martes, 9 de diciembre de 2014

¡ VA POR USTEDES !

¡VA POR USTEDES! Tito Ortiz.- Ahora que tan de moda está denostar la fiesta de los toros: Ahora que algunos de aquellos “modernos” que no sabíamos que pintaban en la barrera de sombra ya no están. Ahora que algunos políticos que gustaban de ir al callejón para sentir así mejor la emoción del ritual taurino, hacen declaraciones diciendo que jamás pisaron una plaza de toros, y que hay que acabar con ésta barbarie cuanto antes, ahora, es cuando más me esfuerzo por defender nuestras tradiciones y señas de identidad. Desde la izquierda mental en la que milito desde que nací, sin avergonzarme de nada, sino de aquellos que hace años fueron compañeros de viaje en lo taurino, y ahora se apuntan a los vientos catalanes, dándoselas como entonces, de “modernos”, porque son los mismos que sirven para el blanco o para el negro, ellos siempre van con la moda, no tienen ideas, ni ética, ni moral, pero siempre están en las vanguardias del pensamiento, situados en la foto de lo que toca, y rechazando frontalmente lo que defendieron antes. Sirven para un roto y un descosido, siempre están en la pomada mediática, y son capaces -si tiras de hemeroteca-, de defender los hornos crematorios hitlerianos, o a Mahatma Gandhi, les da lo mismo, ellos siempre están con el ganador, con el “moderno” y sobre todo, con lo que se lleva ahora. Hace muy pocos años, la barrera de sombra de Las Ventas, o de La Maestranza, era un escaparate de la sociedad española en su conjunto. Desde escritores, a pintores, cantantes, políticos, modelos, toda una pasarela de la “beautiful people”, de todas las diferentes españas, puro en mano, disfrutaban de las faenas de los toreros de moda. Hoy, muchos de aquellos reniegan de un espectáculo como los toros, y afirman sin pestañear – insisto - que jamás pisaron una plaza de toros, pese haber mantenido durante años su carnet de abonado, para departir con quienes podían, dogmatizando en su saber taurino al más puro estilo de Frascuelo, y dando glamour al asiento, con almohadillas de diseño firmadas por el mejor talabartero del país. Son los mismos que ahora escupen sobre la fiesta, los que han desaparecido de los tendidos, pregonando a los cuatro vientos que jamás fueron aficionados, ni les gustó aquello de los toros. Los que llaman analfabetos a los toreros, porque creen que todos nacieron al oficio, como única salida al hambre y la ignorancia. Pues sepan, que generaciones de matadores de toros, han pasado desde siempre por las aulas de la universidad, y algunos con brillantes expedientes. Roberto Domínguez, Vicente Barrera, Chamaco, Litri, Cepeda, Aparicio. Podría relatar aquí una larguísima lista de matadores con estudios universitarios, y no de últimas generaciones como sería fácil argumentar. A lo largo de toda la historia del toreo, la cultura y la educación, junto con la formación universitaria, han ido de la mano de auténticos figurones del toreo. No olvidemos a Ignacio Sánchez Megias, llorado por Federico García Lorca, que no sólo fue hombre culto sino que, destacó como brillante autor teatral de la época. Pero antes que él, y sin ánimo de aburrir, encontramos en el siglo XIX, al gran Luis Mazzantini, hijo de ingeniero italiano y madre donostierra, que estudió Bellas Artes en Italia y tras conseguir fama y dinero como matador de toros, llegó a ser concejal en el ayuntamiento de Madrid, Diputado provincial, y Gobernador Civil de Guadalajara y Ávila. Sólo aporto unas pinceladas de formación y nivel cultural, de gran número de matadores de toros a lo largo de toda la historia, que desmontan los arquetipos erróneos, de quienes desde el desconocimiento, desprecian la extracción social de los toreros, apuntándolos a la marginalidad social del hambre, la miseria y el analfabetismo. No digo que alguno sí, pero no se puede generalizar con toda una profesión cinco veces centenaria, en la que a lo largo de la historia, siempre hubo una completa representación social. No olvidemos que el principio de la tauromaquia, es de nacimiento noble, pues son los cortesanos los que comienzan alanceando toros en las plazas mayores de las villas, con motivo de festejos reales o plebeyos. Erran por ignorancia, los que se apuntan a los nuevos aires de despreciar la fiesta, solo por el hecho de incorporarse a las nuevas corrientes fundamentalistas, que pretenden acabar con un ritual tan antiguo como nuestra propia historia. Esto es algo que hay que abordar desde la sapiencia, con el don de la palabra, y no con el insulto pancartero, o la desnudez de tetas y culos manchados de rojo a las puertas de las plazas. El futuro de la fiesta se debe enjuiciar desde la culta palabra, única herramienta que debe utilizarse en el dispar parecer de ésta cuestión, y a ser posible, desde la tranquilidad de una taza de café alrededor de una buena tertulia, en la que todos participen, como han hecho los toreros a lo largo de la historia, con los intelectuales, políticos y periodistas de la época. Tiren otra vez de hemeroteca, y vean a Juan Belmonte, debatiendo con los cultos de su generación y a tantos y tantos toreros, que en tardes de no paseillo, cultivaban la amistad de la España vanguardista de todas las artes, alrededor de una mesa, con agua, azucarillos y aguardiente, junto a un tenor de moda, o un cantaor de solera. Esa es la mejor representación de que todas las españas, convergen en una sola: La de la tolerancia y la palabra, con el respeto por montera. ¡Va por ustedes!

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