domingo, 25 de agosto de 2024

 


¡QUE VIVA ZAPATA ¡

 

Tito Ortiz.-

 

Puede ser Luís Mariano o Gayarre, Gardel o Serrat, Carlos Cano o Miguel de Molina. Tiene en sus cuerdas vocales uno de los instrumentos naturales más preciados y, en su mente, la capacidad creadora de un artista multidisciplinar que, lo mismo se adentra en Verdi o Mozart, que presenta y sostiene una gala con la solvencia de un elegido. Es rápido de mente, ocurrente, sagaz, teniendo la capacidad de improvisar, sin perder el guion en ningún momento, ni cuando lo invitan a “Pasa Palabra”. Quejío flamenco, tampoco le falta.

Es un hombre del renacimiento, es ese artista cuya sólida formación, le permite abordar los más dispares estilos, sin perder el hilo de la secuencia y, eso, hoy día es muy difícil de encontrar: José Manuel Zapata, nació en nuestra tierra el año que yo me licencié de la mili, inició sus estudios de canto en Madrid con Toñi Rosado Casas y los perfeccionó con Ana Luisa Chova en el Conservatorio Superior de Música de Valencia. Ha asistido a clases magistrales y cursos de perfeccionamiento con Yelena Obraztsova, Pedro Lavirgen, Renata Scotto, Victoria de los Ángeles, Lola Arenas, Magda Olivero, Giuseppe di Stefano, Enrique Viana y Donald Sultzen, entre otros.

No fue un niño prodigio, según dice él, todo empezó así: “Mi relación con la música Clásica, llega muy tarde y por casualidad... a los 18 años, y porque una amiga del instituto me dijo que a lo mejor me cogían en su coro. Fui a probar, y... sonaba el Alleluia de Haendel, fue amor a “primera escucha”, me maravillaron aquellas voces y aquellas armonías que se entrelazaban hipnotizándome.” Y gracias a eso, hoy disfrutamos de su arte y valor para emprender los proyectos más dispares y armónicos.

A RODAR POR EL MUNDO

Tras su paso por Madrid, recaló en Valencia ingresando en su coro y: “De cantar “Bolos” en la Comunidad Valenciana, pasé en 4 escasos años a debutar en el Metropolitan Opera House de New York, por el camino, Teatro Real de Madrid, Teatro del Liceo de Barcelona, Deutsche Oper de Berlín, Semper Oper de Dresden, Reggio Di Parma, Massimo de Palermo, Rossini Opera Festival, Teâtre Chatelet y Champs Elysees de Paris, Teather An der Wien , y otros muchos teatros maravillosos. He tenido el honor de cantar con los mejores cantantes del mundo (Flórez, Garança, Antonacci, Fleming, Bronwlee, Podles, Blake, Di Donato….etc.), y con directores de orquesta extraordinarios (Zedda, López-Cobos, Spinosi, Rousset, Pons, Frizza, Allemandi, Scimone..).”

El tercer Milenio es el suyo. Debutó en 2001 con el papel de Albazar de la ópera El turco en Italia de Rossini en el Teatro Campoamor de Oviedo, bajo la dirección de Alberto Zedda. Fue galardonado con el Premio Ópera Actual 2006 y el Premio Lírica Teatro Campoamor, por su interpretación de Idreno en Semiramide de Rossini, en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona. Posteriormente, interpretó el papel de Elvino de La sonámbula de Bellini, bajo la dirección de los maestros Jorge Rubio y Cristóbal Soler, en el teatro Gayarre de Pamplona y en el Palacio de la Música de Valencia, respectivamente. También ha interpretado los papeles del Conde Alberto en La ocasión hace al ladrón, de Rossini, en el taller de ópera del Gran Teatro del Liceo de Barcelona; Cavalier Belfiore en El viaje a Reims en la Ópera Nacional de Varsovia, bajo la dirección de Alberto Zedda; Porcus en el estreno en España de Juana de Arco en la Hoguera de Honegger en el Festival Internacional de Música y Danza de Granada y en el Festival de Peralada, Libenskof de Il Viaggio a Reims en Pésaro, Misail de Borís Godunov en el Teatro del Liceo de Barcelona, Isauun en Il Califfo di Bagdad de Manuel García, además de otros papeles en teatros y festivales. Y en 2006 interpretó el Requiem en re menor, KV 626 junto a la Orquesta Ciudad de Granada y bajo la batuta de Jean-Jacques Kantorow.

ABRIENDO EL ABANICO

Solo con lo relatado anteriormente, se podría justificar toda una vida profesional de primer nivel, pero Zapata es insaciable en la apertura de nuevas fronteras, abordando con total solvencia otros proyectos de los que sale triunfante. En 2008 y junto a la cantante Pasión Vega, compartió proyecto artístico y escenario en su espectáculo conjunto en directo Tango: Mano a Mano, presentado el 27 de septiembre de 2008 en el Teatro Isabel la Católica de Granada y el 6 de octubre de 2008 en el Teatro Real de Madrid, con un repertorio formado por clásicos tangos argentinos. Sony Music editó este proyecto en CD el 10 de noviembre de 2010 con el mismo nombre. En el disco, Zapata canta a dúo tangos junto a artistas como Miguel Poveda, José Mercé, Rocío Márquez, Marina Heredia, Pasión Vega y Ángela Cervantes. Algo que hasta entonces, no fue muy frecuente en artistas de sólida formación lírica y el impacto fue mundial. Zapata dice que: “Y entre todo esto he grabado varias óperas y dos discos, que son como hijos míos; Tango Mano a mano y Operazza. He escrito y co-dirigido: Barrockeros, Óperame, Los Divinos, El hombre que se llamaba Amadeus, Concierto para Zapata y orquesta…. Vamos, un NO PARAR!!! Durante estos últimos 20 años me he ido dejando pedacitos de alma en cada uno de estos teatros y con cada uno de esos compañeros. Espero seguir haciéndolo muchos años más. ¿El futuro? Mucha, mucha música buena"

Con motivo de la gala aniversario del hospital Virgen de Las Nieves, me permitió frasear junto a él, El Canto a La Espada de la zarzuela El Huésped del Sevillano, unos instantes que yo necesitaría varias vidas para agradecérselo. Zapata es uno de los nuestros.

domingo, 18 de agosto de 2024

 


ECHANDO HUMO

 

Tito Ortiz.-

 

Pertenezco a una generación que, sin duda, ha sido la que más ha tenido que desaprender en menor tiempo. Nos educaron en unas costumbres y leyes, que cuando ya las teníamos más que aprendidas, han sido derogadas en pos de nuevos tiempos y mejor salud, por lo que nuestra capacidad de adaptación ha tenido que ser en tiempo récord, ante prohibiciones que antes se daban por sentadas, porque eran como nos habían educado.

Recuerdo que la primera vez que entré en un estanco y vi un letrero que decía: “Se prohíbe fumar”, pensé que era una humorada del estanquero. Yo estaba acostumbrado a entrar a la consulta de mi médico desde niño y, ver como éste me atendía fumando un cigarrillo, mientras averiguaba mis dolencias, con un cenicero repleto de colillas sobre su mesa. Ya digo y mantengo que soy viejo, muy viejo.

Cuando la vida me llevó a estar presente en quirófano, a nadie extrañaba que, cuando una operación se prolongaba en exceso, el cirujano se apartara de la mesa de operaciones y, se echara un pitillo antes de proseguir con la intervención. Omito describir las humaredas de tabaco que, he presenciado en las enfermerías de las plazas de toros, o en los “ofis” de enfermería en las noches de guardia.

El asunto es que el tabaco se vendía en los estancos, con la anuencia del gobierno que, recaudaba y recauda buenos dividendos, mientras nosotros nos vamos envenenando, sin prisa, pero sin pausa, destrozando nuestra salud y enriqueciendo al gobierno.

 

HISTORIA

Al parecer, está comprobado históricamente, que ya en el siglo XIV se inventaron los estancos, para que solo en ellos, y amparados por el Estado, se vendieran productos como la Sal, el Aguardiente, la Pólvora o el Plomo, entre otros. Un siglo más tarde, se añade a la actividad del Salitre, o la Goma Laca, la expedición desde éstos mostradores, de Naipes homologados por el Gobierno, para que los jugadores no puedan hacer trampas, y papel sellado, éste último llegando a pervivir hasta hace algunos años.

Fue el Rey Felipe II, quién dio un gran impulso a la implantación de los estancos, con el pretexto de que nadie traficara con la Sal y sus desequilibrantes precios, dependiendo de la región donde se adquiriera. Y de ésta forma, se garantizaba una entrada de impuestos a la corona, nada desdeñable y continua. Avanzado el tiempo, era imprescindible acudir a un estanco, no solo, para comprar un sello de correos y echar una carta. Solo allí te vendían las pólizas, obligatorias en cada instancia que tuvieras que presentar en cualquier estamento, pegándola en el recuadrito superior que ya traía impreso el papel. En mis tiempos de juventud, fueron moneda de uso corriente las pólizas de tres pesetas, imprescindibles para cualquier trámite oficial por nimio que éste fuera.

PAPEL DEL ESTADO

A muchos jóvenes sorprenderá saber, que para pagar una multa de tráfico – por ejemplo- no bastaba ir con el dinero en la mano y saldar la cuenta, o hacer una moderna transferencia. El importe exacto de la sanción, tenías que comprarlo en, Papel del Estado, en un estanco, y con el, dirigirte al centro oficial que se tratara, hacer cola en la ventanilla, y abonarla con esos papeles timbrados adquiridos donde comprabas el tabaco. En esa Expendeduría, también tenías que comprar el certificado timbrado, en el que tu médico advertía de tus dolencias o estado de salud. Al igual que el Certificado de Penales, donde constaba tu historial delictivo, o, por el contrario, la ausencia de antecedentes penales, circunstancia imprescindible para pertenecer a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, por ejemplo.

NUEVOS TIEMPOS

De vender el tabaco de cuarterón y la picadura selecta con libritos de papel, piedras para encendedores, y mechas para los yesqueros, los estancos actuales han pasado a ser lugares -por lo general- alegres, coloristas, con una gran variedad de productos que ofrecer, impensables en aquellos años. Hablo de libros, peluches, bebidas refrescantes, o guías para turistas, con un horario flexible, nada que ver con el estricto tirar de la persiana de entonces. La última novedad son los líquidos para vapear, de múltiples sabores y fragancias, incluida la nicotina, que digan lo que digan, también son adictivos. En algunos estancos puedes recargar el bono bus, echar la primitiva, comprar la prensa, ante la desaparición de los quioscos, recargar el teléfono móvil, o comprar un suvenir de tu paso por la ciudad.

Cuando comencé a trabajar como periodista, en cada mesa de la redacción había un cenicero repleto de colillas, y conforme se acercaba la hora del cierre de la edición, la nube de humo en la estancia, te impedía ver con claridad al compañero de la mesa de al lado. En el locutorio de la radio pasaba igual. A veces solo adivinabas la cara del operador de sonido al otro lado de la pecera. Guardo en mi memoria el programa de televisión, “La Clave” con José Luís Balbín, fumando en pipa –como yo- en directo, al igual que los contertulios con sus cigarros, y alguno con puro. Y todo eso lo hemos tenido que desaprender, con gran sentimiento de culpa por lo que hemos hecho, a pesar de que nos habían educado en eso, en fumar, porque como el coñac Soberano, fumar era cosa de hombres, y hemos hecho esta regresión tan mal, que ahora dicen las estadísticas, que el mayor porcentaje de las incorporaciones a esto de fumar, se lo llevan las mujeres. Total: Que con nosotros no hay quien pueda. Me voy echando humo.

 

domingo, 11 de agosto de 2024

 


MÁS METRO

 

Tito Ortiz.-

 

Nací en una Granada vertebrada por una red de tranvías que, abarcaba todos los pueblos de alrededor y Sierra Nevada. Había nudos de transporte en el Triunfo, Puerta Real, Villarejo y Humilladero. En el centro urbano había líneas desde la Caleta bifurcadas en el triunfo. Mientras una continuaba por la Gran Vía y Reyes Católicos, otra bajaba por San juan de Dios, Placeta de La Universidad, Fábrica Vieja, Alhóndiga y hasta las cocheras de San Antón. El servicio era tan completo que, a solicitud, se le podían añadir a los tranvías de pasajeros, otros vagones para transportar cualquier tipo de materiales. Recuerdo haber visto tranvías repletos de chopos recién cortados, remolacha camino de las azucareras, o muebles de todo tipo. A estos vagones especiales se les llamaban “jardineras”.

Los billetes para viajar se adquirían al cobrador que viajaba junto al conductor, había quién se subía en marcha y unos asientos reservados para inválidos civiles. También revisores que subían cuando menos te esperabas, y con un aparatito, taladraban el billete.

LOS PRIMEROS

Los primeros intentos de implantar un sistema de tranvías en la ciudad de Granada se sucedieron a partir de 1875, cuando una iniciativa de industriales granadinos intentó establecer sin éxito una compañía de tranvías de tracción animal. Se presentaron otros proyectos en 1878 y en 1892, pero hasta 1896 no se aprobaron las primeras concesiones que llevaron a la creación de la empresa Tranvías de Granada. La entrada de capital francés supuso la aplicación de tecnología gala y retrasó las obras que habían comenzado en 1900 con el tendido de las líneas en Plaza Nueva. Debido a dificultades económicas, asumió el proyecto Nicolás Escoriaza, quien constituyó la sociedad Tranvías Eléctricos de Granada en diciembre de 1903, con sede en Zaragoza.

 

La primera línea se estableció finalmente en 1904 entre Cocheras-Puerta Real y Plaza Nueva. La empresa contó con material móvil propio, fabricado en Zaragoza, e incluso se autoabasteció de energía con la construcción de una central hidroeléctrica en el Salto de Monachil.

A partir de 1912 comienza el establecimiento de la red interurbana con la inauguración de la línea hasta Las Gabias, continuando con nuevas líneas a Santa Fe y Atarfe (1917), a Chauchina y Pinos Puente (1918), a Alhendín y La Zubia (1922), a Padul en (1923), a Dúrcal (1924) y a Fuente Vaqueros (1941). En total se construyeron casi 100 km de líneas para el transporte de viajeros y mercancías, destinadas principalmente a las industrias azucareras de la Vega de Granada. En 1963 se abandona el servicio urbano de tranvías a petición del ayuntamiento de Granada. El transporte de mercancías en las líneas interurbanas fue anulado en 1969 y en 1971 fue suspendido el servicio interurbano de pasajeros, pasando las líneas a ser gestionadas por FEVE.

VUELVE EL TRANVÍA

La red de tranvías y trenes eléctricos que funcionó durante el siglo XX tuvo un gran desarrollo en la ciudad de Granada y los pueblos de la Vega. Sin embargo, al igual que en otras ciudades españolas, a partir de los años 50 el vehículo de combustión fue tomando protagonismo y los tranvías fueron sustituidos por autobuses hasta que en el año 1974 circuló el último. Con la entrada del siglo XXI, la ciudad de Granada empieza a plantearse una respuesta a los problemas de movilidad que genera el crecimiento de su área metropolitana y el volumen de desplazamientos centralizados en la actividad económica y social de sus habitantes.

La planificación de las infraestructuras del Gobierno autonómico recoge la necesidad de esta línea de metro ligero desde el año 1997. Pero no fue hasta 2002, cuando la maquinaría se puso en marcha para recuperar los tranvías y así nace el Metropolitano. En 2007 comenzaron las obras en Albolote, Maracena y Armilla, un año más tarde en la capital, y en 2017 se iniciaron las pruebas.

HERMOSA REALIDAD

Atrás quedaron las voces agoreras que vaticinaron el fracaso total de la iniciativa. Hoy el Metroplitano se ha convertido en una infraestructura imprescindible, no solo para la capital, sino, para su área metropolitana, cuyos usuarios se cuentan por millones, siendo muy loable, la sensibilidad de la empresa que, aumenta su servicio en fechas claves como Navidad, Semana Santa o Corpus. Granada no se concibe ya sin el Metropolitano, hasta el punto que, se hace urgente la ampliación del servicio a otras poblaciones que lo reclaman con ansia. Las obras que se llevan a cabo en Churriana o Las Gabias, para ofrecerles este servicio, se han convertido en un proyecto ilusionante para miles de vecinos que envidian, a los que tenemos la suerte de disfrutar de esta infraestructura desde hace años.

Metro de Granada, gestionado por la Consejería de Fomento, Articulación del Territorio y Vivienda a través de la Agencia de Obra Pública de la Junta de Andalucía, ha instalado 78 plazas de aparcamientos seguros para bicicletas y vehículos de movilidad personal (VMP) en las paradas de Albolote, Armilla y Universidad (Granada capital) para fomentar la intermodalidad e incentivar el uso del metropolitano. La consejera de Fomento, Articulación del Territorio y Vivienda, Rocío Díaz, ha afirmado que estas mejoras son las que “hacen que más granadinos sigan apostando por el Metro de Granada como su transporte de referencia”. Rocío Díaz ha destacado que estos aparcamientos para bicicletas y patinetes se suman a otras inversiones que el Gobierno andaluz está impulsando para seguir ganando viajeros al metropolitano, como la adquisición de nuevos trenes, ya en pruebas, o las obras de prolongación Sur.

Por todo lo antes expuesto, no queda más que felicitarnos por la llegada del Metropolitano a nuestras vidas y… seguir pidiendo su ampliación.

 

 

 

domingo, 4 de agosto de 2024

 


SE FUERON, CUANDO QUISIERON

 

Tito Ortiz.-

 

No existe un acto de mayor libertad y valentía que, el de disponer de la vida propia en el instante preciso, que es mucho más que un caballo con jinete en lo alto de un reloj consistorial. Debe ser terrible seguir viviendo sin verle sentido a la vida. Algo así debió sentir Ángel Ganivet, tan lejos de su Granada y de su Fuente del Avellano, cuya cofradía fundó para, tras beber agua, girar el cuello y contemplar la belleza de un Sacromonte gitano, colocado en el paisaje para él, y sus contertulios.

La poeta que se sumergió en el mar de La Plata, cuando –según ella- ya había llegado a su meta se llamaba Alfonsina Storni. Los que nacimos después de 1938, supimos de ella por una canción que dulcifica un poco los últimos instantes de su vida.

Por la blanda arena que lame el mar

su pequeña huella no vuelve más,

un sendero solo de pena y silencio llegó

hasta el agua profunda.

«Alfonsina y el mar» es una zamba compuesta por el pianista argentino Ariel Ramírez y el escritor Félix Luna, publicada por primera vez en el disco de Mercedes Sosa, “Mujeres argentinas (1969).” Y no se trata de la carta póstuma de la poeta. Aunque Ariel Ramírez no conoció directamente a la poetisa, esta fue alumna de su padre, Zenón Ramírez, quien transmitió a su hijo el drama de Alfonsina Storni. Y la canción nace como homenaje a quién voluntariamente se fue, sin dejar nada escrito.

Una voz antigua de viento y de sal

te requiebra el alma y la está llevando

y te vas hacia allá como en sueños,

dormida, Alfonsina, vestida de mar.

ÁNGEL LUÍS

En 1972, cuando Carlos Cano y Enrique Morente se van a ^París a, mostrar las credenciales de “Manifiesto Canción del Sur” forjado por Juan de Loxa, se produce la incorporación al movimiento de la canción protesta andaluza de, Ángel Luís Luque, mi vecino del balcón de enfrente en la calle san Matías, con el que compartí tantas madrugadas de verano, de uno a otro lado de la calle, hablando de política, de música y poesía.  Ángel Luís, definía al Manifiesto como un posicionamiento ideológico revolucionario, al servicio de la causa andaluza, ​y su música y actitud en el escenario fueron siempre congruentes con esta posición reivindicativa. Entre sus temas destaca especialmente, “A vosotros”, basado en un poema de Pessoa y que se convirtió en un verdadero himno a la solidaridad y la lucha por la libertad. ​ Luque nunca llegó a grabar este tema, pero sí lo hizo Enrique Moratalla años más tarde. Y no lo hizo porque decidió marcharse, en el instante preciso que él lo decidió, después de su paso por tareas municipales en democracia, de llenar los cajones de su mesa con canciones jamás grabadas, después de una y otra vez afinar su guitarra, que en algún momento le dio la espalda, sin que él lo aceptara. Un buen día se bajó a la costa, y después de una noche en vela, en las que las cartas no salieron, le dio un beso a su madre muy temprano y le dijo: Voy a por churros para desayunar. Y… No volvió. Aun así, yo sigo en mi balcón de San Matías, cada noche de verano, esperando que el suyo se habrá, encendiendo un cigarrillo y diciéndome… ¿Niño, ¿qué? Y así continuar nuestra charla a la luz de las estrellas.

“QISQUETE”

Embutido en aquellas botas camperas, pantalones vaqueros, gorrilla soviética y gafas redondas a lo John Lennon, Javier Egea, acotó sus dominios muy pronto, y solo traspasaron los límites del cerco, aquellos a quien él les dio visado de camaradas. Copa de brandy en una mano, cigarrillo en la otra, declamaba el devenir de tiempos mejores, en madrugadas de “Tertulia” con el fondo de Violeta Parra, o Facundo Cabral. Cuando te miraba, te estaba haciendo una radiografía, era como un escáner cerebral y como los resultados no fueran los que el pretendía, ya te podías dar por muerto.

Publicó pocos libros de poesía: Serena luz del viento (1974), A boca de parir (1976), Troppo Mare (1980), Paseo de los tristes (1982), La otra sentimentalidad (1983, junto a Luis García Montero y Álvaro Salvador), Argentina 78 (1977, editado en 1983 por «La Tertulia»), y Raro de Luna (1990). Gran admirador de Rafael Alberti, también publicó, junto a Luis García Montero, en 1982, el librito Manifiesto albertista, que ambos leyeron en presencia del poeta gaditano en el local «La Tertulia», en 1982. Al morir, dejó incompleto un libro que, al parecer, iba a titularse Sonetos del diente de oro, los cuales fueron publicados en 2006 por la editorial I&CILE, con reproducción en facsímil. Javier Egea no fue un poeta "académico" sino que más bien fue un poeta a pie de calle, que vivió en íntima relación con la poesía. Comprometido con la izquierda, su poesía puede ponerse en relación con las teorías literarias desarrolladas por el catedrático de la Universidad de Granada, Juan Carlos Rodríguez Gómez. Participó en numerosos actos culturales y políticos (recitales poéticos por toda España, en Cuba y Argentina, y realizaba actuaciones musicales y poéticas con la actriz argentina Susana Oviedo, con textos de García Lorca, Alberti y María Teresa León, Bertolt Brecht o Garcilaso de la Vega. Fue también guía de la Casa-museo de Federico García Lorca en la Huerta de San Vicente de Granada.

El caso es que, como conversador, lo recuerdo como un ilustre polemista, con la disconformidad por bandera, que ahora cumple sus bodas de plata voluntarias con la gloria, y que nos dejó muchos deberes para hacer, así que… a trabajar chicos.