martes, 17 de marzo de 2020

EL CORONAMIEDO

EL CORONAMIEDO

Tito Ortiz.-

Si hay algo claro en torno al coronavirus, es que nadie sabe la hora  que es. China castigó al médico que dijo lo que pasaba hace meses, cuando se podía haber evitado esta catástrofe mundial, y su verdad le ha costado la vida, y ahí era notorio que no había patologías previas asociadas, así que una de las causas probables de muerte por este bicho que se nos vende, queda en agua de borrajas. Siendo mal pensados, podríamos asegurar que alguien con mala intención, y deseos de bajar el censo humano, nos ha fumigado por la noche, como si fuéramos campo de arroz, sin ninguna de las tres delicias. De otra manera no se explica que, haya portadores del virus asintomáticos que están propagando el bicho como la peste, o que aparezcan casos en personas que no han viajado a ningún sitio en los últimos cuarenta años, ni han estado en contacto con otras que lo hayan hecho. Hay criaturas afectadas que prácticamente vivían solas y sin contacto social.
Los efectos económicos son más que notables. Estamos ante una crisis en materia de salud, cuyas mayores consecuencias son económicas. Estoy por afirmar que alguien ha expandido el bicho para causarla deliberadamente, y así llevarnos de nuevo hasta 2008, cuando parecía que éste año ya comenzábamos a ver de nuevo los” brotes verdes” zapaterianos. El ser humano es tan insignificante, y tan dúctil a las manos de las grandes economías mundiales, que nos llevan por donde quieren y cuando quieren. Antes nos asfixiaban con hipotecas para dejarnos el sueldo en nada, y ahora que el salario mínimo – aun subiendo – no llega a la dignidad, nos quitan de en medio a unos cuantos con una gripe mal curada, para la que no hay vacuna, y como diría, Sabino Fernández Campo, ni se le espera. Aquí ocurre lo mismo que con las listas de espera para la ayuda a domicilio. Los expedientes se dejan enfriar en un cajón bajo llave, que las solicitudes se quedan en nada, a base de que los demandantes vamos muriendo por razones de edad y coronavirus. Y todos tan contentos. Los servicios de inteligencia – si es que tenemos – deberían investigar como sabuesos enloquecidos,  a los fabricantes de mascarillas, de quienes sospecho ha venido la idea de soltar el 229E, o el OC43, dos cepas de las múltiples que posee este camaleónico virus que, puede acabar con nosotros cuando le plazca o, chasquee los dedos cualquier magnate de las finanzas, que haya perdido hoy unos céntimos en bolsa, o no haya ganado para un yate de oro en un puerto de las Bahamas. El COVID-19 ha llegado para quedarse, para buscarle la ruina a los que viven del turismo, y hacer multimillonarios a los fabricantes de ataúdes y funerarias. Tósele al vecino en la cara cuando bajes con el, en el ascensor. No te laves las manos que se te gastan. El censo humano hay que dajerlo en la mitad cuanto antes, al menos esa es la consigna de los poderosos. ¡Ya está bien de pagar pensiones!

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