ERA MI AMIGO
Tito Ortiz.-
Se me va a hacer muy difícil no verlo más cada mañana, paseando a esa perra fea y gorda, de la que estaba tan orgulloso y con la que yo me metía. “José Miguel, esta mañana noto a la perra diez gramos más delgada”. Él se reía y comenzábamos a tomarle el pulso a la ciudad, hasta que terminábamos hablando de aquel viaje a Nueva York, o de Platón. Lo conocí en aquel primer ayuntamiento democrático, en el que entró junto a Damían Pretel y Juan Mata formando parte del PCE, y pronto, el viejo convento del Carmen, que hasta entonces olía a rancio y bolas de Alcanfor, fue transformándose a una institución más abierta, y más joven. Pronto lo primero que hizo fue adaptar al rigor de la historia y el protocolo más absoluto a toda la liturgia municipal en las celebraciones. Desde el día de San Cecilio, al de la toma, la tarasca con el Corpus, los ropajes de los intervinientes, su posición en el desfile, las fanfarrias recuperadas y hasta la cabalgata de reyes.
Desde el área de Cultura, desarrolló múltiples iniciativas en pos del rejuvenecimiento de la ciudad, adaptándola a los nuevos tiempos, con un conocimiento de la tradición granadina, a la que nunca soltó de la mano. Prueba de ello es el magnífico Pregón del Día de La Cruz que pronunció, invitado por Canal Sur, en la Placeta de La Cruz engalanada al afecto, y como zanjó de un plumazo todas las suspicacias de aquellos pacatos dirigentes de la semana santa de entonces, que al entender su militancia en el partido comunista como algo contrario a las procesiones, lo tildaron de adversario a la tradición religiosa, y él les devolvió su desconfianza, elevando de setecientas mil pesetas que hasta entonces recibían de subvención municipal, a algo más de tres millones. Los sonrojó para toda la vida, y colaboró con ellos dejando estancias municipales para la presentación de carteles y pregones, por eso la radio pública de Andalucía, le concedió su máximo galardón: El Guión de Plata de Canal Sur.
José Miguel Castillo Higueras, era un hombre culto, del renacimiento, con toda la modernidad en su cabeza. Lo dejaba ver en sus clases como profesor de Artes y Oficios, en sus intervenciones políticas y en el mantenimiento y desarrollo de sus amistades. De carcajada fácil cuando la ocasión lo requería, y de sutil ausencia cuando lo escuchado no requería mayor valoración. Tenía la divina capacidad de abstraerse inmerso en el bullicio más espantoso, y de soltar la humorada hilarante en medio de la conversación más fútil, siempre aderezada con alguna cita oportuna de los clásicos o ilustrados. De la música abarcaba desde Juan Sebastían Bach al rapero más incipiente, y en la pintura, desde Altamira a nuestros días. Nacido en cuna de encaje, supo entender y ayudar a los que no habían tenido su misma suerte, de ahí su militancia comunista desde la clandestinidad. Ha sido un hombre comprometido con las causas leales de su tiempo, y la historia democrática de Granada, no se entendería sin su aportación, que con frecuencia veía comprometida en éstos tiempos de involución social y política.