domingo, 29 de mayo de 2022

MEMORIAS

 MEMORIAS


Tito Ortiz.-


Hace unos días, compartí con mi hermano Antonio Enrique, café de tarde y, posterior cena con charla bajo las estrellas de Accitanía. Llevaba tiempo sin darle un abrazo, y al fin pudimos hacerlo. Repasamos los últimos meses, nos pusimos al día y me puso deberes: Me entregó el primer volumen de sus Memorias, que tienen una circunstancia muy especial. Al haber nacido los dos el mismo año, también pueden pasar por las mías, con lo cual, me está ahorrando mucho trabajo.

La descripción de paisaje y personajes encajados en su tiempo, es toda una delicia en esa forma de plasmar que, un poeta y escritor de rancio abolengo como él, posee. En esta primera entrega, aparecen las preguntas que un niño se hace cuando es consciente de su crecimiento, los amores de infancia y juventud, la orientación profesional, el ansía interminable por la educación y la cultura, más propios de un hombre del renacimiento, que del siglo XX. Por eso se puede permitir – pese a su exultante juventud – testimoniar con la serenidad de un nonagenario, cosa que me sorprendería, si no fuera porque ya lo hacía así, con apenas veinte años,  cuando íbamos de vinos por los alrededores de la calle Elvira, rematando con una copita de pasas en aguardiente en el Café Bar Alarcón, más conocido por,”La Lisa”. Un  asunto este, que caracteriza toda su trayectoria literaria y poética, me refiero al derroche de conocimientos y su adaptación a la vida cotidiana de preceptos de otros siglos, como corresponde a un lector impenitente de “El Quijote”, y de la obra de Miguel de Cervantes en general.

Recomiendo sin pestañear, la lectura de estas “Memorias”, sobre todo, a los nacidos en la década de los años cincuenta del siglo pasado, porque se verán reflejados en muchos aspectos, y podrán recuperar del baúl de los recuerdos, hechos y personajes olvidados, que nos vienen del pasado, para disfrutar en el presente.

OFICIOS

Arropado entre los muros que, en sus inicios fueron fundacionales de la Universidad cristiana de Granada, Sebastián Pérez Ortiz, nos presentó su libro en el Colegio Mayor San Bartolomé y Santiago, ante el todo Granada. Minutos antes del acto ya no había sitio en el salón de actos, así que me bajé al patio a comprar un ejemplar, y aproveché para saludar a su hermano Nacho, y darle la enhorabuena por la respuesta del público. Sentado en un banco de la acera, mientras escuchaba el discurrir del acto por la megafonía, fui repasando el tomo, que ya se ha convertido en el mejor inventario de los oficios desaparecidos de esta ciudad. Una obra que viene a ocupar un espacio vacío hasta ahora, en la amplia variedad de volúmenes de todo tipo que hablan de Granada, suponiendo una aportación impagable, al conocimiento general de nuestra sociedad del siglo pasado. Desde los lañadores a los limpiabotas, los “agüaores” o los esquiladores, “Estampas de la Granada Perdida”, es una obra imprescindible en casa de cada granadino que se precie de serlo. Era la época en la que los vendedores de Almencinas y Maoletas, acompañadas de una caña hueca para hacer de cerbatana con el hueso, dejaban su moratón en el cogote de los distraídos, mientras los “Colchoneros” cambiaban la borra de los colchones, la lana del relleno se lavaba al sol, o se “arrecortaban y atirantaban” las colchonetas, vencidas ya en el suelo por el uso del tálamo conyugal.

Su lectura es todo un divertimento, sobre todo si tenemos en cuenta que, la obra cuenta con la colección fotográfica más interesante que he visto en los últimos años, refrendando lo escrito y enriqueciéndolo, para un lector no versado en tierra y época.

ZAAFRA

Tarde de flamenco y fusión, con la pintura como arte convocante, fue la que vivimos en Huétor Vega, convocados por el recuerdo y legado de David González Zaafra, el pintor de lo flamenco que se nos escapó a otros paisajes, hace ya cinco años. Cuando lo conocí en la década de los setenta, David era un granadino que vivía en Cataluña y colgaba por primera vez su obra en la ciudad de La Ahambra. Con el paso de los años, su arte de exquisita factura fue evolucionando, y en un momento determinado, podemos asegurar sin temor a equivocarnos, que el artista fue abducido por el mundo de lo jondo, y los motivos flamencos fueron emergiendo en sus trabajos, hasta lograr una especialización extraordinaria por la que lo hemos conocido en la última etapa de su vida.

Allí se presentó, “Zaafra, una mirada cercana”, que no es otra cosa que el cariño y la admiración escrita de, muchos de los que tuvimos el privilegio de conocerlo y tratarlo. Una edición de la Asociación Artística y Cultural de su escuela, en cuya obra han colaborado distintas instituciones públicas y privadas, y que contiene un centenar de escritos de personalidades del flamenco y la cultura, junto a un elevado número de ilustraciones, que convierten en una joya este libro nacido del amor y la amistad hacia un ser humano irrepetible. El acto estuvo conducido por mi compañero, Juan Andrés Rejón, de Onda Cero, amigo personal de David, y yo tuve la fortuna de compartirlo con mi compañera, Yenalia Huertas y el pintor Jesús Conde (Conde Armado y Valeroso) que en esto de los pinceles, juega en una muy alta división, aunque yo lo asciendo más por la amistad que me brinda desde hace casi cinco décadas.

La ocasión me permitió besar a mi admirada “Mariquilla” bailaora inmortal de Granada y sus contornos, y de estrechar la mano de su fiel escudero, Luís Javier Garrido, de quién me precio en ser deudor de mutua admiración.

domingo, 22 de mayo de 2022

AMOR POR UNA TARTANA

AMOR POR UNA TARTANA


Tito Ortiz.-


Nacer en el Albayzín, te proporciona un conocimiento del lugar y sus gentes, que te hace distinguir entre esa vida de Puerta Real, y ese barrio milenario, sedimentado por tres culturas, o tal vez, cuatro, en el que la vida discurría en otro “tempo”, con la impronta de un carácter propio y diferenciador en sus gentes. Mís ojos de niño vieron funcionando aquellos telares, junto al cuartel de la Guardia Civil que comandaba el cabo Colomera, y los cerones de aquellos mulos repletos hasta los topes de cacharros de Fajalauza, que sobre vivían a tan rudimentario transporte, unas veces envueltos en papel de periódico, y otras, separados por un puñado de paja. Ahora que Cecilio Morales no me oye, vengo en decirle que, fue un vecino ejemplar, entregado en cuerpo y alma a las vasijas de barro, y que nadie antes que él, puso a la cerámica granadina, en las más altas y nobles mesas y vitrinas de la realeza española. Con el tinte exacto, la pincelada justa y el tiempo de cocción precisos, Cecilio ha sido toda su vida un ejemplo de lo que verdad entraña ser una artesano que linda con el arte, y la buena hechura humana. Su legado es imperecedero, y me consta que está en buenas manos.

ISO CARRO

Cuando avanzaron los tiempos, Cecilio cambió la tracción animal para el transporte de sus codiciadas piezas, y vimos "la Fajalauza" viajar a su destino en flamantes "Iso Carros". El año en que yo nací, salió al mercado el primer "Motocarro", que fue adelantado a principios de los sesenta por el "Iso Titán", mi amigo Antonio Baquero sabe de lo que hablo. Aunque debo confesar que quién mejor me enseño la moto Iso, es mi querido y admirado, Luís Curiel, que un día en el sótano de su local en la calle Chueca, me la explicó pieza a pieza. Luís Francisco Curiel Aróstegui y de La Plata, me ha formado en materia de motores, como buen alumno de Maestría Industrial en la calle Pavaneras. Luís me  enseña cada vez que tengo una duda en motores de explosión, porque aunque vive como un marqués, en casa noble de La Cuesta de La Victoria frente a La Alhambra, me coge el teléfono cada vez que es preciso, y me pone al día de la historia y sus avances, es la suerte de tenerlo como amigo desde que, la Vespa con sidecar y el Biscúter, eran nuestra ilusión para la próxima compra. He tenido siempre la fortuna de rodearme de amigos enamorados de aquellos viejos cacharros, como tartanas, que los mimaban y paseaban con ellos por las calles.

Lo mismo que Luís Curiel me puso un día a los mandos de su avión, - La Volaera la llama él -  mi inolvidable amigo Zambrano, de la farmacia más longeva de Reyes Católicos entonces, me puso en las manos un día, el volante de madera de una de sus joyas centenarias, para darnos un paseo alpujarreño. Y me ocurrió lo mismo con mi profesor de Otorrinolaringología, Eloy López Menchén, amante pionero de los coches clásicos, con aquel Mercedes negro de principios del siglo pasado, con el que un día fuimos a La Malahá, para ver el cuerpo momificado del famoso soldado, que una mujer amable nos mostró en el zaguán de su casa. Por cierto que en los últimos días de la Cuaresma, me dió mucha alegría ver y saludar a su alumno predilecto, el doctor Juan Cobo, que sentado en la placeta de Carlos Cano, aguardaba el atardecer, y con el que comparto inquietudes cofrades y rocieras, desde el principio de los tiempos en los que no había más colonia que "Varon Dandy". Mi mayor tesoro son mís amigos, aunque como ya he dicho en alguna ocasión, por razones de edad lógicamente, tengo más en el cementerio, que andando por la calle. A veces si paso lista, me da por llorar, pero pronto me repongo, porque fue mucho lo que me dieron y lo que aprendí de ellos, y eso es un legado impagable, una deuda perpetua de gratitud, amor y amistad.

EL RIESGO DE LAS TARTANAS

Cuando me saqué el carnet de conducir, mi padre me compró un, R-10, de segunda mano matrícula de Barcelona, que de fábrica - vivan los ingenieros listos - traía el depósito del agua de cristal, con lo cual, pese al mantenimiento esmerado de mi coche, que corría a cargo del mejor mecánico que ha dado esta tierra llamado, José Ortega López, en la calle Santa Bárbara, un día de verano caluroso, de aquellos años setenta, por la nacional 323 Bailén Motril, a la altura de Campillo Arenas, el correillo se partió con tan mala fortuna que, salió disparado rompiendo en mil pedazos el depósito del agua, obligándonos al Doctor José Luís García Puche, mi copiloto, y a mí, a parar cada cien metros por ríos, ventas y acequías, para rellenar de agua una lata de aceite de repuesto que yo llevaba siempre en el maletero, y de esta forma poder llegar a Granada de regreso, trás haber tomado un vino añejo, y una tapa de queso con rosquilla en la centenaria taberna jienense, "El Gorrión". Como sé que está en el cielo por buen oncólogo y mejor persona, que ya es decir, se estará desternillando de risa al leer esto, que he mantenido en secreto hasta hoy. Espérame ahí arriba todo lo que puedas, amigo.

lunes, 16 de mayo de 2022

LAS MATILDES

 LAS MATILDES


Tito Ortiz.-


Llevamos años en los que se nos anuncia que desaparecen las cabinas telefónicas, pero el asunto no está resuelto. En algunos puntos si han desaparecido, en otros hay iniciativas para reciclarlas en puntos de información o lectura, hay quienes las envuelven en anuncios de cuidadoras de niños, pintores económicos, compartir piso de estudiantes, o profesores de clases particulares, con sus clásicas tiritas de papel adjuntando el teléfono, para que las arranques, y otras parecen fósiles olvidados de otros tiempos. Lo cierto es que no hay un plan maestro para qué hacer con las cabinas telefónicas, en estos tiempos en los que todo el mundo tiene teléfono móvil, y algunos hasta tres por exigencias de la actividad profesional, que yo los conozco, no hablo por hablar. Y si de hablar se trata, ya no tiene sentido apostarse en una calle a echar monedas para hablar con la tía Felisa que vive en Andorra. Atrás quedaron los tiempos de aquellas cabinas con teléfono negro de baquelita, a las que tenías que echar una ficha acanalada que, costaba tres pesetas y te permitía hablar durante unos minutos con el tío Jacinto del pueblo, que después fueron reconvertidas y, le echabas las monedas directamente sin necesidad de canjearlas.

LOCUTORIOS

En la calle  Reyes Católicos esquina Abenamar, tenía la Compañía Telefónica de España – que así se llamaba – un locutorio con varias cabinas de teléfono en madera, para darnos servicio a todos los que no contábamos con el citado artilugio en nuestra casa. El asunto consistía en todo un ritual para poder hablar con mi padre, que en aquellos años sesenta estaba barnizando los muebles y artesonados del Ayuntamiento de Alcaudete (Jaén)  tierra de buenas hojaldrinas, y llevaba meses fuera de casa, mandando el dinero para viviéramos por, giro postal o telegráfico, dependiendo de la urgencia canina en casa. Mi madre se acercaba al mostrador y preguntaba a la señorita, cuanta demora tenía una conferencia con Alcaudete, la señora consultaba por sus auriculares y le decía que de hora y media a dos. Mi madre le daba el teléfono al que llamar, y nos sentábamos en unos bancos de madera a esperar con auténtica resignación cristiana. Nunca la demora que te decían se acortaba en el tiempo, la mayoría de las veces se prolongaba más, así que las dos horas podían ser tres, sin exagerar. Cuando por fin habían logrado conectar con mi padre, decían el nombre de mi madre por los altavoces, y el número de la cabina en la que te tenías que meter para hablar, y lo habías conseguido. Un asunto no exento de sobresaltos porque se daban varias circunstancias. Una, que mi padre oyera a mi madre y ella a él, no. Que mi madre asistiera histérica a lo que entonces se llamaba “un cruce”, que consistía en que ella llamaba a mi padre en Alcaudete, y le contestaba un señor de Cuenca, que llamaba de urgencia a su veterinario en Albacete porque tenía una vaca de parto. Eran años en los que hablar por teléfono era una cuestión de suerte, hasta el punto de que mi abuela, cuando nos veía marchar para el locutorio, le ponía dos mariposas en aceite a Santa Rita, abogada de los imposibles, para que todo fuera bien.

COTIZACIÓN EN BOLSA

En 1967, José Luís López Vázquez protagoniza una campaña publicitaria que quedará para la historia. Aparecía a través de todos los televisores de la época, dialogando por teléfono con una mujer llamada Matilde a la que quería convencer de concurrir a la oferta de colocación de acciones de Telefónica, al grito de ¡Matilde, Matilde que he comprado telefónicas! La Compañía Telefónica Nacional de España, despegaba como un cohete, revolucionando el mercado y sus servicios. Las “Matildes” fueron un furor impresionante,  entre los años 1965 y 1973, el capital bursátil de Telefónica creció de 20.000 millones de pesetas a  85.000 millones de pesetas a partir de las ampliaciones de capital dada la gran cantidad de inversores que acudieron a dicha oferta atraídos por las acciones que eran más rentables que la deuda pública. Y en este apogeo, el teléfono llegó a casa de color celeste y colgado en la pared en pleno recibidor. Con los años nos lo cambiaron por un modelo “Góndola” de sobremesa que fue la envidia del barrio, y un número de solo seis cifras, sin prefijo ni nada. Un éxito.

LA CABINA

Y luego llegó la épica, para inmortalizar las cabinas hispanas con una idea del audaz,  Mercero, y una de las mejores interpretaciones de López Vázquez. “La cabina”  es un mediometraje español dirigido por Antonio Mercero en 1972, coescrito por él mismo, junto con José Luis Garci,  y protagonizado por el que en su día, había anunciado en la única tele española, las famosas “Matildes”. Se emitió por primera vez en Televisión Española el 13 de diciembre de 1972, y consiguió un Premio Emmy Internacional al mejor telefilme y, un “Fotogramas” de Plata al mejor intérprete de televisión para José Luis López Vázquez en 1973. De esta manera quedaban unidos para la historia, tres genios del séptimo arte español, y las cabinas telefónicas que, en tiempos de móviles asequibles a cualquier bolsillo, se resisten a abandonar nuestro paisaje urbano. Sin ellas, será muy difícil explicarles a nuestros nietos, donde se cambia de ropa “Superman”, cuando tiene que salvar al mundo de una catástrofe, o como desaparece el “Súper Agente 86”, el más temido del recontra espionaje internacional en su eterna lucha contra “Kaos”, acompañado siempre de la inolvidable agente noventa y nueve. Me quedo sin referentes.

domingo, 8 de mayo de 2022

NOVENTA AÑOS, SON NADA

 NOVENTA AÑOS, SON NADA


Tito Ortiz.-


No corrían buenos tiempos para la lírica, sobre todo si esta era eclesiástica. 1.932 comenzó con la disolución – por parte del gobierno de la República – de La Compañía de Jesús y la expropiación de todos sus bienes. Si a eso le añadimos que el año anterior, en un claro y flagrante atentado, había sido incendiado el periódico “ La Gaceta del Sur”, diario católico y conservador, había que tener muchas agallas para poner otro periódico de iguales trazas en los kioscos, pero ellos lo hicieron al amparo de la iglesia. Pedro Gómez Aparicio, en compañía de otros, sacan la cabecera de Ideal a la calle, concurrida y convulsa de la República española. Años difíciles, bélicos y desaforados en los que se queman conventos e iglesias, se dispara a las sotanas, la anarquía campa a sus anchas, y es este periódico el que se posiciona enfrente de todo eso, a pecho descubierto, como un caballero legionario en el campo de batalla. Con ese panorama, a partir de ahí – como dice Serrat – solo cabe ir progresando.

GUERRA CIVIL

El inicio de la guerra civil le coge a Ideal con la competencia de Patria, el diario de La Falange José antoniana, que se abre paso en la Granada timorata de la época. El director, Ernesto La Orden, deja su puesto para que lo ocupe Don Santiago Lozano – como yo lo llamaba – en su primera etapa como máximo responsable del rotativo de la editorial católica en la ciudad de La Alhambra. A unos meses de la victoria de los golpistas, le sucede en la dirección, Aquilino Morcillo, al que Lozano reemplaza en 1952 siendo el único que en dos etapas distintas a dirigido el periódico, y es durante su mandato, cuando en el consejo de administración se empieza a hablar de la vocación expansiva de Ideal, y la intención empresarial de que sus ejemplares lleguen, no solo hasta Jaén y Almería, sino, incluso a Málaga, convirtiendo al rotativo en un referente de Andalucía Oriental.

MELCHOR SAIZ-PARDO

Pero cuando el periódico alcanza su mayor proyección desde su fundación, es a partir de que Melchor Saiz- Pardo Rubio se siente en el despacho de dirección, allá por 1971. A partir de esa fecha, Melchor debe comandar una nave que va a vivir tiempos nunca sospechados como, la muerte de Franco, el paso de dictadura a democracia, la desaparición de la censura, el traslado de instalaciones, la revolución digital y toda una apuesta por el futuro, que ahora ha caído sobre los hombros de Eduardo Peralta de Ana. Yo aparecí en estas páginas, el año que Tejero dio el golpe de estado. Melchor llevaba diez años dirigiéndolo, y nuestra amistad venía de lejos, con admiración mutua. Coincidíamos en actos y alababa mis escritos en Patria, así que me invitó a formar parte de las páginas de opinión de Ideal, y dos años antes de que cerrara Patria, que había sido mi escuela y la suya – donde empezó como dibujante cómico – mi firma comenzó a aparecer en este periódico que desde entonces es mi casa.

Melchor, pilotó esta nave como nadie mejor lo podría haber hecho, en tiempos de cambios drásticos, tanto sociales como políticos. Se las tuvo que ver con gobernadores civiles de la vieja escuela, que querían cerrar el periódico por “Excesiva” información, con censores en la oficina de Información y Turismo, con altos cargos de la Editorial Católica, en una transición en la que también apretaban los nuevos líderes políticos y sindicales, conscientes de que no salir en Ideal, era no existir en el momento, y además, querían salir como ellos querían y no como mandan los cánones. Todos querían mangonear el timón de la nave, pero Melchor los fue vadeando hasta mantener a flote Ideal, sin un rasguño.

COMPAÑEROS DE IDEAL

De aquella redacción que yo conocí en el Compás de San Jerónimo, vienen a mi mente compañeros y maestros a los que tuve por amigos, pese a nuestras enormes distancias políticas y religiosas. Nunca olvidaré la tarde que por primera vez, el subdirector, Antonio Márquez Villegas, me llamó a su despacho. Al abrir la puerta empezaron a temblarme las rodillas. Sobre la mesa, un busto  de Franco, al que él le había puesto el “Chapiri”, el gorro de La Legión Española, un crucifijo y una bandera de España al otro lado. Las mangas de su camisa remangadas, dejaban ver notables tatuajes militares. Yo pensé que me llamaba para echarme. Pero me preguntó si yo sabía quién era su compadre, le dije que no. Es Manuel Cano, -me dijo-, que me ha dedicado su concierto de Campanas. Me gusta mucho como escribes del flamenco, por eso te voy a encargar una página completa hablando de flamenco y religión, porque es para el cuadernillo especial de, La Virgen de Las Angustias. Respiré tranquilo y fui amigo suyo hasta su muerte.

HAY VIDA, DESPUÉS DE JUAN

 HAY VIDA, DESPUÉS DE JUAN


Tito Ortiz.-


El primero que me habló de él, fue Miguel Ruiz del Castillo, “Miguelón”, al que todos conocíamos por su faceta de poeta, y pocos por su actividad docente como profesor de dibujo en Los Escolapios. Estábamos degustando dos chatos de vino, en la taberna  “El Elefante”, y me aseguraba que pese a su insultante juventud, Juan Vida poseía un don para el retrato y para la pintura en general. Eran los tiempos en que yo realizaba la crítica de arte para el Diario Patria, en camaradería perfecta con Marino Antequera, que la llevaba a cabo en Ideal. En uno de nuestros paseos habituales, de sala de exposición en exposición, íbamos de la galería “Al Ándalus” en la calle Varela, donde exponía, Pepe Ortuño,   a la de la Caja Provincial en la placeta de Mariana Pineda, en la que colgaba sus grabados Yamandú, y Marino me habló de aquella primera muestra del niño Juan Vida, en el Centro Artístico, en la que ya apuntaba maneras, y de qué manera.

CONDES DE GABIA

Juan, cuelga en las nobles paredes que un día fueron Escuela de Comercio, y hasta conservatorio de música, una muestra en la que nos recibe en silla de ruedas, con la testa vendada al estilo de los últimos de Filipinas, el ceño fruncido, como intentando reconocer a todos los que entramos a ver su obra, con un tigre paciente a los pies, y una cebra a modo de fondo de armario, pero en plena acción creadora, con pincel en la diestra, y paleta en la siniestra. El asunto promete. Que este viejo estudiante de Bellas Artes en Deusto, a la sazón, miembro numerario de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, venga a estas alturas de la película a descubrir las américas en la obra de Juan Vida, está fuera de todo lugar y pretensiones. Vengo a este palacio, con la sana intención de disfrutar de la obra madura de un pintor de la tierra, que ya no necesita que nadie venga a decir lo bueno que es, y mucho menos a descubrirlo. A buenas horas, mangas verdes. Tampoco a hablar de su técnica mixta, ni de sus soportes, ya sean telas, papel o madera. De si esto es acuarela, acrílico, oleo, lápiz o rotulador. O si entre la pintura, el observador descubre trozos de piel, tejido, plumas o vaya usted a saber. Vengo a disfrutar en silencio de una exposición, esmerada y esperada, en la que reconozco amigos comunes como “Quisquete” o García Montero, y en la que disfruto de poemas en las encaladas paredes, incluidos los del propio pintor.

 DE LA INSINUACIÓN

Cuando el ave majestuosa, de plumaje embadurnado en pintura unicolor, sobrevuela el torso acanalado y dorado, ha de distinguirse entre, plano, fondo, realidad, onírico, tras plano e incluso, recuadro. ¡Viva el sábado noche! Aquí el autor busca la complicidad del observante, metiéndolo de cabeza en su laberinto insinuante, obligándole a una actitud y aptitud de plena vigilia, para no perderse ni una pincelada de lo representado. Absténganse mirones, pasivos, y aquellos de… yo solo pasaba por aquí. Ante la obra de Vida y su entorno, o empatizas con la creación, procurando interpretar al artista, o te ves más perdido que el barco del arroz. Él no te lo da masticado, tu aportación a la obra es imprescindible, si no quieres caer en la frustración de lo inalcanzable.

“Te golpearé sin cólera”, de Antonio Muñoz Molina, obligará al que admira, a poner la atención en otro mundo, artístico, sí, pero distinto, del que la muestra es imposible que sea separada, pero lo mismo que en un cuadro se pueden observar diferentes estilos pictóricos de Juan Vida – desde el realismo más puro a la pincelada más suelta y surrealista – esta única exposición forma parte en su conjunto de un todo armónico en el que nada sobra ni falta. Se trata del pintor Juan Vida, solo, y en compañía de otros, descerrajando mil estallidos cromáticos, con un talante de versos amatorios inquebrantables, que pudieron nacer en la Acera del Darro, crecer en Pinos Genil, para no morir eternamente.

IRÓNICA MADUREZ

Nos encontramos ante una obra plena, de un artista sin ataduras, que cuando quiere es Velázquez, y cuando lo desea, Juan Vida, por eso hay vida, estoy seguro, trascendiendo en el tiempo y en el espacio a través de sus creaciones. Cuando el artista es completo – como es el caso – las barreras técnicas y estilísticas desaparecen, para dar paso a un creador multidisciplinar, capaz de expresarse con cualquier materia, y en cualquier plano. Porque tan Juan Vida es, esa colección de retratos en papel, de trazo suelto y atinado, como el abigarrado Lorca del segundo tramo de escaleras palaciego. Porque también es Juan Vida, el tratamiento pictórico de las telas, que van desde los vaqueros de la fémina, a la chaqueta azul  del hombre que nos da la espalda, o sus pantalones. Irónica madurez que viene a visitarnos en el último tercio del periplo, otorgándonos el mando en plaza, cuando comenzamos a vivir el presente de recuerdos, y el futuro ya no importa. La obra está hecha, está ahí, admírenla los degustadores de paladar fino, esto es “Made in Granada”, y bueno sería, ya va siendo hora, de que alguien ponga lugar y edificio, donde poder admirar de manera permanente, la obra de éste Juan, que es Vida y, lo será por los siglos de los siglos.

domingo, 1 de mayo de 2022

NOTARIOS DE LA ACTUALIDAD

 NOTARIOS DE LA ACTUALIDAD


Tito Ortiz.-


Siendo la de periodista, la profesión encargada de la actividad profesional que consiste en, la obtención, tratamiento, interpretación y difusión de informaciones a través de cualquier medio escrito, oral, visual o gráfico, Granada ha tenido desde que Juan de Gutenberg inventó la imprenta, grandes ejemplos de la más acreditada información, por profesionales de reconocido prestigio. Desde los tiempos de la gacetilla del cura, La Chica, hasta nuestros días, esta provincia puede presumir de haber tenido un puesto preeminente en la actualidad de la información y por lo tanto, una asociación de periodistas pionera, como la Asociación de la Prensa, fundada por Seco de Lucena, que puso a los escribidores granadinos en el mapa nacional.

Más cercanos a nuestro tiempo, durante la presidencia del compañero, Antonio Mora, esta asociación estuvo liderando todos los procesos y avances de la profesión periodística en España, hasta el punto de crear ciertos recelos en la FAPE, (Federación de Asociaciones de la Prensa de España), desde cuya presidencia se abortaron iniciativas granadinas del más alto nivel, como la que obtuvo la propuesta de las mujeres periodistas de Granada, en la asamblea celebrada en Zaragoza, -máximo órgano de los periodistas españoles-  y que, a pesar de haber ganado la votación, en un acto dictatorial sin precedentes de la entonces presidenta nacional, Magis Iglesias, vio abortada su trayectoria y proyectos, en el hecho más caciquil que se recuerda en democracia.

CLUB DE OPINIÓN 2000

De entre muchas y magníficas iniciativas llevadas a cabo por, Antonio Mora de Saavedra y su junta de gobierno, destaca con luz propia la llevada cabo con nivel internacional, “Club de Opinión 2000”, que trajo a nuestra ciudad invitados primeros espadas en lo suyo, y que fueron la envidia de otras muchas asociaciones. Con el patrocinio de Caja Granada, en conferencias, charlas coloquio y ponencias de postín, por aquí anduvieron, entre otros, el expresidente, Felipe González, que nos habló de los nuevos retos patrios para el milenio recién estrenado entonces. Jaime Mayor Oreja, uno de los varones más prestigiados del PP, con amplia experiencia en el gobierno. José Luís Rodríguez Zapatero, que defendió la responsabilidad de España, en el futuro de hispano América. Pasqual Maragall, tan catalán como español. Luisa Fernanda Rudí, Presidenta del Congreso de los Diputados. El granadino, Javier Torres Vela, presidente del Parlamento Andaluz, que nos invitó a los periodistas granadinos a conocer el recinto autonómico. Cándido Méndez, responsable nacional entonces de UGT. José María Fidalgo, de CC.OO. Nuestro compañero, Iñaqui Gabilondo, y por no hacer esta lista interminable, el Defensor del Pueblo de la época, Enrique Múgica. En el año 2000 es nombrada Ministra de Educación, Cultura, y Deporte, Pilar del Castillo, una de las visitas que más expectación créo. Durante su mandato se aprobaron, entre otras, las siguientes iniciativas legislativas: Reales Decretos de Enseñanzas Comunes, Ley Orgánica de Universidades, Ley Orgánica de Formación Profesional, Ley Orgánica de Calidad de la Educación, Ley del Cine y Ley del Museo del Prado. Las ampliaciones del Museo del Prado y del Museo Reina Sofía se desarrollan en buena parte durante su gestión ministerial. El Museo del Traje también es un proyecto de su etapa como ministra. Pilar del Castillo, acaparaba entonces la actualidad de los medios, gracias a su dedicación extrema a sus muchas competencias.  Este es solo, un ramillete incompleto de las personalidades que pasaron por el club de opinión, creado por los periodistas granadinos en una época de máximo esplendor, y todos hicieron un hueco en sus apretadas agendas internacionales, para estar con nosotros en la ciudad de La Alhambra, por iniciativa de la Asociación de la Prensa.

SARAMAGO

Hubo un tiempo en este país, en el que un periodista preguntó a un alto cargo del Ministerio de Cultura por Saramago, y esta le contestó que, conocía perfectamente la trayectoria de la escultora española, Sara Mago. Así de perdidos estaban entonces algunos de nuestros políticos. Pero eso lo subsanó también el “Club de Opinión 2000” de Granada, invitando al premio Nobel portugués a que pasara unos días con nosotros. Para ello contamos con la imprescindible colaboración de nuestra compañera periodista y esposa del escritor, Pilar del Río, que puso todo su empeño en la empresa, cuando Saramago estaba reclamado por decenas de instituciones de todo el mundo. La novela “El Evangelio según Jesucristo” (1991) lo catapultó a la fama a causa de una polémica sin precedentes en Portugal —que se considera una república laica—, cuando el gobierno vetó su presentación al Premio Literario Europeo de ese año, alegando que «ofendía a los católicos». Como acto de protesta, Saramago abandonó Portugal y se instaló en la isla canaria de Lanzarote. En 1998 ganó el Premio Nobel de Literatura, convirtiéndose en el primer escritor —y hasta ahora el único— de lengua portuguesa en ganar este premio.

Las jornadas que compartimos los periodistas con Pepe Saramago, fueron inolvidables, por su sapiencia y cercanía. En el acto central y abierto al público, celebrado en una de las salas del Palacio de Congresos, tras una amena charla, el escritor aceptó preguntas por escrito de los allí presentes, y no me pude resistir. Le pasé una tarjeta a Antonio, para que se la hiciera llegar al premio Nobel, preguntándole ¿Dónde estaba Dios? Y la respuesta fue de esas que te dejan satisfecho para toda la vida, porque comprendes la enorme talla intelectual y filosófica de la persona a la que le has preguntado. Tras abrirme un amplio abanico de posibilidades donde encontrar a Dios, Saramago me dijo que debía estar muy atento, porque, a lo mejor, Dios estaba en mí mismo, y le vengo dando vueltas desde entonces.