domingo, 27 de agosto de 2023


 

 

PILAR

 

Tito Ortiz.-

 

El domingo pasado llevaba mucho tiempo sin llorar y, se me escaparon dos lágrimas como dos membrillos, al comprobar que nuestras mujeres consiguieron el campeonato mundial de fútbol. Por primera vez en la historia, la selección nacional femenina se traía la copa del mundo a casa, y no pude contenerme. El hecho fue que no tuve más remedio que pensar en femenino, acordándome de que otra mujer, ocho años antes, también me emocionó cuando llegó a lo más alto de la universidad de Granada.

Saben los que me conocen que, los granadinos nacemos donde queremos, pero ella vino aquí cuando todavía no hablaba. Aquí se educó, se formó y ha realizado toda su vida personal y profesional, por eso, Pilar Aranda, es una de las nuestras que también ha hecho historia, alcanzando las más altas cotas de la Universidad granatensis, en un mundo que aún se resiste a la máxima representación femenina.

La conocí durante mi responsabilidad como director de Canal Sur, acudiendo cada tarde a la tertulia política de la cadena andaluza, aportando esa clarividencia, ese feminismo, y esa capacidad de dar sensatez, ante los hechos cotidianos que a todos nos afectan, con una naturalidad fuera de lo común. Por eso no me extrañó que, en llegando a la máxima responsabilidad académica  universitaria, el estamento monolítico desde siglos, se abriera por fin a la sociedad que lo alberga, y caminara con los granadinos, en cada proyecto ilusionante que se planteaba.

UNA DE LOS NUESTROS

Pilar Aranda, durante su mandato, ha abierto la Universidad de Granada a los ciudadanos, como nadie antes lo había hecho. Implicándose con cada proyecto, aportando la investigación universitaria a la sociedad, poniendo en valor que lo que sucede en las aulas y laboratorios, tiene que repercutir en la sociedad que los alberga, sin esperar nada a cambio, si no, el progreso y la creación de riqueza, que den sentido a lo que se sucede en la institución que fundara Carlos V y que, durante muchos años, demasiados, ha vivido de espaldas a Granada, proyectándose al exterior. No en vano, nuestra Universidad es una de las más reconocidas y valoradas a nivel mundial, pero el trabajo de su excelencia, a veces nos ha venido reconocido, sin que los granadinos tuviéramos noticia de lo que intramuros se cocía. La nuestra, encabeza todos los rankings de las más valoradas de España y Europa y, para constatarlo, solo hay que observar las peticiones de estudiantes extranjeros que, quieren seguir sus estudios en nuestra ciudad. Sin olvidar, que siendo Granada una provincia ayuna de industria, es la mayor empresa por el volumen de funcionarios y estudiantes, con lo que eso reporta a la ciudad.

Ha tenido que llegar Pilar Aranda al rectorado, para que los granadinos tomemos conciencia de que, eso se haga sentir en nuestra sociedad, y veamos una Universidad abierta a la Provincia y a todos sus proyectos.

ANIVERSARIO

Se preparan grandes factos para la conmemoración del quinientos aniversario de la fundación de nuestra Universidad, que todo el mundo atribuye a CarlosV, olvidando que mucho antes, Granada ya fue ciudad Universitaria. Yusuf I, en 1349 inauguró la Madraza de Granada, la primera universidad que tuvo la ciudad, donde se realizaban estudios superiores equivalentes a las universidades medievales de Bolonia u Oxford, algo que muchos han olvidado.

Durante su discurso de despedida, Aranda recordó la dureza de la crisis que marcó su llegada al Rectorado y los efectos de la pandemia. "En todos esos momentos de dificultad me he sentido reconfortada por ser consciente de ser parte de una historia, de un esfuerzo colectivo, cuyos protagonistas y destinatarios son las personas que conforman la comunidad universitaria".

EL FUTURO DE SU LEGADO

 

"Este curso debe ser el momento propicio" para apostar por las infraestructuras, alegó la rectora, que también recordó a la consejera Carazo, hoy alcaldesa de Granada que, queda pendiente la remodelación de la piscina de Fuentenueva -un proyecto que se dijo que iba a acometerse la pasada legislatura y que todavía está a la espera que que se redefina, el acuerdo de compensación por las obras del Metro en los Paseíllos- y el "importante esfuerzo financiero" que supone el cuidado del patrimonio universitario. Recordó Aranda que el desarrollo de Arqus (la alianza entre ocho universidades europeas que lidera UGR) ha contado con 14,4 millones de euros puestos sobre la mesa por la Comisión Europea el pasado mes de julio. Eso sí, aportó que este modelo de universidad europea "va a exigir cambios normativos y flexibilidad por parte del sistema universitario español y andaluz”. "Con toda firmeza, desde la Universidad de Granada reivindicamos que se corrija una situación de insuficiencia financiera crónica que desde hace muchos años llevamos sufriendo", dijo Aranda, que recordó que este mensaje no es nuevo. Desde hace años lo reitera a los distintos gobiernos que se han sucedido en la Junta.

Aranda desgajó los tres grandes proyectos que se prevén tengan un gran impacto en la provincia, el UGR Dones, asociado al IFMIF Dones; el UGR AI, vinculado a la inteligencia artificial y que tiene como uno de sus objetivos traer a Granada la agencia nacional de regulación de esta tecnología; y UGR Sostenibilidad, que contará con un centro de innovación en la Azucarera de San Isidro. La rectora recordó que se colabora con la Diputación, el Madoc, el Patronato de la Alhambra o el Parque de Ciencias de la Salud, entre otras instituciones, además del Ayuntamiento de Granada.

Pilar Aranda se ha ido de la Universidad, dejando deberes a la institución a y a toda la sociedad granadina. Por favor… no la defraudemos.

domingo, 20 de agosto de 2023

EN OCASIONES… OIGO VOCES

 

EN OCASIONES… OIGO VOCES



 

Tito Ortiz.-

 

Estas noches de verano tórrido, de calor insoportable, incompatible con el sueño, cuando te quieres dormir vencido por la canícula, “autoamortajado” con las sábanas enrolladas al cuerpo, ya son las tantas, y la torre de la Vela está a punto de dar el toque de ánimas. Es entonces cuando, hundido y derrotado caes en el sopor de la madrugada, expuesto a que tu mente sea presa de cualquier desatino, preámbulo de la locura. A mí me pasa, yo oigo voces. Sin ir más lejos, anoche, a eso de las cuatro, cuando la Vela da el toque de riego para la vega, escuché en mi mente delirante, la voz potente y segura de, Juan Antonio Cuevas Pérez, “El Piki”, ganando el concurso de cante jondo de la Peña La Platería, en la placeta de los Aljibes de La Alhambra, aquella noche de junio en la que Calixto Sánchez, invitado para el cierre, salió a cantar con los primeros rayos de sol, dando en las almenadas torres del recinto nazarí.

HONOR Y GLORIA A LOS VETERANOS

Vuelta para allá y vuelta para acá, y el sueño sigue sin venir, pero cuando por fin me rindo, oigo voces, estoy en la calle Rosario porque decidió el cantaor granatensis, Antonio Trinidad, rendir justo homenaje de reconocimiento y respeto al fundador de la peña flamenca La Platería, decana de cuantas existen, y nos citó una noche en la Tertulia Flamenca Manuel Salamanca, que regentaba. En la presidencia de la mesa estaba todo el saber flamenco de la historia de nuestra tierra, lo que podríamos llamar el sanedrín de lo jondo, personificado en el mismísimo Manuel Salamanca, fundador de la primera peña flamenca del mundo, en su taller de platero de la calle San Matías, en el que se daban cita en los años cuarenta del siglo pasado todos los buenos aficionados de la tierra, antes de que éste emigrara a Brasil. Estaba flanqueado el homenajeado nada más y nada menos que por Manuel Celestino Cobos 'Cobitos', compañero y amigo del genial Frasquito Yerbabuena, y por el legendario Pepe 'El de Jun', que no dudó en interpretar su inolvidable 'soleá apolá', poniendo el vello de punta a los presentes. 'Cobitos' hizo los fandangos de Graná de su amigo Francisco Gálvez y la noche echó a andar por los caminos del cante, alternándose de forma natural charla y palo flamenco. Mientras los octogenarios avanzados carraspeaban las gargantas, y el de “Pinillos” templaba la guitarra, supuso todo un disfrute escuchar en la voz del propio protagonista, Manuel Salamanca, cómo se había fundado la peña en su taller, de una manera muy natural, sin nada forzado, con el solo deseo de pasar un rato agradable entre amigos que escuchaban viejos discos de pizarra en una gramola a la que había que darle cuerda con una manivela, mientras se pasaban una botella de vino peleón con un corcho y una caña, y de unos tazones de loza cogían unas aceitunas aliñás para acompañar el trago. En ese ambiente distendido y amigable se analizaban los cantes y se estudiaba lo jondo. Era muy reconocida en el pequeño local la asidua presencia de extraordinarios aficionados, que bien tocaban la guitarra o cantaban sometiéndose a la valoración de tan instruido y afamado auditorio, del que ya se hablaba, mucho y bien, por la ciudad de la Alhambra. La noche del homenaje discurría con la participación no solo de buenos cantaores presentes, sino de personajes de la cultura del momento, como el poeta Miguel Ruiz del Castillo, quien declamó unos versos propios para la ocasión, que luego entregó impresos en unos tarjetones a los presentes. También intervino el escritor y autor teatral José María Garrido Lopera y otras individualidades de la cultura.

A ESCENA

El calor me despierta, voy al balcón para beber agua del botijo con el pitorro tapado por, un diminuto tapete de ganchillo hecho por mi abuela, y lo peor no es que el botijo no está, la tragedia es que el balcón tampoco. Han pasado los años en un duermevela y me han transportado sin querer a otra casa, con frigorífico servidor de agua…que cosas. Vuelvo a la cama, y antes de que toquen a maitines las tomasas, oigo voces, mejor dicho, una voz, pero una muy personal, como afónica, como si las cuerdas vocales se resistieran a juntarse para sonar limpiamente, es una voz desgastada por los años de sabia dirección. Es la voz del inigualable, Pepe Tamayo, señor de la escena y las bambalinas. Lo oigo como dirige un auto sacramental para el Corpus, en la plaza de Las Pasiegas. Lo oigo como distribuye a los actores en el Tenorio, representado en el Teatro Cervantes. Oigo sus instrucciones en el teatro de la Zarzuela, cuando en un alarde de saber, montó la Antología del género chico con la que recorrió el mundo, incluida la antigua Rusia en años difíciles. Oigo como el alcalde de Granada, Antonio Jara, le impone la medalla de oro de su ciudad, en el mismísimo teatro del Generalife, en una de las últimas visitas que le traerían a la tierra que le vio nacer. Aquel niño de la calle, Santa Paula que iba para cura, pero terminó en la escena, con la complicidad de su amigo quinceañero, Ramón Moreno, en principio, y con el apoyo incondicional de Antonio Gallego Burín después, alcanzó las más altas cotas del teatro de todos los tiempos, visitando cualquier país que ustedes encuentren en el mapa. La voz afillá de Pepe Tamayo, ha sido la que me ha despertado esta noche. Mi sueño, bien vale su recuerdo. Honor y gloria a los nuestros. Amén.

 

 

domingo, 13 de agosto de 2023

LOS FELICES CINCUENTA

 LOS FELICES CINCUENTA



Tito Ortiz.-


Pertenezco a una generación posterior a los niños de la guerra, así que estamos a caballo entre los años de “las hambres” y el desarrollismo de los sesenta, con la aparición del seiscientos y la palabra “vacaciones”. Los nacidos entonces estamos ahí en tierra de nadie, como una generación perdida, según se mire, pero eso sí, muy atenta a lo que pasaba, y con la intención de dejar atrás, toda la rémora de la guerra y los años posteriores de represión y fatigas. Nosotros no conocimos las cartillas de racionamiento, pero sí la escasez y las penurias. Las cartillas con los bonos para la leche americana, a recoger todas las mañanas en Postigo de Zárate, y la bolsa de navidad que nos daban en la parroquia, con un pollo y una lata de mortadela “mina”. Los zapatos y los abrigos heredados de los hermanos mayores, asunto en el que yo iba en desventaja porque fui el primero en nacer en la familia. Las rodilleras en los pantalones, las coderas en los “saquitos”, las camisas con cuello de repuesto y las medias de cristal con liguero, con o sin costura. 

LA RADIO

La única conexión con el exterior era la radio. Una Marconi de válvulas, que tardaba una eternidad en calentarse y dar sonido, fundamentalmente música, ya que los informativos estaban prohibidos, y los únicos que se podían escuchar eran los Diarios hablados de Radio Nacional de España, a las dos y media de la tarde y las diez de la noche, con la obligación de que todas las emisoras del país tenían que conectar obligatoriamente con ellos, aunque los que teníamos una radio potente, buscábamos en el dial, Radio Pirenaica, para saber lo que de verdad estaba pasando en España. Nuestras emisoras daban música y entretenimiento. Discos dedicados y concursos. Yo me crie escuchando a, Renato Carosone, Torcuato y los Cuatro, Luisa Linares y Los Galindo, Los Cinco Latinos, Las hermanas Benítez, Los Tres de Castilla, Los Tres Sudamericanos, Marino Marini, Ruht y Los Granada con Luís el barnizador aprendiz de mi padre, Gelu, Valen, Paul Anka, Sinatra, rancheras de Miguel Aceves Megía y la primera comunión y el emigrante de Juanito Valderrama. Esa fue la banda sonora de mi vida, junto con algún fragmento de zarzuela y Marifé de Triana.

Me bautizaron en Santa Ana, donde se habían casado mis padres, por cierto que mi madre no fue a la iglesia, siguiendo la tradición de entonces, solo asistieron mi padre, los padrinos, familiares e invitados. Hice la primera comunión en San Andrés, me confirmaron con ceniza en Santa Ana, donde fui monaguillo, también en Los Hospitalicos, y  paje de la Inmaculada en el monasterio de La Concepción, que venía a ser lo mismo, pero con más categoría porque se trataba de una hermandad sacramental, y ayudaba en los oficios, nada más y nada menos que, a don Valentín Ruiz Aznar, una eminencia como sacerdote confesor y capellán de las monjas, y una genialidad como músico.

CONFIESO QUE HE BEBIDO

Pertenezco por lo tanto a, una generación formada en la cultura del alcohol desde la cuna. Formo parte de una sociedad que utilizó el alcohol como remedio para todo, incluidas algunas enfermedades. Cuando no tenía ganas de comer, mi padre me bajaba a Castañeda una hora antes de poner la mesa. Me sentaba en la barra, y me pedía en un vasito pequeño, un “follasa” que era vino dulce con gaseosa, que según todos abría el apetito. El caso es que cuando subíamos a comer, yo devoraba las piedras, así que habían encontrado la solución a mi falta de apetito. Después vinieron los tiempos de Quina Santa Catalina. Contra el refriado te arreaban una vaso de leche caliente con un chorreón de coñac, y a sudarlo bajo las mantas, por la mañana estabas nuevo. Cuando las mujeres de la casa tenían una regla dolorosa, se arreaban una copa generosa de ginebra, y se acabó el dolor. Eso sí, cantaban como locas por Lola Flores. Si en cualquiera de los componentes familiares se apreciaba, desgana, flacidez, ojeras, depresión o ausencia de ganas de vivir, el remedio recomendado para la ocasión era un macetazo de “quita penas” –vino dulce de Málaga- con un huevo crudo batido en su interior. A esto se le llamaba en casa “un Ponche”, y a partir de su ingesta, dabas saltos de alegría y te comías el mundo. Para las mañanas de frio, una copita de aguardiente seco, o un “sol y sombra”, mitad anís y mitad de coñac, y a la calle hecho un brazo de mar, a cumplir con el trabajo.

Pero que nadie piense que en mi casa éramos raros, esa era la dinámica de la mayoría de las casas de entonces, donde al arroz se le echaba un cuarto de litro de vino blanco que, le daba un sabor extraordinario, aunque no llevara ni pollo, ni conejo, pero que no le faltara el vino. Y para semana santa, no faltaban las torrijas de vino tinto, las de leche eran para blandengues. El coñac Soberano lo anunciaban como cosa de hombres, y otras marcas, como se puede ver en el anuncio que hemos rescatado de la época, aseguraba que el mejor remedio para la gripe, era un buen lingotazo de coñac. Cumplir los setenta habiendo pasado por esto, es todo un prodigio de la naturaleza, no olvidemos que los resfriados te los curaban con una buena untura de aguarrás, sobre el pecho en el que descansaba un papel de estraza, con las cenizas candentes del brasero de picón, tras el vaso de leche con brandy. Total, que estamos vivos de milagro.

domingo, 6 de agosto de 2023

 “MARIQUILLA”


Tito Ortiz.-



El Albayzín tiene un hermano que es el Sacromonte. Nos vamos de un barrio Flamenco a un barrio gitano, como si lo uno pudiera separarse de lo otro. El de la verea de enmedio, el de las cruces camino de la abadía, el de las siete cuestas, el de las catacumbas de san Cecilio y el de las cuevas de la zambra. Una gitanería señorial y artística, que ha sabido con su arte, atraer no solo a los buenos aficionados, sino a reyes, príncipes, jefes de estado, artistas de todas las disciplinas y estrellas de Hollywood. Lo que se hace en el Sacromonte no se hace en ningún otro sitio. El ritual de la boda gitana se conserva aquí, como parte exquisita de nuestra tradición. Desde la jondura de Juanillo, "El Gitano", a la gracia de maría "La Canastera", pasando por los Amaya, los Cortés, los Heredia. Desde "La Faraona", a "La Golondrina", desde las pitas a las chumberas, de las fogatas a la saeta a su cristo de cuatro clavos. El Sacromonte, es un pedazo de nuestra historia inseparable, con don Andrés Manjón, a lomos de una borriquilla, impartiendo educación, comida y vestido, a la banda del Ave María, dirigida por el maestro José Ayala. Algunos de aquellos niños, formaron parte de nuestra banda municipal, como lo hicieron también los pioneros de la banda de la Fábrica de Pólvoras de El Fargue. En una de sus cuevas, una afortunada noche, Antonio Sánchez Ramírez, El Compadre, fundó la hermandad del Rocío de Granada, en una servilleta de papel. El tango falseta,  y el de los merengazos, conviven con la cachucha, la mosca y la alboreá, formando parte de nuestro legado irrenunciable de la música granaina. 

Y en ese Sacromonte, custodiado y conservado por Curro Albayzín, por Juan Andrés Maya, su madre y Jaime Heredia “El Parrón “ –entre otros- nació, vivió y se formó en el baile una niña que el mundo conoce como María Guardia Gómez, “Mariquilla”. Es una figura emblemática del flamenco ancestral. Hija del guitarrista Antonio `Pataperro´ y de la cantaora y bailaora María `Carajarapa´, aprendió el arte del baile siendo una niña y con seis años ya se subía al mítico escenario de las cuevas de Sacromonte. A los 16 participó por primera vez en el Festival Flamenco del Paseo de los Tristes junto a primeras figuras de entonces. Y ese mismo año, el mítico cantaor, Manolo Caracol la invita a bailar en el tablao madrileño `Los Canasteros´. Desde entonces, Mariquilla ha compartido escenarios con figuras emblemáticas de este arte y ha protagonizado espectáculos, como bailaora y también coreógrafa. Algunos de ellos son Ceremonial de cante, baile y guitarra, junto a Mario Maya, Juan Montoya y Juan Habichuela, entre otros; Diquela de la Alhambra y El Sacromonte y yo, en los que firma la coreografía junto a Rafael Aguilar; Trío Fiesta, junto al Güito y Manolete, y Noche de flamenco. Durante muchos años, Mariquilla dirigió el legendario tablao,  “El Jaleo” en Torremolinos, por donde vio pasar a insignes personalidades del flamenco, contando con la voz atrás de “Chiquito de La Calzada”, entre otros. En la actualidad, la artista dirige su propia escuela en nuestra ciudad, y en 1988 la Universidad,  le otorgó la dirección de la Cátedra de Flamencología. Seguidora confesa del hacer de Carmen Amaya, que vivió y conoció el barrio gitano granadino,  la bailaora ha continuado con su tradición de bailar más con los pies, así como el uso de pantalones en algunas de sus interpretaciones. María Guardia Gómez, Mariquilla es madre de la bailaora Tatiana Garrido, que continúa la tradición familiar con total solvencia.

DESCUBRIDORA DE FIGURAS

Es muy difícil encontrar una figura del baile flamenco en Granada, que no haya pasado por el magisterio de nuestra sin par bailaora, en algún momento de su trayectoria, aunque María tiene un olfato finísimo, para advertir en edades muy tempranas, quién y puede y quién no, aspirar a grandes cotas en el baile gitano andaluz. Durante muchos años fue la figura indiscutible del tablao flamenco ubicado en los Jardines Neptuno, donde encontró a su compañero de vida y padre de su descendencia, que sigue siendo su primer admirador, que se entregó a ella, y a su carrera artística sin límite de pasión y amor.

En aquella década de los ochenta del siglo pasado, me cupo el honor de inaugurar las actividades de su cátedra universitaria,  en el salón de Caballeros 24, con una conferencia dedicada a los cantes olvidados, que me ilustró mi admirado amigo del alma, Enrique Morente, con las guitarras de Paco Cortés y Montoyita. La gente que no cogía en la sala, tuvo que seguir el acto en el patio del Palacio de la Madraza, y tuvimos que abrir el balcón, para que hicieran lo mismo, los que se apiñaban en la calle Oficios. Fue todo un acontecimiento. La trayectoria de la cátedra de flamencología de la universidad de Granada, se vio truncada por la prematura muerte de Juan José Ruiz Rico, gran impulsor del flamenco en la Universidad.

Ha recorrido el mundo entero, como embajadora de nuestro arte, siendo más fácil citar el país que no ha visitado. Ha recibido multitud de reconocimientos y homenajes, pero tal vez, el mejor, sea el que muchas figuras del baile actual, reconocen que se iniciaron con ella, y que sus sabios consejos les sirvieron para evolucionar y triunfar. Le han cantado los mejores, desde el mismísimo Camarón a los actuales. Le han tocado las primerísimas guitarras, hasta nuestros días. La han pintado los mejores pinceles, como nuestro inolvidable, David Zaafra. Tiene en definitiva, una trayectoria, lo suficientemente importante como para ser, todo un lujo de Granada.