domingo, 17 de agosto de 2025

 


CON EL CODO EN LA BARRA DE UN BAR

 

Tito Ortiz.-

 

Desde hace decenios, vengo cursando estudios superiores en la universidad de la vida, con el codo apoyado en la barra de un bar. Parece mentira que nuestros proyectos de vida y, futuro de la sociedad, se lleven a cabo en tan singular punto de encuentro.

Es como si el hombre, antes de tomar una decisión, en lugar de encomendarse a sus dioses, hubiera optado por consultar su discurrir vital con el codo reposando sobre la madera, sosteniendo en la mano el vaso con la bebida que le hace llegar a la mejor de las conclusiones, para su devenir histórico. Y de esta manera y postura, se abordan los mayores proyectos de vida o, se ahogan las penas con el codo en la barra y la mano en el hombro de un amigo.

Mis ojos de niño recuerdan haber escuchado los mejores cantes flamencos, en tabernas acreditadas por sus buenos caldos y, por el grosor de la madera de su mostrador, a pesar de que en la pared luciera un mosaico con la inscripción de: “Se prohíbe el cante” y bajo ella, pintado con tiza a mano por un chusco la palabra: “Malo”. Junto a la barra de un bar, mis oídos de niño escucharon los mejores chistes sobre Franco, a “soto bocce”, cuando esto te podía costar la cárcel, también los primeros chascarrillos “verdes” que los niños no podíamos escuchar y, las primeras picardías que no podías decir en público.

SERVILLETAS DE PAPEL

Todavía no se le ha hecho el homenaje que se merece la servilleta de papel, ese utensilio humilde donde los haya, al alcance de todos de manera gratuita en la barra de un bar y, en el que se han iniciado los proyectos más importantes que, después han trascendido en la historia, sin que nadie recuerde que todo empezó escribiendo en una servilleta de papel sobre la barra de un bar.

Sin ir más lejos, el resurgir de la semana santa de Granada a mediados de los años setenta del siglo pasado, se fraguó sobre la barra del bar, “El Sota” en el corazón del Realejo donde, Curro Andrés y sus amigos, decidieron levantar la semana santa con la fundación de, Jesús del Amor y La Entrega y María Santísima de La Concepción. Sobre una servilleta de papel cogida de la barra del bar que, Antonio Sánchez Ramírez, “El Compadre” regentaba en una cueva del Sacromonte, pusieron sus firmas los fundadores de la Hermandad de Gloria del Rocío de Granada. Junto a la barra del bar restaurante, “El Mesón “de la placeta de Gamboa, se gestó la creación de la cofradía de Jesús Nazareno y María Santísima de La Merced.

En una simple servilleta de papel sobre la barra de un bar, los corredores de fincas han hecho grandes negocios, comprando o vendiendo cortijos, marjales o fanegas, fincas o haciendas y, todas esas transacciones tuvieron su origen sobre la barra de un bar, escritas en una humilde servilleta.

Sobre la barra del bar restaurante, “El León” de la calle del Pan, se le toma el pulso a la semana santa de Granada, todos los días del año, desde la década de los cincuenta del siglo pasado. Sobre esa barra se editan y presentan carteles, se ensayan pregones, se proyectan nuevos enseres, se cantan saetas y se anuncia en pocas horas la llegada de la semana santa, con un concierto de la Banda de cornetas y tambores de Jesús Despojado.

A CONTRAMANO

Con el codo en la barra de un bar, reflexiono sobre la actualidad y, me da miedo. Observo con pavor como se ha abierto la veda contra el inmigrante, cuando se le golpea con una barra de hierro y se le azuzan los perros, o se le retiene hasta la llegada de la autoridad. Asisto acojonado a las noticias que dicen que unos adolescentes han prendido fuego a una persona que dormía en la calle, que han apaleado a otro hasta la muerte o, le han prendido fuego a la casa donde vivían unos pobres.

¿Qué está pasando con el ser humano para que llegue a tal degradación?, hasta el punto de, acribillar a balazos a quienes piden un plato de comida. La guerra moderna no es bombardear al enemigo, ahora se trata de ir contra la población civil, masacrarla y, además, dejarla morir de hambre, mientras se impide la llegada de la ayuda humanitaria.

Y ya para rematarla, asistimos a la aberración más palpable, jamás contada. En nuestro país, hoy en día, hay más mascotas en casa que bebés. Nacen menos niños, pero se adoptan más perros y gatos, hasta tal punto de que, antes era normal ver a cualquiera por la calle ir tirando de la correa con un perro, pero ahora, es cada vez más frecuente verlos con dos y hasta tres perros, y todos son suyos. Pero es peor aún lo de los gatos, a los que controlamos menos porque estos no salen a la calle con un collar al cuello, de la mano de sus dueños. Permanecen ocultos en casa y hay -yo los he visto- familias monoparentales con siete y ocho gatos. Hemos cambiado de tener niños a optar por perros y gatos. Es una manera de acabar con la humanidad sin que nadie se dé cuenta.

Hubo un tiempo en que la escuela de la vida tenía sus instalaciones junto a la barra de un bar, donde los desahuciados vomitaban sus penas, los optimistas hacían planes de futuro, los tímidos socializaban y, los alegres cantaban a la vida como si no hubiera un mañana. Un tiempo en el que los psicólogos y psiquiatras no se comían una rosca. Después… Todo ha ido a peor.

domingo, 10 de agosto de 2025

 


VIAJAR ES UN PLACER

 

Tito Ortiz.-

 

Hoy día lo de trasladarse de lugar en transporte público está asumido como un servicio público de cierta garantía y comodidad. Aunque los granadinos sigamos teniendo carencias estructurales que, arrastramos de toda la vida. Tenemos pocos trenes que a menudo se retrasan, se cancelan, nos los paran en mitad de la nada, incluso algunos, ni están ni se les espera. Algo que no sería un problema si, ese aeropuerto que compartimos con los jienenses tuviera vuelos regulares, en un horario adecuado y con una frecuencia que se convirtiera en una clara alternativa al ferrocarril, pero no es el caso.

En cambio, si tenemos un buen sistema de comunicación con otras provincias, si optamos por el traslado en autobús, más económico, pero tardando más en el desplazamiento. Los autobuses suelen tener un asiento cómodo, aire acondicionado y una bodega en la que llevar tú equipaje, sin el temor de que te lo pierdan. Digo esto porque, en un vuelo Granada-Madrid, mi maleta terminó aterrizando en Jerez de La Frontera, mientras yo estaba en la capital del reino durante dos días, sin ropa que ponerme y sin cepillo de dientes, entre otros apechusques necesarios para la vida cotidiana.

Los autobuses urbanos van limpios, en el mejor de los casos el aire acondicionado les funciona, la frecuencia es aceptable, los motores cada vez contaminan menos, ya no vemos aquellos chorros de humo negro como carbonilla saliendo por el tubo de escape, pero en cambio, cuanto más modernos, menos asientos llevan, de tal manera que, al subirte, se produce una especie de subasta benéfica entre los pasajeros, para darte la oportunidad de sentarte, en la que entran en juego la edad del pasajero, la dama cargada de bolsas de la compra, o aquella embarazada que mira a su alrededor, solicitando la buena voluntad de alguien que se levante y le ceda el asiento. Esto se ha convertido en un asunto de buena voluntad entre ciudadanos, porque algunos se ocultan fijando la vista en su móvil, con los cascos puestos y, ya puedes estar con los últimos estertores de la muerte, que el adolescente incívico ni se inmuta, que haberlos, hailos.

¿DE DÓNDE VENIMOS?

Hasta que se inventaron los motores, teníamos asumido que para desplazarnos de un sitio a otro el único transporte era animal, preferentemente un caballo. Mulos y asnos también servían, pero los animales necesitaban de algunos cuidados durante el trayecto, si no queríamos que perecieran. Había que darles de beber, de comer y procurarles cierto descanso, por eso se inventaron las casas de postas. Lugares en mitad del camino, al inicio o en destino, donde se llevaban a cabo estos menesteres, incluido el herraje de las cabalgaduras, sin olvidar la alimentación y el reposo de sus jinetes. Sin ir más lejos, la afamada taberna de Puerta Real de mi amigo Enrique, a la que los granadinos llamamos “El Elefante”, fue en siglos pasados una casa de postas, de donde partían correos y viajeros para el resto de la provincia.

Después llegaron las diligencias, esos coches de caballos, con dos cocheros, que se turnaban durante el viaje para no hacerlo tan largo, con un pescante que los separaba de los viajeros, dejándolos expuestos a todas las inclemencias climáticas, mientras en la berlina se protegían con cortinas. De lo que no podían protegerse era de los bandoleros, que dominaban el trazado de las diligencias y asaltaban a los viajeros dejándolos con lo puesto, que a veces eran los paños menores. Viajar en esa época era siempre una aventura que, algunos, llevaron a la literatura con éxito y a los incipientes diarios.

A MOTOR

Con la construcción del primer automóvil, el invento también llegó con el tiempo al transporte colectivo. Las primeras camionetas a motor transportaban criaturas humanas, junto a animales, baúles y paquetes de todas clases. Y, además, se aprovechaba todo el espacio, incluido el techo exterior, donde lo mismo se ataban bártulos de todas clases, que se acondicionaban unos bancos para los pasajeros que llegaban tarde o cuyo billete era más barato que el asiento en el interior.

Al pasar de los años, eso de transportar algo o, alguien en el techo afortunadamente se prohibió. Se instalaron ceniceros en los respaldos de los asientos, para que nadie tirara las colillas por ventanilla, como síntoma de modernidad. Los pipos ya no iban atados con cuerdas en el exterior, tan sólo se permitían las maletas fuera de la cabina, atadas convenientemente a la baca.

Los autobuses de hoy, comparados con aquellas tartanas son como una nave espacial. Mis abuelos jamás hubieran imaginado que, en un futuro, viajaríamos en un autobús con cristales tintados para evitar el sol, aire acondicionado, luz para poder leer durante el trayecto sin molestar a nadie, un WC, pequeño bar y, ya el colmo de los colmos, una televisión donde ver una película mientras viajas, además de hacer el trayecto en el mismo tiempo, chispa más o menos, de lo que lo hace un automóvil particular.

Dijo Carlos Cano que… “Granada vive en si misma tan prisionera, que solo tiene salida por las estrellas”. Y eso es lo que le pasa a nuestra tierra con el transporte público de trenes y aviones, que al menos, nos han dejado una salida más que razonable con el transporte en autobús que, hasta ahora, se está mostrando como el más fiable y con menor riesgo de sobresaltos, para no convertir un viaje de trabajo o placer, en una aventura en la que nadie te asegura -salvo algunos casos- que, todo vaya a salir como tú lo tenías previsto. Y, además, tanto el autobús urbano como el metro, te dejan en la puerta de la estación… de autobuses, claro.

 

 

 

 

 

domingo, 3 de agosto de 2025

 


PEDIR UN PASTEL PINTADO

 

Tito Ortiz.-

 

Decía mi abuelo, Rafael Rubio Carmelino, que su amigo el pintor inglés era todo un personaje, con el que poder charlar de cualquier cosa, porque su formación y experiencia mundana le hacían un gran conversador. De ahí que él lo visitara con frecuencia en su casa torreón junto a San Nicolás, aunque también solían verse en el Centro Artístico, Literario y Científico, o en la tertulia de la cafetería pastelería de López Mezquita, ya que el inglés era amigo también del pintor granadino, pero, sobre todo, de los exquisitos manjares que salían del obrador familiar, ya que se declaraba un degustador de pasteles irredento.

La condición de goloso empedernido del inglés era muy selecta, a tal punto que, en alguna ocasión, cuando mandaba a la sirvienta hasta la pastelería de Reyes Católicos, para que le subiera sus manjares preferidos, entre el acento guiri del pintor y las pocas luces de esta, acababa en casa con una bandeja de excelencias pasteleras, que no eran sus preferidas. Un asunto este que el pintor dio por zanjado, el día que, sobre una cartulina, le pintó con todo lujo de detalles el pastel de su preferencia. La buena mujer cuando llegó al mostrador enseñó la obra y, desde aquel día, ya no hubo más confusión con el pastel de don Jorge.

APPERLEY

El pintor inglés amigo de mi abuelo se llamaba, George Owen Wynne Apperley, había nacido en Inglaterra el mismo mes que Federico García Lorca, solo que catorce años antes, así que, dado que su obra perdura y Granada no lo olvida, su legado está ahí en nuestra memoria, porque Granada no puede olvidar a quienes la han engrandecido con su creación artística. Afín de cuentas, durante años fue un albaicinero más que dejó aquí, mujer y descendencia.

Pertenecía a una familia aristocrática galesa, quedando huérfano de padre a los seis años. Desde pequeño se sintió atraído por la pintura y a pesar de la oposición familiar, pudo matricularse en la Herkomer Academy e iniciar en ella sus estudios artísticos. Sus padres no consideraban la profesión de pintor adecuada para un Apperley y mientras su padrastro se mostraba partidario de que ingresara en el ejército, la madre deseaba que su hijo sintiera vocación religiosa. Sin embargo, su decisión de dedicarse a la pintura era firme y las presiones familiares no pudieron impedirlo. En 1907 se casó en secreto con Hilda Pope. La familia de la novia desaprobaba la unión y se trasladaron a Lugano (Suiza) para más tarde volver a Londres, donde permaneció unos años y tuvo dos hijos: Edward y Phyllis. En 1914, sin la compañía de su esposa, viajó por primera vez a España y en 1916 decidió emigrar estableciéndose en Madrid durante un año. En 1917 se afincó en Granada dónde conoció a Enriqueta Contreras, una niña gitana que, con catorce años de edad, se convirtió en su esposa, a la que retrató en numerosas ocasiones a lo largo de su vida.​ Fruto de esta unión tuvo otros dos hijos, Jorge y Enrique "Riki".

En 1918 se celebró una exposición con sus trabajos en Madrid que fue inaugurada por el rey Alfonso XIII y su esposa Victoria Eugenia de Battenberg. A partir de entonces aumentó considerablemente su prestigio y consideración en el mundo artístico español. En Granada se relacionó con pintores locales como Francisco Soria Aedo, José María Rodríguez Acosta y López Mezquita, como ya apuntamos al principio, integrándose en la vida de la ciudad e interesándose por el mantenimiento de las tradiciones y el patrimonio histórico. De esta época datan numerosas escenas que plasman los paisajes y vistas de Granada.

MONUMENTO ESCONDIDO

Metro arriba o metro abajo, la calle de La Gloria es una arteria granadina, varias veces centenaria que enlaza la iglesia de San Pedro, en la carrera del Darro con la de san Juan de Los Reyes – antigua mezquita de Teybir o de los convertidos – donde fueron bautizados los primeros conversos tras la reconquista católica. Pues en esta calle de rancio abolengo, de paredes conventuales y refugio de abrasadores soles, allá por los años sesenta, derribose una propiedad, que dio espacio a una plazoleta, que aún hoy no tiene nombre, pero que bien mereciera ser denominada con el nombre de nuestro pintor inglés, que tanta gloria dio a esta ciudad con su obra y familia.

Aquí podemos contemplar su monumento en pedestal de la tierra. Un bronce de Mariano Bennlliure datado en 1944 que, pese a su corto tamaño, muestra en todo su esplendor a nuestro vecino Apperley en plena faena, con la mirada vuelta hacia la modelo o el paisaje. Por lo recóndita de la plaza y la tranquilidad que se respira, más pareciera un oratorio protegido por la verja que, una exaltación al artista, pero la belleza del entorno merece que el visitante entre en esta especie de intimidad, de cercanía, donde rendir homenaje a este aristócrata inglés, que recorrió el mundo, pero que eligió Granada como su hogar y fuente de inspiración.

Tras la proclamación de la II República Española, en 1933 se trasladó con su familia a Tánger (Marruecos) donde permaneció hasta su muerte ocurrida en 1960, aunque realizó frecuentes viajes a Granada, donde siempre conservó su vivienda. El venía de ascendencia noble y en España había sentido el favor de la monarquía, por lo que al proclamarse la república y, teniendo en cuenta que, nunca había disimulado entre propios y extraños sus ideas, esto le acarreó algunos incidentes de desaprensivos revolucionarios en su casa del mirador, lo que le obligó a tomar la decisión de marcharse, aunque su corazón siempre estuvo en el Albayzín.

 

 

domingo, 27 de julio de 2025

 


UNA DEUDA SIN SALDAR

In memoriam Paco Carrasco.

 

Tito Ortiz.-

 

En aquella semana santa “pobretica” de mediados de los setenta del siglo pasado, en la que ya no salían a la calle hermandades como Los Escolapios o Los Ferroviarios, o la de Los Gitanos tenía que hacerlo de un garaje en la placeta de Cuchilleros, porque no había iglesia que la acogiera, la cosa estaba tan mal, que el Consejo de Hermandades sevillano, abrió una cuenta corriente en una sucursal bancaria de la calle Sierpes, con el fin de impedir que la semana santa de Granada desapareciera.

Varias eran las circunstancias que nos habían llevado hasta ese límite. De un lado, las juntas de gobierno inexistentes, cuyos hermanos mayores se eternizaban en el cargo, sin dar paso a la juventud que aburrida desertaba de las filas. De otro, el chantaje al que los costaleros profesionales sometían a las cofradías, dejando los pasos arriados en mitad del recorrido si no se les suplementaba el sueldo acordado, y, además, se les entregaba en el acto, dos cartones de tabaco y una damajuana de arroba con vino. De ahí que no fuera extraño que pasos como La Santa Cena, El Huerto de Los Olivos, La Cañilla y algunos más, salieran aún con ruedas, para abaratar costes y evitar el problema de los costaleros.

Los cortejos estaban cada vez más menguados, algunos pasos se iluminaban con bombillas a baterías bajo la mesa escondidas, la cuota de hermanos era pírrica, no se pagaba papeleta de sitio, los morosos eran tantos y tan reticentes, que los propios hermanos tenían que hacer de cobradores por las casas. La iglesia instituida no nos dejaba entrar a la Catedral, obligándonos a incumplir nuestros estatutos que hablan de hacer estación de penitencia en su interior, muchos granadinos se iban de vacaciones en semana santa, el turismo no venía y la colaboración de la hostelería era insultante. Recuerdo un año, ya entrada la década de los ochenta, iba yo acompañando a un grupo de mujeres de la hermandad, que cada año mendigaban la colaboración de bares, restaurantes y hoteles, para sufragar los gastos de las hermandades y, cual no sería mi sorpresa, cuando entramos a un hotel del centro, que todos los años ponía el cartel de “Completo” por la semana santa y el rumboso de su director, con mucho boato nos dio un billete de cinco pesetas, exigiendo que le pusiéramos en la puerta la pegatina de que había colaborado con la semana santa. Esa era la Granada de entonces.

LLEGA EL CAMBIO

El entonces presidente de la Cámara de Comercio, Luís Curiel, se brindó a presidir una reunión entre la federación de cofradías, la de hostelería, la de comercio, ayuntamiento y diputación, de la que saliera un acuerdo para dotar cada año de una subvención lógica de acuerdo con los tiempos a las hermandades, para que no tuvieran que mendigar por los establecimientos y, todavía está esperando que se sienten a la mesa los no cofrades.

Pero un puñado de valientes, capitaneados por Curro Andrés en la primavera de 1977consiguen poner en pie un proyecto que muchos tildaron de locura entonces, fundar una nueva hermandad que sirviera como revulsivo a las ya existentes y, así nació la de Nuestro Padre Jesús del Amor y La Entrega y María Santísima de la Concepción. Eso unido a la aparición del cofrade costalero, levantó tantas ilusiones, que incluso se pudieron recuperar hermandades que ya no salían. El Compadre se encargó de Los Escolapios y Antonio Méndez de los Ferroviarios.

Los costaleros adscritos a la hermandad hicieron posible una estación de penitencia sin sobresaltos ni chantajes. Algunas cuadrillas fueron autodidactas, otras muchas contaron con el asesoramiento de expertos capataces como Pepe Barrales, Antonio Sánchez Osuna, José Carranza, Pepe Carvajal, Mario Jorge, Paco Carrasco y “Chico” Ibáñez, entre otros. Se les fueron quitando las ruedas a los pasos, los varales externos al Vía Crucis y Los Gitanos y, algo impensable en aquellos años pretéritos, por fin llegaron las mujeres a la trabajadera y logramos entrar a la Catedral gracias al hoy cardenal, Antonio Cañizares. Paco Carrasco fue uno de esos pioneros, que abanderó la nueva semana santa, desde el primer día.

AL MÁS ALTO NIVEL

La semana santa que hoy disfrutamos, es el resultado del esfuerzo y el tesón de cientos de hombres y mujeres que, en tiempos tan difíciles, tuvieron el arrojo y el valor desinteresado de apostar por nuestra semana de pasión sin complejos ante ninguna otra. Lo que Granada pone en la calle durante ocho días, es el resultado de la entrega sin límites de hombres y mujeres que, lo dan todo por nuestra tradición religiosa, desde el desinterés más absoluto, para gloria de nuestros titulares y la ciudad que los alberga. Paco era uno de los nuestros.

Tenemos cuadrillas de costaleros/as con númerus clausus, las filas de nazarenos están cada vez más pobladas, obligando a las hermandades a aumentar la confección de hábitos nazarenos, la asistencia a los cultos de las hermandades ha pasado de no existir a satisfactoria, al igual que las actividades de las cofradías durante todo el año y el funcionamiento de la bolsa de caridad. Ya no es solo lo que ponemos en la calle que, está al más alto nivel, sino que la vida interna de las hermandades se produce durante todo el año, implicando a familias enteras que aportan toda su fe y tiempo libre para engrandecer nuestra semana santa, en cualquier puesto de la organización de la hermandad, habiendo conseguido implicar de manera brillante a una juventud deseosa de pertenecer al colectivo cofrade y aportar sus conocimientos.

En este año en que La Real Federación de Hermandades y Cofradías cumple sus primeros cien años de existencia, se me antoja que sería el momento oportuno, para que instituciones públicas y privadas de la mano, con el máximo organismo cofrade, y la sociedad granadina al completo, le rindieran homenaje de reconocimiento a, aquellos hombres y mujeres que en la mitad de los años setenta del siglo pasado, pusieron los cimientos para tener esta hermosa semana santa que hoy disfrutamos, gracias-entre otros- a Paco Carrasco.

 

 

domingo, 20 de julio de 2025

 


A LA PLAYA

 

Tito Ortiz.-

 

El lunes íbamos a la barbería de Agustín, en la calle de Elvira, para comprar los tiques de la excursión a la playa del próximo domingo, antes de que se acabaran. El barbero organizaba un viaje a la playa cada domingo. Primero, en los años cincuenta fuimos transportados en unas camionetas con bancos de madera, para ascender después en los años sesenta a, desvencijados autocares tapizados de escay para que hicieras ventosa durante el trayecto. Con ceniceros en los respaldos para fumar como carreros y, ventanillas protegidas por cortinas de recia tela, para protegernos del sol durante el trayecto a Motril, que nunca bajaba de las tres horas.

La tarde del sábado era de preparativos culinarios: Protegidos en fiambreras metálicas metíamos pimientos verdes fritos, carne empanada, tortilla de patatas y, aparte, una sandía y una gaseosa Sanitex que tenía más fuerza que La Pitusa o La Casera. Con esas provisiones en la nevera portátil, a la que se añadía un cuarto de barra de hielo comprada la misma mañana en la fábrica, “La Siberia” del Escudo del Carmen, nos dirigíamos a la plaza de Santa Ana antes del amanecer, donde nos esperaba el transporte.

Agustín junto al conductor pasaba lista para no dejarse a nadie, esperaba a los dormilones que eran contundentemente abucheados al entrar y ocupar sus asientos, recogía los tiques y cerraba la puerta. El conductor arrancaba y hale… A la playa. No habíamos llegado al puente del Genil cuando ya había saltado un espontaneo buscando la colaboración de todos con el famoso canto: “Para ser conductor de primera, acelera, acelera…” Aquello era como el día de la marmota, pero de domingo a domingo.

PARADAS AL GUSTO DEL CONSUMIDOR

Al llegar a la curva de entrada a Dúrcal se llevaba a cabo la primera parada en el llamado, Pilar del Mono que, el 8 de mayo de 1902, se hizo la solicitud para poder hacer una fuente de agua / pilar cerca de la carretera, junto al puente nuevo. Este pilar es parada obligatoria de todos los ciclistas y de muchas de las personas que viajaban por la antigua carretera de Granada a Motril. Su agua es fresca durante todo el año y sus dos caños suelen estar llenos de gente con garrafas. Allí llenábamos cantimploras y damajuanas para echar todo el día en la playa y continuábamos la ruta, hasta llegar a la Venta de Las Angustias, cercana al desvío de Lanjarón. En este lugar se evacuaban aguas menores, se tomaba algo fresquito o café los que no habían desayunado y, a golpe de silbato, todos a bordo de nuevo y adelante. El bueno de Agustín siempre pasaba lista después de cada parada, porque siempre había un rezagado y, no era cosa de dejarlo en tierra.

La tercera parada era obligatoria en Vélez de Banaudalla, donde comprábamos los pestiños para llevar a casa y sorprender a la familia. La más que acreditada fama de los pestiños veleños viene de antiguo, de su pasado árabe, secundada después por la incorporación de sus no menos afamados roscos, solo aptos para paladares finos. Y de esta guisa nos disponíamos a pasar por los caracolillos de Vélez, lugar muy acreditado para aquellas criaturas propicias al mareo, incluso al vómito que, solo se reponían cuando atravesábamos el túnel de La Gorgoracha y al salir de él, por fin veíamos el mar al espontáneo grito de: ¡Ahí está la playa! Bajábamos por La Rambla y parábamos a probar un trozo de torta real, ese dulce inconfundible y único de Motril. Se cree que este postre es de ascendencia morisca por sus ingredientes, aunque no se sabe si ha habido cambios en la receta original. La de la familia Videras data del año 1840 y hasta ahora permanece en secreto. Su degustación era uno de los momentos más importantes del viaje a la playa.

ESTANCIA Y RETORNO

Por fin a medio día llegábamos a la playa de las tres erres junto a la aceitera. Cogíamos cuatro cañas y con una sábana, improvisábamos una sombrilla donde refugiarnos y el primer baño. Si soplaba Poniente, la comida la ingeríamos con arena en suspensión, nada que no pudiera evitarse con un buen trago de gaseosa y a seguir disfrutando de la playa. Nadie llevaba protector solar, eso era para los débiles, así que, a continuar con el baño, unas ahogadillas, unos saltos al agua desde los hombros del familiar y a eso de la caída de la tarde un cansancio y un sopor que se hacía sentir a la entrada del autobús para el regreso, todos derrotados como si viniéramos de la guerra.

En la subida a Granada, nadie cantaba, algunos se quejaban de las quemaduras, otros dormían y no se te ocurriera tocarle los hombros a nadie por si te caía la del pulpo. Ya no parábamos en ningún sitio, lo único que deseábamos era llegar cuanto antes a casa y descansar, sobre todo porque los mayores al día siguiente tenían que trabajar y, a ver como iban a llegar con aquellos cuerpos desmadejados y achicharrados por el sol.

Menos mal que nosotros teníamos el remedio en casa. En tiempos en que no sabíamos lo que era el aftersun, mi abuela nos preparaba un “mejungue” con el que nos curaba en dos días. En un tazón echaba un buen chorreón de aceite de oliva, otro de vinagre, y con un terrón de hielo en la mano, nos iba untando la pócima por cara, hombros, espalda, pecho, muslos y piernas, y así, hasta en tres ocasiones antes de acostarnos. A la mañana siguiente, las sábanas y nosotros mismos olíamos a pipirrana, pero gracias a aquel invento, podíamos vestirnos y hacer vida normal.

Gracias abuela Juana

 

 

 

domingo, 13 de julio de 2025

 


EN LOS JARDINES DE LA ALHAMBRA

 

Tito Ortiz.-

 

En el Palacio de Carlos V y hasta el próximo septiembre, el Patronato de la Alhambra y Generalife organiza la primera exposición monográfica dedicada al pintor catalán Santiago Rusiñol (Barcelona, 1861 – Aranjuez, 1931) en la Alhambra, donde este artista desarrolló buena parte de su producción. Aquí estableció estrechos lazos con la intelectualidad granadina de las primeras décadas del siglo XX, a través de Antonio Barrios “El Polinario”, en cuya taberna de la calle Real, -que fue transitada por intelectuales granadinos y visitantes-, tenían lugar intercambios artísticos de toda índole.

Es verdad que casi la totalidad de la muestra está dedicada a los jardines y paisajes, pero permítaseme destacar un retrato de mujer casi a tamaño natural y, el protagonizado por nuestro legendario “Chorrojumo”, ambos de factura impecable, antes de adentrarme un poco en la historia de este catalán, deslumbrado por la belleza de Granada.

Escritor, pintor e ideólogo del movimiento modernista catalán, popular figura de la vida bohemia que fue el alma de las fiestas modernistas de Sitges. Muy pronto quedó huérfano de padre; hizo los primeros estudios en su ciudad natal. Desde su adolescencia trabajó en el negocio familiar de hilados, bajo la férula de su abuelo, que siempre se opuso a la vocación de Santiago Rusiñol por el dibujo y la pintura. El joven dibujaba a escondidas: copiaba ilustraciones de libros y en sus correrías por el barrio portuario sacaba apuntes de los barbudos marineros de la época. Bien cumplidos los veinte años y muerto ya el abuelo, pudo satisfacer plenamente sus ansias de formación artística; asistió con gran aprovechamiento a las clases de Tomás Moragas y frecuentó el Centro de Acuarelistas, del cual fue uno de los fundadores.

DE PARÍS A GRANADA

En 1887 se fue a París y se instaló en Montmartre con otros artistas catalanes: allí fueron sus maestros Puvis de Chavannes y Eugène Carrière. Por aquel entonces conoció al pintor Ignacio Zuloaga, - otro enamorado de Granada- quien despertó su admiración por el Greco en una época en que el genial cretense estaba completamente olvidado. Con Zuloaga visitó Italia, sobre todo Florencia, donde pasó cuatro meses. De vez en cuando hacía escapadas a Barcelona y a otras capitales de la península; en Granada pintó su primer jardín, punto de partida de su predilección por este tema pictórico. Tres veces expuso en París, en el Salón de los Independientes, en la Nacional y más tarde en las Galerías Bring, donde presentó una colección de jardines españoles que mereció grandes elogios, según cuentan sus biógrafos, Tomás Fernández y Elena Tamaro, quienes aseguran que: “No fue un pintor genial -una vez encontrada la fórmula de sus "jardines", la explotó sin interrupción hasta su muerte- ni un gran escritor; su formación cultural fue sumaria y todo lo aprendió de la vida, para lo cual poseyó grandes dotes de observador y asímilador, pero nunca experimentó disyuntivas estéticas o estilísticas, ni mostró inquietud por abrir nuevos horizontes literarios. Con todo fue siempre artista, tanto si manejaba el pincel como la pluma, y supo servir honrada y puntualmente las aficiones y los gustos de su público”.

LA EXPOSICIÓN

 

Figura sobresaliente del arte español de finales del siglo XIX e inicios del XX, Santiago Rusiñol mantuvo un gran idilio con una ciudad, Granada, y un paisaje, principalmente el de los jardines de la Alhambra y el Generalife, que se erigió en el protagonista de algunas de sus composiciones más emblemáticas. Desde el primer viaje, que realizó en 1887, se fueron sucediendo, de forma intermitente e intensificándose a partir del año 1895, unos encuentros que contribuyeron a convertir la práctica pictórica en una experiencia poética en la que la imagen era un pretexto para hacer visible la emoción sensible.

En este sentido, bien podría decirse que con su propuesta Rusiñol inició un camino de no retorno en el arte español y se erigió en el precursor de una tendencia que ejerció un fuerte efecto de imantación sobre otros pintores que como él también sintieron la necesidad de adaptar su lenguaje pictórico, acomodarlo, al paso del tiempo, al devenir de un paisaje que con su transformación cíclica alertaba sobre la ensoñación de una modernidad que contemplaba la naturaleza con mirada condescendiente, ya que la consideraba una adherencia sentimental que había que eliminar.

La muestra permite intuir algunas de las fuentes que alimentaron el imaginario de Rusiñol y que van desde la pintura impresionista, la influencia de la estampa, la cultura visual japonesa, la estética simbolista o el uso de la fotografía. Todas estas referencias fueron asimiladas y confluyeron en un diálogo fluido y enriquecedor que el autor mantuvo con el entorno natural. Esta dinámica creativa cristalizó en una propuesta visual muy original, en las que las cosas más triviales e insignificantes, las flores, las plantas, la vegetación se erigieron en las grandes protagonistas de una obra que ayudó a resignificar la imagen de la Alhambra y por extensión la de toda una ciudad, según afirman los comisarios de la muestra, Francesc Quiles y Mercedes Palau-Rives, a los que hay que felicitar por su trabajo espléndido.

Con lo colgado en Carlos V, Granada recupera una visión única y complementaria de sus jardines y entorno, que comenzó con los viajeros románticos de hace siglos, cuya belleza monumental captó la atención de tantos artistas que la han inmortalizado en su obra y, de entre ellos, no podemos olvidar a Santiago Rusiñol. En cierto modo, el jardín se convirtió en el refugio del nostálgico, Rusiñol transformó estos espacios, algunos de ellos idealizados o embellecidos por su paleta cromática, en la única certidumbre que alentó su propósito de vivir en comunión con la belleza.

 

domingo, 6 de julio de 2025

 


LA TAPA, PATRIMONIO INMATERIAL DE LA UNESCO

 

Tito Ortiz.-

 

La sala de conferencias del Palacio de Carlos V fue el escenario en el que se dio a conocer la creación del Premio Patrimonio Mundial Federico Mayor Zaragoza, que este año ha convocado su primera edición, y que viene avalado por el Patronato de la Alhambra y el Generalife y la Fundación Adiprope, además de la Federación Española de Asociaciones y Clubes para la Unesco y el Ateneo de Granada.

Federico Mayor Zaragoza fue doctor en Farmacia por la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid (1958). Inició su carrera profesional en el mundo académico, alcanzando el puesto de catedrático de Bioquímica de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada en 1963, y de rector de nuestra Universidad entre 1968 y 1972. Ese mismo año obtuvo la cátedra de Bioquímica de la Universidad Autónoma de Madrid, cargo que ocupó hasta 2004. Fue nombrado vicepresidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en 1971 y, posteriormente, ejerció como presidente en funciones (1972–1973). Fue cofundador en 1974 del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO) y director del mismo hasta 1978.

Desempeñó diversos cargos políticos. Fue subsecretario del Ministerio de Educación y Ciencia en el periodo 1974–1975, presidido por Carlos Arias Navarro. Participó en las primeras elecciones generales como miembro de la UCD, siendo elegido diputado a Cortes (1977–1978) por la provincia de Granada. Ya en la transición política, se desempeñó como consejero del Presidente del Gobierno (1977–1978), ministro de Educación y Ciencia (1981–1982) y diputado al Parlamento Europeo por el Centro Democrático y Social (1987). Antes en 1978 había sido nombrado director general adjunto de la Unesco, puesto que desempeñó hasta su regreso a España en 1981. En 1987, la XXIV Conferencia General de la Unesco lo eligió como director general, cargo en el que permaneció hasta 1999.

PREHISTORIA “TAPERIL”

Esbozada la estrecha vinculación de Mayor Zaragoza con Granada, y por lo tanto, de la UNESCO con nuestra ciudad, vuelvo sobre el acto reseñado anteriormente, porque durante la intervención de, Ignacio Buqueras, Presidente de Adiprope, éste comunicó un proyecto ya en marcha en el que Granada debe tener un protagonismo histórico ganado a pulso, por su invención de la tapa gratis y su prestigio internacional en este campo,

Granada no solo es ya conocida por la riqueza y variedad de sus tapas, sino que ha irradiado a provincias limítrofes esta costumbre de tapa gratis, que tuvo a sus propagadores más entusiastas, en todos aquellos estudiantes universitarios, de Málaga, Jaén, Almería, Córdoba y otras ciudades que carecían de Universidad, y que obligatoriamente tuvieron que cursar sus estudios superiores en la ciudad de la Alhambra, cuyos bodegueros, para atraerlos como clientes, comenzaron a poner jugosas tapas para acompañar las consumiciones, y fidelizar a una clientela que cortita de” jandones”, tuvo la oportunidad de comer a medio día, consumiendo dos o tres cañas, con sus tapas gratis correspondientes. Así nació la tapa gratis en Granada, que estos chicos y chicas, reclamaban en su tierra cuando volvían de estudiar en la nuestra.

Eran famosas las tapas de aceitunas aliñadas de “El Lara”, en la placeta de San Miguel El Bajo, o cualquier tipo de verdura en vinagre, en “Casa Julio” en la Cuesta de La Alhacaba, desde cebollas a “picuillos”, coliflor o zanahoria. En la derribada, “Sabanilla”, el bueno de Antonio, ante un buen vino costa, te añadía dos o tres alcaparras en vinagre, de excelente paladar. En los dos kioscos de madera de “Las Titas”, junto a la jarra de sangría, te añadían unas patatas fritas, compradas en la churrería de Pepe en la calle de La Colcha, de muy acreditada categoría, sin olvidar los ricos manjares en forma de tapa que te ofrecían -y siguen ofreciendo- en las bodegas “La Mancha” o “Castañeda” donde Dani o Pepe Torres se encargan de que los clientes salgan más que satisfechos con lo ofrecido junto a la bebida.

HOSTELEROS “LEVANTAOS” JUNTO A ADIPROPE

Granada entra en el pórtico de la gloria de la tapa gratis, cuando en el “San Remo” de Puente de Castañeda, te ofrecen una original de patatas fritas en rodajas con tomate, y te dan la oportunidad de chotearte de un panoli, cuando le pides “La Especial” que pica para morirse. Y por fin, llegas a la placeta de Cuchilleros, a “La Trastienda” y Fernando Miranda te ofrece con la bebida una tapa de jamón que sabe a gloría. Llegados a ese momento histórico, Granada se adelantó a sus provincias hermanas y fue también pionera en organizar, La Primera Feria de la Tapa.

ADIPROPE, Asociación para la Difusión y Promoción del Patrimonio Mundial de España, en 2022 se convirtió en la Fundación ADIPROPE, para la Difusión y Promoción del Patrimonio Mundial de España.  Dentro de sus objetivos está realizar intensas campañas de divulgación, mediante la publicación de libros, celebración de conferencias, seminarios, la organización de exposiciones; Todo para conseguir que el rico patrimonio español sea reconocido por La UNESCO por su riqueza e importancia. Y es en esta onda en la que se encuentran enfrascados ahora, junto con la Real Academia de Gastronomía Iberoamericana, para conseguir que la tapa, eso que inventó Granada, sea reconocido como Patrimonio Inmaterial de la Unesco. A ver si va a resultar ahora que, habiendo sido los pioneros de la tapa, también se nos vaya a escapar esa , más que merecida medalla.

Por eso se me antoja qué, esta afirmación que casi pasó inadvertida para todos, en el acto de presentación del premio Mayor Zaragoza, es un guante que debería recoger la hostelería granadina, para aunar esfuerzos y que la tapa sea patrimonio inmaterial, de cara a 2031 y nuestra capitalidad europea.

Yo, ahí lo dejo.

domingo, 29 de junio de 2025

 

Correos en construcción en 1954. Ideal.

PALACIO DE COMUNICACIONES DE GRANADA

 

Tito Ortiz.-

 

Esto de ir cumpliendo trienios es lo que tiene que, con los años, ves cómo se construyen nuevos edificios, incluso con un poco de suerte ves también como se derriban, o como cambian de uso.  Lo cierto es que, ahora que la Diputación Provincial muestra su interés por el edificio de correos en Puerta Real, yo me acuerdo del edificio de correos que había cuando yo era niño: Estaba en lo que ahora ocupa la plaza de Isabel la Católica, y nosotros íbamos todos los días a recoger a mi abuela Juana a las 22:00 h de la noche, porque trabajaba allí. Tenía un turno partido muy raro, entraba a trabajar a las 6:00 h de la mañana, salía como a las 9 que es cuando abrían las oficinas y luego, entraba a trabajar a las 18:00 h de la tarde y salía a las 22:00 h de la noche, eso incluidos los sábados y domingos. La abuela sobrevivía por la mañana, gracias al café que se tomaba antes de entrar, bien en El Café Fútbol, o en el de Bibarrambla, porque ambos abrían a las cinco de la madrugada, precisamente para estos funcionarios de correos.

Aquel edificio antiguo de correos que era el fondo de la Gran Vía, si se viene desde el Triunfo, para mí tenía aquel significado de ir todas las noches de la mano de mi madre a recoger a la abuela que salía de trabajar y, sobre todo, porque era donde nos colocábamos para ver venir el día 5 de enero la cabalgata de los Reyes Magos. Recuerdo estar a las puertas de ese edificio de correos y, cómo avanzaba la cabalgata en aquellos tiempos, una cabalgata muy probetica, escuálida, en la que los Reyes Magos venían a caballo. Pues ese edificio yo tuve la suerte de verlo desaparecer y, digo la suerte, como testimonio histórico nada más. Recuerdo que aquellos buzones que había en la fachada, que eran de bronce, unas fauces de León donde tú metías las cartas para que fueran mataselladas y llevadas a su destino, se aprovecharon y aquellos leones se instalaron en una Estafeta de correos que, la Alhambra tenía justo al lado de la Iglesia de Santa María de la Alhambra. Son recuerdos de mi niñez.

PUERTA REAL CON GANIVET

De esa misma manera tengo que decir que, el edificio que hoy conocemos de correos, el llamado entonces Palacio de Comunicaciones de Granada, pues tuve la suerte de que también mis ojos de niño pudieran verlo nacer, gracias a que aquí en Granada las cosas de palacio -como es bien sabido- van despacio, o muy despacio. Dado que el proyecto primigenio databa de 1934 y, el asunto se fue dilatando tanto, tuve la oportunidad de que mis ojos de infante estuvieran presentes en su inauguración en 1958. Yo vi desde el solar hasta la primera empalizada a modo de andamio y posteriormente su construcción. Allí trasladaron a mi abuela a trabajar también y allí fue donde se jubiló.

El edificio de correos que hoy conocemos fue de los más modernos de la época, diseñado por los arquitectos, Joaquín Otamendi y Luís Lozano, con un patio de operaciones extraordinario, con las ventanillas para atender al público y, unos buzones tanto en la esquina fachada de Puerta Real, como en la calle de Ganivet donde también, ahí tenía acceso el furgón de correos, no solamente de los repartos de todas las cartas, sino, el que iba y venía de la estación de ferrocarril, para recoger las sacas de las cartas y los paquetes. En Ganivet tenía su entrada al garaje, en una puerta lateral que era podríamos decir, la puerta de servicio por donde entraban los trabajadores.

En el momento de su inauguración, el flamante palacio de comunicaciones granadino fue todo un toque de modernidad para nuestra ciudad, que la puso al más alto nivel de las instalaciones análogas en la piel de toro. No podemos olvidar que algo así ya se comenzó a proyectar en pleno siglo XIX, cuando se buscaban soluciones, sobre todo de espacio, para las instalaciones existentes, como la del antiguo convento de San Francisco el Grande en la calle san Matías, hoy sede del MADOC, que estuvo prestando sus servicios desde 1835 a 1893, cuando toma el relevo el edifico desaparecido de la hoy llamada plaza de Isabel La Católica.

ALACENA Y TOROS

Aun así, y a pesar de la inauguración del palacio en Puerta Real, han sido numerosas las estafetas que han seguido funcionando, pues recuerdo con cariño la existente hasta los años setenta, en la plaza del Padre Suárez, frente al monumento al actor Isidoro Maiquez, que hoy conocemos como “Alacena de Las Monjas”, gracias a la recuperación histórica que hizo de aquel lugar, mi añorado, Juan Conde, que estuvo semanas sacando cascajo, hasta descubrir el aljibe árabe escondido en el sótano que hoy es flamante comedor.

En el edificio de correos de Puerto Real, conocí a gente tan extraordinaria como Antonio, aquel mozo de espadas que trabajaba en correos pero que, además, en los bajos en unas dependencias le permitían tener los vestidos de torear, muletas y capotes, estoques, todo lo que un mozo de espadas debe aportar alquilándolo  a la novillería del momento y, por una puerta estrechita que da a la Acera del Casino, por allí accedían los novilleros a probarse los vestidos con los que iban a torear al día siguiente, o al domingo siguiente. Antonio, fue un hombre que colaboró mucho con la novillería de la época, estoy hablando de los tiempos de Rafael Mariscal o de Miguel y Curro Montenegro.

La Diputación -si lo compra- se lleva un pedazo de la historia moderna de Granada. Ojalá que su uso engrandezca esta ciudad que tanto se lo merece.

domingo, 22 de junio de 2025

 

Castillo Higueras preside el Corpus de 1982. A la izquierda Eulalia Dolores. Juan Ortiz.-

¿DÓNDE ESTÁ EL CORPUS?

 

Tito Ortiz.-

 

El paseo del Salón, con su monumento a Colón y la reina católica, rodeado de barquilleros con sus cilindros y la ruleta en la tapa, servía de pórtico a las casetas, entre las que destacaban, la de la Renfe, la del SEU, de los estudiantes, la del Real Aeroclub, El Palustre, El Compadre, la de la Policía Armada, con su electricista, Pepe Álvarez, que cada año se inventaba una iluminación, destacando la edición en que unas hélices pintadas de gris, como era lógico, servían de soporte a unos fluorescentes, y la de la Guardia Civil, que fue el asombro de todos, al instalar el año que el hombre llegó a la luna, un enorme cohete espacial en su interior. Las casetas competían en originalidad a la hora de la decoración, y todas tenían música en vivo, con los conjuntos musico vocales de aquí y la provincia. El año que Gelu cantó en la de la Renfe, fue todo un acontecimiento, con Eduardo y Los Windys, en la de los universitarios. Los componentes de La Real Sociedad de Tenis, y la del Tiro de Pichón, tenían un protagonismo especial en este ferial, donde su presencia era imprescindible, como la Asociación de La Prensa con su histórica Verbena en el Carmen de Los Mártires. El ocio y la diversión de este ferial se extendía hasta los jardines de la Biblioteca Pública Municipal, y los cercanos kioscos de Las Titas. No menos ambientado estaba el bar, El Rancho Grande, en el vértice del Humilladero con -la entonces- avenida de José Antonio, y en él, la eterna sonrisa para sus clientes de Rafael, el padrino de bautizo de mi hermano, Falo. Al otro lado del puente de Genil, Gregorio servía el mejor bacalao frito, con permiso del de La Paguana, al inicio de la avenida Cervantes. Y en el Violón, todas las atracciones para los más pequeños. La Noria, los coches de choque, el látigo, el infierno, el tío vivo, y al tresbolillo, los kioscos del algodón de azúcar color chicle.

CORPUS EN EL RECUERDO

Los bomberos hacían guardia con sus camiones autobombas en el lugar para evitar cualquier incidente. También estaban los voluntarios de la Cruz Roja con su uniforme militar, y los empleados de la Compañía Sevillana, por si se producía algún corte de suministro. Era un Corpus de Miércoles a Domingo, en el que no faltaba el castillo de fuegos artificiales en el embovedado, el concierto de la banda militar de la IX Región Militar, dirigida por Julio Marabotto Brocco, y la retreta militar para que al grito de: ¡catetos a su pueblo!, los capitalinos echáramos a los forasteros que, durante estos días, habían disfrutado de un Corpus inolvidable. Y durante todo el recorrido, decenas de fotógrafos que te salían al paso para inmortalizar el momento de alegría, y que después te pedían las señas para llevarte las fotos a casa.

En mil novecientos sesenta, hubo Campeonato de Andalucía en la Real Sociedad de Tenis, exposiciones de floricultura, peces y pájaros en el patio de la Plaza del Carmen, de pintura en La Casa de América, y en El Liceo, lanzamiento de paracaidistas en el Aeródromo de Armilla, concurso de albañilería en el paseo del salón y tiro al plato en Las Conejeras, teatro en las Pasiegas, Baloncesto femenino en el salón, teatro en el Paseo de Los Tristes, festival ciclista de La Unión Velocipédica, teatro Popular en la plaza del Realejo, castillo de fuegos artificiales en la Plaza de San Nicolás, teatro en la plaza Aliatar del Albayzín, carreras de velomotores y microbólidos en el Paseo del Salón, más un concurso de balcones y patios repartidos por todos los barrios, sin olvidar el de altares al paso de la custodia, de tal manera, que en cualquier barrio de la ciudad se olía a Corpus y se sentía el Corpus.

LOS CHACOLINES

Y bajo la Alhambra iluminada, el Dauro, y sobre el, un escenario por el que pasaron desde Antonio Mairena, Alberto Cortés, Mocedades o, Dexter Gordon, con su cuarteto de saxofones, que cada vez que terminaba una pieza, se volvía hacia la Alhambra iluminada, y le ofrecía su saxo en actitud reverente. Zarzuelas y teatro formaron parte del programa, y todavía hay quién recuerda, una actuación extraordinaria de Fernando Delgado y Charo López, haciendo “Maribel y la Extraña Familia, y “Tres Sombreros de Copa”, que estarán en la retina para siempre, en ese lugar privilegiado bajo la torre de Comares. Con los camerinos en el Hotel Reuma, del que se contaban historias de fantasmas nocturnos a la moda de almas en pena. Pues en este lugar, en el Carmen del Granadillo, nació un año antes que García Lorca, Marino Antequera García, testigo hasta su muerte nonagenaria, de toda la historia concerniente al Hotel Reúma.

Estábamos sentados en la Plaza de Bibarrambla, en una de esas farolas con patas siniestras, donde muchas generaciones de granadinos aprendimos a gritar desaforadamente: ¡Chacolín, chacolín, coge la estaca y ven aquí!, para que librara a la princesa del malvado lobo. La de Bibarrambla es la plaza de “Los Cristobicas”, lorquianos, o la de la tómbola benéfica que tuvo a Francis Dumond, señor de las ondas y la palabra, que me enseñó a querer ser locutor, hablando durante 24 horas sin parar, para recoger fondos a favor de los niños hospitalizados en San Rafael, cuando él era la estrella de EAJ-16. Es Corpus en Granada, y las calles huelen a juncia, mastranzo y romero, alfombra divina para que sobre ella pase la custodia, portada por la flor y nata de la costaleria granadina, precedidos por los gigantes y cabezudos que con tanto primor cuidó y mimó mi primo, Enrique Cabrera, que durante años les entregó su vida a los cuatro nobles de la realeza granadina y a los personajes populares que vejiga en mano los acompañan.

Un año más se nos ha ido el Corpus… Y que sean muchos más.

 

 

domingo, 15 de junio de 2025

 

Marñia José Cantudo con su revista en el Isabel La Católica en 1988. (Foto Juan Ortiz)

¡QUE VIENE EL CORPUS!

 

Tito Ortiz.-

 

A veces las cosas que para nosotros son más sencillas, se nos convierten en las más difíciles. Hay que ver lo trabajoso que se nos hace a veces, explicarle a un forastero que es una barreta. Mire usted, es un dulce que solo comemos en Corpus, que viene de una tradición de siglos atrás, en concreto nazarí, que contiene miel y azúcar, frutos secos, y además para acabarlo de volver loco, le decimos: Ah, y las hay duras, y también blandas y las mejores son de la pastelería “El Sol” o de “López Mezquita”, y ahí ya es cuando el otro entra en cortocircuito y comienza a soltar chispazos hasta convulsionar. Y es que el Corpus, y sus cosas, como no seas “granaíno”, hay que darlo “masticao”, porque es difícil de entender. Mire usted, el Corpus es sufrimiento, pies doloridos, rozaduras y dedos sangrando, si tus padres te han comprado para que estrenes esa mañana, unas sandalias de Segarra, donde el calzado es irrompible, para toda la vida, pero tus pies no. Todo parece que empezó porque los reyes católicos al reconquistar Granada asumieron la festividad religiosa como propia y, además, recomendaron a los paisanos divertirse como locos. Y ya desde entonces, el Corpus “granatensis” fue diferente a los demás. Aquí danzaban alrededor de la custodia los llamados “Diablillos”, que no eran más que mahometanos convertidos al cristianismo, que de alguna manera expiaban sus culpas ante los vencedores. Después vendrían los seises de Granada, que, como el Guadiana, aparecen y desaparecen, a cuya formación perteneció en su día el cantaor Enrique Morente, cuando contaba nueve años. Pero no olvidemos, que la Feria Real del Corpus en Granada, tuvo sus inicios como tantas otras, en lo que era llana y simplemente, una feria de ganado, alrededor de la cual, se producían toda clase jolgorios y distensiones sociales, una vez al año. Ya lo dejó grabado Emilio “El Moro” … Granada, tierra soñada por mí, en tu feria “vestío” de gitano dos burros vendí… Aquí nunca hubo un Corpus sin sus corridas de toros. Primero se alancearon por los nobles en la Plaza de Bibarrambla, después en el mismo recinto alhambreño, desmochando medio bosque para la empalizada.

LA REVISTA

Y para que usted siga sin entender nada, aquí en Corpus, subimos a santa Marta encima de un dragón para que venza el bien sobre el mal, pero la obligamos a que nos enseñe la moda de más rabiosa actualidad, con la mala suerte de que casi nunca estamos conformes con los modelos que saca, salvo honrosas excepciones, y ya la utilizamos como muletilla todo el año, cuando alguien o algo no nos gusta. Aquí no nos conformamos con decir que alguien es feo, en “Graná” soltamos con gran desahogo aquello famoso de… Anda ya… si eres más feo que la tarasca… y nos quedamos más a gusto que un marrano en un charco.

La revista ha cumplido siglo y medio de existencia, sin que aún la hayamos valorizado, sin que rindamos tributo a tanto libretista, músico o artista, que nos ha hecho pasar momentos inolvidables, y que hoy están olvidados. Recuerdo con fervor aquella primera entrevista que mi redactor jefe me encargó. Estrenaba obra en el Isabel La Católica, Addy Ventura, y me tocaba suplir a Emilio Prieto, que era el crítico oficial de Patria, mientras él estaba de gira por Rusia con Pepe Tamayo y su Antología de La Zarzuela. Addy me recibió en su camerino, minutos antes de salir a escena, en albornoz y maquillándose. Nunca había estado ante una mujer de aquel tamaño, y con tan poca ropa. Creo que más que decir mis preguntas, las balbuceaba, menos mal que pronto nos interrumpió el cómico, Luis Cuenca, para decir que ya era la hora, de lo contrario me hubiera desmayado allí mismo. Addy era una mujer de armas tomar, con un encanto personal que pocas veces he encontrado. Pili se va a la Mili, con Ángel de Andrés, era la obra, y recuerdo que me lo pasé pipa entre bambalinas.

VÍNCULOS CON GRANADA

Florinda Chico, que se vestía en Granada, en el Hit Parade de Miguel, Queta Claver, Tania Doris, Silvia Gambino, y tantas otras herederas de la gran Celia Gámez, lucían su palmito en el escenario con la gracia y el picante, que solo esta tierra da para el género. Yo no me he reído más que con, Zorí, Santos y Codeso, en el Regio, cuando me llevaron mis padres a ver, Un, dos tres, cásate otra vez. Un astro de la escena como José Sazatornil. Saza, también gozó de la popularidad por sus extraordinarias apariciones en la revista española, por ejemplo, junto a Concha Velasco, en Dígame. A veces en Corpus, la competencia era dura, y había que echarle unos días a la revista porque, coincidían en varios teatros, incluidos El Chino del ferial. Manolita Chen era toda una vedette, que cada año traía a Granada lo mejor de su repertorio, arropada por cómicos de la talla de, Juanito Navarro. Quique Camoiras, podía recorrer el escenario en una obra unas cien veces, y en cada una de ellas, soltaba un chiste para desternillarte. Él era otro de los elegidos para este arte musical, de puro divertimento, tan del agrado de la España de la época. Tito Medrano fue un portento, junto con Antonio Casal o Toni Leblanc. Éste último llevó al cine la famosa revista, El Sobre Verde, junto a Esperanza Roy. Se estrenó en el Madrigal, en la carrera de La Virgen, y todavía recuerdo, las colas para entrar que llegaban a la basílica de La Patrona.

Mi homenaje eterno hoy al granadino, Ramón Moreno, con el que tantos corpus disfrutamos de un teatro divertido para todos los públicos, por las plazas y teatros de una Granada en Corpus.

Lo dicho: ¡Que viene el Corpus!

domingo, 8 de junio de 2025

 


FELIZ CUMPLEAÑOS FEDERICO

 

Tito Ortiz.-

 

Hace tres días que Federico cumplió 127 años. Ignoraban aquellos que apretaron el gatillo entre Víznar y Alfacar que, Federico viviría eternamente y que, conforme pasan los años, su figura se engrandece más y más, hasta tomar proporciones inimaginables. Es cierto que el crimen fue en Granada, su Granada, pero no lo es menos que, es también Granada, la que se encarga de mantener viva su figura y obra, en colaboración con otros que lo admiran y veneran. Incluso en tiempos muy comprometidos, hablo de los años sesenta, la Universidad acogió algún homenaje clandestino, en el que sus organizadores se juagaron los bigotes y, la cosa fue creciendo.

Acabábamos de grabar una semana más el programa, “Poesía 70”, y como en algunas ocasiones, Juan de Loxa y yo, encaminamos nuestros pasos hasta “Bodegas Navarro” en la calle de Elvira, a las espaldas de Radio Popular de Granada, antes de que él subiera por la Cuesta de San Gregorio hasta su casa palacio, junto a la de Enrique Morente, y yo hiciera lo propio hasta San Matías, junto a Capitanía General de la IX Región Militar. Allí, el bueno de don Francisco, tras la barra de Railite nos servía una copita de fino amontillado de su centenario tonel, para abrir las ganas de comer, y de tapa nos daba una tacita de caldo de caracoles, que resucitaba a los muertos. Íbamos por el segundo sorbo cuando Loxa me preguntó que hacía aquella tarde. Yo le contesté que visitaría una exposición de Hipólito Llanes, en el Centro Artístico, y después iría a Patria para escribir la crítica. Me dijo que, si quería ir con él a un sitio secreto, le dije que sí, y entonces me citó en la plaza de santa Ana a eso de las cuatro de la tarde, y que me llevara la grabadora para hacer unas entrevistas, que luego utilizaríamos en el programa de “Poesía 70”. Le dije que sí, y añadió: ¡Ojo que, no le puedes decir a nadie donde vamos! A lo que yo respondí: Es imposible que yo le diga a nadie donde vamos Juan, si no me lo has dicho. Sonrió y nos despedimos hasta la tarde.

UNA TARDE DE EMOCIONES

En aquellos años de soltería, yo, lo de guisarme para mí lo llevaba mal, así que me fui hasta la calle de La Colcha, a “Casa Carmelo”, donde me comía los mejores pimientos rellenos que he probado en mi vida, en el pequeño comedor exornado a modo de cueva “granaína” al final de la barra. El habitáculo era pequeño, apenas tres mesas con su típico mantel de hule a cuadros, y como siempre, en una de ellas, saludaba a “Pepiniqui” Rosales, aquel falangista que se jugó los bigotes por sacar a Federico de las garras del comandante Valdés, y que casi le cuesta el paredón a manos de los suyos. José Rosales Camacho, era de poco hablar, pero durante la comida lo hacíamos siempre sobre cultura. Nunca hablamos de política y menos aún, de Federico. Parco y certero en el lenguaje, nunca le vi reír, aunque lo observaba más distendido, cuando durante la tarde noche, se pasaba por el “Pub Prieto’s” en la calle Alhamar, para asistir a las exposiciones, o conferencias que allí organizaba mi amigo Juan Antonio. Quedamos emplazados para el día siguiente, porque el mago Miguel Aparicio, colgaba una exposición con el atractivo título de: “Butes, Búhos y Calamandurrios”, y el asunto prometía diversión.

Como quién somos, cumplimos, que decía don Juan Tenorio y, a eso de las cuatro de la tarde, yo estaba en la plaza de Santa Ana con mi grabadora, rumbo a lo desconocido. Apareció un autocar pequeño – eso de los microbuses es un invento posterior- y a el por indicación de Loxa, fueron accediendo una docena de criaturas que yo desconocía. Cerramos las puertas y se puso en marcha, todos fumábamos como carreteros y echábamos las colillas en unos ceniceros pegados a los respaldos de los asientos. Cuando salíamos de Granada por la vieja carretera de Málaga, Juan de Loxa me dijo al oído: Nuestros acompañantes son poetas venidos de toda Andalucía. Nos dirigimos a Fuente Vaqueros a visitar la casa de Federico y la iglesia donde fue bautizado. Nada más llegar al pueblo, ya vimos que un Land Robert de La Guardia Civil nos seguía “discretamente”. Lo primero fue entrar en la iglesia, nos fotografiamos junto a la pila bautismal donde recibió el sacramento Federico García Lorca. Después tuvimos acceso al libro donde consta su inscripción, lo tuvimos en nuestras manos, y cuando nos íbamos, Juan nos entregó en mano, una copia del acta bautismal, imprimida exactamente como consta en el registro eclesiástico y que durante años ha estado enmarcada en la cabecera de mi cama. Cuando nos dirigíamos a la casa natal, fuimos invitados amablemente por la benemérita a abandonar el pueblo. Era el año 1975, y los rumores acerca del estado de salud de Franco, eran cada vez más pesimistas.

PRIMER CINCO A LAS CINCO

Al año siguiente celebramos el primer cinco a las cinco, con una comisión de ilustres, que consiguió un permiso de Gobernación para alabar al poeta, durante media hora solamente. Mis contactos en el grupo de valientes que llevaron a cabo el acto eran, Juan de Loxa, Pepe Ladrón de Guevara y mi vecino del Realejo, Juan Antonio Rivas, que por entonces se mostraba ilusionado con traer a la Universidad de Granada, una escuela de idiomas. Celebramos el acto escrupulosamente, rodeados de inspectores de la Brigada Político Social de Franco que no paraban de hacernos fotos. Miembros de la brigadilla de la Guardia Civil de paisano, componentes de somatén, e ilustres adscritos a La Guardia de Franco, que no paraban de rechinar los dientes, cuando escuchaban las palabras: Amnistía o Libertad, mientras que la Guardia Civil de uniforme mantenía rodeado el pueblo.

Y así se escribe la historia.