domingo, 16 de julio de 2023

¡MÚSICA MAESTRO!

 ¡MÚSICA MAESTRO!



Tito Ortiz.-


Granada no ha vuelto a vivir una rivalidad taurina, como la que protagonizaron los novilleros, Rafael Mariscal y Miguel Montenegro. “Mariscalistas y montenegristas”, llegaron incluso a las manos, por defender al torero de su afición. La escuela taurina del Club Taurino, se encargó de formarlos y lanzarlos a la gloria del toreo, para regocijo de una Granada taurina, que los vio triunfar, no solo en su tierra, sino en todas las plazas importantes de España y América. Aquellos dos niños granadinos, pusieron Vista Alegre boca abajo, la noche de su mano a mano, y Madrid se les rindió. Pronto surgieron sus peñas taurinas y la intención de contar con ellos para todo, en la ciudad que los vio nacer y crecer. Hasta La Albaicinera Virgen de La Aurora, llevó los bordados de sus vestidos de torear en el palio y saya. Granada hervía con las dos aficiones encontradas, y el club taurino era entonces un centro de actividad frenética, hasta el punto de que un toro muerto, mató a un socio.  

Si he dicho bien, un toro muerto, mató a un socio. Costumbre era, que los taurinos se reunieran en el salón de la chimenea a leer el periódico, y un día ocurrió lo imposible. Una de las cabezas de toro que colgaba de la pared, con su placa en la que se leía, la ganadería, el nombre del bicho y los caballos que había matado en la plaza del Triunfo, se descolgó al fallarle la alcayata, con tan mala fortuna que un socio que bajo ella leía el Ideal, resultó muerto en el acto. De los toros no puede uno fiarse, aunque estén muertos y disecados.

EL CATETO

Años más tarde, Granada iba a recobrar su afición y su ilusión taurina, con la irrupción de un torero diferente. Ricardo Puga, "El Cateto", logró hacerse un hueco en la Granada taurina con su verdad taurómaca y originalidad porque se hacía anunciar en unos enormes carteles, vestido de pana y albarcas, con un haz de leña al hombro. Algunos decían ver en el, la reencarnación de otro mítico torero granadino, Miguel Gálvez, "El Lechero", que en 1737 tuvo bastante renombre. Puga Cifuentes, "El Cateto", nacido en Juviles, tomó la alternativa en Motril de manos de Curro Girón, y actuó como testigo un torerazo de nuestra tierra, José Julio Granada. El Cateto, en su corta trayectoria, revolucionó a la afición, y hoy su estirpe sigue siendo famosa, porque su sobrino, es el Mago "Migue", tan querido por todos nosotros, y su hermano y padre del mago internacional, Francisco Puga, nos arrancó durante mucho tiempo una sonrisa, al ver sus chistes en la prensa local, firmados como “Frapuci”. Ricardo Puga, en su pub "Vía Veneto", tenía una escultura en bronce del pato Nicol, personaje impresindible de nuestra llorada, Maricarmen y sus muñecos, frente a la que todas las noches tocaba el piano mi admirado, Luís Megias.

EL DIAMANTE RUBIO

Pues en el Sacromonte tenía una cueva, Tito Luís, como lo llamábamos los amigos, que era conocido como, "El Diamante Rubio". Misógino desde la cuna, al ser abandonado por su madre nada más nacer, se atrincheró tras unas gafas sin cristales y un bastón flexible a lo charlot para hacer reír y animar en todo. Su oronda figura era habitual en las tardes de los domingos en el viejo Los Cármenes, donde revestido con los colores de nuestro Granada, y portando un enorme sombrero andaluz con las listas blaquirojas, recorría todo el campo animando a la afición. Tampoco faltaba a las corridas de la monumental Frascuelo, donde su grito de: ¡Música maestro!, dirigido a la banda, animaba a la afición en el inicio de la faena de muleta. "El Diamante Rubio", formó parte también de la cuadrilla de toreo cómico, que en Granada, capitaneaba, Antonio Rubito, tranviario de Churriana, conocido como "El Gran Pirulo", que toreaba vestido de Charles Chaplin, utilizando su bastón para montar la muleta. De aquella cuadrilla de cómicos en el ruedo, formaron parte muchos granadinos, como Vaquerito, o Juanillo el barnizador, famoso por torear las becerras, vestido de gitana, o de Cantinflas. Éste último me contaba, que durante muchos años, los toreros cómicos granadinos recorrieron la geografía española, como lo hacían entonces, "El Bombero Torero", "El Empastre", o "El Chino Torero". Contaba con especial gracia, como en la postguerra, y para poder sacar rendimiento de las carnes, los empresarios les echaban para torear, no becerras de un año, sino vacas cinqueñas ventajosas en el matadero, y de aquellas hazañas, contaba lo ocurrido en Diezma, donde la vaca era tan grande, que cuando se les quedaba a la altura de las zapatillas y echaba el aire por las fauces, era tanto y tan caliente, que ellos le pusieron de nombre, "La Fogonera". Y eran las circunstancias tan paupérrimas, que por temor a quedarse sin el festejo, en el pueblo decidieron no sacrificarla, de tal modo, que durante más de diez años, les echaron para torear a la misma vaca, con la que ya lograron tener una amistad grande, y cada año, se despedían de ella abrazándola hasta el siguiente. "La Fogonera", llegó a ser un compañero más de los toreros cómicos granadinos de la cuadrilla de "El Gran Pirulo". 

EL FANDI

Pero sin duda, quién más gloria taurina ha dado a Granada, y más prolongada en el tiempo es, David Fandila “El Fandi”, un notable esquiador, que haciendo caso a la estirpe familiar, un día cambió las tablas y los bastones por el capote, las banderillas y la muleta, convirtiéndose en el matador de toros banderillero, más poderoso y versátil de la historia, para honor de nuestra tierra, que lo reconoce y admira. Se trata de un torero poderoso en  plena madurez de su arte, al que las lesiones le visitan con mayor frecuencia que a otros, debido a su entrega y pundonor sin límites. Honor y gloria al Fandi, y como diría el Diamante Rubio: ¡Música maestro!


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