domingo, 27 de noviembre de 2022

LO QUE SE DICE VENIR… VIENEN

 LO QUE SE DICE VENIR… VIENEN


Tito Ortiz.-


Agoniza –por fin- este mes de los muertos y el asunto no pinta bien, porque se han vuelto a repetir las desgracias que vienen acaeciendo con motivo de la celebración de los que ya se fueron. Empeñados cada año en darle una vuelta de tuerca a las celebraciones de Halloween, los muertos se cuentan por decenas en todo el mundo, de gentes que disfrazadas salen a una supuesta fiesta, cuando en realidad van al encuentro con la muerte. Es como una antología del disparate: Vayamos a divertirnos, que terminaremos en una fría mesa del Instituto de Medicina Legal correspondiente. Y no solo no escarmentamos, sino que las cifras van subiendo cada año. Muertes inesperadas, cuando la idea era pasarlo bien con los amigos, de ahí que se cumpla la premisa de quienes creen que los muertos vienen a este mundo otra vez y se manifiestan. Unos porque no se han dado cuenta de que han fallecido, ante el shock que ha supuesto su muerte inesperada, otros porque les quedaron cosas por hacer en el mundo de los vivos, y algunos, los más traviesos, para molestar a los vivos apareciéndose o moviendo cosas, incluso hablando en psicofonías.

En el año 2014 de nuestra era, el compañero y maestro, Juan José Benítez, publicó un libro titulado: “Estoy Bien”, en el que recoge con naturalidad para unos y, estupor para otros, ciento sesenta casos documentados en los que personas fallecidas, han vuelto a éste mundo para comunicarse y hacer el bien a los vivos. Recuerdo uno de esos casos en los que, en el campo de batalla, un soldado guio a sus compañeros en retirada por un terreno minado, salvándoles a todos la vida. Cuando éstos llegaron sanos y salvos al acuartelamiento, les dieron la noticia de que quién los había puesto a salvo, llevaba muerto una semana tras un bombardeo enemigo. Hablo de memoria pero la historia es cierta y está documentada como el resto de las 159, que componen el volumen y se ha convertido en pieza de coleccionistas.

VIENEN A CUALQUIER HORA Y LUGAR

La literatura tiene mucha culpa de que la aparición de muertos se vea rodeada, de circunstancias que tienden a meter miedo, a sugestionar, o amedrentar a quienes presencian un fenómeno de este tipo. Parece obligado que un fallecido se tiene que aparecer de madrugada, en una habitación oscura, tan solo iluminada por los relámpagos de una tormenta, y una música tenebrosa de fondo. Mi experiencia me dice todo lo contrario.

Yo estaba una tarde de verano en la plaza de Las Pasiegas, disfrutando con mi mujer de un concierto de la Banda Municipal de Granada, bajo la dirección de Miguel Sánchez Ruzafa. En un momento de la interpretación, mi mujer me tocó en el brazo y me dijo, ahí está tu padre. Y allí estaba mi progenitor, atendiendo a los músicos y lo que tocaban, a una distancia de unos cinco metros de nosotros, con su ropa habitual, sus zapatos característicos y sus no menos personales gafas de sol. Me acerqué a él, pero en ese momento se me cruzaron unas personas por delante, y cuando llegué al sitio, mi padre ya no estaba. Hasta aquí todo normal, sino fuera porque  había fallecido un año antes. Esto no me lo ha contado nadie, ni lo he leído en ningún sitio, lo he vivido yo, junto a mi mujer.

LA TITA ÁGUEDA

Era un personaje muy querido en toda la familia, porque por su profesión de matrona, nos había traído al mundo a casi todos. La tita Águeda era en realidad hermana de mi abuela Juana, había desarrollado toda su vida profesional en el hospital Ruiz de Alda, y las vida no la había tratado bien porque, en la guerra incivil, le mataron a su único hijo varón. Un alférez de aviación que al ir a revisar las trincheras, un franco tirador le metió una bala por detrás de la oreja que le salió por un ojo, y regresó a casa en un féretro de zinc. Para colmo, su marido falleció poco después de manera repentina, así que sola en el mundo con su hija María del Carmen, la tita Águeda nos tenía a todos como su familia más cercana, y todos la queríamos.

Una mañana me acerqué al hospital donde convalecía mi abuela de unas hemorragias intestinales, y la vi extrañamente espabilada, para su debilidad patente. Los médicos dicen que es la mejoría de la muerte, y es cierto porque esa misma tarde, falleció. Estuve hablando con ella, nos reímos un rato y le pregunté porque estaba tan contenta, y me contestó: Es que toda la noche ha estado sentada en esa silla a los pies de la cama, mi hermana Águeda. La visita de una hermana a otra que está enferma es algo natural, pero en esta ocasión no lo era, ya que la tita Águeda, había fallecido cuatro años antes.

No quiere el cronista cansarles con asuntos de familia, pero no me resisto a contarles, que el día que mi madre se estaba probando el vestido de novia en el dormitorio familiar de nuestra casa albayzinera, en uno de los momentos que la modista le dijo: ¡Girate! Que quiero ver cómo queda la cintura por detrás. En ese momento miró al fondo del pasillo, y allí estaba su padre, sonriente como no podía ser de otra manera, al ver que su hija ya se casaba con tan solo 18 años. Todo hubiera sido normal, si su padre, mi abuelo Rafael Rubio Carmelino, no hubiera fallecido cuando ella tenía tan solo, ocho años. En fin, que venir vienen.

domingo, 20 de noviembre de 2022

MENUDO DÍA

 MENUDO DÍA


Tito Ortiz.-


Hoy 20 de noviembre, la historia nos recuerda que tenemos muchas asignaturas pendientes y que, a pesar de los siglos transcurridos, a veces la repetimos  sin haber aprendido nada de ella. Tal día como hoy del año 1500, dicen que llegaron a Cádiz, Cristóbal Colón y sus hermanos, encadenados, en calidad de detenidos se diría hoy, por orden del Gobernador de las Indias, Francisco de Bobadilla. Que tendría que ver el gobernador en la conducta del laureado descubridor y sus parientes, para mandarlos a casa de ésta guisa. Luego vemos por ahí las estatuas y los honores, pero si rascamos un poco, aparecen junto a las luces unas sombras como nubarrones, impropias en la conducta de quienes protagonizaron hazañas históricas, y se te caen los mitos como las hojas en otoño. Aunque todo no es negativo. También un día como hoy, pero de 1929, mientras el crack de la bolsa en Estados Unidos llevaba la gente al suicidio, nuestro genio Salvador Dalí exponía por primera vez en París, que en aquellos años, sí que era poner una pica en Flandes. Por eso digo y mantengo que, el veinte de noviembre para nosotros, suele ser un día de contrastes, pero muy contrastados.

¿COINCIDENCIA?

Basta con hacer caer la atención en que José Antonio Primo de Rivera, fue fusilado en la cárcel de Alicante en 1936, y que una pirueta macabra, o tal vez intencionada, fijó para la historia, que este mismo día pero de 1975 expirará el general Franco. Hay a quienes esta extraña coincidencia nos chirría, pero doctores tiene la iglesia. Y hablando de estas dos muertes, recordar que más de un estudioso de la historia, ha dejado escrito, que Franco pudo evitar la muerte de José Antonio, pero que no movió ni un dedo, porque eso le permitió hacerse con las riendas de la Falange “joseantoniana”, volviéndola como un calcetín a su imagen, semejanza y conveniencia. Los que hemos estudiado el caso sabemos, que entre los principios fundamentales de la Falange, José Antonio hacía una defensa a ultranza de la clase trabajadora en la agricultura, por ejemplo, con un decálogo irrenunciable en el que se incluían frases como: “La riqueza tiene como primer destino, mejorar las condiciones de vida de cuantos integran el pueblo. No es tolerable que masas enormes vivan miserablemente, mientras unos cuantos disfrutan de todos los lujos”.

O como ésta otra: ”Todos los españoles tienen derecho al trabajo. Las entidades públicas sostendrán a quienes se hallen en paro”.

Con principios fundamentales como estos en su decálogo, se comprende que Franco no moviera ni una pestaña para salvar a José Antonio, y se advierte como fueron desapareciendo del ideario falangista, en cuanto el general se hizo cargo del partido fundado por el que comenzó siendo su colaborador más fiel. La falange de José Antonio Primo de Rivera era una cosa, y la que Franco mostró al mundo, poco tenía que ver con la anterior. El general supo tapar bocas discordantes afines al fundador, a base de cargos y prebendas en sus gobiernos, y todos tan contentos. También éste día pero de 1982, se disolvió un partido que quiso alcanzar éste espectro político, llamado “Fuerza Nueva”, liderado por el notario, Blas Piñar, erosionado en sus ambiciones por un Manuel Fraga en Alianza Popular, que supo refrescar la imagen de la derecha recalcitrante, y también por la impotencia de ver como el partido socialista había alcanzado la mayoría absoluta, que en número de escaños conseguidos, todavía no ha sido superada.

DERECHOS DEL NIÑO

En 1989, La Asamblea General de Naciones Unidas aprueba la Convención sobre los Derechos del Niño. Haciendo un poco de historia debemos decir que todo empieza  porque las normas de protección de la infancia no existían a comienzos del siglo pasado. La Asamblea General de Naciones Unidas aprueba en 1959 la Declaración de los Derechos del Niño, que es la primera que reconoce el derecho de los niños a la educación, al juego, a la atención de la salud y a tener un entorno que los proteja.


Conmemorando los 20 años de la Declaración, en 1979 se declara el Año Internacional del Niño. Y no es hasta 1989, cuando la Asamblea aprueba la Convención sobre los Derechos del Niño, reconociendo el protagonismo de los niños como sujetos de derechos. Este documento establece unas normas esenciales para garantizar la protección de los derechos de los niños y niñas, que algunos padres se pasan por el forro de sus entretelas, protagonizando en las páginas de sucesos, noticias escalofriantes, que los seres humanos en su mayoría se niegan a admitir. Ese invento que ahora se ha dado en llamar, violencia vicaria, y que no es otra cosa que, hacer sufrir hasta la crueldad más infinita a tu pareja, asesinando lo que más quiere, sus hijos. La maldad en el ser humano, no distingue entre sexos, el sabor de la venganza infinita con tal de causar sufrimiento a la pareja, se antepone a la inocencia y el cariño de unos hijos que no tienen culpa de haber venido al mundo, en casa de un ser humano, que llega a comportarse mucho peor que una alimaña. Porque por mucho que busque en la naturaleza más salvaje, no he encontrado a un animal, que sea capaz de matar a sus crías, con tal de producir sufrimiento a su pareja, esa circunstancia es exclusiva del ser humano, que en llegando a ese límite, debería perder la condición como tal. Estos asesinatos execrables, y la aparición de un recién nacido muerto en un contenedor – otra moda de este mundo apasionante- me hacen dudar de donde termina el hombre y comienza el depredador. En mis tiempos se tenía la decencia de abandonarlos a las puertas de un convento.

domingo, 13 de noviembre de 2022

QUE LO SEPAN

 QUE LO SEPAN


Tito Ortiz.-


Agoniza –por fin- este 2022, y debe dejar el cronista constancia escrita para las generaciones venideras, de todo aquello que nos ocurre, para general conocimiento de los que nos estudien cuando ya no estemos. Sepan aquellos que no estén para entonces al corriente, que este año sin gracia, ha borrado de los titulares en primera y los informativos de radio y televisión, las cifras de una pandemia que no se ha ido, y que por el contrario, sigue mandando a los hospitales y cementerios a diario, a quienes la padecen. Cierto es que las cifras han bajado, pero el bicho muta y persiste en su actitud, sin dejar aflorar las enormes cifras de secuelas en aquellos que ya han padecido la enfermedad, y que desapareciendo de las estadísticas, no han logrado recuperarse del todo. Pero están ahí.

Lo mismo que está este verano prolongado y seco, que empezó en el mes de mayo con temperaturas de 42 grados, y que se resiste a marchar, con sequía y temperaturas impropias de un otoño que nos aboca a un invierno raro, pero Donald Tramp y otros, mantienen que aquí no pasa nada, y que lo del cambio climático es una profecía sin fundamento. Como el hecho de que los coches ahora no lleven rueda de repuesto, sustituida por un kit repara pinchazos que nadie sabe utilizar, y que te obliga en caso de pérdida de aire en una rueda, a llamar a la grúa. Bueno está que, ya no llevemos el famoso correíllo para el ventilador, ni la caja de bombillas de repuesto, ni las fotos de los niños en el salpicadero, ni el perro que mueve el cuello en el cristal trasero, ni el cojín de ganchillo multicolor, ni la identificación del coche colgada del retrovisor, pero lo de la rueda de repuesto, es algo para hacérselo mirar.


EL COSTE DE LA VIDA


Debe el cronista dejar constancia de que, desgraciadamente, ya hemos alcanzado el indeseable privilegio de, contar en la sociedad con pobres excluidos del sistema, que paradójicamente, tienen trabajo fijo, pero que no llegan a final de mes, ni encomendándose a los dioses. Los recibos de luz y gas, impiden poner la calefacción y el aire acondicionado a quienes cuentan con su instalación. Llenar el depósito de carburante, precisa de un crédito personal, y ya que hablamos de bancos y cajas, en plena crisis como estamos, no dejan de repartir dividendos entre los suyos, mientras las hipotecas se ponen al alcance de muy pocos. No han devuelto el dinero que pusimos todos los españoles para su rescate, pero si nos sisan de nuestros ahorros, comisiones por mantenimiento, por el gasto de tarjetas y por los motivos más injustificados, advirtiéndonos, como en el caso de Unicaja, que en breve, la comisión de mantenimiento pasará de 120 euros, a 240. Todo un alarde de “solidaridad”, con los que peor lo están pasando en estos momentos. Esa es la sensibilidad de bancos y cajas, cuando el IPC está disparado, el gasto público desorbitado, y la cesta de la compra con productos básicos, ha triplicado su importe, a las puertas de una navidad en la que los bancos de alimentos y los comedores sociales, no dan abasto, y la gente que duerme en la calle va en aumento.


SERVICIOS BÁSICOS


Jamás en la historia de éste país, hemos tenido a la clase médica tan quemada y desprotegida. Sometida a un estrés y un ritmo de vida, impropios de quienes deben curarnos. Llamas para pedir cita con tu médico de familia y, aunque en ruedas de prensa los responsable políticos te venden la moto de que te ve en dos días, la realidad es que el plazo supera los veinte, o los diez, si es por teléfono, una moda que ha impuesto la pandemia, y que por lo visto ha venido para quedarse. Lo de auscultar por teléfono, me parece un eufemismo trágico, que no deberíamos consentir. Lo mismo que la educación pública está dejada de la mano de sus responsables, con colegios públicos que se caen a pedazos, y ratios superados, mientras que la enseñanza concertada, goza de estupendas instalaciones, a costa de sufragarla en gran medida con el dinero de todos. Algo incomprensible, que debería correr a cargo de quienes eligen esta otra opción, pero corriendo con el gasto íntegro, y no utilizando dinero público. Los desajustes sociales son cada vez mayores, y siempre recaen sobre los más débiles y desprotegidos. Avanza el tercer milenio y los asentamientos chabolistas lejos de desaparecer, van en aumento. La vivienda pública es un sueño muy insuficiente. La gente rebusca en la basura, mientras la sociedad mira hacia otro lado, y otra parte recicla para ser más modernos y ecologistas. Estamos sumergidos en un mundo de contrastes, con unas desigualdades que cada vez son mayores, en detrimento siempre de los más desfavorecidos. Una llamada diaria a los servicios de Cáritas, nos da una bofetada de realidad, de esas que te hacen tambalear en los cimientos de tus convicciones, y preguntarte, a que estamos jugando. Por eso debe el cronista dejar aquí escrito y para siempre, que la realidad de este 2022, no es la que nos están vendiendo, que la gente lo está pasando cada vez peor, hasta el punto de no valorar la amenaza constante de un Putin enloquecido que está masacrando Ucrania, ante la mirada analista y diplomática del resto del mundo “civilizado”, incapaz de poner coto a éste loco que, en cualquier momento, puede apretar el botón y mandarnos a todos a las partículas del éter. Por eso, aquellos que nos estudien dentro de unos años, deben saber esto, y como nos sentimos.

domingo, 6 de noviembre de 2022

GRANADA EN SEPIA

 GRANADA EN SEPIA


Tito Ortiz.-


No sé los meses que llevo sin ver el color azul del cielo de Granada. Si algo ha distinguido históricamente a nuestra ciudad, ha sido el color azul de su cielo, que sin ser un  celeste al uso, o azul intenso, ha proporcionado a nuestro firmamento, una personalidad propia, difícil de captar por pintores muy versados en la materia. Un día, mientras Marino Antequera pintaba del natural en los jardines del Generalife, viendo que una y otra vez pasaba el pincel por el cielo de su cuadro, y disconforme con el resultado, no dejaba de mezclar una y otra vez en la paleta, con matices cromáticos imperceptibles para mí, le pregunté por su insistencia, y me dijo que, el color azul del cielo de Granada, era de las cosas más difíciles de conseguir en un cuadro, debido a la gran variedad de tonalidades, y la variación de estas en cuestión de pocos minutos, de tal forma, que tu empezabas a pintar el cielo a las once de la mañana, y cuando a los diez minutos lo habías conseguido, el cielo ya tenía otro azul que no era el que habías plasmado. La frustración era tan grande, que me dijo cuatro o cinco nombres de pintores muy reconocidos, que le habían confesado su incapacidad para acercarse al auténtico azul de nuestro cielo, conformándose con lo conseguido después de intentarlo durante horas, y que incluso alguno, había tomado la determinación de pintar el mismo paisaje por la noche, convirtiendo la obra en un nocturno, soslayando así la dificultad de reproducir en el lienzo, el auténtico azul del cielo granadino.

Yo hasta entonces pensaba que el azul del cielo, era igual en Granada que en Albacete, y fue con aquella experiencia cuando aprendí que el cielo tiene vida propia, y por lo tanto, su color azul depende de tantas cosas, coordenadas, latitud y luz solar del momento, que aunque lo pintes todos los días a la misma hora en el mismo lugar, el cielo es caprichoso y te pone a prueba ofreciéndote un abanico tan grande de tonalidades diferentes, que puede crearte una frustración de por vida. En una conversación con Soriano Quirós hace muchísimos años, me confesó que él se había liberado chuscamente de tal prueba, cuando le concedieron la plaza de profesor en Bilbao, y el cielo era gris todos los días gracias a los altos hornos y el resto de la industria metalúrgica, pero que también conocía a compañeros que habían sufrido mucho con este asunto.


POLVO EN SUSPENSIÓN


Desde hace meses, los pintores que gozan de hacer su trabajo al natural – que cada vez son menos- lo tienen mucho más fácil en Granada. La nube de polvo en suspensión con que nos obsequia África, unida a la grisácea de la contaminación atmosférica, han hecho desaparecer de nuestro cielo, ese color azul tan único que, ha sido piedra de toque a lo largo de tantos años para algunos pintores. El cielo de Granada muestra una tonalidad sepia, propia de una foto antigua, al estilo de la película, “Los Otros”, o de una postal con “Chorrojumo” recostando su hombro sobre la Puerta del Vino, esperando a los turistas para ser inmortalizado con “el catite”. Antes de este regalo africano, si te subías a Los Alixares y mirabas a Granada, ya se apreciaba una montera producto de la combustión automovilística y de las calefacciones, entre otras emisiones, que incluso obligaban a algunas personas a llevar mascarilla, mucho antes de la pandemia, ante la sorpresa de gente como yo que, por edad, hemos conocido un tiempo en que eso de las alergias era una cosa rara, muy minoritaria, y casi todas eran al huevo o a los frutos secos. Ahora el catálogo de alergias es tan extenso, que descubrimos con sorpresa como existen personas alérgicas al papel de los libros, a la colonia o determinados jabones, por ejemplo.


RIESGO REAL


El asunto es tan grave que, lo de no ver durante meses el azul auténtico del cielo de Granada, es una nimiedad, si lo comparamos con el riesgo para la salud que esto comporta. Ya no se trata del enfado que coges cuando, a las pocas horas de lavar el coche, las cuatro gotas que caen te lo vuelven a dejar embarrado con un aspecto deplorable. Ni tener que repetir la colada, porque ha llovido cuando la tenías recién tendida. El tema es que todo eso que hay en el cielo impidiéndonos ver su color azul, lo estamos respirando, metiéndolo en nuestros pulmones, y haciendo que nuestro organismo, dependiendo de las patologías asociadas que tengas, genere una respuesta de tal calibre, que puedes terminar en una cama de hospital con mascarilla de oxígeno, o lo que es peor, darle sentido a éste mes de los difuntos.

Existen estadísticas que lo atestiguan. Esto de la contaminación atmosférica, no es una cuestión de ecologistas malhumorados, que quieren un planeta limpio, mientras los demás echamos un cante a Cartagena. O nos tomamos en serio lo que estamos haciendo con el aire que respiramos, o comenzaremos a engrosar una triste estadística – que ya existe – de muertos por contaminación. Así de claro. El asunto es tan grave y perentorio, que lo de reclamar aquí y ahora, que vuelva el azul del cielo a Granada, ese que fue materia de prueba para muchos pintores, me parece una frivolidad. Debo solicitar, y solicito a quién corresponda que, se pongan cuanto antes los espartos, para que las criaturas humanas respiremos un aire descontaminado, que nos haga albergar, si acaso, una esperanza de vida razonable. Y a quién dios se la dé, San Pedro se la bendiga.