miércoles, 7 de septiembre de 2016

DE COLECCIÓN

DE COLECCIÓN Tito Ortiz.- Lo que tiene estar muerto, es que no tienes noción del tiempo, ni falta que te hace. Vives en otro mundo. Pero echas de menos a los tuyos, por eso, la otra noche, hice acopio de energía y pasé de éste plano astral en el que no existes para nadie, al mundo de los vivos, sobre todo, mis vivos. Vamos que me di una vuelta por mi casa, para ver como estaba la familia, y hacían lo propio de esas horas tras la cena, veían la televisión. Lo bueno que tiene el ser un espíritu, o un fantasma, como ustedes quieran, es que como no te ven, te puedes poner donde quieras, y sin darme cuenta, con las ganas que tenía de verlos y estar con ellos, me planté delante del televisor, que todos veían con interés. Como no se me ve, pues siguieron viendo la programación tan panchos, hasta que como si les hubiera tocado un resorte, todos se levantaron. Unos camino del baño a evacuar aguas menores, otros a la cocina a por frutos secos y palomitas, el resto a por agua y refrescos, momento que yo aproveché para volverme y mirar a la televisión, en un acto reflejo irremediable, después de tantos años ante ella. Y cual no sería mí sorpresa, que inmediatamente supe sin necesidad de calendario, en que mes estábamos, con solo ver los anuncios. Recordé que en mis tiempos de vivo, si querías saber que Septiembre había llegado, no tenías más que estar atento a los anuncios de los coleccionables. Las colecciones de todo tipo de artefactos, se han convertido desde hace décadas en todo un clásico de la publicidad en la pequeña pantalla, y todas anuncian su salida para la vuelta de las vacaciones, para el inicio del nuevo curso. Las editoriales nos envían sus recordatorios inquietantes, de que la primera entrega está a la vuelta de la esquina, y que esa colección no te la puedes perder, que no debe faltar en tus estanterías o armarios. Éste año anuncian como novedad, una colección de carros de combate, de toma pan y moja. Y para los que quieren saber que ocurre fuera de la tierra, otra sobre el Cosmos, que es la repera, cuando la termines te dan el título de astronauta firmado por Pedro Duque. Pero a mí la que me ha gustado es la del seiscientos. Eso de ir haciendo durante un año, semana a semana, un seiscientos para la vitrina me ha llegado al alma, porque éste país nuestro, no se puede entender, sin la reconquista de don Pelayo, El Cid Campeador, los reyes católicos, Lola Flores, Manuel Benítez “El Cordobés” y el seiscientos. ¿Quién no ha soñado alguna vez con montar un seiscientos con sus propias manos, y subir a las conejeras para ver el paisaje de noche, o bajar al túnel de La Gorgoracha por los caracolillos de Vélez después de comprar pestiños. Las colecciones son para eso, para soñar. Acumular quinientos dedales diferentes, ¿Quién puede resistirse?, o trescientos abanicos, doscientos bastidores para bordado, cien pipas, incluida la de Sherlock Holmes. Pilla corbatas del mundo, los pines de solapa con los clubes más famosos, los insectos más raros espachurrados en metacrilato, los minerales del mundo, incluida la kryptonita de Superman... esto de los coleccionables por Septiembre, es la sal de la vida, la alegría de la Huerta, la ilusión de todo triste. Una colección que no ha sido destrozada por tu primer nieto, es que no ha merecido la pena hacerla. Tiempo y dinero mal gastado, te lo dice un muerto de colección. Anda sal pintando al kiosco, y no me hagas caso.

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