domingo, 30 de julio de 2023

DE MÁGINA A GRANADA


Tito Ortiz.-



Solo los que vivimos en los años setenta en San Sebastián, sabemos sacarle todo el partido a su “Ardor Guerrero”. Una historia real enmarcada en una de las ciudades más bellas de España, tamizada entonces por la bomba lapa y el tiro en la nuca. A ambos nos marcó la ciudad de la Bella Easo, desde las barandas de la playa de La  Concha, hasta la cumbre de Monte Igueldo, de ahí que yo la refiera con cariño, recordando los amigos que allí dejé, y él la haya reseñado en más de una de sus obras. Donosti nos marcó y sus gentes también. Es muy difícil resistirse a los encantos de una ciudad, con un barrio viejo donde “chiquitear” tomando unos pinchos, cuyos mondadientes debes guardar hasta la hora de pedir la cuenta. Un lugar donde cada año se da cita lo más granado del séptimo arte, que festeja a su santo patrón con una tremenda tamborrada, y que en su Semana Grande, celebra un concurso de fuegos artificiales, clásico referente a nivel internacional, lo mismo que su festival internacional de jazz, del que ambos disfrutamos en toda su dimensión, y que a los dos nos sirvió para valorar en su justa medida, la labor que en Granada venía haciendo, José María Ojeda – Chema para los amigos- que contó con la complicidad de nuestro protagonista en más de una ocasión, para traer a Granada lo mejor de esa música donde la improvisación adquiere cotas de máximo arte irrepetible en el tiempo.

GRANADA

Son del todo inolvidables, aquellos desayunos compartidos en la calle Navas, junto al amigo Vílchez, Manolo Ocón, y tantos amigos funcionarios del Ayuntamiento, con los que comentábamos sus artículos en Ideal, bajo el epígrafe de, “El Robinsón Urbano”, la siguiente obra que mantenía en un cajón, o los folios de la próxima, apilados junto a la máquina de escribir. Hablábamos de su primera novela, “Beatus Ille”,  que apareció en 1986, aunque se gestó durante varios años. En ella figura la ciudad imaginaria de Mágina, trasunto de su natal Úbeda que, reaparecerá en otras obras suyas. Cuenta la historia de Minaya, un joven que regresa a Mágina para realizar una tesis doctoral sobre el poeta Jacinto Solana, muerto en la guerra civil, pero cuya apasionante vida le llevará a una serie de indagaciones que darán como resultado un final magistral. 

Algunas tardes, coincidíamos en un parque infantil que habían instalado en el Paseo de La Bomba, columpiando a nuestros hijos, aprovechando para comentar la actualidad de una Granada, que ambos veíamos que se le estaba quedando pequeña, pese a contar con la tranquilidad económica de, ser funcionario en la concejalía de cultura. En 1987 ganó el Premio de la Crítica y el Nacional de Narrativa por “El invierno en Lisboa” y en 1991 el Planeta por “El jinete polaco”, novela por la que vuelve a obtener el Nacional de Narrativa al año siguiente, y que, según mi criterio, es la que lo encumbra definitivamente a la cima de la literatura

Antonio Muñoz Molina, escritor, académico, doctor honoris causa y multipremiado, nacido en Úbeda, forjó sus primeras armas literarias en la ciudad de Granada, y la influencia de esta ciudad y sus gentes, se percibe entre renglones. Una paternidad compartida ésta, a la que Granada no debería renunciar, con algún tipo de reconocimiento, ante trayectoria tan ejemplar y brillante, avalada por los premios conseguidos, y por los testimonios del autor.

CONSECUENTE CON SU TIEMPO

Otras obras destacadas son “Beltenebros” (1989), una novela de amor, intriga y de bajos fondos en el Madrid de la posguerra con implicaciones políticas —Pilar Miró la llevaría al cine dos años más tarde con el mismo nombre—; “Los misterios de Madrid” (1992) —publicada inicialmente como serial a capítulos en el diario El País, el título hace referencia al folletín decimonónico, “Los misterios de París”, de Eugène Sue—; “El dueño del secreto” (1994); “Plenilunio” (1997), “Ventanas de Manhattan” (2004) o, “El viento de la luna” (2006). En 2009 publicó, “La noche de los tiempos”, un monumental trabajo que recrea el hundimiento de la Segunda República Española y el inicio de la guerra civil española a través de las peripecias de un arquitecto llamado Ignacio Abel. En ésta época ya se advierte en sus trabajos, la experiencia de vivir en el extranjero, con un posicionamiento social, crítico ante la actualidad, en la que sus personajes hablan por él, con los criterios de un observador político y social, fiel a la experiencia de su vida.

En 2012 donó a la Biblioteca Nacional una parte de sus escritos, como, por ejemplo, cuadernos de notas tomadas de libros y periódicos, borradores de novelas, poemas inéditos de juventud y una obra inédita de teatro escrita en 1974. ​ En 2013 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Antes, el 18 de octubre de 2022, participó en la ceremonia de inauguración de la Feria del Libro de Fráncfort, en la que también hablaron el rey Felipe VI y la escritora Irene Vallejo. En su discurso comparó la literatura y la sociedad española de 1991. Elegido el 8 de junio de 1995. En su ingreso en la Real Academia de Las Letras, -tomó posesión el 16 de junio de 1996- con el discurso titulado, “Destierro y destiempo de Max Aub”. Le respondió, en nombre de la corporación, Francisco Ayala. Fue vocal de la Junta de Gobierno (1998-2002). Es licenciado en Historia del Arte (Universidad de Granada), doctor honoris causa por la Universidad de Jaén y ha recibido este mismo reconocimiento académico en las universidades estadounidenses de Brandeis (Massachusetts) y Villanova (Pensilvania). Ha sido profesor visitante de Literatura Española en la Universidad de Virginia, en la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY) y en el Bard College. ¿Y Granada … para cuándo?

domingo, 23 de julio de 2023

LIÑÁN, DE FARALAES Y, MANTONES

 LIÑÁN, DE FARALAES Y, MANTONES



Tito Ortiz.-


Se derrama el Galán de Noche, por las tapias encaladas de los cármenes albaycineros, y su aroma, nos hace volver la mirada hasta encontrar sus hojas y flores, tapizando el blanco con su verde, como un surrealista cojín a modo de la enseña andaluza. Su inconfundible perfume, nos sujeta más si cabe a nuestra tierra, porque en ningún otro lugar, se puede disfrutar de su fragancia, paseando por un barrio milenario, en el que se asentaron todas las culturas que nos precedieron. El Albayzín Íbero y romano, de bereberes ziríes y su Alcazaba Cadima, el Arrabal de los Halconeros, los aguerridos zenetes, los constructores de la Alhambra. Ese Albayzín único en el mundo, que ha inspirado a poetas, músicos y pintores, es el que se atreve a competir en belleza con la Alhambra, colocándose frente a ella, consciente de su valía, y de su paternidad, pues desde aquí partían cada amanecer, con el canto del gallo, todos los trabajadores que construyeron el monumento alhambreño, y a el retornaban al atardecer, para comprobar embelesados entre violetas y naranjas de horizonte, la monumentalidad de su obra imperecedera.

El Albayzín de cármenes, arriates y parterres, de pilarillos, aljibes y pilones, de agua cantarina perfumada por jazmines, de botijos a la sombra, de mecedoras al arrullo de los pajarillos, de cantes y coplas espontaneas, en la voz de vecinos y vecinas, castizas y bravías, de moño recogido y claveles en el pelo. Una costumbre ya casi perdida incomprensiblemente, la de que la mujer granadina luzca en su cabeza un par de claveles, lo mismo que el hombre lo porte en el agujero de la solapa, sin necesidad de que sea el día de la Cruz, ni el Corpus. El adorno de unos claveles ha sido en otra época moneda corriente y diaria de engalanamiento, que debemos recuperar a toda costa, pues se empieza olvidando una flor en el ojal, y se termina por no saber de dónde eres, y ésta tierra se ha significado históricamente, por la guapura de sus gentes, y por ser pionera en tradiciones y costumbres.

CARMEN EN SAN JUAN DE LOS REYES

Y en la parte más estrecha de san Juan de Los Reyes, donde los extranjeros encajaban sus coches sin poder ir para atrás. o para adelante, hasta que “El Piki” y yo saltábamos al techo con dos palanquetas y los destrozábamos para que pudieran seguir hasta plaza Nueva, ahí estaba nuestro Carmen, con su fuente en el patio, su galán de noche y sus rosales. Un Carmen que compartíamos con la familia Arroyo, y con la niña guapa que me atiende en la pastelería, “El Sol” de Puerta Real. Carmen en el que se escuchaba el buen flamenco de “Curra Arroyo”, en el que “El Extremeño” toreaba de salón entrenando, y en el que ambos, - tía y padre de quién nos ocupa- desgranaban su arte teniendo como público a nosotros, sus vecinos que embobados asistíamos contentísimos a ese derroche de flamencura y torería. Y de ese ambiente, y de ese barrio, salpimentado con su estancia en El Realejo, nace sin hacer ruido un niño, que el mundo entero conoce ya con el nombre de, Manuel Arroyo Liñán, en los carteles, Manuel Liñán, bailaor, coreógrafo y director multipremiado, orgullo de esta tierra nuestra y de sus gentes.

El padre quiso en un principio que el niño siguiera sus pasos en el arte de Cúchares, pero el joven Liñán, se encerraba en su habitación, le quitaba una falda de volantes a su madre, y bailaba en soledad ante el espejo. Después vinieron tiempos de formación con los más grandes de Granada. Todos le decían que tenía que bailar como un hombre, y lo bordó, pero tras el salto a Madrid con primeros espadas de la danza y el baile flamenco, él les demostró que también podía triunfar con una bata de cola, y públicos de muy distintos países se han rendido a su arte, incluida la crítica especializada, que ya lo ha consagrado como un referente, tanto como bailaor, director o coreógrafo.

ÉXITO Y CONSAGRACIÓN

Como solista, destacó junto a Merche Esmeralda como primer bailarín, en 'Campanas Flamencas' junto a La Tati y Milagros Mengíbar, y en la Compañía de Teresa Nieto, con cuyo espectáculo 'De cabeza' compartió Max 2009 a la Mejor Coreografía. De sus trabajos en colaboración sobresalen 'Los caminos de Lorca' y el 'Homenaje a Mario Maya'; además de 'Trasmín', mano a mano con Belén Maya en Flamenco Festival Tokyo. A lo que se suman las producciones conjuntas 'Cámara negra' junto a Olga Pericet, 'Dos en Compañía' con Marco Flores y '<<REW' con Daniel Doña, entre otras.


En 2013 se alzó con el Premio Max de las Artes Escénicas al Mejor Intérprete de Danza, coreografió para el Ballet Nacional de España en 'Sorolla' y dirigió, mano a mano con La Moneta, 'Duende' para el ciclo Lorca y Granada. Todo ello, tras poner en marcha, junto a Daniel Doña, la compañía Proyecto GR, que se estrenó en la Bienal de Flamenco de Sevilla 2012 con el espectáculo '<<REW', y mostrar en solitario en el Teatro Alhambra de Granada su pieza 'Sinergia'. En 2016 obtuvo el Premio de la Crítica del Festival de Jerez. Es Premio Nacional de Danza 2017 en la modalidad de Interpretación. En 2020 obtiene el premio de la Crítica del Festival de Jerez por su espectáculo ‘¡Viva!'. Esto es solo un pequeño resumen de su trayectoria, imposible de plasmar en tan poco espacio. Manuel Liñán es un lujo de Granada, que pasea nuestra bandera por todo el mundo, con el orgullo de ser de esta tierra, que debe alabarlo y reconocerlo.

domingo, 16 de julio de 2023

¡MÚSICA MAESTRO!

 ¡MÚSICA MAESTRO!



Tito Ortiz.-


Granada no ha vuelto a vivir una rivalidad taurina, como la que protagonizaron los novilleros, Rafael Mariscal y Miguel Montenegro. “Mariscalistas y montenegristas”, llegaron incluso a las manos, por defender al torero de su afición. La escuela taurina del Club Taurino, se encargó de formarlos y lanzarlos a la gloria del toreo, para regocijo de una Granada taurina, que los vio triunfar, no solo en su tierra, sino en todas las plazas importantes de España y América. Aquellos dos niños granadinos, pusieron Vista Alegre boca abajo, la noche de su mano a mano, y Madrid se les rindió. Pronto surgieron sus peñas taurinas y la intención de contar con ellos para todo, en la ciudad que los vio nacer y crecer. Hasta La Albaicinera Virgen de La Aurora, llevó los bordados de sus vestidos de torear en el palio y saya. Granada hervía con las dos aficiones encontradas, y el club taurino era entonces un centro de actividad frenética, hasta el punto de que un toro muerto, mató a un socio.  

Si he dicho bien, un toro muerto, mató a un socio. Costumbre era, que los taurinos se reunieran en el salón de la chimenea a leer el periódico, y un día ocurrió lo imposible. Una de las cabezas de toro que colgaba de la pared, con su placa en la que se leía, la ganadería, el nombre del bicho y los caballos que había matado en la plaza del Triunfo, se descolgó al fallarle la alcayata, con tan mala fortuna que un socio que bajo ella leía el Ideal, resultó muerto en el acto. De los toros no puede uno fiarse, aunque estén muertos y disecados.

EL CATETO

Años más tarde, Granada iba a recobrar su afición y su ilusión taurina, con la irrupción de un torero diferente. Ricardo Puga, "El Cateto", logró hacerse un hueco en la Granada taurina con su verdad taurómaca y originalidad porque se hacía anunciar en unos enormes carteles, vestido de pana y albarcas, con un haz de leña al hombro. Algunos decían ver en el, la reencarnación de otro mítico torero granadino, Miguel Gálvez, "El Lechero", que en 1737 tuvo bastante renombre. Puga Cifuentes, "El Cateto", nacido en Juviles, tomó la alternativa en Motril de manos de Curro Girón, y actuó como testigo un torerazo de nuestra tierra, José Julio Granada. El Cateto, en su corta trayectoria, revolucionó a la afición, y hoy su estirpe sigue siendo famosa, porque su sobrino, es el Mago "Migue", tan querido por todos nosotros, y su hermano y padre del mago internacional, Francisco Puga, nos arrancó durante mucho tiempo una sonrisa, al ver sus chistes en la prensa local, firmados como “Frapuci”. Ricardo Puga, en su pub "Vía Veneto", tenía una escultura en bronce del pato Nicol, personaje impresindible de nuestra llorada, Maricarmen y sus muñecos, frente a la que todas las noches tocaba el piano mi admirado, Luís Megias.

EL DIAMANTE RUBIO

Pues en el Sacromonte tenía una cueva, Tito Luís, como lo llamábamos los amigos, que era conocido como, "El Diamante Rubio". Misógino desde la cuna, al ser abandonado por su madre nada más nacer, se atrincheró tras unas gafas sin cristales y un bastón flexible a lo charlot para hacer reír y animar en todo. Su oronda figura era habitual en las tardes de los domingos en el viejo Los Cármenes, donde revestido con los colores de nuestro Granada, y portando un enorme sombrero andaluz con las listas blaquirojas, recorría todo el campo animando a la afición. Tampoco faltaba a las corridas de la monumental Frascuelo, donde su grito de: ¡Música maestro!, dirigido a la banda, animaba a la afición en el inicio de la faena de muleta. "El Diamante Rubio", formó parte también de la cuadrilla de toreo cómico, que en Granada, capitaneaba, Antonio Rubito, tranviario de Churriana, conocido como "El Gran Pirulo", que toreaba vestido de Charles Chaplin, utilizando su bastón para montar la muleta. De aquella cuadrilla de cómicos en el ruedo, formaron parte muchos granadinos, como Vaquerito, o Juanillo el barnizador, famoso por torear las becerras, vestido de gitana, o de Cantinflas. Éste último me contaba, que durante muchos años, los toreros cómicos granadinos recorrieron la geografía española, como lo hacían entonces, "El Bombero Torero", "El Empastre", o "El Chino Torero". Contaba con especial gracia, como en la postguerra, y para poder sacar rendimiento de las carnes, los empresarios les echaban para torear, no becerras de un año, sino vacas cinqueñas ventajosas en el matadero, y de aquellas hazañas, contaba lo ocurrido en Diezma, donde la vaca era tan grande, que cuando se les quedaba a la altura de las zapatillas y echaba el aire por las fauces, era tanto y tan caliente, que ellos le pusieron de nombre, "La Fogonera". Y eran las circunstancias tan paupérrimas, que por temor a quedarse sin el festejo, en el pueblo decidieron no sacrificarla, de tal modo, que durante más de diez años, les echaron para torear a la misma vaca, con la que ya lograron tener una amistad grande, y cada año, se despedían de ella abrazándola hasta el siguiente. "La Fogonera", llegó a ser un compañero más de los toreros cómicos granadinos de la cuadrilla de "El Gran Pirulo". 

EL FANDI

Pero sin duda, quién más gloria taurina ha dado a Granada, y más prolongada en el tiempo es, David Fandila “El Fandi”, un notable esquiador, que haciendo caso a la estirpe familiar, un día cambió las tablas y los bastones por el capote, las banderillas y la muleta, convirtiéndose en el matador de toros banderillero, más poderoso y versátil de la historia, para honor de nuestra tierra, que lo reconoce y admira. Se trata de un torero poderoso en  plena madurez de su arte, al que las lesiones le visitan con mayor frecuencia que a otros, debido a su entrega y pundonor sin límites. Honor y gloria al Fandi, y como diría el Diamante Rubio: ¡Música maestro!


domingo, 9 de julio de 2023

RUIZ AL CUADRADO

 RUIZ AL CUADRADO



Tito Ortiz.-


Nació el octavo día de agosto del último año de la década de los cuarenta, y eso ya hacía presagiar una infancia muy apegada al terruño, su historia y costumbres. Acudió a un colegio clásico de los de entonces, de los que imprimen carácter y te dejan secuelas de por vida, de esas de las que no quieres separarte. Así que eso del arte y las tradiciones, ya lo traía de serie. Para colmo de males, al muchacho no se le ocurrió otra cosa que dedicarse a la pintura, y ese ya fue el cataclismo, porque preso eternamente de las artes plásticas, la vida se convierte en un parto doloroso hasta el nacimiento artístico, y un calvario durante el crecimiento personal, para poder expresar todo lo que tu mente te dicta. Hasta tal punto, el asunto es intrincado, que a pesar de mis estudios de Bellas Artes, hace mucho tiempo que desistí de la tentación, de tildar su estilo con los titulares al uso que, encasillan al artista para que su obra sea explicada a la usanza costumbrista, así que solo diré en mi propia defensa que, Manuel Ruiz Ruiz, granadino hasta los tuétanos, es pintor con estilo propio, inventado por él, y el que quiera más, que hable con el personaje en cuestión.

GRANADA, MADRE Y MADRASTA

Conocí a Manuel Ruiz, al principio de los años ochenta del siglo pasado, cuando fui a visitar su exposición en La Casa de Los Tiros, para realizar mi posterior crítica en Patria, y en la revista madrileña especializada en “Crítica de Arte”. Fue en esta misma exposición donde conocí a mi mujer y madre de mis hijos, por lo tanto, a lo largo de tantos años, he pasado por situaciones en las que he querido estrangularlo – cosa que ha impedido nuestro común amigo, el ilustre fotógrafo Juan Ortiz, que me lo ha quitado de las manos-  y otras lo he amado intensamente. Dado que todavía, mi mujer y yo seguimos juntos criando a nuestros nietos, deben saber los que esto leen, que la vida del artista no corre peligro. Sigue vivito, coleando y pintando. Es más, de manera muy frecuente, suele invitarme a café o a copa de vino, dependiendo de la hora en que nos vemos. El mundo del arte puede estar tranquilo. Pero a lo que iba, que ya por entonces, Manuel Ruiz era un artista muy conocido en el extranjero, incluso premiado en varias ocasiones, y su obra muy valorada, mientras que aquí en su tierra, todavía había que explicarle a mucha gente quién era y a qué se dedicaba. No es la primera vez que esto ocurre con un ilustre nuestro, pero que se repita en el tiempo es muy mosqueante. Eso de que tengas que venir triunfador de fuera, para que te reconozcan en tu tierra, al día de hoy sigue pasando, cada vez menos, pero pasa.

PASIÓN POR GRANADA

Manuel Ruiz tiene como fondo de inspiración su tierra y lo que ella significa para la historia. En su obra están la Alhambra y el Albayzín, Lorca, el flamenco, los toros y los personajes de la tierra, junto a la Semana Santa, el Corpus o el día de la Cruz, y para eso, hace algo imprescindible, que no todos abordan en estos tiempos…Lee. Algo tan sencillo pero tan necesario para llenar una obra en cualquiera de las facetas que se abordan en le bellas artes y la pintura de Manuel Ruiz, es una de ellas. No es la primera vez que en éstas páginas, me hago eco de una frase pronunciada por nuestro subdirector, Quico Chirino en Canal Sur TV: Hoy en día hay quién escribe más libros de los que ha leído. Y eso convendrán conmigo que es muy peligroso.

Sin leer hasta la saciedad, Manuel Ruiz no hubiera dejado para la historia, la cantidad ingente de ediciones a disposición de todo el que quiera consultarlas, nacidas de su paso por el Gabinete Pedagógico de Bellas Artes de la institución autonómica, referentes a Granada, su paisaje, monumentos y personajes que la han poblado y han hecho de ella, una pieza fundamental e imprescindible de la corona española.

TÉCNICA Y SOPORTE

Cualquier producto que pinte le sirve. Cualquier superficie que se deje, también. Un lienzo, un papel, un tablero de madera, pueden soportar su creación, lo mismo que una piedra del río Darro u otra del Genil, que en esto no tiene manías. Si ustedes supieran lo que llega a hacer con una botella de vino vacía, no llevarían las suyas al contenedor verde. Cuando un artista llega a la madurez – como es el caso- y ningún medio expresivo le supone un obstáculo para crear, es mejor quitarse de en medio y dejarlo solo, no vaya a ser que nos salpique, y que de toda la vida de dios se ha dicho que, el creador artístico necesita de su espacio y su silencio, para abordar la obra con garantías de éxito, y Manuel Ruiz Ruiz lo tiene. Que él se lo crea, ya no depende de nosotros. Es más fácil escribir aquí los países del mundo donde no ha expuesto, que donde sí. Me quedo sin espacio para relatar los premios y honores concedidos a su persona, los galardones a su obra, y el reconocimiento a una trayectoria, de estilo y lenguaje plástico personalísimo, que le ha llevado a ocupar un lugar de privilegio entre, los creadores granadinos de la segunda mitad del siglo pasado hasta nuestros días. Y además, no levita, suele andar por la acera muy pegado al suelo. Ese es Manuel Ruiz al Cuadrado.

domingo, 2 de julio de 2023

UN ALBAICINERO ILUSTRE

 UN ALBAICINERO ILUSTRE



Tito Ortiz.-


A trompicones en la historia, salen de vez en cuando a la luz de las subastas, algunas obras de este paisano ilustre, nacido en nuestro barrio más internacional, y sin el que no se puede estudiar en toda su dimensión, la pintura del mejor Barroco español. Me refiero a nuestro vecino, Pedro Atanasio Bocanegra, cuyo legado artístico tiene un peso específico en la historia del arte. Hijo de Antonio del Moral y Andrea de la Paz y Bocanegra, nació en la parroquia de San Juan de los Reyes de Granada en 1638. Se casó en 1655 con María de la Chica en contra de los deseos de su suegro,- que ya observaba en él cierto carácter altivo - engendrando una nutrida descendencia. Entre sus hijos destaca, Antonio Atanasio, que también se dedicó a la pintura.

Cuenta, Adrián Contreras Guerrero que, su primera formación estuvo ligada al taller de Miguel Jerónimo de Cieza. Junto a él y a Ambrosio Martínez ejecutó su primer encargo conocido: unas pinturas para los altares efímeros levantados en la festividad del Corpus Christi en la plaza de Bib-Rambla. Se estima que sería hacia 1662, con veinticuatro años, cuando entró en el taller de Alonso Cano, junto a Juan de Sevilla. De Cano, heredaría los rasgos más característicos de su paleta aunque curiosamente no se mostrarían con toda plenitud hasta varios años después de la muerte del Racionero. En 1668 se hace cargo de los primeros encargos de importancia para los frailes jesuitas y “los juaninos”, y dos años más tarde, en 1670 se produce su espaldarazo definitivo cuando ejecuta el ciclo de “la Vida de la Virgen” para la Cartuja. Este encargo le permitió además medirse con su maestro, quien lo recibió en su taller precisamente cuando estaba pintando el famoso programa mariano de la Catedral.


MAL CARÁCTER

Dicen los historiadores que lo han estudiado a fondo, que Bocanegra unía a su genialidad creadora como gran pintor, un carácter endiablado, que en no pocas ocasiones le costó disgustos y trifulcas con sus contemporáneos. En 1672, avalado por el éxito del ciclo cartujo y en vistas a conseguir la plaza de pintor catedralicio, regala al cabildo eclesiástico un gran lienzo de la Crucifixión logrando su propósito dos años más tarde. En su etapa más brillante compaginó sus obras al servicio del templo metropolitano con otros encargos externos para conventos y particulares. Del primer grupo destacan la “Lactación de San Bernardo”, el “Triunfo de San Cecilio”, la “Aparición de la Virgen a San Juan de la Mata” y la “Visión de San Félix de Valois”. Por estos años Bocanegra consiguió imponerse a su rival, Juan de Sevilla como pintor hegemónico, a la vez que ascendía en la escala social. 

Coinciden en afirmar, los que de esto saben, que su paso por Sevilla  es sospechosamente breve, al presenciar lo que allí se trabaja en esa época, y tal vez considerando Bocanegra, que él está ya en otra onda muy diferente. De ahí que salga presurosamente hacia Madrid, buscando mayores horizontes, en un momento en el que su pintura se acerca tanto a la de Alonso Cano- considerado por todos como su verdadero maestro- que comienza a ser muy difícil, ante obras de uno y otro, dilucidar cuál es Bocanegra, y cual Alonso Cano.

LA CORTE

En 1686 marcha a Madrid, protegido por el marqués de Mancera, don Pedro de Toledo, quien le ayudó a obtener el título de pintor del rey por un cuadro en el que aprovechó una estampa veneciana anónima del siglo XVI. Se trata de la pintura que Palomino llama “Jeroglífico de la Justicia”, hoy conservada en la Real Academia de San Fernando. También Palomino refiere los encontronazos que tuvo Bocanegra con otros pintores madrileños dado su altivo carácter. El conocimiento de la pintura madrileña de fin de siglo, dotó de nuevas influencias a su ya de por sí ecléctico estilo, lo que se puede observar en algunas de sus obras finales como la “Virgen rodeada de santos” del Museo de Bellas Artes de Granada. En este tramo final de su producción hasta su muerte, acaecida en 1689, vuelve a aflorar con fuerza la influencia “canesca” en telas como la “Virgen del Rosario” del Museo de Bellas Artes o la “Virgen de Belén” de Colomera. A su vuelta a Granada, Palomino afirma que Teodoro Ardemans, lo retó a ejecutar retratos cruzados, y viendo que éste le aventajaba en habilidad, no pudo terminar el suyo y murió a los pocos días. La tradición popular afirma que esta misma pintura es la que se conserva el Palacio Arzobispal de Granada. 

De su obra se ha dicho que, su estilo se acerca mucho al de su maestro Cano, consiguiendo un gran encanto en sus imágenes religiosas, representadas con mucha delicadeza. Su debilidad en el dibujo la compensó con un agradable colorido, que muestra un interés por el arte flamenco, en especial el de Anton Van Dyck. A lo que hay que añadir, que fue un pintor muy reconocido en vida, valorando la sociedad del momento, la categoría de su obra y la apertura de su estilo a metas muy superiores, de las impuestas por quienes lo enseñaron. El buen concepto que tenía de sí mismo, y la falta de diplomacia en algunas ocasiones, le privaron de mayores recompensas en vida, pero no hay que olvidar, que incluso aquellos con los que estaba enemistado, admitían sin paliativos la contundencia de sus trabajos, que aún hoy, lo mantienen como creador indispensable de su época, cuya obra es digna de estudio en todo momento, con proyección internacional.