martes, 16 de julio de 2019

UN METRO CHICO

UN METRO CHICO

Tito Ortiz.-

Que la puesta en marcha del metro granadino, ha sido el único éxito reseñable en materia de infraestructuras de los últimos decenios, es algo que ya nadie discute, Porque aunque ya tengamos AVE, el nuestro es de tercera. Un tren de alta velocidad, que por cualquier trayecto hispano va a trescientos kilómetros por hora, pero que en entrando en la provincia de Granada, hay tramos en los que no pasa de sesenta, incluso en el túnel de Loja, va a treinta y siete, eso más bien es un AVE de plomo. Si le añadimos que no hay vía desdoblada, que carecemos de soterramiento, que a la llegada faltan taxis, que los retrasos son frecuentes y alargados en el tiempo, el metro que tantos años nos ha costado conseguir, no ha merecido el esfuerzo reivindicativo de tanta gente. Por eso, insisto, me parece que el metro ha sido la mayor satisfacción en mucho tiempo, que ha tenido esta tierra, abandonada a su suerte y la ineptitud de algunos de sus políticos. El metro de Granada no para de aumentar el número de viajeros transportados al cabo del día, hasta el punto, de que  deberían poner más vagones en los trenes, aumentar el número de estos, o bajar la frecuencia.
Al aumentar los viajeros, también ha subido el número de caraduras, que no validan sus títulos al entrar y viajan gratis por la cara. Los  cabestros que te empujan por la escalera mecánica para adelantarte, en lugar de utilizar la de escalones de obra, que está justo al lado. Aumentan los que exigimos unos váteres públicos en las estaciones subterráneas, papeleras a la vista, no escondidas en las paredes, los que desde pueblos limítrofes imploran que el metro también les lleve a casa, y los que se mosquean con el ruido que hacen los trenes, que crujen sobre todo al entrar en las curvas, sin saber si es falta de grasa, que van muy sobrecargados, o que les hemos dado tal trote en tan poco tiempo, que ya necesitan ser reparados con urgencia. Los ruidos de retorcimiento y frotación en el metro, es algo que ya comienza a preocupar a mucha gente, porque, a no ser que nos los hayan vendido de saldo, estos trenes no tienen tanto tiempo como para crujir así. Pero el caso es que el metro se nos ha quedado chico y, yo diría que soso.

Las estaciones subterráneas no albergan aún exposiciones itinerantes, la extensión del festival internacional, no ha utilizado los halls de entrada para que los músicos interpreten, como lo hacen dentro de los autobuses, ni se han pegado poemas en el interior de los vagones, ni intercambiado o regalado libros. El metro hace una buena caja todos los días, pero me resulta un transporte soso y triste, al que se le puede sacar un mayor partido. Sin ir más lejos: Tal como ocurre con los aviones, a los que se bautiza con el nombre de ciudades o personajes ilustres. ¿Por qué los trenes de Granada no lucen el nombre de nuestros monumentos, o el de nuestros artistas? Propongo que la unidad 308, sea rotulada con el nombre de Federico García Lorca, la 310 con el de Mariana Pineda, y la 313 con el de Manuel de Falla, y así podría seguir sugiriendo otras cosas que, sin menoscabar las arcas del metropolitano, dieran una visión más amable del metro, más alegre, y más cultural. Evitando la que ahora tiene de, largo y triste cortejo fúnebre, que protagonizando la mayor alegría de los granadinos en los últimos tiempos, por su eficacia y seguridad, se me antoja triste e infrautilizado.

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