LOS FACUNDILLOS
Tito Ortiz.-
Conocí a doña Angustias Arcas cuando yo trabajaba en “Tejidos El Ahorro”, y cada dos o tres días, Manuel Balboa Fernández, me mandaba a su casa, para llevarle las telas que tenía que confeccionar para la tienda. Doña Angustias tenía el porte y la educación de una señora noble, y en su puerta de la Cuesta de Gomérez, frente a la casa del Alcalde de Granada, Manuel Sola, junto al timbre, había una plaquita de hojalata que rezaba: Angustias Arcas, Modista.
De trato cariñoso y vivaracho, con el pelo recogido en un moño, y siempre con tacones, la modista me recibía con amabilidad, y me entregaba las prendas confeccionadas para llevar a la tienda de la calle Cárcel Baja. Yo seguía viéndola, cada domingo en misa de once en Santa Ana, ya que en mi condición de monaguillo, le ponía la patena bajo la barbilla a la hora de comulgar, cosa que con mucha frecuencia, hacía junto a su hija, que iba con el uniforme de enfermera militar, portando sobre su cara, los ojos más bonitos que he visto en mi vida a los pies de La Alhambra. Asunto éste que no le pasó desapercibido a Joaquín León, que terminó llevándola ante el altar, convirtiéndola en madre de sus hijos.
GONZÁLEZ ARCAS
Pasaron aquellos años sesenta del siglo pasado, y tuve contacto con varios de los hijos de doña Angustias. Primero fue Arturo González Arcas, que militó en el partido socialista andaluz, y llevó a cabo una labor importante en nuestro ayuntamiento, siempre relacionado con el mundo de la cultura. También fui amigo del más pequeño de los Arcas, pero con quién más contacto tuve, fue con Paco, hombre bueno y sabio de la semana santa de Granada, que durante su militancia cofrade en la Hermandad de “La Cañilla”, me explicó toda la historia que yo debía saber para entender la hermandad del Realejo, entre otras cosas, de donde venía la palabra de “Facundillos”. Me decía Francisco González Arcas, que todo venía de una canción popular granadina cuyas raíces se perdían en la antigüedad. Todo comienza con la fundación en 1925 de la hermandad de Jesús de la Humildad y Nuestra Señora de La Soledad, en el corazón del Realejo, y continúa cuatro años más tarde con la puesta en marcha de otra, adscrita a esta, que debería convertirse en una escuela de cofrades a muy temprana edad. Se erige así, la Hermandad del Dulce Nombre de Jesús, que procesiona un niño Jesús pasionista, del mismo autor que La Virgen de La Alhambra, o sea, Torcuato Ruiz del Peral, y tiene sus singularidades, hasta entonces inéditas en la semana santa de Granada.
FACUNDILLOS
Por primera vez, hay una hermandad que de manera visionaria, ve el futuro cofrade en los niños, a los que hasta ahora, se les tenía prohibido participar en los desfiles penitenciales hasta la mayoría de edad, aunque algunas cofradías lo permitían si ya habías hecho la primera comunión. Estos niños solían portar entonces un farol con luz de cera, de ahí –como me explicó Paco González Arcas – la gente les comenzara a llamar “Facundillos”, porque la canción popular decía: ¿Quién por la calle va? A modo de pregunta de los serenos de antaño ante la inseguridad de la noche. Y la respuesta era: ¡Facundo con un farol! Así que de esta forma, quedaron bautizados los jovencísimos cofrades, como “Facundillos”. Tiempos después, los faroles serían cambiados por campanitas de barro, tras la recuperación de esta tradición que permaneció oculta durante decenios.
MORENTE Y PADIAL
La Hermandad de la Humildad y Soledad de Nuestra Señora, sobrevive a toda clase de avatares a través de los años, pero tiene un resurgimiento importante cuando, Jacinto Morente, accede a la jefatura como hermano mayor, y nombra como vocal de Juventud a Manuel Padial, (Manolón). Juntos recuperan la tradicional procesión de los Facundillos, llevándola hasta el Domingo de Resurrección, y cambiando los farolillos por campanitas de barro. Es entonces cuando la Soledad de Santo Domingo comanda el último domingo de la semana santa, al que posteriormente se incorporarían los resucitados. La importancia de la procesión infantil es tal, que el arzobispo los invita años después a que presidan la misa de doce en la Catedral.
EL LEÓN
Parte de esa savia que impulsa “la cañilla y los facundillos”, reside en la calle del Pan, desde finales de los cincuenta, en el bar restaurante que rigen los hermanos León Guerra, herederos dignos de su padre, que cantaba las tapas como nadie, y cuyos hijos son el orgullo de la semana santa granadina, con iniciativas tan extraordinarias como la edición de un cartel todos los años, que pregona nuestra semana santa al más alto nivel artístico, cartel que fue presentado por mi hermano, Ángel Luís Sabador Medina, hasta su fallecimiento, y que en la noche que precede a la Pasión, cuenta con la presencia de la banda de “El Despojado”, que derrocha su buen hacer musical en plena calle, como anuncio de lo que nos espera en los próximos siete días. “El León” es además, la tertulia permanente durante todo el año de nuestra semana santa, habiéndose convertido en el lugar de cita obligado, no solo para los cofrades de la tierra, sino, para todos aquellos que llamados por su fama, acuden procedentes de otras provincias, de las que se reciben los carteles anunciadores de la Pasión. Algún día, la Granada cofrade tendrá que rendir el homenaje que se merecen los hermanos, León Guerra. Que sea pronto.
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