martes, 30 de mayo de 2023

DESPUÉS DE 1922


 DESPUÉS DE 1922


Tito Ortiz.-


Muy a pesar de esa otra Andalucía que, cree estar en posesión de la verdad del arte flamenco y posee la autoridad omnímoda para expedir los carnets de provincia más flamenca del mundo, la historia y los hechos dan a Granada como la primera que supo aunar, valorar y exponer la esencia del arte flamenco andaluz y promocionarlo como nadie había hecho hasta entonces. El Primer Concurso de Cante del año 1922, pone a la ciudad de la Alhambra, en el epicentro de la recuperación artística, de un arte universal, hasta entonces, encapsulado en reducidos ambientes, y en ocasiones poco recomendables para una sociedad que, cuando eso que se realiza en la intimidad, se pone sobre un escenario abierto al público, cae rendida ante la expresión artística andaluza más incontaminada, cuyas referencias, lejos de recordarnos otras artes y otras disciplinas, nos devuelven de manera centrípeta a la propia gestación de lo jondo, que sirve para inspirar otras artes y disciplinas.

Dada la internacionalidad de los asistentes a las dos sesiones, su formación y capacidad para divulgar en sus países de origen lo sucedido en la placeta de Los Aljibes, corazón de La Alhambra, el flamenco sale catapultado al exterior, como un fenómeno lo suficientemente atractivo, como para viajar hasta aquí desde muy lejos y conocerlo personalmente. Y en el caso de los artistas participantes, no solo pasaron a la historia del patrimonio inmaterial de la humanidad, sino, que, consiguieron lo que por entonces era un sueño, grabar sus cantes y actuar con la regularidad necesaria como para poder vivir de su arte. Aunque también hubo sus excepciones. Sabido es que el afamado Frasquito Yerbagüena, reconocido por su virtuosismo en los cantes abandolaos, que a la postre, consiguiera un premio de trescientas pesetas de la época en el concurso, fue como todos los ganadores invitado a grabar sus cantes posteriormente, y quiso la historia que el asunto hubiera de hacerse en Barcelona, donde residía la casa discográfica, cosa que a Frasquito no le hizo mucha gracia, por aquello de que eran dos días de tren. Para comprender mejor el final de la historia, hay que tener en cuenta que él era representante de vinos, y su mujer tenía un puesto en la pescadería del mercado granadino, con lo cual, no pasaba por las penurias económicas de sus compañeros cantaores.

De modo que aunque refunfuñando, Francisco Gálvez, cogió el tren para Barcelona. Al llegar a la estación lo recogió un taxi que sin pasar por el hotel, lo llevó directamente a la discográfica, y concatenándose los astros en negativo, el director de la fonográfica lo recibió hablándole en catalán, así que ante panorama tan adverso, El Yerbagüena salió disparado de allí para la estación y regresó a Granada sin grabar un solo cante. Aquel gachó hablaba mu raro. Dijo a su regreso. Así que yo… pa mi casa.


Aunque algunos “biógrafos” de la otra Andalucía lo ningunean, el hecho cierto y comprobado es que, Juana “La Macarrona”, la bailaora más internacional de aquellos años, que ya había recorrido medio mundo y parte del otro, actuó con gran éxito en el concurso de Granada, lo que le valió la revaloración de su arte y nuevas oportunidades en teatros de postín. Y así ocurrió con quienes participaron tanto en el jurado como a título individual fuera de concurso. El éxito de las dos jornadas fue tan extraordinario, que la prensa internacional se hizo eco del primer concurso de flamenco granadino, solicitando la presencia de nuestros artistas fuera de nuestras fronteras. Dadas las excelencias de nuestra Zambra sacromontana, su genialidad y singularidades flamencas, los elencos granadinos se repartieron por el mundo en giras, donde sorprendieron a los más diversos representantes de la cultura en muy distintos países.


Pero como todo no iba a ser un lecho de rosas, al parecer, un mal entendido de Manuel de Falla con El Centro Artístico, pudo ser la causa de que el concurso no tuviera continuidad. Sabemos por correspondencia existente, que los beneficios del primer concurso – si los había – se iban a dedicar a dar continuidad a la Escuela de Flamenco, creada al efecto de mostrar a jóvenes y no tanto, las virtudes de nuestro arte para difundirlo desde su génesis. Un asunto que El Centro Artístico admitió de principio, tal vez pensando que el resultado del concurso sería ruinoso. Pero cuando al hacer las cuentas finales se dieron cuenta que había un superávit de casi nueve mil pesetas de la época, entonces comunicaron a Falla que necesitaban el importe íntegro para crear una biblioteca. Don Manuel se vio decepcionado porque aquello no era lo acordado, y en un último intento de negociación, llegó a proponer que las nueve mil pesetas se entregaran a los pobres, pero el Centro se plantó en sus trece, y la escuela de flamenco se esfumó.


La trascendencia del concurso granadino, tiene hoy día su proyección más internacional, en la influencia que tuvo nuestro arte, sobre creadores de otras disciplinas que van desde la música clásica, a la danza, la pintura, la literatura o la fotografía, aunque el primer beneficiado de aquel evento fue el propio flamenco, que a partir de entonces, y con el respaldo social de algunas élites que hasta entonces le había dado la espalda, fue ascendiendo de los colmaos a los teatros, del cuartito de los cabales a las plazas de toros, de la venta del arte para los señoritos, a la consideración de los profesionales como intérpretes de algo único y misterioso: El flamenco.

No obstante, la repercusión del primer concurso fue tan grande y aplaudida por la intelectualidad, que a trancas y barrancas, al año siguiente se consiguió celebrar una segunda edición, aunque esta vez en el céntrico Corral del Carbón, y con menor aporte económico, por lo que su trascendencia se esfumó pronto y la brillante iniciativa de Falla, Lorca y los suyos, no volvió a repetirse jamás en Granada. Pero la experiencia granadina de dignificar el arte flamenco en su globalidad, no cae en saco roto. Ese mismo año de 1923, los ecos del concurso de Granada doce meses antes llegan  hasta Huelva, la cantaora jerezana, "La Pompi", que toca todos los palos pero que borda las saetas y las bulerías, es contratada para actuar en el Concurso de Cante Jondo celebrado en la Plaza de Toros durante los días 21 y 22 de julio de 1923. Este festival tenía como objetivo conservar los cantos propios del pueblo andaluz. El programa abrió ambas noches con la actuación de La Pompi y Caracol padre, tras ellos intervinieron diversos cantaores importantes en aquella época, acompañados siempre a la guitarra por el Niño de Huelva, Morales y Currito de la Jeroma. El mensaje de lo ocurrido en Granada, había calado, y comenzaba a dar sus frutos.


Son muchos los intelectuales y empresarios que tienen conocimiento y valoran la importancia del paso de gigantes que se ha dado en la ciudad de La Alhambra para dignificar nuestro arte andaluz y promocionarlo a otros escenarios, equiparándolo con cualquier otra faceta artística que lo merezca, de ahí que aunque con menor éxito, en años posteriores surjan iniciativa parecidas, en distintos puntos de Andalucía y el resto de España, que no llegan a cuajar como la celebrada en Granada. Sirva como muestra la llevada a cabo en 1927, en el Monumental Cinema de Madrid, donde se lleva a cabo con suerte dispar, un llamado, "Certamen Nacional de Cante Flamenco", en el que por cierto también actúa "La Macarrona", pero que no logra continuidad en el tiempo, ni los resultados académicos y de recuperación que tuvo el concurso de Granada. Tendríamos que esperar hasta 1956, cuando Córdoba, recoge esa antorcha flamenca de Granada, y da a luz su Concurso Nacional de Cante, que intentaría ser eclipsado años más tarde, por la Bienal de Flamenco de Sevilla y… lo consiguió.

domingo, 28 de mayo de 2023

EL MES DE LAS FLORES

 EL MES DE LAS FLORES



Tito Ortiz.-


Avanza mayo recuperando una primavera normalizada, mientras se agolpan los recuerdos de infancia, en unos mayos floridos, con aromas de flor de la época, con “rebequilla” por la tarde y las noches, con temor al primer helado por si todavía es pronto para el paladar sensible y, no coger unas anginas antes de tiempo. Nada que ver con estos mayos de calor veraniego, en los que uno se siente culpable, cuando coge la regadera para echarle agua a las macetas. Regar las plantas con sentimiento de culpa, por si esa poca agua la vamos a echar de menos dentro de poco, es el colmo del sufrimiento cotidiano, en un mundo que se nos está volviendo en contra a las primeras de cambio. Según dicen los que de esto saben, es por culpa de nosotros, porque llevamos demasiado tiempo castigando a la madre naturaleza, mirando para otro lado. 

RUIZ AZNAR

Atrás quedaron aquellos mayos consecuentes con su tiempo, de temperaturas agradables, cuando la primavera no era un verano anticipado. Mayos de sabatina en el convento de la Concepción, con el orgullo de que el oficiante era nada más y nada menos, que don Valentín Ruiz Aznar, sacerdote, músico y compositor, amigo de Manuel de Falla, que aunque nacido en Borja, llegó a Granada en 1927. Opositó a maestro de capilla de la Catedral de Granada, plaza que había quedado vacante en 1925 y que el cardenal Casanova y Marzol, natural también de Borja, había mantenido sin cubrir seguramente a la espera de que Ruiz Aznar reuniera condiciones para poder optar a ella. Obtenida la plaza, fijó su residencia en nuestra ciudad y, en su seminario mayor finalizó los estudios eclesiásticos siendo ordenado sacerdote el 2 de junio de 1928. Fumaba don Valentín de continuo, aquel tabaco que entonces se llamaba, “caldo de gallina”, hasta el punto de que su piano, instalado en la casa cercana al convento de las monjas franciscanas, dejaba ver a las claras en sus teclas, la huella indeleble de la nicotina, que también se hacía presente en dos de sus dedos. En 1931 fue nombrado profesor de Contrapunto y Fuga del Conservatorio de Música de Granada y, en 1932, profesor de Teoría de la Música en la Sociedad Económica de Amigos del País. En 1935 colaboró en los actos conmemorativos del tricentenario de Lope de Vega, organizados por la Universidad de Granada, interpretando con un coro de universitarios la música incidental compuesta por Manuel de Falla, para el auto sacramental “La vuelta de Egipto”, dirigido por Antonio Gallego Burín y montado por Federico García Lorca, con escenografía de Hermenegildo Lanz. A partir de 1938 dirigió el Orfeón de Granada, institución coral fundada en 1903 por el maestro Francisco Alonso. Don Antonio González, responsable de los pajes de la Inmaculada, nos hacía que lo acompañáramos hasta su domicilio, en aquellos años sesenta en los que don Valentín, aunque fuera mayo, se abrigaba con bufanda negra que le cubría la boca. Boina de buen estilo, y un bastón. Durante el trayecto, las conversaciones que teníamos con él, eran pura sabiduría que tuvimos la suerte de vivir para contarlo  ahora.

MOMENTOS INOLVIDABLES

Fueron años inolvidables, en los que aquel niño que hoy es cronista tuvo su primer contacto con Juan Alfonso García, la voz que me estremecía tras el camarín de la Inmaculada Concepción, mientras su maestro don Valentín Ruiz Aznar, interpretaba en el armonio del monasterio. Yo, revestido de paje de la Inmaculada, despertaba al mundo de la música culta, de la mano de dos músicos que han marcado mi vida y mis creencias musicales. Lacárcel y Orfer, se encargaron de que no abandonara nunca, la senda correcta. Sería muy injusto, que quienes conocimos a Juan Alfonso García y su obra, permitiéramos que pasara a la historia sólo, como el organista de la catedral. Que también, pero espero que generaciones venideras de estudiosos, sepan aflorar la dimensión extraordinaria de un compositor ortodoxo, que supo ser contemporáneo en su lenguaje musical. De absolutamente impecable se puede tildar, el tratamiento que el de Los Santos de Maimona, da a las voces, por ejemplo. Con su muerte, no solo la Catedral de Granada, quedó huérfana de aquellas manos y pies, que hicieron sonar como nadie los nada fáciles órganos catedralicios, sino que la literatura de Antonio Enrique, prescinde sin quererlo, de una influencia musical audible y palpable en su, “Armónica Montaña”, en la que maese Juan Alfonso, aporta la matemática musical a una novela cuyo decenio de gestación, dio al mundo, la versión exacta de una arquitectura descrita por el genio Antonio Enrique, con la banda sonora celestial de Juan Alfonso García. 

Comprenderán ahora, porque echo de menos aquellos mayos naturales en lo climático, culturales en la formación, gratificantes y aleccionadores, que a la edad de ocho, nueve o diez años, forman los cimientos educativos de una criatura que tuvo la suerte y el privilegio de estar allí, para poder contarlo hoy. En estos tiempos de video consolas y móviles, cuando veo a los niños con la edad que yo tenía entonces, pendientes de una pantalla, sin hablar con nadie y sin relacionarse con aquellos de los que se puede aprender algo que te servirá para toda la vida, mi preocupación por lo venidero es pesimista, no, lo siguiente. Cuando la actividad extraescolar es, como vamos en el FIFA, o lo último de Mario Bros, sin salir del cuarto, las carnes me empiezan a temblar. Lo mismo que cuando veo en los concursos televisivos a señoras y señores universitarios posgraduados, que no saben quién fue Cristóbal Colón, o lo que hizo Moisés por el pueblo hebreo.

domingo, 21 de mayo de 2023

KIKI, TE HAN PUESTO UNA CALLE

 KIKI, TE HAN PUESTO UNA CALLE




Tito Ortiz.-


Querido Kiki, me alegraré que al recibo de esta te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.

El motivo de mi carta es comunicarte que en Granada, tú Granada, el ayuntamiento presidido por Paco Cuenca, ha puesto tú nombre a una calle soleada, abierta a los cuatro vientos. Esos que estudiabas minuciosamente en la carta de navegación y el plan de vuelo, antes de ponerte a los mandos de tu avión. Me acuerdo de aquellas sabías enseñanzas que nos impartía, Manolo Echevarría, maestro de tantos y buenos pilotos granadinos, como nuestro común amigo, Luís Curiel, con el que tantas horas de vuelo compartimos, honrando las alas del Real Aeroclub de Granada. La pasión por volar y sacarle el máximo partido al mítico, “Cessna 172 Skayhawk”, con el que hemos recorrido los cielos de todas las Españas, unas veces por placer, otras compitiendo, y las más, por desplazamientos de trabajo. Aparecer en el aeropuerto de Tablada, en Sevilla en tan solo dos horas, cuando por carretera sin autovía tardábamos cuatro y media. O en Cuatro Vientos en Madrid, cuando en coche no bajábamos de las siete y media, como si se tratara del famoso juego de naipes, que el gran Muñoz Seca, incrustó en “La Venganza de don Mendo”. Cuantas horas de vuelo compartidas, cuantas risas y, cuanta amistad a raudales, de la que no desaparece con la muerte.

FRAGA

Me río, porque también lo harías tú, al comprobar que un ayuntamiento socialista, con mayoría de izquierdas, sea precisamente el que te ha puesto la calle a tú nombre: Eso sí que tiene perejiles, que dirías tú. Pero la vida da muchas vueltas, y al final, lo que queda, es el recuerdo de un trabajo bien hecho y una sonrisa amplia, ante el reconocimiento popular a una labor. Y ahora que digo popular, me acuerdo de aquella noche en la que me contaste, ante un vino en la barra centenaria de “El Elefante”, que te habías apuntado a Alianza Popular, y que emprendías carrera política. Junto a nosotros estaba Pepe Ladrón de Guevara, que inmediatamente cogió una servilleta de papel, y en ella cuajó una quintilla, que prometió serviría para una caroca. La siguiente ronda la pagó él. Testigos de la escena, el gran tabernero, Enrique padre, y su mujer Encarna, que nos plantó unos requetés de los que quitan ”er sentío”. Y ya que hablamos de comida, no puedo olvidar aquella noche en la que estaban con nosotros tú mujer, Manuela y el director del hotel Victoria, Alfredo Morales, cuando nos anunciaste que Manolo Fraga venía a Granada en Campaña, y estabas buscando un sitio “mu granaino” para llevarlo a comer. Después de que todos aportaran su lugar, yo para reventar un poco la escena y echar unas risas, te dije: Si quieres que llevemos a Fraga a un sitio de la tierra, no hay más que reservar en Huétor Vega, en casa Bien Venido, y que sepa lo que es una buena morcilla y el mejor queso de cerdo. Yo lo dije como salida de pata de mesa, a juzgar por la cara que puso África Gran, pero la historia recogió un momento histórico, cuando días después, Manuel Fraga disfrutaba con nosotros en Bien Venido, de las mejores viandas del cerdo, y de aquel vino de la tierra al que los lugareños, llamaban mosto, y que en realidad, al segundo vaso te ponía en pamplona.

CIUDADES TAURINAS

Yo no hacía más que desafiarte con cosas raras, y tú lejos de mandarme lejos, muy lejos, recogías el guante y ponías el proyecto en pie. De nuestras conversaciones taurinas, a las que en alguna ocasión se nos sumó mi compañero de Ideal, Santi Lozano, matador de novillos-toros, como rezaba en su tarjeta de visita, surgieron proyectos como el que voy a relatar.

Hablábamos de la historia taurina de Granada, y de cómo habíamos perdido el peso específico en el ámbito taurino nacional. Siendo la ciudad que una vez tuvo a Madrid boca abajo, con la figura  inmortal del churrianero, Frascuelo. De cómo en tiempos pasados, se daban toros el mismo día y a la misma hora, en la plaza del Triunfo, y en la nueva. O como la historia taurina de nuestra Granada, no había reivindicado lo suficiente, a figuras como “Atarfeño”, muerto trágicamente la tarde de su despedida como novillero, con la alternativa de matador en los carteles. Yo te hablaba de montar un museo taurino, al estilo del que hay en “Las Ventas” de Madrid, o del de “Manolete” en Córdoba, pero tú siempre ibas a más, y se te ocurrió, nada más y nada menos, que organizar en Granada, el Primer Congreso de Ciudades Taurinas del Mundo. Yo te dije que era una locura, y tú me respondiste cortando la cinta de una exposición que, inauguraba ese primer congreso mundial en Granada, con gentes venidas de los cinco continentes. Te lo dije entonces, y te lo digo ahora, fue una gesta, comparable con la organización del primer Concurso de cante Jondo en el mundo del año 1922. El asunto fue tan importante, que hasta Correos nos hizo un matasellos conmemorativo de tan altísima ocasión. Granada fue el epicentro mundial de los toros durante unos días inolvidables, como lo fue cuando te empeñaste en traer a Bill Clinton. Nada se te ponía por delante, con tal de que nuestra tierra fuera el eje central y mediático del mundo entero. Como cuando le diste permiso para acampar en el Llano de La Perdiz, a aquel jeque, que después regaló dos caballos para nuestra policía montada.

Bueno te dejo que quedado con Luís Curiel para hablar de ti. Luego, si eso, te sigo escribiendo. Afín de cuentas, lo único que quería que supieras es que, Paco Cuenca, te ha puesto una calle.

domingo, 14 de mayo de 2023

CARROS DE SAN PEDRO


 CARROS DE SAN PEDRO


Tito Ortiz.-


Fue en los primeros años de la década de los setenta, cuando mi redactor jefe en el diario Patria, José Luís Kastiyo, me dijo que fuera a hacerle una entrevista al poeta granadino, Rafael Guillén, con la percha de que se le había concedido un premio. Me puse manos a la obra y, como un cliente más del Banco Hispano Americano, hice cola hasta llegar al mostrador de una de las ventanillas donde se atendía al público. Se pagaban letras –con y sin gastos- se abonaban cheques al portador, o los comercios de alrededor cambiaban billetes por monedas, a la vez que hacían el ingreso de lo recaudado el día anterior por las ventas. Al otro lado del cristal, un hombre con gafas descendidas por la nariz y de gesto amable, me dijo: Niño tiene que esperarte un rato hasta que salga a desayunar. Y así lo hice.

Eran tiempos en los que la poesía no daba para comer -ahora sospecho que tampoco-  y el gran Rafael Guillén, de ocho a tres de la tarde y de lunes a sábados, atendía una de las ventanillas del patio de operaciones, del banco ubicado en edificio noble de la Gran Vía. El mismo que dirigió durante años, mi abuelo Rafael Rubio Carmelino. Lo mismo le ocurría a su amigo y compañero de tantos proyectos, Pepe Ladrón de Guevara, que a pocos metros de donde estábamos, ejercía por las mañanas de administrativo, en la oficina que la azucarera tenía en Reyes Católicos. Lo de vivir de las letras, ya lo decía Rafael en tono guasón: ¡Solo se vive de las que yo cobro en el banco y van con gastos! Pasado el rato, un compañero lo sustituyó y encaminamos nuestros pasos al café “ La Crema” frente al restaurante Sevilla de mi admirado Juan Luís Álvarez, y sobre el mostrador, le fui haciendo mi primera entrevista. Después vendrían alguna más, y alguna que otra tertulia a la que siempre se unía su inseparable, Paco Izquierdo.

LUIS CERÓN

Cuando todavía resonaban los disparos de Tejero y los suyos en el Congreso de los Diputados, el cantautor granadinos Luís Cerón, se atrevió a rendirle el primer homenaje musical al poeta hoy admirado, cuando pocos se acordaban de él, enclaustrado en su Carmen albayzinero de la calle, Carros de San Pedro. Luís Cerón Rejón, reunió a un grupo de músicos de gran nivel como, el maestro Luís Megias al piano, y el gran Julio a la batería, entre otros,  para poner música a una docena de los mejores poemas de Guillén, y una tarde en el Auditorio Manuel de Falla, con lleno hasta la bandera, tuve el honor de presentar, por orden de Cerón,  el primer acto en que se le rendía público homenaje a quién años más tarde sería reconocido con el Premio Nacional de Poesía. Granada suele reaccionar tarde a eso de reconocer el mérito de sus hijos, pero aquel concierto puso de relieve la categoría humana y poética de Rafael, junto con las virtudes artísticas de Luís Cerón, en una sesión inolvidable a la que asistió el todo Granada. En la voz profunda del cantautor, los versos “guillenianos” adquirieron otra dimensión hasta entonces desconocida, pasando de la siempre enriquecedora lectura, al encaje perfecto en un pentagrama musical, ajustado a lo escrito como un traje hecho a medida, hasta entonces no estrenado. La magia esparcida por el auditorio de García de Paredes, fue envolviéndonos a todos en una atmósfera de poesía hecha música, dejando sobre la tarima el sello inconfundible representado en unas letras hermosas, envueltas en una voz y una música creadas para engrandecer la belleza.

VERSOS AL AIRE

"Pronuncio Amor", y "Anclado en Mi Tristeza de Poeta", dieron paso a una decena más de los versos escogidos para la ocasión, que pronto sedujeron al abarrotado auditorio, que se hizo cómplice perfecto para alcanzar la armonía que se presagiaba sobre el papel. Por fin el poeta emergía a otra dimensión de sus escritos, y en su cara de satisfacción, se reflejaba lo acertado del trabajo de Cerón. Adscrito a la generación de los años cincuenta, Rafael inició su actividad literaria en 1953 como miembro de Versos al Aire Libre, grupo de jóvenes escritores que rompieron el silencio en que se había sumido la poesía granadina de posguerra tras el asesinato de García Lorca. Cuatro años después fundó y dirigió, junto con José G. Ladrón de Guevara, la colección de poesía "Veleta al Sur", con la que se comenzó a revitalizar el panorama literario en Granada y que se mantuvo activa durante cerca de una década, hasta 1966. Como editor también dirigió, ya en 1982 y junto a  su compadre, Francisco Izquierdo, la serie de fascículos sobre el Albaicín "Los Papeles del Carro de San Pedro", calle mítica donde ambos vivían y desde allí, sus versos se fueron desparramando por todo el mundo de habla hispana, obteniendo mucho antes ejemplar reconocimiento a su obra, fuera del terruño, como suele ser habitual por estos lares, pero desde aquel concierto, el mundo entero ya sabe quién es Rafael Guillén,  el poeta que vive "Para Decir Amor Sencillamente", y el cantautor Luís Cerón, que por una tarde, le puso su voz.

Hombre nunca dado a las alharacas, cultivó siempre la amistad en un círculo muy reducido, incluso cuando se mudó de los Carros de San Pedro, a Poeta Manuel de Góngora. Apasionado de la charla amigable y la tertulia con retranca, mantenía con sutil ironía los tiempos en que estuvo adscrito a lo que él llamó: ¡La Poesía secreta!

domingo, 7 de mayo de 2023

FELIZ DÍA MAMÁS

 FELIZ DÍA MAMÁS




Tito Ortiz.-


Soy monaguillo preconciliar, de aquellos que ayudaban en los oficios de espaldas a los fieles y en latín. De los que cambiaban de un lado a otro del altar, el pesado misal para que el sacerdote leyera la epístola o el evangelio. De los que levantaban la casulla y hacían sonar la campanilla en el momento de la consagración y de los que sujetaban la patena bajo la barbilla en el momento de la comunión. Soy de los que celebraban el día de la madre el ocho de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción,  Patrona del Arma de Infantería del Ejército de Tierra, y también del Cuerpo Jurídico Militar y de los capellanes castrenses. Uno de los patronazgos más populares de las Fuerzas Armadas, ya que la Inmaculada Concepción es también la Patrona de España. El origen de su patronazgo sobre la Infantería española data de la Batalla de Empel de 1585, cuando soldados españoles hallaron en esa localidad holandesa una tabla oculta con la imagen de la Inmaculada, horas antes de un milagro que les dio la victoria sobre los flamencos. El patronazgo de la Inmaculada sobre el Arma de Infantería fue confirmado el 12 de noviembre de 1892 por la Reina Regente María Cristina de Habsburgo. 

Por eso me costó tanto admitir que ese día en el que, yo le regalaba unas flores recogidas a mí madre, o una maceta de a peseta, me lo cambiaran sin más, al primer domingo de mayo. También me cambiaron el Padre Nuestro, y el Credo. Total que, tuvimos que hacer un reciclaje rápido para adaptarnos a las nuevas formas. Colocar altares para poder oficiar de cara a los fieles, traducir los rezos a nuestro idioma y ver como los velos ya no eran obligatorios para entrar en las iglesias.

ORIGEN

Las primeras celebraciones del Día de la Madre se remontan a la antigua Grecia, donde se le rendían honores a Rea, la madre de los dioses Zeus, Poseidón y Hades. Posteriormente los romanos llamaron a esta celebración Hilaria, cuando la adquirieron de los griegos. Se celebraba el 15 de marzo en el templo de Cibeles y durante tres días se realizaban ofrendas.​ Con la llegada del cristianismo se transformaron estas celebraciones para honrar a la Virgen María, la madre de Jesús. El catolicismo en Europa comenzó a honrar a la Virgen María, madre de Jesús de Nazaret, el 8 de diciembre de 1854, cuando el  Papa Pío IX, declaró el dogma de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. Cada 8 de diciembre la fiesta de la Inmaculada Concepción, sirvió para conmemorar a todas las progenitoras. La costumbre se mantuvo hasta los años 60, cuando Galerías Preciados adoptó la costumbre de celebrar el Día de la Madre en mayo, a imagen y semejanza de lo que hacen otros países. Su competidor, El Corte Inglés, mantuvo la fecha del 8 de diciembre, por lo que durante algún tiempo el Día de la Madre se celebró en España, a modo comercial, dos veces al año. Fue en 1965, cuando el Día de la Madre se estableció definitivamente el primer domingo de mayo, un mes asociado a la Virgen María, acoplándose así también las autoridades eclesiásticas. Pero lo que ha sucedido con el paso del tiempo es que, el día de la madre se nos ha convertido en un asunto comercial de primer orden, cuando desde meses antes, nos bombardean con anuncios comerciales a cerca de ésta celebración, que por cierto no hay forma humana de que se celebre el mismo día en todo el mundo. Son muchos los países que tienen repartido por todo el calendario esta festividad en la que lo importante es acordarse de la que nos trajo al mundo, y no lo que le compremos como regalo.

MEDALLA

Por aquellos años finales de los sesenta y principios de los setenta, apareció con fuerza comercial, una medalla llamada “de la madre” cuya compra pocas economías podían soportar, pero que te la vendían a cómodos plazos. El asunto podría estar inspirado en la llamada, “Medalla Milagrosa” cuya historia comienza en el año 1830, cuando la Virgen se aparece a Santa Catalina Laboure, en París. Presentándose como la Inmaculada Concepción, María estaba situada encima de una esfera y con rayos de luz brillantes saliendo de sus manos. Bajo los pies de la Madre, Santa Catalina veía una serpiente cuya cabeza era aplastada por María. Según el testimonio de Santa Catalina, una voz le exhortó: "Hay que hacer una medalla semejante a esto que estás viendo. Todas las personas que la lleven, sentirán la protección de la Virgen". Años después, San Maximiliano Kolbe, franciscano y mártir, conoció esta particular devoción mientras estudiaba en Roma, en el año 1917. Concretamente, conoció la historia de cómo se convirtió el entonces masón Alfonso de Ratisbona, gracias a la intercesión de María a través de la medalla. Después de ver transformada toda su vida, Alfonso, entró a la Compañía de Jesús, que posteriormente abandonó para viajar a Jerusalén, donde fundó un convento para una congregación dedicada a la evangelización entre el pueblo judío. Lo que llega hasta nuestros días es que, la medalla que nace tras la aparición de La Virgen Inmaculada, podría haber sido el germen de la Medalla de La Madre, en la que aparece una imagen de mujer joven inspirada en la Virgen, que sostiene en sus brazos un bebé. Asunto éste que no deja de tener unas connotaciones bastantes comerciales, aunque la idea primigenia sea loable. En cualquier caso, lo importante del día de hoy, es testimoniar a las madres nuestro amor eterno. Yo creo que con eso basta.