DE VERBENA
Tito Ortiz.-
Que sería de nuestros pueblos patrios en verano, sin una buena verbena, con una orquesta de las de siempre, con su señorita vocalista, o cantante masculino, que aborda toda clase de música para todas las edades y épocas, haciendo especial énfasis en pasodobles y boleros, que constituyen por sí solos, la enjundia abrazadera de un buen baile agarrao, aunque después suene “Paquito El Chocolatero”, o la “Bomba” del orondo argentino, King África. Desde la noche de los tiempos, hay orquestas mal llamadas “depueblo” que noche a noche se han ido ganando el prestigio de su profesionalidad, a base de divertir a los parroquianos, mientras echaban un baile. La Topolino Radio Orquesta, durante unos años, recogió el testigo de aquellas viejas orquestas, con bastante éxito. La Mondragón con Gurruchaga, en sus inicios también sonaba a orquesta clásica de verbena, aunque después el éxito los hizo derivar a otros estilos, más acorde con los tiempos. La orquesta Melodía, es un baluarte, prototipo del sentir popular de una noche de fiesta. Tampoco hay que olvidar que cantantes muy famosos hoy, tuvieron sus inicios en estas orquestas todo terreno, que tocan los temas de siempre y los de actualidad. Buen ejemplo de ello son David Bisbal, o Sergio Dalma.
PAQUITO RODRÍGUEZ
Granada también ha tenido muy buenas orquestas de esas en las que todos los artistas montan escenario, luces y sonido, y después derrochan su arte ante el respetable, sin que se les caigan los anillos, nuestra popular Rosa de España, sabe bien de lo que hablo. Pero si podemos identificar a un artistas de la tierra con una buena verbena, es es sin duda Paquito Rodríguez, que ya en la década de los sesenta del siglo pasado, triunfaba a nivel nacional, acompañado de grandes orquestas como la Monelli, o la Siboney. Lo conocí una noche víspera de Corpus en la Caseta de La RENFE, instalada junto a la biblioteca municipal, en aquel ferial de mi niñez. Tenía una voz de terciopelo extraordinariamente afinada, que le hacía cantar con un instrumento o con toda una orquesta, creciéndose como vocalista de excepción. Me lo presentó mi tío Ñoño que decía entonces, y mantiene hoy que, después de Machín, Paquito Rodríguez ha sido la voz del bolero y las baladas. Pero además unía a sus innumerables virtudes un trato personal como le he conocido a pocos humanos. Al año siguiente fuimos a escucharlo a la del SEU, donde actuaba como estrella invitada, tras Los Símbolos y Los Güindis. Paquito Rodríguez tuvo cualidades interpretativas en el mundo de la canción suficientes como para rivalizar con cualquier cantante contemporáneo, pero su tierra y sus gentes le tiraban tanto que, cuando alguien le ofertaba una gira fuera de El Fargue o Chauchina, Paquito no decía nunca que no, pero empezaba a poner pegas, de que no sabía si le sentaría bien el viaje, que él era muy especial para el cambio de comidas y agua, que posiblemente tendría que ir a revisión médica durante el tiempo de estancia fuera. Total, que los promotores se aburrían de sus excusas, sin adivinar que lo que de verdad le ocurría a Paquito Rodríguez es que no había ser humano que lo sacara de Granada, pero de la capital, porque no en pocas ocasiones me dijo que iba de viaje a cantar fuera y, luego, el recital era en El Capricho de Monachil.
LOS MAYORES
En los últimos años, el ayuntamiento de Granada requirió siempre sus servicios para amenizar el baile de mayores, ya fuera en la Plaza del Carmen o la de Bibarrambla, donde hacía las delicias de todos, acompañado al órgano de su inseparable Manolo Mascota, un virtuoso del órgano durante los domingos en bodas, bautizos, y comuniones, que durante la semana se ganaba el sustento dando portes con una furgoneta y representando a la voz más apasionada que ha tenido Granada, con actuaciones en todas las emisoras y siendo un campeón en ventas de discos. En una de nuestras últimas conversaciones, me confesó bajo secreto de confesión, que Manolo El Mascota, que llevaba más de treinta años acompañándolo al órgano, el día que se casó la hija de Paquito, como era lógico, él fue el que amenizó el baile de la boda, y su compañero del órgano, se la cobró como si de una actuación más se tratara. Son las cosas que ocurren en nuestra tierra con nuestras gentes más entrañables. Hasta el final de sus días, Paquito conservó una voz privilegiada, que él cuidaba con todo esmero, y que le permitió seguir en activo, como un referente de la música granadina, con una trayectoria de títulos dedicados a nuestra tierra, como nadie la ha tenido nunca. Ya que la ciudad todavía no le ha rendido el homenaje merecido, hagámoslo nosotros. Todos conmigo:
¡¡Al pie de Sierra Nevada, al pie del viejo Albaicín, se halla sentada Granada, la de belleza sin fin. La virgen de las Angustias, la que habita en La Carreta, consuela a los granadinos, aliviándoles las penas. Granada, Granada mía, la de hermosura repleta, luna y sol de Andalucía. Granada, Granada mía, al llegar el mes de abril, flores hay en tus vergeles, olorosos los claveles, de la vega del Motril. Carmines de verde y agua, y el Sacro monte cañí, con sus cantares y zambras, son la ilusión y el vivir. Granada mora y sultana, la que admira el mundo entero, ¡Ay, mi granada gitana, eres tú lo que más quiero!!
Los seres humanos como Paquito Rodríguez, no mueren nunca, son eternos como la Alhambra y el Albayzín a los que siempre cantó, incluida la calle de Elvira.
PIE DE FOTO
Paquito Rodríguez, cantando en la verbena de la plaza de Bibarrambla. (Foto ORFER)
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