UNA ALCALAREÑA DEL
REALEJO
Tito Ortiz.-
Con el título, “Memoria de una
vida” y hasta el 23 de mayo, podemos ver en el Centro Cultural Gran Capitán,
una exposición de Dolores Montijano. Fue al inicio de los años setenta del
siglo pasado, que hacía yo mis primeras armas como crítico de arte en las
páginas del Diario Patria, y la revista madrileña, “Crítica de Arte”, cuando me
topé con su obra. En aquellos años, su pintura femenina, era como un halo de
luz nueva, entre tanto bodegón y paisaje academicista con aroma varonil. La
Granada pictórica, recibe desde entonces una aportación personalísima, de una
artista que supo conjugar, desde sus enseñanzas, la verdadera misión del
artista, que debe dejar para la posteridad, un sello indeleble en toda su obra.
Lo que en aquellos años era toda una novedad, se ha convertido con el paso de
los años, en un lenguaje plástico de indudable valor, con la valentía de la
experimentación por bandera. Una mujer que conjugó a la perfección, la creación
consecuente con los tiempos, cuya evolución la llevó a plasmar en sus cuadros,
la inquietud de una juventud creadora ignorante del calendario.
Dolores Montijano, no solo es
una adelantada a su tiempo, es una precursora del arte venidero, sin barreras
que impidan la libertad creativa, dejando un poso de sabiduría y buen hacer en
lo realizado. Es muy difícil para mí, etiquetarla, y mucho menos, encasillarla
en un estilo determinado, que pudiera salvar la posición del crítico, pero
seguramente, mermaría la proyección de su hacer. Ante un estilo tan personal,
el que admira se rinde, y yo lo hice ante ella hace ya muchos años,
contemplando su creación.
GRANADA SIEMPRE
Esta mujer de ojos grandes e infinitos
apareció por nuestra ciudad para quedarse, y lo hizo en el barrio “greñúo” del
Realejo. Para proyectarse al infinito, había nacido en Alcalá La Real, en
aquellos años en que sus paisanos venían al médico y a comprar a Granada. Aquí
estudió, también lo hizo en Híspalis, pero cuando vino, ya traía en su mochila,
el París de Picasso, que algo influye en su obra, y desde el final de los años
cuarenta, decenas de exposiciones por toda España, América, Japón, Francia,
Alemania, o Rusia. No en vano, su obra está repartida por múltiples colecciones
particulares, incluyendo los museos de Arte Contemporáneo, de Madrid; el
Ermitage, San Petersburgo; La Galería de Arte Moderno de Santo Domingo, en la
República Dominicana, o el de Grabado Contemporáneo Español, en Marbella.
Diversos premios y medallas
jalonan una trayectoria, Montijano, fue alérgica – lo ha sido siempre – a los
focos, el papel cuché y las cámaras. Ella vive su creatividad como un celibato,
disfruta en la soledad de su estudio, y solo sale a los medios, si es obligada,
por muy fuerte que sea la ovación. De no ser así, no habría conseguido ese
puesto de honor que, con todo merecimiento, ocupa entre las pintoras de los
siglos XX y XXI. En 1973 la Fundación Rodríguez Acosta, amplió su labor de
fomento artístico con la creación del, Centro de Experimentación de Artes
Gráficas, a cuyo taller de grabado acudieron numerosísimos artistas nacionales
y extranjeros y en el que se realizaron, hasta 1979, importantes trabajos de
investigación y estampaciones de tiradas numeradas y limitadas, así como
cuidadas ediciones de bibliofilia. De entre los artistas de éste histórico
taller granadino, junto con la japonesa, Teiko Mori, destaca Dolores Montijano,
con un tratamiento personal del grabado, y brillante es su intervención en la
confección de diversas carpetas, con variada motivación, que no hacen más que
engrandecer el currículum de la artista, que demuestra una versatilidad más de
su técnica, ésta vez en la plancha o en la piedra, aunque reconocida es su
variedad de texturas, en las que su valentía le lleva a emplear, todo tipo de
materiales, a los que poder sacar partido estético y artístico.
SUS CUADROS HABLAN
Recuerdo con emoción, la
primera vez que me enfrenté a su pintura, cuando comprobé ante sus cuadros que,
tanto en la técnica como en la motivación plástica de lo allí representado,
había una genialidad artística de mujer fuera de lo común, abierta a la
modernidad, con un lenguaje moderno y proyectado al futuro, con una
personalidad única, sin parecerse a nadie, y eso en aquellos años, siendo
mujer, ya era la “releche”. La valentía de su creatividad, se abría paso en un
mundo mayoritariamente masculino, con una dicción plástica bien diferenciada,
orientada al futuro cromático, con valentía y decisión. Dolores Montijano, era
en esa Granada aún por despegar en la pintura femenina, junto con María
Trinidad Ximénez de Cisneros, “Manini”, la avanzadilla en la futura pintura con
nombre de mujer que marcaría toda una época en Granada, poniéndola en el mapa
de la actualidad pictórica internacional, pese al silencio que esta ciudad
suele ejercer, sobre tan loables e imprescindibles iniciativas, aportaciones
indudables al arte moderno con nombre de mujer.
Viendo esta exposición que les
recomiendo, he vuelto a rejuvenecer viendo obras como, “Marte” que por aquellos
años ochenta fue un aldabonazo de la abstracción más atrevida. Y que decir de
la esbeltez “modigliana” de las “Cinco Damas de La Cuadra Dorada”, todo un
prodigio de la creación “montijana” al servicio de la más rabiosa vanguardia
plástica con proyección de futuro académico-docente. Tampoco quiero olvidarme de,
“El Delantal de Bernarda Alba” que, nos introduce en el universo lorquiano más
trágico, o de la vaporosidad de su “Retrato de Ancestros” que pudiera
conducirnos al mundo onírico del granadino Manolo Rivera y sus telas metálicas,
o a las arpilleras de Millares con todo su desgarro.
Enhorabuena a la familia
Córdoba por el regalo de esta muestra para Granada.