martes, 17 de julio de 2018
ESTOY DEL LEGADO HASTA...
ESTOY DEL LEGADO HASTA...
Tito Ortiz.-
Como si de una panda de etílicos resacosos al día siguiente se tratara, con su amnesia y todo, la Granada Oficial y oficiosa, no para de darle la bienvenida al legado lorquiano, cada dos días o cosa así, cayendo en la catetez propia, de quien no tiene otra cosa a la que aferrarse, perteneciendo a un pueblo ayuno de futuro y esperanza. Aquí se ha hecho del legado, una cuestión de estado, porque no tenemos donde caernos muertos. Me lo dijo Juan de Loxa, poco antes de morir, tomando café en "Ultramarinos Los Navarros". Bueno, perdón que eso era en mi infancia. Ahora el local se llama, Café Central, y sigue estando en el final de Elvira con Plaza Nueva. Loxa me dijo que si el legado de Lorca venía para meterlo en una cámara acorazada, para eso, daba igual que estuviera aquí, en Madrid o en Pekín. Sobre todo, teniendo en cuenta que el legado está digitalizado en internet, a disposición de toda criatura humana que quiera consultarlo o estudiarlo, en Las Hurdes o, en Canfranc. La llegada del legado a la tierra del poeta -completo y no por entregas- abarca un significado filosófico e histórico, que va más allá de los manuscrito originales, que por cierto, son los menos. La rentabilidad de tener el legado, con todos sus flecos aquí, debe basarse en el reencuentro posmorten de Lorca con los suyos, y lo que es suyo. Los granadinos tenemos ya a todo el Lorca, menos su osamenta, absolutamente innecesaria a estas alturas de la proyección humana y artística, del más grande poeta que ha dado esta tierra, desde Soto de Rojas. Pero no podemos ni debemos olvidar, que esto nos está costando un riñón a todos, y que la economía del proyecto, incluido administrador huído con la pasta, al final quienes la pagamos, somos nosotros. Los demás se llevan el dinero, y nosotros reponemos hasta la última peseta con dinero público. Nosotros siempre perdemos. Ellos siempre ganan. Ocurre como con el caso Nazarí. El exalcalde y los suyos encausados, no hacen más que ir dilatando en el tiempo el final de la instrucción del caso, procurando que la jueza se jubile, o que ellos mismos mueran, y así no rendir cuentas ante la ciudad de sus pecados. Quieren que los ciudadanos pierdan la memoria, que la tierra se abra y se trague a la UCO, que el AVE le pase por encima a Ramón Arenas, en su viaje inaugural, y que un rayo seco de tormenta de verano, caiga sobre la discoteca del Serrallo, y la convierta en la nueva y necesaria iglesia de San Gregorio Bético, primer Patrón de Granada. Ellos, que tanto saben de Obra, abjuran de sus conocimientos de albañilería, cuando ya ha llegado a sus vidas, esa aldabada postrera, que ha sonado en la escalera. Es el comendador que viene a pedirles cuentas. Tarde, pero viene. Es como el Consejo General del Poder Judicial, que ha tardado años en darse cuenta y tomar medidas, contra el juez que es reincidente en la tardanza de sus resoluciones, por las que ya ha sido sancionado en varias ocasiones. ¿Es tan difícil mandarlo a su casa? Hasta cuándo vamos a seguir pagándole a éste togado el trabajo que no hace. Ya está bien de jetas colgados a la teta de lo público. Echar a un juez, no puede ser más difícil que admitirlo en la profesión, a no ser que estemos hablando de corporativismo.
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