EL CASTILLO DE LA CALAHORRA
Tito
Ortiz.-
Construido en un breve plazo -
la decoración se completa en el periodo 1509-1512-, para su ejecución se
aprovecha parte de la cantería de la fortaleza árabe que se asentaba
previamente en el cerro y, para su ornato, se importan de Italia materiales,
técnicas y artistas. Desconociéndose en la actualidad la traza original del
edificio, la dirección de obras se encarga en un principio al arquitecto
segoviano Lorenzo Vázquez que, por desavenencias con el marqués del Cenete, se
traslada al genovés Michele Carlone. Este trabajaría primero en su taller de
Génova, desde donde enviaría los mármoles de Carrara ya labrados al puerto de
Almería, y posteriormente, ejercer la dirección en el propio castillo para
inspeccionar el montaje y el trabajo con materiales locales. La Calahorra es
considerada la primera obra de envergadura en la que se documenta el trabajo de
artistas italianos en España, si bien el diferente origen de los autores que
labran sus piezas (lombardos, genoveses y carrareses), explica las diferencias
estilísticas en la decoración del inmueble, que no obstante exhibe una
sorprendente unidad.
Las excavaciones arqueológicas
constatan que precediendo a la fortaleza renacentista existía otra de época
andalusí. La actual se erige a principios del siglo XVI por el hijo ilegítimo
del cardenal Mendoza, que fundó en esta comarca un mayorazgo a favor de su
heredero, don Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, primer marqués del Cenete y
conde del Cid, título último relacionado con su posesión de la fortaleza del
mítico Cid Campeador en Jadraque, personaje del que se declararía sucesor y del
que adopta sus apellidos. Don Rodrigo Mendoza erige su castillo-palacio en el
sur de la meseta, desde donde se obtiene el mejor control visual del territorio
circundante.
ANTONIO ENRIQUE
Tuve la suerte hace ya muchos
años de que mi hermano Antonio Enrique, poeta, escritor y académico, me
sirviera de guía extraordinario, para visitar el castillo de La Calahorra, y
así, descubrir todo el encanto y belleza histórica y plástica que esta
fortaleza contiene en el Marquesado del Zenete, a las faldas de Sierra Nevada.
Yo había visitado el recinto en varias ocasiones, pero hasta entonces, no tuve
la oportunidad de descubrirlo en toda su dimensión.
Jamás pude sospechar que la
rotundidad arquitectónica de su forma exterior, pudiera albergar en sus
entrañas la riqueza de un palacio del siglo XVI, con la influencia artística
necesaria, como para diferenciarlo en toda magnitud, de las construcciones españolas
de la época, abriendo una puerta a las vanguardias artísticas de Europa, sin
escatimar en gastos ni, en los mejores hacedores del momento.
Paseamos una y otra vez, los
dos solos, por todas y cada una de sus estancias que, Antonio Enrique define
con primor en su novela dedicada al monumento y, a las criaturas humanas o no,
que lo habitaron en tiempos de revueltas no solo moriscas. Saliendo a relucir
como es lógico, “La Estantigua” con todo el misterio que atesora y la rodea
Es posible que muchos conozcan
la historia de éste castillo, inmortalizado en películas y series de éxito,
pero si de verdad quieren comprenderlo, no pueden dejar de leer la novela que
Antonio Enrique le dedica: “Kalaat Horra”, Tres mujeres solas y abandonadas
lloran su desgracia. Mencía de Mendoza que añora los años vividos con su
esposo. María de Mendoza que espera el reconocimiento y aprecio de su amante, D.
Juan de Austria. Y Ana de Austria, monja, que enloquece buscando a su hermano
Francisco arrebatado a su madre cuando niño.
VISTA POSTERIOR
Yo recomiendo primero la
lectura de la novela de Antonio Enrique, antes de proceder a su visita, porque
la sensación será totalmente beneficiosa para entender la grandeza de la obra y
de quienes la habitaron. El proyecto de La Calahorra debió gestarse durante el
viaje que don Rodrigo realiza a Italia entre 1506 y 1508, durante el cual debió
encargar y obtener los primeros planos y diseños para la decoración de su
castillo. Por otro lado, del inventario realizado por el gobernador de Valencia
de la biblioteca de don Rodrigo Díaz de Vivar, heredada en buena parte de su
padre el cardenal Mendoza, se desprende la sobresaliente formación humanista de
la familia, hecho que también quedaría reflejado en el programa decorativo del
interior del castillo. Con 632 volúmenes, la biblioteca contaba con una
importante presencia de textos clásicos grecolatinos, así como literatura,
tratados de arquitectura y filosofía de autores del renacimiento italiano.
El castillo fue habitado por
don Rodrigo de Mendoza y María de Fonseca tan sólo durante ocho años tras
concluirse las obras, y sería tomado en heredad por sus hijas. Recobrará un
importante protagonismo durante la Rebelión de las Alpujarras o Guerra de los
Moriscos (1568-1571), especialmente violenta en el marquesado del Cenete,
sirviendo de refugio de los proclamados cristianos viejos y acuartelamiento del
marqués de Mondéjar. Posteriormente fue abandonado durante siglos, hasta que a
principios del siglo XX estuvo a punto de ser vendido y trasladado a Estados
Unidos, antes de pasar a su actual propietario. En cuanto a los restos
documentados de la fortaleza árabe de época anterior, se conservan muros de
torres y de un bastión, así como dos pequeñas albercas y parte de una muralla.
Debido a la concentración de teja y mortero de cal en el interior del primitivo
recinto, es muy probable que la fortaleza albergara una pequeña población.
A tiro de piedra desde Guadix,
no me canso de recomendar una pausada visita, en la seguridad de que el viajero
no quedará indiferente ante un resto de nuestra historia de una importancia
tal, que por ser nuestro, a veces no ha merecido toda la atención que sus muros
merecen y, es nuestro patrimonio.