sábado, 20 de septiembre de 2025

 


EN ARRESTO DOMICILIARIO

 

Tito Ortiz.-

 

Sin prisa, pero sin pausa, de una manera cada vez más preocupante, saltan casi a diario a los medios de comunicación, las noticias de las deficiencias que están ocurriendo en las residencias de ancianos. Ya no hablo de lo ocurrido durante la pandemia de infausto recuerdo, sino, de lo que está pasando hoy en día.

Es cierto que no se puede generalizar porque, por experiencia muy cercana, doy fe de que hay residencias que funcionan a las mil maravillas, donde los ancianos son tratados con cariño, sin carencias y con una atención gastronómica personalizada, que ni en los mejores restaurantes, además de una atención sanitaria adecuada y permanente, con fisioterapeuta, podólogo e incluso peluquería. Pero no es menos cierto que hay residencias en las que los ancianos reciben una escasa atención en todos los sentidos.

Hay centros que se anuncian con médico las 24 horas, y resulta que, por la noche, solo hay una enfermera diplomada para decenas de ancianos, y si ocurre algo grave pues llaman al 112 y santas pascuas. Otros donde la comida es muy mejorable, como el aseo diario de las personas, terapias ocupacionales o actividades para que la residencia no se convierta en un lugar donde los ancianos están aparcados. Existen residencias estatales cuya explotación sale a concurso y en realidad están regidas por empresas privadas. Unas funcionan adecuadamente, pero, otras, tienen carencias de personal, falta de mantenimiento en las instalaciones, o el trato recibido por los internos es muy mejorable.

A mi juicio, faltan inspecciones de la administración competente, que hagan un seguimiento frecuente y adecuado, para ver si se cumplen todas las condiciones exigidas en los pliegos de concesión, y más celeridad en la resolución de los problemas que se presentan. No es admisible que uno de los casos recientes denunciados, en un centro de titularidad estatal, pero con la explotación cedida al ayuntamiento, el ascensor esté averiado desde hace meses y se echen unos a otros la responsabilidad de arreglarlo, mientras que los ancianos en sillas de ruedas tienen que subir a planta, gracias a la buena voluntad de los bomberos, que los auxilian. Los ancianos no pueden estar en arresto domiciliario.

INFORMACIÓN CONVOCADA

Comencé en esta profesión de periodista a principios de los años setenta del siglo pasado y, por entonces, que alguna entidad, pública o privada nos convocara a una rueda de prensa, era una raya en el agua. Los periodistas teníamos que buscar la noticia, echándonos a la calle desde la mañana, para llegar a media tarde a la redacción con los deberes hechos, buscar una mesa libre en la redacción y, en la vieja “Lexicon 80” de Olivetti, darle forma al reportaje o la entrevista, mientras conversábamos con los compañeros la actualidad del día, en una jornada que se prolongaba hasta la madrugada, en la que en el Diario Patria, hacíamos un receso para tomar un tentempié en lo que dimos en llamar, un ágape de la redacción de cierre, que tenía su final en la calle Gran Capitán, en un cenáculo llamado “Oxford 2”, donde esperábamos que se incorporaran los compañeros de Ideal, para celebrar el sanedrín de la información granadina.  

Hoy los periodistas tienen poco roce entre ellos, incluso los del mismo medio. Las nuevas tecnologías te permiten trabajar en cualquier sitio, sin tener que pisar la redacción de tu medio, de tal guisa que, hay quien realiza su trabajo desde casa. Pero lo más preocupante es la esclavitud de la información convocada, que te impide llevar la iniciativa en lo más interesante, porque tienes que asistir a todas las ruedas de prensa que se convocan, sin ton ni son, hasta el punto de que en una misma hora coinciden dos o tres, y tienes que elegir a donde vas en busca de la noticia que tú no has buscado, sino que te han convocado a ella, y rápidamente a casa para mandarla a tú medio. No sé si exagero al decir que, hoy día, hay periodistas que parecen trabajar en arresto domiciliario, sin poder tomarle el pulso a la calle y, lo que es peor, ni a los compañeros.

Y DEL TABACO… NI HABLAMOS

Pertenezco a una generación en la que eso de fumar era cosa de hombres machos, y casi estaba mal visto que algunas mujeres lo hicieran. Para declarar tú hombría tenías que fumar el tabaco negro más fuerte que hubiera, Celtas, Peninsulares, Caldo de Gallina o Habanos. Si te veían fumar tabaco rubio, eso es que eras un blandengue. Yo, que nunca me fumé un cigarrillo y me decidí por fumar en pipa desde el principio, eso, además, era considerado como de alta distinción social, o sea, la releche.

Fumar mata, está claro, y no solo mata al que echa el humo por la boca, sino, al que lo inhala por cercanía, a mí no hay que convencerme de eso, pero permítanseme algunas consideraciones o contradicciones: El estado está a punto de prohibir fumar en terrazas, parques y otras zonas, me parece bien, pero en algún lugar tendremos que fumar los que padecemos esta adicción que, es una enfermedad como otra cualquiera, con un nivel de adicción como la copa de un pino. Si dejar de fumar fuera sencillo, yo lo hubiera conseguido en las tres o cuatro veces que lo he intentado, pero aquí me tienen, escribiendo este artículo con la pipa en los labios.

Pero lo que ya es la repera es que, el mismo Estado que nos prohíbe fumar, nos vende en los estancos la droga que nos mata, pagando los impuestos más altos, con subidas consecutivas cada dos meses, de las que sacan pingües beneficios. Digo yo que, ya que pagamos el porcentaje más alto por fumar, lo menos que merecemos estos enfermos, es que el Estado nos indique isletas urbanas, u otros lugares donde poder matarnos sin implicar a nadie, porque esto de ser fumador, nos está costando la vida y la cuenta bancaria. Nos han condenado a fumar en arresto domiciliario.

 

domingo, 14 de septiembre de 2025

 


DE NUEVO EN CABEZA

 

Tito Ortiz.-

 

Quede claro de una vez y para siempre que, fue Granada la que, en 1922, levantó la voz a todo el mundo, poniendo al cante jondo en el lugar que le correspondía por derecho propio. Que nadie más intente ningunearnos en este sentido, ni apropiarse de iniciativas que tuvieron su origen en La Alhambra, por obra y gracia de un puñado de valientes que, aún teniendo en contra o de espaldas a un segmento importante de la sociedad, tuvieron el valor de sacar el flamenco de colmaos y habitáculos alumbrados con candiles, para ponerlo sobre un escenario, dignificándolo y proyectándolo a los cuatro vientos, como un arte nuestro, genuino, permeable a todas las culturas de Oriente y Occidente.

En aquellas tertulias vespertinas de la casa de Manuel de Falla, que proseguían más tarde en la taberna de El Polinario, nació la idea de poner en marcha una escuela donde aprender el flamenco con sede en el Centro Artístico, Literario y Científico de Granada, cuyos frutos serían recogidos más tarde en El Primer Concurso de Cante Jondo de toda la historia.

Por no hacer la lista interminable, digamos que se reunían, Andrés Segovia, Manuel Jofré y Federico García Lorca. Ellos, pero sobre todo con la imprescindible labor de Miguel Cerón, fueron los que lograron canalizar las preocupaciones del maestro Falla sobre el peligro de desaparición del auténtico y puro cante jondo.

UNA PICA EN FLANDES

Y así nació el Primer Concurso de Cante Jondo que auspiciado por el Centro Artístico y subvencionado por el Ayuntamiento iba a tener lugar en el Mirador de San Nicolás del Albaicín durante las Fiestas del Corpus del año 1922. Finalmente se trasladó el escenario a la Plaza de los Aljibes en plena Alhambra. Como invitado de honor, Ignacio Zuloaga, que no sólo dirigió al grupo de artistas que configuraron la escenografía, sino que aportó un premio extraordinario de 1.000 pesetas para el mejor “cantaor”. El pintor jiennense Manuel Ángeles Ortiz diseñó el cartel y la presentación corrió a cargo de Ramón Gómez de la Serna. Entre los asistentes, Santiago Rusiñol, Fernando de los Ríos, Edgar Neville, por supuesto Manuel de Falla, Federico García Lorca y también los músicos Joaquín Turina, Óscar Esplá y Ángel Barrios. La noche de la inauguración dicen que cayó un buen chaparrón, tal como se recoge en la caricatura de Antonio López Sancho, donde se muestran a algunos de los presentes, protegiéndose de la lluvia con las sillas por encima de sus cabezas. A pesar del agua, los días 13 y 14 de junio de 1922 Granada recogió lo mejor del cante flamenco de la época.

El concurso tuvo como jurado a don Antonio Chacón, Pastora Pavón La Niña de los Peines y Manuel Torre, “El Niño de Jerez”. El Premio de Honor quedó desierto y el Primer Premio de cante, el Premio Zuloaga, se le otorgó a Diego Bermúdez, “El tío tenazas”, peculiar personaje con más de setenta años, medio ciego y gran bebedor con un pulmón destrozado por la puñalada de una reyerta; vecino de Lucena había tardado tres días en llegar andando desde Puente Genil. Otro premio de 1.000 pesetas fue para un niño de once años, natural de Sevilla de nombre Manolo, pero conocido como El Caracol. Como final de fiesta, don Antonio Chacón cantó unas medias granadinas que como dicen las crónicas, hicieron temblar al misterio: «¡Viva Graná que es mi tierra, / viva el puente del Genil, / la Virgen de las Angustias, la Alhambra y el Albaicín!»

MÁS INTENTOS

Manuel de Falla no quedó contento con el tratamiento que tanto el Centro Artístico, como el Ayuntamiento, dieron al resultado del acontecimiento, así que hizo mutis por el foro, dejando que al año siguiente fueran otros los que continuaran la grandiosa iniciativa. En 1923 se celebró el segundo concurso, esta vez en el Corral del Carbón, de cuyo resultado las crónicas no destacan nada especial.

No sería hasta cincuenta años más tarde cuando se intentó retomar el asunto, con un acontecimiento que esta vez, sí se llevó a cabo en la Placeta de San Nicolás, frente a La Alhambra. Durante casi un mes este periódico fue publicando, a modo de coleccionable, el libro inédito “El Cante según Jofré” en cuyas páginas Rafael Jofré, recogía toda la historia del Cante Primitivo Andaluz. En 1972 los artistas participantes eran también aficionados, entre ellos se encontraban Manuel Ávila, Diego Clavel y Calixto Sánchez, que obtuvo el primer premio. El jurado por su parte estaba compuesto entre otros por dos cantaores consagrados, Pepe el de la Matrona y Fosforito. En el discurso de apertura del acto, Miguel Olmedo Moreno, director del Centro Artístico, recordó la organización del concurso de 1922, y explicó la intención de homenajear con el del cincuentenario, a dos grandes guitarristas, Andrés Segovia y Manolo Cano.

PRIMERA BIENAL

Sin olvidar los desaparecidos “Encuentros Flamencos” que organizaba La Peña La Platería anualmente en el Auditorio Manuel de Falla, estamos en el ecuador de la mejor iniciativa flamenca llevada a cabo en nuestra ciudad, desde el Concurso de 1922. La celebración de esta primera Bienal de Flamenco, tanto por el elevado nivel de los artistas, como por los escenarios elegidos y sus actividades paralelas, constituye un acontecimiento a nivel mundial, con el flamenco como protagonista que, una vez más, ha puesto a Granada a la cabeza de la defensa, promoción y proyección del flamenco en todas sus facetas y vertientes. Con esta Bienal, nuestra ciudad ha vuelto a retomar el estandarte de lo jondo, enarbolándolo a los cuatro puntos cardinales, pero, sobre todo, recoge el testigo de aquellos intelectuales que, en 1922, tuvieron una idea única, y la llevaron a cabo con la mayor de las generosidades, para hacerla desde Granada patrimonio Mundial. Ole por ellos.

 

 

domingo, 7 de septiembre de 2025

 


EL FINAL DEL VERANO

 

Tito Ortiz.-

 

Como si el destino juguetón quisiera hacer honor a su canción, se nos ha ido Manuel de La Calva -la mitad del dúo Dinámico- al final del verano. Me resulta imposible desligar mi infancia, adolescencia y madurez, a la banda sonora de toda mi vida, desde aquel viejo toca discos que mi tío Ñoño enchufaba al portalámparas que había en el salón, colocando sobre el plato unos discos de 45 revoluciones, que llevaban dos temas por cada cara, al final de los cincuenta y todos los sesenta. Desde “Quince años tiene mi amor” a “Resistiré”, hay toda una vida plagada de vivencia en aquellos guateques, en los que yo, como niño, pinchaba los discos para que los mayores no perdieran el tiempo, no fuera que algún avispado les levantara el ligue. A fin de cuentas, la tarde del domingo era todo el tiempo que tenían para buscar pareja porque, entonces, se trabajaba los sábados, así que, el tiempo había que aprovecharlo con toda intensidad, hasta la próxima semana. Eran tiempos en que los novios no se veían en días laborables.

Aparte la consabida gaseosa, la bebida consistía en poner un fondo común para hacer una sangría, generosa en canela en rama, que al parecer era afrodisiaca, u optar por una limonada con vino blanco, agua con gas y algunos peces que no eran otra cosa que rodajas de plátano. A la sangría se le echaba melocotón. Todo ello en una orza de Fajalauza, con un cuarto de barra de hielo, comprada en “La Siberia” de la calle, Escudo del Carmen y como tapa, un cuenco de aceitunas aliñadas de los “Pedraza” y, unas patatas fritas compradas a Pepe en la calle de La Colcha, por donde pasaba el tranvía.

NUEVO CURSO

Se nos va el verano -al menos es lo que dice el calendario- con la mayor ola de calor de todos los tiempos, con los incendios más graves jamás contados, con las autonomías en entredicho, debido a su actuación ante los mismos, con una falta de previsión para evitarlos palpable y, con un coste en vidas humanas y haciendas irreparable. Algo estamos haciendo mal, mientras unos se echan a otros las culpas, eludiendo la responsabilidad que admitieron cuando accedieron voluntariamente a sus cargos. Cobran unos sueldos altísimos, lo suficiente para, exigirles mayor diligencia ante una Dana o un incendio que, deja desprotegidos a los ciudadanos, en manos de quienes no tienen capacitación para seguir ostentando responsabilidades políticas.

Y de esta guisa, abordamos un nuevo curso en el que la gratuidad de los libros en la enseñanza obligatoria no es suficiente, si la cuantía del material escolar exigido alcanza cifras desorbitadas. Un nuevo curso en el que se nos birla la enseñanza universitaria de la Inteligencia Artificial, pese a llevar años preparándonos para ello, aunque se le puede conceder a universidades privadas sin ningún rubor. Un curso más en que los profesores se examinan, aprueban, y no obtienen plaza, así que, a intentarlo de nuevo el año que viene y durante estos meses, a superar la frustración y el desánimo una vez más, repitiendo una y otra vez el fatídico día de la marmota. Algunos, para cuando tengan plaza, ya estarán en edad de jubilarse, o cotizarán tan poco tiempo que, la pensión que les quede, no les dará ni para pagar la luz que, por cierto, vaya subidón que ha pegado estos meses.

CURSO COFRADE

Se retoma en estos días la actividad cofrade en Granada y, lo hacemos de la mano y bajo el manto de nuestra Patrona La Virgen de Las Angustias. La que vive en la Carrera nos convoca a la actividad testimonial de nuestra militancia en la Fe, con una serie de actos como su novena, a la que asiste la sociedad granadina representada en sus instituciones públicas y privadas, sin olvidar el pueblo anónimo, ese que, al pasar por su puerta, se descubre o persigna en señal de respeto. Ese que visita a diario su flamante museo, demostrando que ha sido todo un éxito su puesta en marcha, ese que asiste en masa el día 15 a su ofrenda floral. El que  ésta tarde presenciará la segunda exaltación a nuestra señora, a cargo de nuestro paisano, Fernando Díaz de La Guardia, insigne comunicador y amante de nuestras tradiciones. Esa es la Granada que el último domingo de este mes, abarrotará nuestras calles para presenciar un año más, el paso de Nuestra Señora de Las Angustias, que por primera vez, no irá portada por su horquillero, Paco Carrasco, a quién Ella llamó a su presencia hace unos meses, dejándonos huérfanos de un gran ejemplo cofrade, pues a su condición de hermano de Las Angustias, Paco Carrasco unió siempre su militancia en la semana santa con hermandades como Los Favores, La Concha, El Vía Crucis, La Amargura, La Lanzada o el Nazareno, entre otras muchas.

La Federación de Cofradías, comienza también su curso cofrade, con ilusiones renovadas, con proyectos de mantenimiento y enriquecimiento de toda una serie de actos cofrades que culminarán con el esplendor de nuestros pasos en la calle, en una semana santa granadina consolidada, con cimientos firmes para ir progresando en su actividad y proyección fuera de nuestras fronteras, donde ya se le reconoce el trabajo realizado en los últimos años.  Salidas extraordinarias, cartel, pregón y aniversario fundacional, tendrán especial espacio en una agenda que se nos propone más que interesante, sin olvidar la actividad religiosa interna, la formación continuada de los cofrades y las relaciones con otras semanas santas de nuestro entorno, entre las que destaco, las de nuestra provincia, cada vez más en auge y que, tanto aportan a nuestra historia cofrade granadina.

Se nos va el verano, pero comienza un nuevo curso más que ilusionante.

domingo, 31 de agosto de 2025

 


LEER, LEER Y LEER

 

Tito Ortiz.-

 

A veces pienso que, el hábito de la lectura o se lleva en los genes desde la cuna o, no hay nada que hacer. Yo no los doy por perdidos, pero, es muy difícil que un niño que no ve a sus padres con un libro en las manos vaya a ser con el tiempo, un consumado lector, aunque la excepción confirma la regla.

Dicen que las vacaciones son el mejor momento para leer, incluso los hay quienes aseguran que, durante el verano, aprovechan para leer los libros que se amontonan encima de la mesa, por falta de tiempo durante el resto del año. En ocasiones es fácil observar a criaturas humanas en piscinas y playas con un libro en las manos, pero de verdad ¿están leyendo? o echando la siesta porque, con las gafas de sol puestas, resulta imposible saberlo, hay que concederles el beneficio de la duda.

Cuando viajamos en el metro o en el autobús, la mayoría de las personas van enfrascadas con la vista puesta en el teléfono móvil, pero no es menos cierto que, de vez en cuando, también hay alguien que lee un libro. En este caso, más de una vez he tenido la intención de levantarme y darle un abrazo, pero me he aguantado, no vaya a pensar que se me ha ido la cabeza, o que pretendo quitarle la cartera en un descuido, porque en los tiempos que corren, todo es posible. Tampoco hay que olvidar a los que utilizan el libro como cebo para ligar. Se sitúan bien a la vista de todos con la edición en las manos, esperando que salte un espontaneo preguntándole por el argumento y, de esta manera iniciar conversación. Se tiene la creencia de que, si ligas con un libro como pretexto, ya has hecho una preselección humana y social, en la que puedes asegurar que la persona que mordió el anzuelo tiene cierto nivel cultural, con lo cual, ya has cernido con habilidad el cupo de pretendientes.

LAS TROMPETAS DEL APOCALIPSIS

Lo mismo que la eterna crisis del teatro, desde que nací vengo escuchando y leyendo que, estadísticamente, España es un país donde se lee poco. No hace mucho que se vaticinó de nuevo, la inminente desaparición del libro, sobre todo cuando salió el invento del libro electrónico, el famoso E-book, que iba a dar al traste con lo que conocemos desde el invento de Juan de Gutenberg, augurando que los libros quedarían como, piezas de museo a visitar como fósiles del pasado, pero nada más lejos de la realidad.

El creciente éxito, edición tras edición de la feria del libro de Granada, junto con las que se celebran en la piel de toro, demuestran que el libro está más vivo que nunca y que, la afición a la lectura cala cada vez más en nuestros infantes. Pero no es menos cierto que, no se puede presionar al respecto. Tengo mis dudas a cerca de esos profesores de primaria que, obligan a sus alumnos a leer un mínimo de tres libros al trimestre, porque en algunos casos se podría interpretar como un castigo. A ese respecto debo confesar que yo caí también en el error de, castigar el número de horas excesivo ante la video consola, con sentar a la criatura en el sofá poniéndole un libro en las manos y, aunque no me salió mal del todo, he de reconocer que la lectura de un libro no debe ser el castigo ante nada, muy al contrario, leer debe interpretarse como un premio al buen comportamiento y las buenas notas durante el curso. Así que no hagan lo que yo hice porque, a veces se puede generar un efecto rebote logrando lo contrario que pretendíamos.

LEER ES UN PLACER

A pesar de mis años, todavía no he conseguido explicar con palabras, la emoción casi erótica que siento con un libro en mis manos. Olerlo, pasar sus páginas descubriendo un nuevo mundo en cada una de ellas, evadiéndome de la realidad circundante, haciendo una inmersión en nuevos ídolos y aventuras, empapándome de la genialidad creadora de sus autores/as. Aprendiendo, siempre aprendiendo en la escuela infinita de la formación continuada.

Claro que hay que estar ojo avizor cuando haces una nueva adquisición porque, con esta eclosión editorial que nos abruma, hay que estar muy preparado para separar la paja del grano. Con esto de que ya hay quién, no encontrando editorial que asuma su publicación, pide un crédito personal y se autoedita su libro, a veces nos encontramos de que, hay quién ha publicado más libros de los que ha leído, y eso si que es peligroso. La capacitación de un autor, no se mide por el número de ejemplares publicados, sino, por el de libros que haya leído y, esta última cifra, debe ser muy superior a la primera, de lo contrario, el asunto que cae en nuestras manos no tendrá enjundia ninguna.

El panorama editorial es tan rico en estos momentos que, incluso debemos sospechar de aquellas firmas de reconocido prestigio que, caen en la tentación de copiarse a si mismos, con tal de poner en el mercado un nuevo ejemplar. Hay quién para no perder comba y estar todos los años firmando libros en las casetas de las ferias, nos obsequian con alguna que otra secuela de su obra anterior que, mejor estaría metida en el cajón de su mesa o, en la nevera, esperando mejor oportunidad o que a sus lectores se nos haya olvidado la entrega anterior. Háganme caso, comprar un libro requiere su tiempo y en su caso, el asesoramiento de nuestro librero de toda la vida que es quien más sabe de eso … Y de nosotros mismos. Feliz lectura.

 

 

 

domingo, 24 de agosto de 2025

 


MANTILLA ALBAICINERA

 

Tito Ortiz.-

 

Hubo un tiempo en que los patios y calles del Albayzín, estaban sembrados de muchachas con bastidores que, con el primor de manos expertas, bordaban mantillas como sustento familiar, realizando auténticas obras de arte, muy cotizadas por su origen en el barrio granadino.

Dicen los que de esto saben que, la mantilla es una prenda femenina popular en España, a partir del antiguo manto, con el que tradicionalmente se cubría la mujer, y evolucionó hasta convertirse en un elegante tocado de blonda (encaje realizado con hilo de seda), chantilly o tul. Es habitual en procesiones de Semana Santa, en las corridas de toros y otros eventos castizos, además de ser prenda ceremonial de las "madrinas" en bautizos y bodas. A menudo se complementa con una peineta.

Algunos estudios arqueológicos fijan el origen de la mantilla en la península en la civilización ibérica, a partir del descubrimiento de figurillas prerromanas de mujeres con tocados muy similares. En el siglo XVII ya era habitual utilizar la mantilla de encaje como prenda distinguida además de las de paño y mantones de seda. Sin embargo, su uso no se generalizó entre las mujeres de la nobleza y alta burguesía hasta finales del siglo XVIII (como se aprecia en varios retratos pintados por Francisco de Goya), costumbre que continuó Isabel II de España, y que ya en el siglo veinte repitió la Reina Sofía.

En cuanto a su tejido, existen tres clases fundamentales: Mantilla de blonda o encaje de seda, con grandes motivos florales realizados en seda más brillante, con ondulaciones en los bordes o "puntas de castañuelas". La mantilla de Chantilly, hecha con un ligero tejido originario de esta ciudad francesa y bordado con distintos motivos, y la de tul, tejido delgado y transparente (confeccionado con seda, hilo o algodón), usado a modo de imitación de las mantillas de blonda y chantilly.

EUGENIA DE MONTIJO

A partir del siglo XVIII, la mantilla evoluciona, se le añaden más encajes, aparece la mantilla de tres picos, popularizada por la granadina Eugenia de Montijo, que la impone en la corte francesa. Se comienza a usar como chal y, a finales de siglo, se comienza a llevar con peina entre la alta sociedad. Pero su eclosión no llega hasta el siglo XIX cuando la mantilla vive una auténtica explosión y se instaura el binomio mantilla y peina. Nos encontramos en una España invadida por Napoleón y unos españoles que no quieren que los franceses les impongan sus costumbres y sus modas. En la masculina sí se toman ciertos elementos afrancesados, pero en la femenina no, por eso se populariza el uso de la mantilla. Deja de ser un elemento de las clases más nobles, que buscan reivindicar lo español a través de su indumentaria, sino que también empieza a usarse entre las clases más populares, como síntoma de rebeldía ante el invasor.

Pero no es hasta la llegada de Isabel II al trono, cuando el uso de la mantilla se convierte en todo un icono. Si no fuera por ella, la mantilla no sería la prenda que es hoy. A ella se le conoce como la reina castiza y, era una reina que tenía un gusto especial por todo lo español. Ella se ponía la mantilla y toda la corte hacía lo mismo, de ahí que se popularizara su uso. Las jóvenes salían a pasear a la pradera de San Isidro y lucían sus mantillas y peinas, como hacía la reina. Esta costumbre llega a Sevilla por el vínculo de la reina y su hermana con la ciudad y. así, el Palacio de San Telmo, que es donde se reunía la jet set de la época, se llena de mujeres ataviadas con esta indumentaria, irradiándose a toda Andalucía, de manera muy especial a Granada, donde se aborda su confección con tal profesionalidad, que las bordadoras del Albayzín estaban más que cotizadas en las provincias limítrofes. Poseer una mantilla bordada en el famoso barrio granadino, fue en su momento, síntoma de gusto y poder adquisitivo.

SEÑAL DE REBELDÍA

 

Tras la Revolución Gloriosa, el gobierno de Isabel II se ve obligado a abandonar el poder y la reina termina exiliada en Francia. En ese contexto, se impone el reinado de Amadeo de Saboya, algo que a los españoles parece no convencer. A los españoles no nos gustan las imposiciones y cuando llega Amadeo de Saboya todo el pueblo se le pone en contra y la mantilla vuelve a convertirse en un elemento de protesta. En este contexto empieza a popularizarse el uso de sombreros entre las damas, pero las mujeres españolas los declinan y toman la mantilla como único elemento ornamental. Su uso se convierte en una señal de rebeldía y lo que empieza como una revolución estética termina con el fin del reinado de Amadeo de Saboya sólo un año después. Como dice Pilar Larrondo, a la hora de diferenciar entre las mantillas, hay que hablar de la mantilla rectangular (o de velo de toalla), rondeña (o de empanadilla), de pico (cuyo uso popularizó nuestra paisana Eugenia de Montijo) o madroñera (muy típica de Ronda). Cada una de ellas puede presentar un tipo de encaje diferente; bien de bolillo, bien de aguja o bien de chantilly. Esta última es la más fina, también la más cara, y quizás la que menos abunda. Una mantilla de chantilly es la más cara y valorada, sobre todo si te la han bordado en el Albayzín, manos primorosas, mientras cantaban lo último de Marifé de Triana o, referían en confidencia, la última carta de su novio que estaba lejos haciendo la mili, esperando licenciarse pronto para pasar por el altar.

domingo, 17 de agosto de 2025

 


CON EL CODO EN LA BARRA DE UN BAR

 

Tito Ortiz.-

 

Desde hace decenios, vengo cursando estudios superiores en la universidad de la vida, con el codo apoyado en la barra de un bar. Parece mentira que nuestros proyectos de vida y, futuro de la sociedad, se lleven a cabo en tan singular punto de encuentro.

Es como si el hombre, antes de tomar una decisión, en lugar de encomendarse a sus dioses, hubiera optado por consultar su discurrir vital con el codo reposando sobre la madera, sosteniendo en la mano el vaso con la bebida que le hace llegar a la mejor de las conclusiones, para su devenir histórico. Y de esta manera y postura, se abordan los mayores proyectos de vida o, se ahogan las penas con el codo en la barra y la mano en el hombro de un amigo.

Mis ojos de niño recuerdan haber escuchado los mejores cantes flamencos, en tabernas acreditadas por sus buenos caldos y, por el grosor de la madera de su mostrador, a pesar de que en la pared luciera un mosaico con la inscripción de: “Se prohíbe el cante” y bajo ella, pintado con tiza a mano por un chusco la palabra: “Malo”. Junto a la barra de un bar, mis oídos de niño escucharon los mejores chistes sobre Franco, a “soto bocce”, cuando esto te podía costar la cárcel, también los primeros chascarrillos “verdes” que los niños no podíamos escuchar y, las primeras picardías que no podías decir en público.

SERVILLETAS DE PAPEL

Todavía no se le ha hecho el homenaje que se merece la servilleta de papel, ese utensilio humilde donde los haya, al alcance de todos de manera gratuita en la barra de un bar y, en el que se han iniciado los proyectos más importantes que, después han trascendido en la historia, sin que nadie recuerde que todo empezó escribiendo en una servilleta de papel sobre la barra de un bar.

Sin ir más lejos, el resurgir de la semana santa de Granada a mediados de los años setenta del siglo pasado, se fraguó sobre la barra del bar, “El Sota” en el corazón del Realejo donde, Curro Andrés y sus amigos, decidieron levantar la semana santa con la fundación de, Jesús del Amor y La Entrega y María Santísima de La Concepción. Sobre una servilleta de papel cogida de la barra del bar que, Antonio Sánchez Ramírez, “El Compadre” regentaba en una cueva del Sacromonte, pusieron sus firmas los fundadores de la Hermandad de Gloria del Rocío de Granada. Junto a la barra del bar restaurante, “El Mesón “de la placeta de Gamboa, se gestó la creación de la cofradía de Jesús Nazareno y María Santísima de La Merced.

En una simple servilleta de papel sobre la barra de un bar, los corredores de fincas han hecho grandes negocios, comprando o vendiendo cortijos, marjales o fanegas, fincas o haciendas y, todas esas transacciones tuvieron su origen sobre la barra de un bar, escritas en una humilde servilleta.

Sobre la barra del bar restaurante, “El León” de la calle del Pan, se le toma el pulso a la semana santa de Granada, todos los días del año, desde la década de los cincuenta del siglo pasado. Sobre esa barra se editan y presentan carteles, se ensayan pregones, se proyectan nuevos enseres, se cantan saetas y se anuncia en pocas horas la llegada de la semana santa, con un concierto de la Banda de cornetas y tambores de Jesús Despojado.

A CONTRAMANO

Con el codo en la barra de un bar, reflexiono sobre la actualidad y, me da miedo. Observo con pavor como se ha abierto la veda contra el inmigrante, cuando se le golpea con una barra de hierro y se le azuzan los perros, o se le retiene hasta la llegada de la autoridad. Asisto acojonado a las noticias que dicen que unos adolescentes han prendido fuego a una persona que dormía en la calle, que han apaleado a otro hasta la muerte o, le han prendido fuego a la casa donde vivían unos pobres.

¿Qué está pasando con el ser humano para que llegue a tal degradación?, hasta el punto de, acribillar a balazos a quienes piden un plato de comida. La guerra moderna no es bombardear al enemigo, ahora se trata de ir contra la población civil, masacrarla y, además, dejarla morir de hambre, mientras se impide la llegada de la ayuda humanitaria.

Y ya para rematarla, asistimos a la aberración más palpable, jamás contada. En nuestro país, hoy en día, hay más mascotas en casa que bebés. Nacen menos niños, pero se adoptan más perros y gatos, hasta tal punto de que, antes era normal ver a cualquiera por la calle ir tirando de la correa con un perro, pero ahora, es cada vez más frecuente verlos con dos y hasta tres perros, y todos son suyos. Pero es peor aún lo de los gatos, a los que controlamos menos porque estos no salen a la calle con un collar al cuello, de la mano de sus dueños. Permanecen ocultos en casa y hay -yo los he visto- familias monoparentales con siete y ocho gatos. Hemos cambiado de tener niños a optar por perros y gatos. Es una manera de acabar con la humanidad sin que nadie se dé cuenta.

Hubo un tiempo en que la escuela de la vida tenía sus instalaciones junto a la barra de un bar, donde los desahuciados vomitaban sus penas, los optimistas hacían planes de futuro, los tímidos socializaban y, los alegres cantaban a la vida como si no hubiera un mañana. Un tiempo en el que los psicólogos y psiquiatras no se comían una rosca. Después… Todo ha ido a peor.

domingo, 10 de agosto de 2025

 


VIAJAR ES UN PLACER

 

Tito Ortiz.-

 

Hoy día lo de trasladarse de lugar en transporte público está asumido como un servicio público de cierta garantía y comodidad. Aunque los granadinos sigamos teniendo carencias estructurales que, arrastramos de toda la vida. Tenemos pocos trenes que a menudo se retrasan, se cancelan, nos los paran en mitad de la nada, incluso algunos, ni están ni se les espera. Algo que no sería un problema si, ese aeropuerto que compartimos con los jienenses tuviera vuelos regulares, en un horario adecuado y con una frecuencia que se convirtiera en una clara alternativa al ferrocarril, pero no es el caso.

En cambio, si tenemos un buen sistema de comunicación con otras provincias, si optamos por el traslado en autobús, más económico, pero tardando más en el desplazamiento. Los autobuses suelen tener un asiento cómodo, aire acondicionado y una bodega en la que llevar tú equipaje, sin el temor de que te lo pierdan. Digo esto porque, en un vuelo Granada-Madrid, mi maleta terminó aterrizando en Jerez de La Frontera, mientras yo estaba en la capital del reino durante dos días, sin ropa que ponerme y sin cepillo de dientes, entre otros apechusques necesarios para la vida cotidiana.

Los autobuses urbanos van limpios, en el mejor de los casos el aire acondicionado les funciona, la frecuencia es aceptable, los motores cada vez contaminan menos, ya no vemos aquellos chorros de humo negro como carbonilla saliendo por el tubo de escape, pero en cambio, cuanto más modernos, menos asientos llevan, de tal manera que, al subirte, se produce una especie de subasta benéfica entre los pasajeros, para darte la oportunidad de sentarte, en la que entran en juego la edad del pasajero, la dama cargada de bolsas de la compra, o aquella embarazada que mira a su alrededor, solicitando la buena voluntad de alguien que se levante y le ceda el asiento. Esto se ha convertido en un asunto de buena voluntad entre ciudadanos, porque algunos se ocultan fijando la vista en su móvil, con los cascos puestos y, ya puedes estar con los últimos estertores de la muerte, que el adolescente incívico ni se inmuta, que haberlos, hailos.

¿DE DÓNDE VENIMOS?

Hasta que se inventaron los motores, teníamos asumido que para desplazarnos de un sitio a otro el único transporte era animal, preferentemente un caballo. Mulos y asnos también servían, pero los animales necesitaban de algunos cuidados durante el trayecto, si no queríamos que perecieran. Había que darles de beber, de comer y procurarles cierto descanso, por eso se inventaron las casas de postas. Lugares en mitad del camino, al inicio o en destino, donde se llevaban a cabo estos menesteres, incluido el herraje de las cabalgaduras, sin olvidar la alimentación y el reposo de sus jinetes. Sin ir más lejos, la afamada taberna de Puerta Real de mi amigo Enrique, a la que los granadinos llamamos “El Elefante”, fue en siglos pasados una casa de postas, de donde partían correos y viajeros para el resto de la provincia.

Después llegaron las diligencias, esos coches de caballos, con dos cocheros, que se turnaban durante el viaje para no hacerlo tan largo, con un pescante que los separaba de los viajeros, dejándolos expuestos a todas las inclemencias climáticas, mientras en la berlina se protegían con cortinas. De lo que no podían protegerse era de los bandoleros, que dominaban el trazado de las diligencias y asaltaban a los viajeros dejándolos con lo puesto, que a veces eran los paños menores. Viajar en esa época era siempre una aventura que, algunos, llevaron a la literatura con éxito y a los incipientes diarios.

A MOTOR

Con la construcción del primer automóvil, el invento también llegó con el tiempo al transporte colectivo. Las primeras camionetas a motor transportaban criaturas humanas, junto a animales, baúles y paquetes de todas clases. Y, además, se aprovechaba todo el espacio, incluido el techo exterior, donde lo mismo se ataban bártulos de todas clases, que se acondicionaban unos bancos para los pasajeros que llegaban tarde o cuyo billete era más barato que el asiento en el interior.

Al pasar de los años, eso de transportar algo o, alguien en el techo afortunadamente se prohibió. Se instalaron ceniceros en los respaldos de los asientos, para que nadie tirara las colillas por ventanilla, como síntoma de modernidad. Los pipos ya no iban atados con cuerdas en el exterior, tan sólo se permitían las maletas fuera de la cabina, atadas convenientemente a la baca.

Los autobuses de hoy, comparados con aquellas tartanas son como una nave espacial. Mis abuelos jamás hubieran imaginado que, en un futuro, viajaríamos en un autobús con cristales tintados para evitar el sol, aire acondicionado, luz para poder leer durante el trayecto sin molestar a nadie, un WC, pequeño bar y, ya el colmo de los colmos, una televisión donde ver una película mientras viajas, además de hacer el trayecto en el mismo tiempo, chispa más o menos, de lo que lo hace un automóvil particular.

Dijo Carlos Cano que… “Granada vive en si misma tan prisionera, que solo tiene salida por las estrellas”. Y eso es lo que le pasa a nuestra tierra con el transporte público de trenes y aviones, que al menos, nos han dejado una salida más que razonable con el transporte en autobús que, hasta ahora, se está mostrando como el más fiable y con menor riesgo de sobresaltos, para no convertir un viaje de trabajo o placer, en una aventura en la que nadie te asegura -salvo algunos casos- que, todo vaya a salir como tú lo tenías previsto. Y, además, tanto el autobús urbano como el metro, te dejan en la puerta de la estación… de autobuses, claro.