha apaciguado el rebaño, en un equilibrio tan aséptico, que en un partido tan polarizado como el conservador, en el que: Si no estás conmigo, estás contra mí, al ver que no se mojaba como requerían las circunstancias, le han dado una patada, pero hacia arriba, cuyo efecto mediático anestesia el golpe, y le permitirá seguramente, velar armas mientras tarde o temprano, los de siempre se enfrentan de nuevo con abrazo cainita de por medio, al acecho de esa cuota de poder absurdo, que les hace soñar con los laureles de la gloria en su particular circo romano. Por cierto, que no sé a qué viene esto de circo romano. Hay veces que de verdad… desvarío.
Es tanto mi delirio, que en ocasiones, veo en sueños a una concejala de urbanismo, que como Macarena, pasa los veranos en Marbella. A un señor alto de gran mostacho, que le busca un empleo a su hijo, como haría cualquier padre, y a un promotor inmobiliario, de iniciales repetidas, que corre con los gastos de la fiesta. Ya digo, que en ocasiones… veo muertos, pero muy lozanos porque incluso me dicen que en la intimidad, hay quién ríe a mandíbula batiente, cuando la fiscalía, “con la ley en la mano” anuncia que los delitos han prescrito, un asunto éste, que no hay que confundir con que no se hayan producido. Solo que ha pasado demasiado tiempo, entre otras cosas, porque la justicia es muy lenta, lentísima, diría yo.
Desde El Serrallo, a Obispo Hurtado, pasando por el pabellón Mulhacén, existen una serie de subestaciones dignas de ser judicializadas, pero al ritmo que va la justicia, cuando saquemos en claro algo de esto, el caso de Ramón Arenas se estudiará en los libros de texto, como el David que luchó contra Goliat con todos los elementos en contra, incluidos los factores climáticos. Es verdad que ahora – parece que – se pone más cuidado en la concesión de las licencias, lo que se cobra por ellas y sin gabelas, pero no hay que bajar la guardia, que luego, estas cosas según la experiencia, prescriben, y te da una subida de tensión, junto con un ataque de mala leche, empiezas a apretar los dientes, te cuesta un dineral en implantes y terminas clavándote las uñas en las manos, para acabar estigmatizado, como aquel que teniendo la razón y la justicia de su lado, jamás vio resuelto el agravio. En estos momentos, tenemos la peor clase política que jamás haya accedido en España a desempeñar cargo público, pero la justicia que es lenta, será toda la justicia que quieran sus señorías, pero no es justa.