CURSOS MANUEL DE FALLA
Tito
Ortiz.-
El Festival de Granada
potencia su vertiente educativa, de formación e investigación a través de los
Cursos Manuel de Falla, una de las más prestigiosas convocatorias del país en
el ámbito de la formación no reglada de la música y la danza, y que desde su
creación en 1970 reúne en Granada a profesionales y alumnos llegados de todo el
mundo. Así reza en su carta de presentación, en una edición ya más que
acreditada en todo el mundo, en la que éste año sobresale una vez más, La
Academia Barroca del Festival de Granada.
Desde su inicio, los Cursos
Manuel de Falla han apostado por establecer una estrecha colaboración con los
propios intérpretes y compositores que actúan en el Festival o estrenan en el
mismo sus composiciones, de forma que los alumnos puedan enriquecerse con el
magisterio de los artistas del más alto nivel. Desde Sergiu Celibidache, Joan
Guinjoan, Xavier Montsalvatge, Jesse Levine, Luis de Pablo, José García Román,
Rodolfo, Ernesto y Cristóbal Halffter, Harry Christophers, Óscar Esplá, Antón
García Abril, Michael Thomas o José Mª Sánchez-Verdú en el ámbito de la
composición y dirección, hasta intérpretes como Rosa Sabater, Maria João Pires
o Dimitri Bashkirov (piano), Radu Adulescu o Lluís Claret (violonchelo), Regino
Sáinz de la Maza, Andrés Segovia, Los Romero o Manolo Sanlúcar (guitarra),
Rafael Puyana (clave), Victoria de los Ángeles, Teresa Berganza, Lynne Dawson o
Nancy Argenta (voz), Ludwig Streitcher (contrabajo), Nicanor Zabaleta (arpa),
Henryk Szering (violín), Tamara Rojo y José Carlos Martínez (danza).
ASÍ EMPEZÓ TODO
Cuando se crean los Cursos
Manuel de Falla, Antonio Iglesias, que sigue el Festival desde su inicio, toma
parte en asignaturas y profesorado, hasta que el impulso definitivo se alcanza
en 1978, cuando se trasladan el programa de estudios y los alumnos al
estrenado, Auditorio Manuel de Falla. Años más tarde se añadirán los
desaparecidos concursos de composición y de interpretación para guitarra, que
heredarían después en nuestra costa con gran acierto, portando el nombre de uno
de los componentes del jurado de entonces, formado por Regino Sainz de La Maza,
Narciso Yepes, Manuel Cano y el linarense-granadino, Andrés Segovia. Con un
profesorado de currículum atractivo, solvente, y con materias tan diversas,
como el canto coral, la composición o la interpretación de la viola, a cargo de
Agustín león Ara, Iglesias consigue traer a Granada un plantel de acreditados
profesores de la tierra hispana, muchos de ellos primeras figuras internacionales,
y con esa acción, hasta Granada llegan alumnos venidos de todo el mundo,
deseosos de perfeccionar su formación musical, en un marco incomparable,
inmersos en un Festival Internacional de Música Y Danza, consagrado, y con unos
profesores respaldados por su virtudes y trayectoria.
EL REPASO DE CADA MAÑANA
José Antonio Lacárcel, me
mandaba a que me diera una vuelta por la mañana, grabadora en mano, tanto por
los cursos Manuel de Falla, como por los ensayos del Festival. Había que tener
la última hora musical con todos los protagonistas, tanto para el programa
diario en Radio Popular, “Festival Internacional Al Día”, como para las páginas
de “Patria” y” La Hoja del Lunes”. Cuando yo aparecía por el despacho de don
Antonio Iglesias, el encendía un buen puro, yo mi pipa, y empezaba la crítica a
todo lo que yo había dicho en la radio y escrito en los periódicos. El sabaneo
que me daba era diario, y me aplicaba el tercer grado, no tenía piedad conmigo.
A mí el café se me atragantaba todas las mañanas, pero lo que yo aprendía de
aquel hombre, no estaba pagado con nada. Iglesias tenía una voz de barítono
bajo, con una dicción castellana perfecta, a la que él añadía cierta
musicalidad gallega, no exenta de socarronería. Me tomaba el pelo, pero me
enseñaba todas las mañanas más, que en una academia privada. Conforme él me
atizaba, iba creciendo mi admiración ante aquel hombre, que cada mañana se
ponía ante mi como una enciclopedia musical e histórica impagable, para que yo
aprendiera a no decir tonterías en materia musical. Han pasado cuarenta años, y
tengo su voz metida en mi cerebro, con todo lo que aprendí de aquellos cafés
matinales, ante un hombre imprescindible para entender la historia musical de
este país, en la segunda mitad del siglo pasado.
TOMÁS MARCO
De los ilustres músicos que en
el festival o los cursos impartían su docencia y sapiencia en Granada, recuerdo
a muchos, pero hoy me detengo en el compositor Tomás Marco, de cuyas
conversaciones me enriquecí tanto, en un momento crucial para la música
contemporánea.
El madrileño Tomás Marco
Aragón, estudió violín y composición, simultaneando esta actividad con estudios
en Derecho. Amplió estudios musicales en Francia y Alemania, donde recibió
clases de Pierre Boulez, György Ligeti, Karlheinz Stockhausen, Bruno Maderna y
Theodor Adorno, entre otros, y es autor de diversos libros y artículos sobre
música contemporánea española y Premio Nacional de Música de España. Trabajó
once años en los servicios musicales de Radio Nacional de España siendo Premio
Nacional de Radiodifusión y Premio Ondas. De 1981 a 1985, fue director–Gerente
del Organismo Autónomo Orquesta y Coro Nacionales de España y entre 1991 y 1995
Director Técnico de los mismos conjuntos. Desde 1993 es miembro numerario de la
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. De 1977 a 1996 Consejero de
SGAE. En 1996 Director de Festivales de la Comunidad de Madrid. De mayo de 1996
a julio de 1999, director general del INAEM. En 1998 Doctor Honoris Causa por
la Universidad Complutense de Madrid. En diciembre de 2020 fue elegido como
Director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Como compositor
es autor de cinco óperas, un ballet, siete sinfonías, música coral, de cámara,
etc. En la actualidad se dedica exclusivamente a escribir música y sobre música.
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