domingo, 18 de diciembre de 2022

MANTECADOS Y POLVORONES

 MANTECADOS Y POLVORONES


Tito Ortiz.-


Escribir a estas alturas de la navidad, parece incluso un poco trasnochado, si tenemos en cuenta que, en Vigo encendieron las luces con la festividad de los santos y fieles difuntos, y que en los comercios, los adornos y figuras se pusieron en los escaparates casi con la vuelta al cole. De seguir así, pronto comeremos mantecados y polvorones de vacaciones en la playa. Lo estamos adelantando todo, de tal manera, que los mensajes nos llevan al gasto anticipado, y por lo tanto, duplicado o triplicado.

En mis tiempos no se hablaba de navidad, hasta el ocho de diciembre, día  de La Inmaculada, fecha en la que empezábamos a poner el belén en casa. Bajábamos del Albayzín a Granada, buscando los elementos necesarios para montar el portalico. Mis hermanos y yo nos afanamos en ir haciendo figuras de barro, cogido de la margen izquierda del Dauro. Con nuestras torpes manos dábamos forma a la masa, que dependiendo de la zona del río donde la hubiéramos cogido, tenía un color de barro rojizo amarronado, o también podía salirte de un gris marengo casi negro. No teníamos horno, así que con aquel Sol de Otoño que apenas calentaba, sobre un papel de periódico, las dejábamos secar en la ventana, a la espera de que una vez duras, se dejaran pintar convenientemente. Luego vendrían los colores a la acuarela, los remates, y una vez listas, comprobar con tristeza en el escaparate de Mariscal, que sus figuras no tenían nada que ver con las nuestras, porque las suyas sí que eran figuras de barro en condiciones, para un belén o para lo que fuera. Porque sus bandoleros, gitanas, caballos y jacas eran de un postín de señorío nato. Yo me quedaba embelesado en el escaparate, espachurrando la cara contra el cristal, pensando cuando mis figuras se parecerían a las suyas, y cuando mis casas hechas con planchas de corcho, y pintadas con lo primero que había por casa, se parecerían a las que tenía ante mis ojos. 

A COSTE CERO

Si en casa a duras penas había dinero para comer, si queríamos montar un belén, la premisa de mis padres es que fuera a coste cero,  y eso pasaba porque todo fuera realizado a lo Juan Palomo. La máquina de coser Alfa, a la que se le escondía el cabezal basculante, quedaba convertida desde el ocho de Diciembre al siete de enero, en la mesa repisa necesaria para exponer el misterio. Listas las figuras de barro, algunas con caras, gestos y posturas, más propias de la casa del terror, resuelto el portal, el molino y el castillo de Herodes, más el pozo, con el corcho ya referenciado, había que poner el musgo como base, asunto éste que requería de toda una tarde, en la que en compañía de otros, nos atrevíamos a bajar por el callejón de Santa Ana, a la margen izquierda del Dauro y arrancar de los filos y pegados a las piedras los trozos necesario del musgo que, cuidadosamente transportábamos en un cubo de zinc, hasta colocarlos estratégicamente en el portalico. Para realizar las distintas alturas, veredas y caminos, además de las cuevas, nos íbamos a la estación del ferrocarril, y allí cogíamos de la escombrera, los restos del carbón calcinado, que, junto con la carbonilla, daban un aspecto de realismo al belén, difícil de conseguir en aquellos entonces, de manera gratis. 

Puesto que el nacimiento se ponía en el rincón del comedor donde estorbara menos durante tantos días, para dar el efecto de la noche, comprábamos en Costales, metro y medio de papel de embalar, de color azul azafata, que pegábamos a la pared con una masilla de harina, y sobre el que yo dibujaba con una tiza y poco acierto, la estrella de oriente que guiaba a los reyes, una media luna y un puñado de estrellas menores repartidas por aquella pared empapelada de noche oscura. Con los años fui perfeccionando la técnica, y las estrellas ya las recortaba de papel de aluminio y las pegaba en el papel con Pegamento y Medio. Como no podía comprar el artilugio bomba que me permitiera dotar de agua natural el río, me acercaba hasta Cristamol, en la calle Álvaro de Bazán, y les pedía unos restos de los cristales que iban a tirar, que, colocados con cierto gracejo en el cauce del belén, daban por sus reflejos el aspecto de agua.

BELÉN VIVIENTE

Como no había dinero para comprar luces, yo le pedía al padre Marcelino de los hospitalicos tres cabos de vela, que, colocados a la distancia precisa sobre las figuras y las casas, al apagar la luz del comedor, daban cierta imagen de nocturnidad, durante unos instantes, aunque visto ahora desde la distancia, lo que de verdad daba la impresión era de una escena espeluznante de película de terror, por la fealdad de las figuras y todo lo allí expuesto. Mi belén era tan horroroso, que ganaba mucho con las luces del comedor encendidas, o al menos, daba menos miedo. Si apagabas la luz de la casa y encendías las tres velas, seamos sinceros… era de infarto.

Por aquellos días, ya las calles de Granada se hacían eco del sonido de unos villancicos y de los balidos de ovejas adiestradas para callejear sin miedo a perderlas. Los Hermanos Obreros de María, salían cada tarde de su internado en la calle San Juan de Los Reyes, revestidos los niños de pastorcillos, con zambombas, panderetas y carrañacas, envueltos por un rebaño de ovejas, anunciando con su cantar, la representación del belén viviente más famoso de la comarca: El que ellos representaban en su internado.

domingo, 11 de diciembre de 2022

EL MUNDO AL REVÉS

 EL MUNDO AL REVÉS


Tito Ortiz.-


El asunto es preocupante. Estamos adoptando una serie de actitudes, que nunca hasta ahora se habían evidenciado como opciones de vida y aptitudes relevantes, hasta el punto de hacer necesaria una reflexión, no vayamos a que los árboles nos impidan ver el bosque, y sin quererlo conscientemente, estemos llevando a cabo una regresión hacia unos comportamientos que, con el tiempo nos pueden pasar factura. Sería muy conveniente poner pie en pared, y detenernos  aunque solo sea un poco, para ver a donde vamos con esta manera de vivir.

La estadística es palmaria: En los hogares españoles, ya hay más perros como mascotas, que niños viviendo en el hogar, y eso me parece grave. Que parejas, o familias monoparentales, estén optando por tener un perro, antes que un hijo, me sorprende y preocupa. Nací en el seno de un matrimonio con cinco hermanos, y teníamos perro. El “Kimba” era uno más en nuestro hogar. Un chucho recogido de la calle recién nacido, de raza indefinible, cariñoso como el solo, y que aparece en las fotos de todos nuestros acontecimientos. Él era uno, y nosotros cinco. Hasta ahí todo normal. Pero un reciente estudio publicado, ya dice lo que anuncié al principio. Que la gente está sustituyendo a los hijos por mascotas, y que estas ya suponen un censo mayor, que el de los nacimientos o adopciones. El tema se las trae, si tenemos en cuenta que nuestro país, hace ya tiempo que encendió todas las alarmas, ante la evidencia de un censo de población cada vez mayor, coincidente con una bajada preocupante en la natalidad, y son muchos los que auguran para los próximos años, una catástrofe social, que pone en riesgo –incluso- el futuro de las pensiones y el progreso de la nación.

Tener un perro en casa no es barato. Su mantenimiento en comida y cuidados sanitarios, significa un pellizco importante en la economía familiar. Claro que tiene otras ventajas. Cariño desinteresado, no tener que estar pendiente de su educación, estudios, riesgos sociales y futuro incierto. Por eso es tan desequilibrante, ver largas colas en las clínicas veterinarias, mientras que en las consultas de pediatría, el número de usuarios es cada vez más escaso. Cada curso escolar, se quedan más vacantes en las aulas, por falta de niños. Sin embargo, las calles, plazas y parques, están llenos de mascotas que salen a pasear con sus dueños, algunos tan incívicos, que ni recogen sus defecaciones. Mientras los parques infantiles están cada vez más vacíos, los municipios ponen a disposición de las mascotas, zonas donde jugar y hacer sus necesidades. Las grandes superficies tienen secciones enormes, con toda clase de juguetes, colchones, y alimentación clasificada por tamaños del perro, su raza, y life para los que tienen sobrepeso. Y su medicación no es nada barata, si la comparamos con la de humanos. Unas pastillas para la artrosis del chucho superan los cincuenta euros, lo sabe bien mi bolsillo, y no llegan a tirar todo el mes, pero por lo visto hay quien prefiere esto, y no cargar con la responsabilidad de un ser humano. Yo creo que esto deberíamos hacérnoslo mirar.

…Y ESCRIBIR UN LIBRO

Por lo visto, atrás quedaron los tiempos en que se decía aquello famoso de que, toda criatura debía tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro, y esto parece que también se nos ha ido de las manos. No conozco otra época de la historia en la que, contra todo pronóstico, se publiquen más libros que ahora, paradójicamente coincidiendo con que cada vez leemos menos. Dice mi compadre y sentencia que, dios nos libre de un desocupado con ganas de escribir.

Últimamente, el personal no tiene el menor recato en financiarse sus propios libros, cuando les son rechazados por las editoriales, con tal de tener el volumen en sus manos, y hacerles el compromiso a los amigos para que se lo compren. Parece ser que cada español llevamos dentro, un escritor con ansia de publicar, aunque las ediciones queden enteras en los estantes, pero escrito está. Y además los hay reincidentes, porque no le falta razón al subdirector de Ideal, Quico Chirino, cuando afirma que ya hay quién, ha escrito más libros de los que se ha leído, y eso sí que es un problema  teniendo en cuenta que la pasión de escribir, nace de una abultada lectura que es la que nos forma para después empuñar la pluma. El tema es tan atractivo, que ya hay personajes acreditados de su modus vivendi, echándose cada mañana a la calle con varios ejemplares bajo el brazo, a ver a quien le pueden endosar uno, aunque sea a cómodos plazos. Es tal la profusión de libros en el mercado, que lógicamente el interés de lo editado va en detrimento del contenido. A mayor cantidad, menor calidad, incluso en aquellos profesionales de aparente solvencia, que ante el éxito de una primera edición, no se recata en copiarse a sí mismo, con tal de poner otro volumen en circulación, cuyo interés no ha sido demandado por sus lectores. De hecho, la historia de la literatura está plagada de grandes fracasos al segundo intento, llevados por el entusiasmo de la primera, y la nómina de autores con un solo libro en la calle, trasciende todo lo previsible en materia de interés y calidad para el lector. En mi humilde opinión, deberíamos ser más respetuosos con el papel, porque nos estamos quedando sin árboles.

domingo, 4 de diciembre de 2022

LA PATRONA, MANDA CALLAR

 LA PATRONA, MANDA CALLAR


Tito Ortiz.-


No quisiera yo ser agorero, ni tampoco iniciar aquí una polémica, necesitada de un mayor y exhaustivo estudio antropológico, pero haberlas áhilas, por eso no me resisto a hacer caer mi atención sobre ciertos acontecimientos, que me parecen demasiadas casualidades. Vaya por delante que, todos reconocemos a santa Cecilia como,  una noble romana nacida en Sicilia, que tras convertirse al cristianismo, esta joven fue martirizada entre el año 180 y 230, y que en España es considerada la patrona de los poetas, la música y de los ciegos. Hasta ahí todo está bien, y en honor a la santa, le solemos poner su nombre a conservatorios, auditorios, lugares relacionados con la música y sus enseñanzas, y aprovechamos el 22 de cada mes de noviembre, para llevar a cabo toda clase de actos conmemorativos en su honor, en especial conciertos, como al que tuve el honor de asistir hace unos días, en la plaza de la Constitución de Armilla, donde la Asociación Musical San Isidro de la localidad fronteriza con la capital, dedicó un magno concierto a la música de cine, en el que la interpretación estuvo a gran altura, bajo la dirección  de su director, José Melchor Perelló. Centenares de personas abarrotaron la plaza, escuchando a ésta formación musical ya muy acreditada a lo largo de los años, que además contó con la colaboración de la Coral Polifónica de Armilla.

El caso fue que antes de comenzar, el concierto fue dedicado a uno de sus miembros, el trompeta Pedro Cano, fallecido horas antes a la temprana edad de 52 años. Sé que no existe una edad para morir, y que eso puede suceder a partir de que naces, pero con lo prolongada que está ahora la edad media de los vivos, medio centenar de años se me hacen pocos para despedirse de este mundo. Eso por un lado. Por el otro, es que me parece un sarcasmo de la vida, que un músico muera el día de su Patrona. No sé si es una crueldad, o que Santa Cecilia de Roma, acoge a los suyos el día de su onomástica, para abrigarlos con el manto de su consuelo eterno.

PRECEDENTES

Cierto es que no es la primera vez que ocurre, porque ya de muy antiguo, eso de ser músico y morir el día de La patrona, no es nuevo. Así le ocurrió –por ejemplo-  en el año 1900 al compositor británico, Arthur Seymour Sullivan, que el día de santa Cecilia llevó a los suyos de entierro. Y justo al año siguiente, fue Genaro Codina, músico mexicano, creador de la Marcha de Zacatecas, quién se despidió de este mundo, empezando con ellos una efeméride en la que ser músico y palmar el día de la Patrona ya no es una rareza, y no digo esto para que, en llegando el 22 de noviembre, los músicos tengan que estar con la mosca detrás de la oreja, pero la historia está ahí y está escrita en lápidas de cementerios muy acreditados. A principios del siglo pasado nos dice adiós, el músico francés, Claude Taffanel, y en 1982 lo hace, Max Deutsch, compositor austriaco-francés, y conste que esto es un estudio somero de urgencia. El músico australiano,  Michael Hutchence, se despidió de nosotros el 22 de noviembre de 1997, como también lo hizo, Paul Motian, músico estadounidense de jazz en 2011. No quiero alargar la lista porque, el más reciente me llega al alma.

PABLO MILANÉS

El desgarro de la despedida es más grande, cuando el que muere es uno de tus referentes, y este es mi caso. El pasado día de santa Cecilia,  Mauricio Vicent, dijo desde la Habana que, La belleza de su voz privilegiada y su don para la interpretación, que le permitía llegar a registros donde la mayoría no alcanzaba, unida a su forma poética de decir, de aparente sencillez, pero cargada de una profunda sensibilidad que tocaba el alma con independencia del motivo que lo inspirase, marcaron a generaciones de cubanos y latinoamericanos. Su música tuvo también fuerte arraigo en España, donde era bien conocido, y hasta en el pueblo más recóndito donde se presentara, jóvenes, medios tiempos y mayores se sabían sus letras. Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Luis Eduardo Aute, Ana Belén o Víctor Manuel son algunos de los artistas españoles que grabaron sus canciones y colaboraron con él. En su continente, figuras como Chico Buarque, Gal Costa, Armando Manzanero, Mercedes Sosa, Fito Páez, o salseros como Andy Montañez o Gilberto Santa Rosa, entre muchos otros, estaban entre sus devotos e hicieron lo propio. Comienzo y final de una verde mañana, Años, Ya ves, Yo no te pido, Hoy la vi o Para vivir son parte de esa obra de Milanés que trascendió  edades y fronteras y se convirtió en identidad de la mejor música hispanoamericana. También causaron impacto en su momento canciones políticas como, Yo pisaré las calles nuevamente, La vida no vale nada, o Yo me quedo, de las que nunca se desmarcó, aunque sí lo hizo de los dogmas y la deriva de la Revolución cubana, a la que hace tiempo no consideraba revolucionaria. 

No es la primera vez que escribo que, gente como esta no debería morir nunca, o al menos, tener el detalle y la cortesía de hacerlo después que yo. Sé que esto es de un egoísmo inmenso, a nadie le gusta sentir el desgarro en el alma de ver morir a tus referentes y, yo ya llevo muchos, demasiados, aunque sigo aquí con la esperanza de volver a pisar las calles, en compañía de todos ellos.