UN PAÍS DE RISA
Tito Ortiz.-
Soy de los que piensan que, el último lustro del pasado siglo, y los dos primeros de éste, no hubieran sido lo mismo sin el fenómeno de la comunicación más inteligente de la época: Los Guiñoles de Canal+. Aquellos muñecos de la actualidad, con sus guionistas extraordinarios, pusieron el listón muy alto de la comunicación inteligente. A mí me recordaban mucho – distancias técnicas aparte – a la gran revista, “La Codorniz”, que nunca faltó en casa hasta su cierre. El humor desarrollado por aquellos muñecos de esponja bien tratada, ponía cada tarde sobre la mesa las verdades del barquero, desde la óptica de la educación y la chanza, que hábilmente conjuntadas, daban la caricatura cierta de los políticos del momento, sin necesidad de sal gorda. Recuerdo con gran cariño el guiñol de Manuel Chaves, pidiéndole al Gobierno Central: ¡Devuélveme mis “minolles”! o el de Michael Robinson, con su acento de guiri irredento y la gracia de Cádiz en sus afirmaciones, demostrando que todo puede ser un maridaje perfecto, cuando se trata de pasarlo bien.
Los guiñoles de la tele fueron tan famosos, que hubo hasta quienes imploraban que les sacaran en ellos. No fueron pocos los políticos que llamaron a las puertas de Canal+ porque, hubo un momento en éste país, que si no salías entre ellos, no eras nadie. Incluso si mostrabas tu cara más agria. Recuerdo un político vasco muy desagradable por distintas y variadas cosas, que no dudaba en sus intervenciones públicas en mostrarse de manera áspera, me refiero a Xavier Arzallus, un cura arrepentido, que como diría mi abuela, no hay que fiarse de ellos nunca, y que hacía gala de su mal genio en apariciones tanto públicas, como privadas. Y los guiñoles lograron hacer una caricatura tan real de su comportamiento, que no soy el único que ya prefería ver al guiñol de Arzallus, mejor que al propio vasco irascible y endemoniado. Y esta es la razón por la que lamento que en estos momentos no estén en pantalla los guiñoles de Canl+, porque yo disfrutaría con auténtico regocijo, viendo uno de estos muñecos con la cara de Álvarez de Toledo, una vez cesada de portavoz del partido conservador, con su proverbial gracejo y simpatía, aceptando como una demócrata convencida, que Casado la haya mandado al extremo de la mesa, donde es difícil salir en la foto.
Me cuentan los que de ella saben, que si le caen al líder del PP todas las maldiciones que le echó, caerá pulverizado como nebulosa de microclima. Cayetana me recuerda mucho a Arzallus. Destila mal genio por sus poros, y políticamente, se encuentra más cerca de otro partido que lidera un señor que monta a caballo, que del nuevo rumbo que parece ser, quiere tomar la gaviota. Aunque desciende de la nobleza, carece de ella, y no duda en masacrar a quién no opine lo mismo que ella, independientemente de partidos y siglas. Cayetana – que me consta – ya ha oído llamadas de Vox, lo que de verdad quiere es tener su guiñol, en el partido que sea, es lo de menos.