“MARIQUILLA”
Tito Ortiz.-
El Albayzín tiene un hermano que es el Sacromonte. Nos vamos de un barrio Flamenco a un barrio gitano, como si lo uno pudiera separarse de lo otro. El de la verea de enmedio, el de las cruces camino de la abadía, el de las siete cuestas, el de las catacumbas de san Cecilio y el de las cuevas de la zambra. Una gitanería señorial y artística, que ha sabido con su arte, atraer no solo a los buenos aficionados, sino a reyes, príncipes, jefes de estado, artistas de todas las disciplinas y estrellas de Hollywood. Lo que se hace en el Sacromonte no se hace en ningún otro sitio. El ritual de la boda gitana se conserva aquí, como parte exquisita de nuestra tradición. Desde la jondura de Juanillo, "El Gitano", a la gracia de maría "La Canastera", pasando por los Amaya, los Cortés, los Heredia. Desde "La Faraona", a "La Golondrina", desde las pitas a las chumberas, de las fogatas a la saeta a su cristo de cuatro clavos. El Sacromonte, es un pedazo de nuestra historia inseparable, con don Andrés Manjón, a lomos de una borriquilla, impartiendo educación, comida y vestido, a la banda del Ave María, dirigida por el maestro José Ayala. Algunos de aquellos niños, formaron parte de nuestra banda municipal, como lo hicieron también los pioneros de la banda de la Fábrica de Pólvoras de El Fargue. En una de sus cuevas, una afortunada noche, Antonio Sánchez Ramírez, El Compadre, fundó la hermandad del Rocío de Granada, en una servilleta de papel. El tango falseta, y el de los merengazos, conviven con la cachucha, la mosca y la alboreá, formando parte de nuestro legado irrenunciable de la música granaina.
Y en ese Sacromonte, custodiado y conservado por Curro Albayzín, por Juan Andrés Maya, su madre y Jaime Heredia “El Parrón “ –entre otros- nació, vivió y se formó en el baile una niña que el mundo conoce como María Guardia Gómez, “Mariquilla”. Es una figura emblemática del flamenco ancestral. Hija del guitarrista Antonio `Pataperro´ y de la cantaora y bailaora María `Carajarapa´, aprendió el arte del baile siendo una niña y con seis años ya se subía al mítico escenario de las cuevas de Sacromonte. A los 16 participó por primera vez en el Festival Flamenco del Paseo de los Tristes junto a primeras figuras de entonces. Y ese mismo año, el mítico cantaor, Manolo Caracol la invita a bailar en el tablao madrileño `Los Canasteros´. Desde entonces, Mariquilla ha compartido escenarios con figuras emblemáticas de este arte y ha protagonizado espectáculos, como bailaora y también coreógrafa. Algunos de ellos son Ceremonial de cante, baile y guitarra, junto a Mario Maya, Juan Montoya y Juan Habichuela, entre otros; Diquela de la Alhambra y El Sacromonte y yo, en los que firma la coreografía junto a Rafael Aguilar; Trío Fiesta, junto al Güito y Manolete, y Noche de flamenco. Durante muchos años, Mariquilla dirigió el legendario tablao, “El Jaleo” en Torremolinos, por donde vio pasar a insignes personalidades del flamenco, contando con la voz atrás de “Chiquito de La Calzada”, entre otros. En la actualidad, la artista dirige su propia escuela en nuestra ciudad, y en 1988 la Universidad, le otorgó la dirección de la Cátedra de Flamencología. Seguidora confesa del hacer de Carmen Amaya, que vivió y conoció el barrio gitano granadino, la bailaora ha continuado con su tradición de bailar más con los pies, así como el uso de pantalones en algunas de sus interpretaciones. María Guardia Gómez, Mariquilla es madre de la bailaora Tatiana Garrido, que continúa la tradición familiar con total solvencia.
DESCUBRIDORA DE FIGURAS
Es muy difícil encontrar una figura del baile flamenco en Granada, que no haya pasado por el magisterio de nuestra sin par bailaora, en algún momento de su trayectoria, aunque María tiene un olfato finísimo, para advertir en edades muy tempranas, quién y puede y quién no, aspirar a grandes cotas en el baile gitano andaluz. Durante muchos años fue la figura indiscutible del tablao flamenco ubicado en los Jardines Neptuno, donde encontró a su compañero de vida y padre de su descendencia, que sigue siendo su primer admirador, que se entregó a ella, y a su carrera artística sin límite de pasión y amor.
En aquella década de los ochenta del siglo pasado, me cupo el honor de inaugurar las actividades de su cátedra universitaria, en el salón de Caballeros 24, con una conferencia dedicada a los cantes olvidados, que me ilustró mi admirado amigo del alma, Enrique Morente, con las guitarras de Paco Cortés y Montoyita. La gente que no cogía en la sala, tuvo que seguir el acto en el patio del Palacio de la Madraza, y tuvimos que abrir el balcón, para que hicieran lo mismo, los que se apiñaban en la calle Oficios. Fue todo un acontecimiento. La trayectoria de la cátedra de flamencología de la universidad de Granada, se vio truncada por la prematura muerte de Juan José Ruiz Rico, gran impulsor del flamenco en la Universidad.
Ha recorrido el mundo entero, como embajadora de nuestro arte, siendo más fácil citar el país que no ha visitado. Ha recibido multitud de reconocimientos y homenajes, pero tal vez, el mejor, sea el que muchas figuras del baile actual, reconocen que se iniciaron con ella, y que sus sabios consejos les sirvieron para evolucionar y triunfar. Le han cantado los mejores, desde el mismísimo Camarón a los actuales. Le han tocado las primerísimas guitarras, hasta nuestros días. La han pintado los mejores pinceles, como nuestro inolvidable, David Zaafra. Tiene en definitiva, una trayectoria, lo suficientemente importante como para ser, todo un lujo de Granada.
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