domingo, 20 de marzo de 2022

LA ORACIÓN DEL TORERO

 LA ORACIÓN DEL TORERO


Tito Ortiz.-


Para escribir estas palabras, me he puesto en el ordenador, La Oración del Torero, de Joaquín Turina, la obra cumbre de un músico que supo cómo nadie llevar al pentagrama, todas las facetas por las que pasa un torero en la plaza, incluidas dos puertas, la grande y la de la enfermería. Yo estaba en la de Granada junto a mí padre, cuando aquella tarde  mítica, Manuel Benítez “El Cordobés”, partió por la mitad un par de banderillas, y de rodillas, intentó poner las cortas. En ese momento, el toro hizo por él, y el diestro que entonces mandaba en la fiesta, recibió una de las cornadas más graves de toda su vida. Pero quiso la suerte de que en el burladero de los médicos, estuviera una eminencia llamada, don Juan Pulgar que fue quién le salvó la vida Y es que la de Granada, ha sido siempre una plaza de segunda categoría, pero con una enfermería de primera, incluido el pelirrojo anestesista. De ahí la tranquilidad de los actuantes, ante la posibilidad de un percance en la ciudad de La Alhambra. Mi compañero, y sin embargo amigo, Santi Lozano, me contaba emocionado en la cafetería del hotel Victoria, como aquella tarde en Granada, cuando el toro lo cogió para matarlo y llegó a la enfermería en parada, don Juan no se lo pensó dos veces, y abriéndole el pecho, le metió la mano hasta el corazón, para darle masaje cardiaco con su mano, y eso le salvó la vida.

Esa tradición de, solvencia sanitaria en la enfermería del coso granatensis, perdura en el tiempo, gracias a mentes privilegiadas como la que se nos ha ido. El doctor José Sánchez Ortiz no solo era un gran médico, era un cirujano taurino reconocido por todos sus compañeros. Aquella tarde en la que, entrevisté para Canal Sur a Ramón Vila en la Maestranza de Sevilla, me dijo que un buen cirujano de plaza, si desde el burladero de los médicos estaba atento a la faena, cuando entraba en la enfermería para lavarse y coger el bisturí, ya llevaba medio operación hecha en su cabeza, incluidas profundidad de la cornada y posibles trayectorias. Y añadió: Pero en Granada podéis estar muy tranquilos, allí tenéis a Pepe Sánchez Ortiz. Toda una eminencia en la materia, reconocía el trabajo de un compañero, y eso, no se da en todas las profesiones. El doctor Sánchez Ortiz, ha sido un ejemplo para generaciones futuras, de muchos quilates, y eso bien merece un mosaico en la plaza.

MARINA 

Sigue sonando la Oración del Torero de Turina y, hay un momento en el que el gran músico, describe a la perfección el remate de una media verónica, para poner un punto y seguido a la faena. Y eso es precisamente lo que una enfermedad odiada por todos, no le ha permitido a Marina. Su vocación infinita de servicio a los demás, le llevó a la militancia política con conciencia de clase. Allá donde había una labor que hacer sin relumbrón ni foto, allí estaba ella para resolver lo que hiciera falta y aportar su granito de arena con total dedicación. Llegó incluso a aceptar poniendo buena cara – como siempre – la responsabilidad de continuar con “El Legado Andalusí”, cuando éste ya estaba desprovisto de grandes presupuestos y la administración que lo creó, lo dejaba morir de inanición, pero eso no la amilanó, y apechugó con el envite. Su pueblo la llora, y yo también.

BIBARRAMBLA

Me sigue envolviendo Turina, con su obra dedicada al mundo del toro, y va mi recuerdo para el gran Francisco Henríquez de Jorquera, que me precedió en la señal de la Fe, y dejó reflejado como nadie antes, la importancia de la plaza de Bibarrambla en la Granada conquistada, con sus grandes monumentos al Santísimo con motivo del Corpus, o de aquellos festejos de toros alanceados por los nobles granadinos en fiestas tan memorables. Por eso recibo con alegría el libro que me manda mi amigo, el pintor de la tierra, Manuel Ruiz Ruiz, dedicado a la historia y costumbres de ésta plaza de nuestras entretelas, donde nuestros ojos de niños vieron por primera vez los chacolines. La obra es del Gabinete Pedagógico de Bellas Artes de La Junta de Andalucía, y créanme que se trata de una joya, que no debe faltar en la biblioteca de ningún granadino que quiera su tierra y la admire, como nosotros.

EL SIGLO TRANSPARENTE

Donde mejor escuchar ésta Oración de Turina que en el interior de nuestra santa Iglesia Catedral. Y si estuviera Juan Alfonso interpretándola en el órgano de la epístola, pues mucho mejor. Como estaba aquellas inolvidables mañana, cuando a puerta cerrada, mi hermano, el escritor y poeta, Antonio Enrique estudiaba su “Armónica Montaña”, mientras Iván Piñerúa, pintaba el interior catedralicio, y José Antonio Lacárcel, Orfer y yo, disfrutábamos del momento histórico en el que nuestros amigos hacían arte, cada uno a lo suyo. En “El Siglo Transparente”, recoge Antonio Enrique, una antología de sus poemas nacidos desde aquel lejano primer quinquenio de los años setenta del siglo pasado, casi hasta nuestros días, que yo he devorado con placer literario, envuelto en la nostalgia más cálida, del reencuentro con lo ya sabido y nunca olvidado. Antonio Enrique, mi hermano y maestro, conserva en su memoria de niño el sonido romántico del silbar de trenes junto a su casa, cuando sin necesidad de reloj, las tareas domésticas se llevaban a cabo entre la llegada de un mercancías, la salida del “corto de Loja” o la llegada del expreso de Madrid, ambientados hoy en “La oración del Torero” de Joaquín Turina.

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