MAL EMPEZAMOS
Tito Ortiz.-
Estoy recogiendo – como todos los años por estas fechas – el portalico de Belén, y lo hago siguiendo el ritual que me enseñara mi amigo y maestro, Pepe Liébana, de quién aprendí todo lo que se sobre esto, la Sábana Santa, y Microbiología: Pepe me enseñó a ser ordenado en el guardar las piezas hasta el año siguiente, porque de lo contrario, armar el Belén se puede convertir en una pesadilla, en la que nunca encuentras lo que estás buscando. Piezas numeradas, embalajes identificativos, protección de las figuras ante posibles golpes, y un lugar seguro en el que a lo largo del año, todas reposen en sosiego, sin cambios bruscos de temperatura o lugar. José Liébana Ureña, natural de Torredonjimeno, y granadino hasta las trancas, solía ajustarse la gafa presionando con un dedo el puente de la montura, te miraba fijamente s los ojos, y te contaba la verdad en la que creía, dejándote libertad para que la aceptaras o no, pero él no se movía del burro.
Pese a ser creyente, Pepe no fue nunca un talibán del catolicismo, pero fue un cristiano que te ganaba en las distancias cortas, aunque cuando discutíamos sobre la Sindone, yo hacía de abogado del diablo, y él no sobrepasaba nunca los límites de la ciencia, como buen hombre de ciencia que era. Nos conocimos en la Universidad, cuando me daba la asignatura de Microbiología, en ausencia de GonzaloPiédrola o María del Carmen Maroto, y pronto comenzó a sospechar de mí, hasta que un día me citó en su despacho. Quería conocer al alumno que en cada examen, cuando el daba hora y media para resolverlo, éste –yo- se lo entregaba en diez minutos y salía corriendo de clase, porque me estaba esperando en la puerta, Pepe Campos de España, con la Unidad Móvil de Radio Popular arrancada, para salir pitando hacia nuestra conexión en directo para la programación local. Esto de ser estudiante y comunicador en las ondas, al unísono, es lo que tenía. Cuando se lo conté se sorprendía de que en tan solo diez minutos, yo le pusiera lo necesario en el examen para no suspender. Empatizamos, terminé la carrera y nuestra amistad se fue fortaleciendo, sin necesidad de estar todos los días juntos. Un año en que el ayuntamiento me nombró jurado del concurso de belenes, quiso la providencia que yo aterrizara en su casa, y pudiera comprobar, como se montaba un belén en condiciones, así que Pepe me siguió enseñando también en esta disciplina, en la que él ya era una referencia nacional del belenismo y sus virtudes, así que no me extrañó nada cuando hace pocos años, me llamó para anunciarme una iniciativa en la que había implicado a su barrio y la asociación de comerciantes, con el fin de colocar en algunos comercios, distintas escenas del nacimiento, lo que logró con mucho trabajo y gran entusiasmo. El mismo que sentía por su vocación cofrade, de la que tanto presumía, y de la que tanto hablamos en la Fe compartida. Pepe, ponte en contacto conmigo por el procedimiento que quieras, ya sabes que a mí no me da miedo, y dime que hago yo ahora con el belén, compañero del alma… compañero.
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