sábado, 28 de julio de 2018
¿MONÁRQUICO?
¿MONÁRQUICO?
Tito Ortiz.-
No debe ser fácil vivir la infancia fuera de tu país. No debe serlo, sobre todo, cuando al iniciar la pubertad, te alejan de tu familia, para vivir en lugar desconocido, tutelado por un señor bajito de El Ferrol, que tiene la culpa de la tragedia familiar en la que has nacido, pero que al mismo tiempo mantiene, que quiere lo mejor para ti, y que promete hacerte rey, eso sí, cuando él palme. No debió ser fácil ver morir a un hermano por un disparo de pistola, ni estudiar junto a los pijos monárquicos del momento, y mucho menos ingresar en la academia militar de Zaragoza, para salir de Teniente, ascendiendo a una velocidad vertiginosa, comparado con tus compañeros de promoción. Con la mano en el corazón, el rey emérito, no lo ha tenido fácil. Pero la historia de la institución monárquica en España, está plagada de traiciones y deslealtades de los reyes a su pueblo. Siempre he mantenido que a Boabdil, le faltó bragueta para enfrentarse a los reyes católicos, y nos dejó vendidos y sin amo. A Isabel y Fernando, no les tembló el pulso cuando una vez terminada la reconquista, expulsaron de la nueva España a los judíos, que por cierto, venían desde hacía siglos, subvencionando la campaña de recuperación de todas las Españas. Fernando VII, fue un ejemplar digno del mayor de los escarnios, con su postura ante los franceses, y su licencia para ajusticiar a Mariana de Pineda. Y así podría seguir poniendo ejemplos de monarcas, a los que les ha importado un bledo el pueblo que les da de comer, y lo han traicionado, o masacrado en beneficio propio, cuando les ha venido en gana. Históricamente, la monarquía en España, es un sistema concebido para que una familia viva a cuerpo de rey en palacio, y el pueblo pague religiosamente todos sus excesos y desmanes, y además, se les blinda contra la justicia que un día pueda llamar a su puerta. Es posible que alguien no se lo crea, pero aquí hemos tenido un rey, que en plena crisis económica, con más de cinco millones de parados, las pagas extraordinarias birladas, los sueldos y las pensiones congelados y las colas enormes en los bancos de alimentos, pues con ese panorama, el rey se nos ha ido de safari a matar elefantes, en muy grata compañía, como si él fuera de otro mundo, y nosotros pagándolo todo como sus esclavos “paganinis”. Y esto no son intrigas de palacio, ni códices del siglo XIII, esta es la realidad a ojos de todo el mundo.
Con éste panorama, es muy difícil ser monárquico, sobre todo si tienes a parte de los tuyos fusilados en las tapias del cementerio y con sus huesos perdidos, como es mi caso, pero claro tengo que admitir, que si no monárquico, yo si he sido “Juan Carlista” desde la noche del 23 de Febrero de 1981, en la que Tejero y los suyos, intentaban una involución política a tiempos pasados, y un demacrado y ojeroso rey, puso las cosas en su sitio y prosiguió el cambio político hacia la democracia. Eso se lo agradeceré siempre, aunque me faltan papeles que estudiar, aún clasificados, porque un pajarito me contó antes de morir, que el adalid de la libertad española del siglo XX, a punto estuvo, o durante un tiempo sopesó, en hacer esa misma aparición de TV, pero con un discurso de distinto signo, eso sí, en cualquiera de los dos casos, él se salvaba siempre. Que una amante despechada puede dar al traste con un matrimonio, eso aquí hace ya muchos años que es innecesario, pero que puede acabar con una imagen forjada desde la honestidad, que presuntamente ya no es tal, es muy preocupante para ésta sociedad, que siempre necesita una zanahoria para ir tras ella. Lo triste es que todo esto ocurre, cuando mejor rey tenemos.
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