martes, 25 de enero de 2022

ERA MI AMIGO

 ERA MI AMIGO


Tito Ortiz.-


Se me va a hacer muy difícil no verlo más cada mañana, paseando a esa perra fea y gorda, de la que estaba tan orgulloso y con la que yo me metía. “José Miguel, esta mañana noto a la perra  diez gramos más delgada”. Él se reía y comenzábamos a tomarle el pulso a la ciudad, hasta que terminábamos hablando de aquel viaje a Nueva York, o de Platón. Lo conocí en aquel primer ayuntamiento democrático, en el que entró junto a Damían Pretel y Juan Mata formando parte del PCE, y pronto, el viejo convento del Carmen, que hasta entonces olía a rancio y bolas de Alcanfor, fue transformándose a una institución más abierta, y más joven. Pronto lo primero que hizo fue adaptar al rigor de la historia y el protocolo más absoluto a  toda la liturgia municipal en las celebraciones. Desde el día de San Cecilio, al de la toma, la tarasca con el Corpus, los ropajes de los intervinientes, su posición en el desfile, las fanfarrias recuperadas y hasta la cabalgata de reyes. 

Desde el área de Cultura, desarrolló múltiples iniciativas en pos del rejuvenecimiento de la ciudad, adaptándola a los nuevos tiempos, con un conocimiento de la tradición granadina, a la que nunca soltó de la mano. Prueba de ello es el magnífico Pregón del Día de La Cruz que pronunció, invitado por Canal Sur, en la Placeta de La Cruz engalanada al afecto, y como zanjó de un plumazo todas las suspicacias de aquellos pacatos dirigentes de la semana santa de entonces, que al entender su militancia en el partido comunista como algo contrario a las procesiones, lo tildaron de adversario a la tradición religiosa, y él les devolvió su desconfianza, elevando de setecientas mil pesetas que hasta entonces recibían de subvención municipal, a algo más de tres millones. Los sonrojó para toda la vida, y colaboró con ellos dejando estancias municipales para la presentación de carteles y pregones, por eso la radio pública de Andalucía, le concedió su máximo galardón: El Guión de Plata de Canal Sur.

José Miguel Castillo Higueras, era un hombre culto, del renacimiento, con toda la modernidad en su cabeza. Lo dejaba ver en sus clases como profesor de Artes y Oficios, en sus intervenciones políticas y en el mantenimiento y desarrollo de sus amistades. De carcajada fácil cuando la ocasión lo requería, y de sutil ausencia cuando lo escuchado no requería mayor valoración. Tenía la divina capacidad de abstraerse inmerso en el bullicio más espantoso, y de soltar la humorada hilarante en medio de la conversación más fútil, siempre aderezada con alguna cita oportuna de los clásicos o ilustrados. De la música abarcaba desde Juan Sebastían Bach al rapero más incipiente, y en la pintura, desde Altamira a nuestros días. Nacido en cuna de encaje, supo entender y ayudar a los que no habían tenido su misma suerte, de ahí su militancia comunista desde la clandestinidad. Ha sido un hombre comprometido con las causas leales de su tiempo, y la historia democrática de Granada, no se entendería sin su aportación, que con frecuencia veía comprometida en éstos tiempos de involución social y política.

martes, 18 de enero de 2022

GUILLÉN Y CERÓN

 GUILLÉN Y CERÓN


Tito Ortiz.-


Cuando todavía resonaban los disparos de Tejero y los suyos en el Congreso de los Diputados, el cantautor granadinos Luís Cerón, se atrevió a rendirle el primer homenaje musical al poeta hoy laureado, cuando pocos se acordaban de él, enclaustrado en su Carmen albayzinero de la calle, Carros de San Pedro, junto a su inseparable amigo, Paco Izquierdo. Luís Cerón Rejón, reunió a un grupo de músicos de gran nivel como, el maestro Luís Megias al piano, y el gran Julio a la batería, entre otros,  para poner música a una docena de los mejores poemas de Guillén, y una tarde en el Auditorio Manuel de Falla, con lleno hasta la bandera, tuve el honor de presentar, por orden de Cerón,  el primer acto en que se le rendía público homenaje a quién años más tarde sería reconocido con el premio nacional de poesía.

Granada suele reaccionar tarde a eso de reconocer el mérito de sus hijos, pero aquel concierto puso de relieve la categoría humana y poética de Rafael, junto con las virtudes artísticas de Luís Cerón, en una sesión inolvidable a la que asistió el todo Granada. En la voz profunda del cantautor, los versos “guillenianos” adquirieron otra dimensión hasta entonces desconocida, pasando de la siempre enriquecedora lectura, al encaje perfecto en un pentagrama musical, ajustado a lo escrito como un traje hecho a medida, hasta entonces no estrenado. La magia esparcida por el auditorio de García de Paredes, fue envolviéndonos a todos en una atmósfera de poesía hecha música, dejando sobre la tarima el sello inconfundible representado en unas letras hermosas, envueltas en una voz y una música creadas para engrandecer la belleza.

Pronuncio Amor, y Anclado en Mi Tristeza de Poeta, dieron paso a una decena más de los versos escogidos para la ocasión, que pronto sedujeron al abarrotado auditorio, que se hizo cómplice perfecto para alcanzar la armonía que se presagiaba sobre el papel.

Por fin el poeta emergía a otra dimensión de sus escritos, y en su cara de satisfacción, se reflejaba lo acertado del trabajo de Cerón. Adscrito a la generación de los años cincuenta, Rafael inició su actividad literaria en 1953 como miembro de Versos al Aire Libre, grupo de jóvenes escritores que rompieron el silencio en que se había sumido la poesía granadina de posguerra tras el asesinato de García Lorca. Cuatro años después fundó y dirigió, junto con José G. Ladrón de Guevara, la colección de poesía Veleta al Sur, con la que se comenzó a revitalizar el panorama literario en Granada y que se mantuvo activa durante cerca de una década, hasta 1966. Como editor también dirigió, ya en 1982 y junto a  su compadre, Francisco Izquierdo, la serie de fascículos sobre el Albaicín Los Papeles del Carro de San Pedro, calle mítica donde ambos vivían y desde allí, sus versos se fueron desparramando por todo el mundo de habla hispana, obteniendo mucho antes ejemplar reconocimiento a su obra, fuera del terruño, como suele ser habitual por estos lares, pero desde aquel concierto, el mundo entero ya sabe quién es Rafael Guillén,  el poeta que vive Para Decir Amor Sencillamente, y el cantautor Luís Cerón, que por una tarde, le puso su voz.

martes, 11 de enero de 2022

SAN ANTÓN

 SAN ANTÓN


Tito Ortiz.-


En aquellos años y por estas fechas, los niños y niñas del Albayzín, solíamos cantar en corro aquello famoso de: “San Antón mató un marrano y no me dio las morcillas. A San Antón le daremos siete palos en las costillas”. Porque en nuestras casas ya hervía la famosa olla con todos sus avíos. Morcilla, chorizo, espinazo, rabo, careta y todo lo que perteneciera a la real anatomía del cerdo, que junto con las habas secas y el arroz, conformaban la comida de varios días. Guiso contundente para los fríos de enero, la olla de San Antón llevaba a la más rabiosa rivalidad a las vecinas, que a la chita callando, competían a ver cuál de ellas la hacía más rica. Durante una semana, las hornillas de carbón y las de petróleo no daban abasto, cociendo desde muy de mañana, todos los ingredientes, aromatizando las callejuelas encaladas del barrio albaycinero.

Los chiquillos bajábamos a “Casa Ninguno” en la esquina de las dos Caldererías (la vieja y la nueva) para divertirnos viendo los escaparates, en cuyo interior, ante una fogata simulada con papel de celofán rojo y una bombilla eléctrica en su interior, sentados en sendas sillas de enea, aparecían dos cerdos vestidos con trajes de gitanos, a la espera de que se cociera la olla para darse el festín. La cara de la gitana era – como la de él – la cabeza del cerdo con los labios pintados de un rojo intenso, unos zarcillos a juego pendiendo de las orejas, con mantoncito de lunares a juego sobre los hombros, y vestido de volantes.  Él lucía un sombrero de ala ancha, pañuelo al cuello, chaleco con reloj de bolsillo, un cigarro entre los labios del morro, navaja de siete muelles que sobresalía de la faja y gancha en la mano diestra. Un porrón con vino de la tierra presidía la mesa de camilla. Desde el final de la Epifanía hasta el día de San Sebastián, ante los escaparates de “Casa Ninguno”, se formaban grandes colas para reír ante la humorada de la empresa granadina, especializada en todo lo referente al cerdo. 

Pasaron los años, y ya comenzaron varios restaurantes de la capital y la provincia a incluir en sus cartas por estas fechas la olla de San Antón, que hasta entonces, había sido casi exclusiva del Albayzín y el Sacromonte. Muchos de estos establecimiento promocionan este manjar, publicitando donde lo podemos encontrar y de esta forma, hemos conseguido que un guiso humildísimo, que se hacía con todo lo que nadie quería del cerdo, ahora lo podamos degustar en algunos salones de postín. En el recuerdo tengo a mi inolvidable amigo, Antonio Torres, jefe de cocina del restaurante “Chiquito”, que un día nos llamó a varios amigos como, José Antonio Lacárcel, Orfer y Nono, para que probáramos antes de incluirla en la carta, una versión de tan genial plato granadino, pero al que en su elaboración le había sustraído toda la grasa. El invento resultó ser toda una genialidad, porque la digestión la hicimos en un pispas, sin necesidad de bicarbonato. Fue otra genialidad de éste cocinero que se nos fue tan pronto, pero que antes recuperó platos granadinísimos, incluida la gastronomía del reino nazarí. Buen provecho y al ataque, que hay para repetir.

martes, 4 de enero de 2022

AÑO DE BIENES

 AÑO DE BIENES


Tito Ortiz.-


El pasado sábado día uno de enero, se celebró –como todos los años- el Día del Guardia Urbano, donde la generosidad de los granadinos se apreció una vez más, en la cantidad de regalos que se fueron acumulando, tanto en Puerta Real, el cruce de Colón con Reyes Católicos y la plaza del Triunfo. Allí, junto al pódium donde se suben para regular el tráfico, pintado de blanco con líneas rojas, se fueron acumulando a lo largo del día, bienes comestibles tan dispares como, jamones, tripas de salchichón y chorizo, cajas surtidas de mantecados, botellas de sidra, pollos y pavos vivos, hogazas de pan de Alfacar y todo tipo de dulces navideños, que harán felices a su familias en estas fiestas tan entrañables. Los guardias lo agradecían con una amplia sonrisa, uniformados con su gabán tres cuartos azul marino, su correaje blanco, salacot y guantes a juego. El sueldo de guardia urbano no da para muchas alegrías, y una vez al año es bueno que los granadinos colaboremos con quienes tanto hacen por nosotros.

Esta hubiera sido la crónica de Ideal en aquellos años de mi infancia, que aún se conservan en las hemerotecas, para recordarnos –como dicen Les Luthiers- que, “cualquier tiempo pasado fue anterior”. Afortunadamente, hoy día nuestros policías locales ya no necesitan de la caridad de sus convecinos para subsistir, pero si necesitamos todos que algunos de ellos sean más cumplidores con el fisco. Hace unos días se han publicado las listas de los morosos insolidarios con la hacienda pública, y resulta escalofriante comprobar que haya tanto deudor, que al parecer, duerme tranquilo por la noche. Solo recaudando lo que estos deben a la Agencia Tributaria, los presupuestos generales del Estado, serían coser y cantar, pero a juzgar por la situación lo único que pega es interpretar un miserere, por tanto jeta y famoso que no cumple con sus obligaciones fiscales, condenándonos a los demás a vivir con el corazón en un puño, estirando las paupérrimas pensiones para dar de comer a los nietos. Atrás quedaron los tiempos en que los hijos ayudaban con sus sueldos a la economía familiar paterna hasta que se emancipaban. Ahora esos hijos siguen en casa, porque por si solos no se pueden valer para vivir, en un país que presume de tener a individualidades millonarias que no cumplen con sus obligaciones, para con todos. Sorprende ver y hasta cabrea, como personajes que están en el pico de la ola mediática todos los días, campan a sus anchas sin pagar a Hacienda, riéndose de todos nosotros en nuestra cara, mientras los demás pagamos el recibo de la luz gracias a un crédito personal.

Menos mal que mi amigo Antonio Baquero, ilustre boticario y cabañuelista, ha pronosticado para este año lluvias, granizo y nieve, con lo que al menos albergamos la esperanza cobijada en el viejo refranero, de que este sea un año de bienes. Y si además, le damos un empujoncito a la pandemia y la mandamos a paseo, tendremos las fuerzas suficientes para pensar, como dice Serrat, que a partir de aquí, solo cabe ir progresando. Pero las desgracias nunca vienen solas, el nano del Poble Sec, sale de gira para retirarse. Esto es un no parar.