EN EL PARO
Tito Ortiz.-
Muchos antes que yo dijeron que, lo peor de esta pandemia no era la crisis sanitaria, sino, la económica. Y dieron en el clavo. Lo hicieron hace meses, y yo admiro a quienes son capaces de vaticinar el futuro sin que éste haya llegado. Mira que tengo experiencia y acumulo decenas de años, pero aún así, no tengo ni los conocimientos ni el valor necesarios de predecir el futuro, más allá de diez minutos o cosa así. Por eso admiro a quienes nos dijeron al principio de la pandemia – sin que hiciéramos mucho caso entonces – que nos fuéramos amarrando los machos, porque venían mal dadas. Y no solo por el sector de la hostelería, que amenaza ruina total para el presente ejercicio, sino por otros en los que uno no cae, a no ser que tenga familia o amigos en el sector. Tal es el caso de dos sectores que por mi trayectoria profesional conozco de largo, y que ahora naufragan dejando en la indigencia a cientos y cientos de profesionales.
Me refiero a los artistas flamencos, a esos profesionales de los tablaos, las peñas, las academias, cuyos espectáculos han desaparecido, y también a las grandes estrellas cabeza de cartel del baile, el cante y el toque, que están mal viviendo. Unos han gastado sus ahorros procedentes de un entramado social que está acostumbrado a vivir al día, sin tener un “colchoncito” para estas ocasiones. Otros no saben lo que es un alta en la seguridad social, y, por lo tanto, no tienen derecho a entrar en un ERTE, ni engrosar las filas del paro. Explícale tu a un flamenco lo que es un Expediente de Regulación de Empleo, y cual es el papeleo que tiene que arreglar para poder acogerse al mismo. El que ganaba sesenta euros por noche pagados a final de la madrugada dinero en mano, sabe poco de estas cuestiones, pero no lo tienen mejor los consagrados que, para actuar arrastran a decenas de montadores de escenarios, luminotécnicos, ingenieros de sonido, personal de seguridad, cuerpo de baile, sastres y maquillaje, esos también van a la ruina si esto se prolonga, porque el Estado no sabe ni como ayudarles. El mundo de la cultura naufraga en España por una crisis sanitaria a la que no se le ve el fin, sino todo lo contrario.
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