martes, 13 de marzo de 2018

VILLAREJO

VILLAREJO Tito Ortiz.- Una estación del metro en Villarejo es un monumento a la nostalgia. En la Granada de mi niñez, Villarejo era el fin del mundo. Para un albaycinero llegar a Villarejo, era como entonar el Adiós Granada, allí te salías del mundo civilizado. Echabas gasolina para el viaje, te encomendabas a San Cristóbal patrón de los conductores, cuya foto llevabas en el salpicadero junto a la de tu suegra querida. Revisabas la presión de las ruedas, el nivel de agua, del aceite y hala, a la aventura, a comprar pan a Purullena, como Miguel de La Cuadra Salcedo. Pero Villarejo, también era un nudo de vías del tranvía, que entonces vertebraba no sólo la capital sino todos los pueblos del área metropolitana. Villarejo siempre ha tenido tradición tranviaria. Sus cocheras así lo han acreditado históricamente desde que, en 1904, circuló el primer tranvía granadino eléctrico, ya que los tirados por mulos o caballos habían comenzado su andadura, en el último cuarto del siglo XIX. Por lo tanto, Villarejo se merecía una parada de éste moderno metropolitano, que tantas satisfacciones nos está dando, y que ha revolucionado el transporte granadino de tal manera, que en un tiempo récord, ha mandado a la historia la “modernísima” LAC, de infausta implantación y ruinoso resultado para las arcas municipales, cuyos responsables del aciago invento, deberían pasar por los juzgados -cuanto menos- para dar explicaciones de tan negativa inversión, y apresurada puesta en funcionamiento, con vehículos ya desechados en otros lugares, por su vieja tecnología y alta contaminación. Pero, en fin, no quisiera yo atascar los juzgados más de lo que están, aunque pienso que el anterior alcalde, alguna individualidad de su equipo peinada de peluquería, y los responsables de la empresa de transportes urbanos, deberían ilustrar a la ciudadanía, de tan nefastos actos y peores resultados. No vaya a ser -líbreme el Señor de pensar mal de nadie- que se haya obtenido algún beneficio con éste desastre llamado, la LAC. O lo que sería mucho peor, que le hayan tomado el pelo a alguien. Ya lo decía Miguel Gila: ¿Alguien ha matado a alguien? Villarejo, bien vale una misa, o una parada de metro, porque el lugar rezuma historia de nuestros tranvías, y porque la ciudad ha crecido tanto desde mi infancia, que ya no es la salida de la capital a otras tierras, sino que está dentro de ella, como dentro de los modernos vagones de nuestro actual metro, nos encontramos incomprensiblemente, por la mañana a primera hora, los vestigios que han dejado los usuarios del día anterior. Uno, si fuera mal pensado, podría deducir que algunos vagones, o trenes completos, no se limpian al finalizar el servicio diario, a juzgar por la suciedad acumulada, pero se me antoja imposible. Los usuarios del metro granatansis, nos merecemos que al menos al iniciar la ruta diaria el vagón esté limpio. Cosa distinta es que conforme avanza el día, algunos incívicos dejen constancia gráfica de que han estado allí, pero tampoco vamos a aparcar el tren para que le pasen la bayeta cada dos viajes. Aquí solo vale apelar a la conciencia ciudadana, y al buen comportamiento de los usuarios. Pero que nadie se llame a engaño, si otra mañana de estas me vuelvo a encontrar a primera hora un tren sucio que hace su recorrido, -al más puro estilo asambleario-, pienso arengar a las masas, para que antes de la primera salida de las cocheras, una comisión de usuarios, sea la encargada de revisar los trenes a las puertas de su recinto, e impida su salida, si estos no están en perfecto estado de revista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario