martes, 18 de mayo de 2021

CUENTAS PENDIENTES

 

CUENTAS PENDIENTES

 

Tito Ortiz.-

 

Para aquellos que hicimos la transición, lograrla, pese a asesinatos como los de Atocha, los del Grapo y la ETA, nos pareció todo un ejemplo de madurez política, incluida la operación Galaxia y el golpe de Tejero. También contribuyó mucho, que el mundo nos viera como ejemplo modélico, porque no todos pasan de una dictadura a una democracia, sin que haya de por medio una guerra civil, pero como nosotros ya habíamos pasado la nuestra, la historia nos aprobó la reválida sin tener que examinarnos. El caso fue que, cediendo unos y otros, pusimos una Constitución en pie, unos partidos con un sistema opaco de financiación, echándonos a la mar océana de la política, sin encomendarnos ni a dios ni al diablo.

Pero tuvimos varios fallos, entramos en política sin levantar todas las alfombras, sin pedir el carné a determinados militantes, y eso fue contaminando el sistema, hasta que cuatro décadas después, desde la Jefatura del Estado para abajo, nadie se salva de mangantes e indeseables. Un asunto grave y descorazonador, que dilapida el poco crédito que un día tuvimos como sociedad modélica, incorporada a la vieja Europa de pleno derecho. Nunca antes hemos tenido peor valoración de nuestros representantes legales, descrédito que ellos solos se ganan a pulso con sus actitudes e inaptitudes. La clase política actual en España necesita una urgente regeneración, tiene que volver a la casilla de salida, para frenar el descontento ciudadano que lleva a polarizar un voto, poniendo sobre la mesa electoral, un panorama sombrío de extremos políticos, que solo llevan a la descalificación, el enfrentamiento y la autodestrucción. Cuando políticos opuestos, en lugar de confrontar ideas, se limitan día tras día a insultarse, incluso en el interior sacrosanto de la cámara legislativa, es que el país al que representan está podrido, y en nuestro caso creo que es más que evidente.

No nos ha dado tiempo a consolidar la democracia, gracias a la incapacidad educativa e intelectual de nuestros políticos, a su falta de formación académica, humana, y a la ausencia de su vocación de servicio a la sociedad. Ellos van a lo suyo, y algunos, incluso roban. No se puede ser más delincuente con carné de partido y acta de lo que sea. Y, además, para pretextar su razón de ser y existir, trasladan al ciudadano su crispación y violencia bien sea en nombre de la libertad, tan manoseada últimamente, o del facherío. Todo les vale con tal de, tenernos entretenidos en partirnos la cara entre nosotros, mientras ellos se forran y apoltronan, haciendo ricos a tertulianos televisivos de charanga y pandereta, que entran al trapo ideológico, previo pago de su importe

La reflexión a todo esto es deprimente, por muy pocas luces que tenga el ciudadano de a pie. En materia política, ya lo dijo mi director espiritual, Groucho Marx: Partiendo de la nada, hemos alcanzado las más altas cotas de la miseria. Pero acercando el ejemplo a nuestra tierra, quienes mejor definieron la situación, fueron los famosos filósofos Ortega Y Gasset, cuando afirmaron que: No se puede hablar de decadencia española en sentido estricto, porque para decaer hay que caer desde algún sitio y España no ha llegado a cúspide alguna. Está claro que los adolescentes de la transición nos han salido listos, tanto que, saben como comer a cuerpo de rey sin dar golpe ideológico. Mi reino por un minuto de televisión en prime time.

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