Tito Ortiz.-
Consciente de que vivo – siendo muy optimista – el último tercio de mi vida, y antes de comenzar a barbear las tablas, presa del Alzheimer, quiero dejar constancia escrita de ciertas verdades, ya avaladas por una apreciable experiencia, que me permite reconocer desde lejos, quién es un político vocacional con el propósito de servir a los ciudadanos, y quién con el rostro de cemento armado, se ha metido a esto para trincar lo que pueda, sin importarle ideología, deontología, honradez, formación o valía para desempeñar cargo público. Yo lo aviso: De los primeros quedan pocos, cada vez menos. Un político a la democracia española, es como el dedo pequeño del pie al cuerpo humano. Tengo la certeza refrendada por mis canas, que el sumo hacedor puso el dedo pequeño del pie, con la sola misión en la vida, de que éste tropezara eternamente con las patas de todo tipo de muebles, especialmente mesas bajas de salón, armarios esquineros, butacas irreflexivas y comodines de pecho paloma, de tal forma, que con tan sencillo gesto, tendría en sus manos la oportunidad de por vida, de castigarnos de manera inmisericorde, porque a nadie se le escapan las loas y alabanzas al altísimo que, todo ser humano suele soltar en cuanto tropieza con el dedo pequeño, sobre todo en verano cuando llevas chanclas.
Heme aquí, que no tengo mejor ejemplo para explicar lo que es un político de esta nueva hornada de incompetentes, que luciendo acta de diputado en la solapa, llevan cinco meses comiendo del erario público, a costa de nuestros bolsillos. Y además han tenido los santos bemoles de irse de vacaciones pagadas, para volver sin propósito de enmienda. O sea, anteponiendo sus intereses personales y partidistas, a los de todos los españoles. ¿Cabe mayor desvergüenza? Me pregunto hasta cuando debemos seguir permitiendo a esta panda de indocumentados, que sigan comiendo de lujo a nuestra costa, llamándonos a las urnas cuando les parece, con un coste de 180 millones de euros cada vez que a sus señorías, no les cuadra ponerse de acuerdo para gobernar. Sobran las diputaciones, sobra el senado, sobran asesores y puestos de confianza a dedo, sobran dietas injustificables, también sobran las asignaciones a los partidos con representación parlamentaria, sobran las subvenciones a los sindicatos, y los liberados sindicales. Si alguien quiere representar a los compañeros, que lo haga desde su puesto de trabajo. Hay tanto desaprensivo chupando de la teta, que alguno se va a quedar con la ubre en la mano. La vaca no da para más y, el descontento de la población con millones de parados sigue en aumento. La ineptitud de la clase política y su desfachatez trincona, están propiciando la incubación de un mesías, que tarde o temprano aparecerá, y entonces nos echaremos las manos a la cabeza, al comprobar lo que hemos permitido en nombre de la democracia y sus resquicios sin honor. El sistema democrático necesita de ciudadanos que, velen y vigilen la trazabilidad de los comportamientos, para salvaguardar la protección y servicio a la ciudadanía. En los últimos cuarenta años, hemos sido muy ingenuos, permitiendo entrar en el juego político, a quienes solo vienen a servirse del sistema, y no tienen otra Patria ni otro dios que no sea su cuenta bancaria, en Andorra o Suiza, me da igual. En el mes de los santos volvemos a las urnas, como si fuéramos los ciudadanos los que hemos suspendido el curso. Que nadie nos engañe. Están metiendo la mano en el cajón con un nuevo gasto electoral. Luego pondrán el grito en el cielo cuando escuchen… ¡A las barricadas, a las….