TODO CADUCA
Tito Ortiz.-
Parece que todo y todos
tenemos fecha de caducidad, menos los plásticos bajo las aguas de nuestros
océanos, bueno, ahora también las mascarillas, que nos ha dado por tirarlas al
suelo, como si este no fuera nuestro, en una demostración de incivismo e
insolidaridad que raya el delito. El caso es que, todo parece caducar, como el
dispensador de gel hidroalcohólico instalado en la estación del metro de
Recogidas, según sales a la derecha, que lleva un año fuera de servicio, sin
que los responsables lo hayan advertido. Le pasa lo mismo a los de Mercadona en
Armilla que, tienen un contenedor de pilas usadas a la entra del
establecimiento, que los ciudadanos hemos llenado hace siglos, pero que nadie
vacía para su reciclaje, con el resultado de cientos de pilas esparcidas por el
suelo, en su derredor. Una estampa que advertimos desgraciadamente con
frecuencia en, las isletas de contendores para el reciclaje, sobre todo si nos
están en el centro y se trata de los de color azul para papel y cartón que,
desde que China se niega a reciclar nuestros despojos, no hay manera de que
presenten un aspecto limpio e higiénico.
Y es que, todo caduca. Incluso
la seguridad ciudadana en Granada. Se dispara la delincuencia en el Albayzín,
abandonado a su suerte en esta materia, mientras se dedican decenas de
efectivos a evitar el botellón. Tal vez, si unos pocos de éstos patrullaran las
calles más a menudo, otro gallo nos cantara. Las últimas estadísticas dicen que
nuestra provincia está a la cabeza del crimen organizado, que circunda el
cultivo de la droga. Asesinatos y detenciones suben como la espuma, mientras el
número de efectivos para combatir el crimen decrece, y en el peor de los casos,
no aumenta. Los malhechores que siempre van un paso por delante, en vista de
que cortijos, pisos y garajes ya no son seguros, se han buscado la triquiñuela
de cultivar la maría en sofisticados camiones de grandes dimensiones, que,
además, pueden tener eternamente circulando por las carreteras sin ser
detectados. Lo único que nos falta ya es, detectar un narco submarino en
nuestras costas. Eso ya será de traca.
Pero todo caduca. Con Grande
Marlaska me ha pasado lo mismo que con, Baltasar Garzón. Los tenía en un
pedestal cuando estaban en activo en la Audiencia Nacional, y se me han caído
desde que entraron en política. Cómo es posible que trayectorias tan
extraordinarias se tiren por la borda, por el solo hecho de entrar en política.
No lo entenderé nunca, y menos si tus antiguos compañeros, te hacen reponer en
su puesto a un coronel de la Guardia Civil que tu has cesado, mientras
Villarejo desde la cárcel amenaza con secretos de alcoba, que harían saltar por
los aires un gobierno o una jefatura de estado. Por caducar, caducan hasta las
ideas más elementales. Se dice que los universitarios vuelvan a las aulas,
mientras el profesorado no ha sido vacunado, y menos aún los alumnos que suelen
practicar el botellón dos veces en semana, sin el menor control pandémico ni
ganas de tenerlo. Caducan nuestras neuronas, pero no las de todos. Hay
privilegiados que las conservan estupendamente para delinquir y sacar provecho.
Los responsables de la empresa que reformó la sede de los populares en Madrid
no solo cobraron en dinero negro, sino que, ese dinero lo hicieron florecer con
la ley de amnistía fiscal. Eso es un negocio redondo, y no lo de fabricar
Donus.