Correos en construcción en 1954. Ideal.
PALACIO DE
COMUNICACIONES DE GRANADA
Tito Ortiz.-
Esto de ir cumpliendo trienios
es lo que tiene que, con los años, ves cómo se construyen nuevos edificios,
incluso con un poco de suerte ves también como se derriban, o como cambian de
uso. Lo cierto es que, ahora que la
Diputación Provincial muestra su interés por el edificio de correos en Puerta Real,
yo me acuerdo del edificio de correos que había cuando yo era niño: Estaba en
lo que ahora ocupa la plaza de Isabel la Católica, y nosotros íbamos todos los
días a recoger a mi abuela Juana a las 22:00 h de la noche, porque trabajaba
allí. Tenía un turno partido muy raro, entraba a trabajar a las 6:00 h de la mañana,
salía como a las 9 que es cuando abrían las oficinas y luego, entraba a
trabajar a las 18:00 h de la tarde y salía a las 22:00 h de la noche, eso
incluidos los sábados y domingos. La abuela sobrevivía por la mañana, gracias
al café que se tomaba antes de entrar, bien en El Café Fútbol, o en el de
Bibarrambla, porque ambos abrían a las cinco de la madrugada, precisamente para
estos funcionarios de correos.
Aquel edificio antiguo de
correos que era el fondo de la Gran Vía, si se viene desde el Triunfo, para mí
tenía aquel significado de ir todas las noches de la mano de mi madre a recoger
a la abuela que salía de trabajar y, sobre todo, porque era donde nos
colocábamos para ver venir el día 5 de enero la cabalgata de los Reyes Magos. Recuerdo
estar a las puertas de ese edificio de correos y, cómo avanzaba la cabalgata en
aquellos tiempos, una cabalgata muy probetica, escuálida, en la que los Reyes
Magos venían a caballo. Pues ese edificio yo tuve la suerte de verlo
desaparecer y, digo la suerte, como testimonio histórico nada más. Recuerdo que
aquellos buzones que había en la fachada, que eran de bronce, unas fauces de
León donde tú metías las cartas para que fueran mataselladas y llevadas a su
destino, se aprovecharon y aquellos leones se instalaron en una Estafeta de
correos que, la Alhambra tenía justo al lado de la Iglesia de Santa María de la
Alhambra. Son recuerdos de mi niñez.
PUERTA REAL CON GANIVET
De esa misma manera tengo que
decir que, el edificio que hoy conocemos de correos, el llamado entonces
Palacio de Comunicaciones de Granada, pues tuve la suerte de que también mis
ojos de niño pudieran verlo nacer, gracias a que aquí en Granada las cosas de
palacio -como es bien sabido- van despacio, o muy despacio. Dado que el
proyecto primigenio databa de 1934 y, el asunto se fue dilatando tanto, tuve la
oportunidad de que mis ojos de infante estuvieran presentes en su inauguración
en 1958. Yo vi desde el solar hasta la primera empalizada a modo de andamio y
posteriormente su construcción. Allí trasladaron a mi abuela a trabajar también
y allí fue donde se jubiló.
El edificio de correos que hoy
conocemos fue de los más modernos de la época, diseñado por los arquitectos,
Joaquín Otamendi y Luís Lozano, con un patio de operaciones extraordinario, con
las ventanillas para atender al público y, unos buzones tanto en la esquina
fachada de Puerta Real, como en la calle de Ganivet donde también, ahí tenía
acceso el furgón de correos, no solamente de los repartos de todas las cartas,
sino, el que iba y venía de la estación de ferrocarril, para recoger las sacas
de las cartas y los paquetes. En Ganivet tenía su entrada al garaje, en una
puerta lateral que era podríamos decir, la puerta de servicio por donde
entraban los trabajadores.
En el momento de su
inauguración, el flamante palacio de comunicaciones granadino fue todo un toque
de modernidad para nuestra ciudad, que la puso al más alto nivel de las
instalaciones análogas en la piel de toro. No podemos olvidar que algo así ya
se comenzó a proyectar en pleno siglo XIX, cuando se buscaban soluciones, sobre
todo de espacio, para las instalaciones existentes, como la del antiguo
convento de San Francisco el Grande en la calle san Matías, hoy sede del MADOC,
que estuvo prestando sus servicios desde 1835 a 1893, cuando toma el relevo el
edifico desaparecido de la hoy llamada plaza de Isabel La Católica.
ALACENA Y TOROS
Aun así, y a pesar de la
inauguración del palacio en Puerta Real, han sido numerosas las estafetas que
han seguido funcionando, pues recuerdo con cariño la existente hasta los años
setenta, en la plaza del Padre Suárez, frente al monumento al actor Isidoro Maiquez,
que hoy conocemos como “Alacena de Las Monjas”, gracias a la recuperación
histórica que hizo de aquel lugar, mi añorado, Juan Conde, que estuvo semanas
sacando cascajo, hasta descubrir el aljibe árabe escondido en el sótano que hoy
es flamante comedor.
En el edificio de correos de
Puerto Real, conocí a gente tan extraordinaria como Antonio, aquel mozo de
espadas que trabajaba en correos pero que, además, en los bajos en unas
dependencias le permitían tener los vestidos de torear, muletas y capotes,
estoques, todo lo que un mozo de espadas debe aportar alquilándolo a la novillería del momento y, por una puerta
estrechita que da a la Acera del Casino, por allí accedían los novilleros a
probarse los vestidos con los que iban a torear al día siguiente, o al domingo
siguiente. Antonio, fue un hombre que colaboró mucho con la novillería de la
época, estoy hablando de los tiempos de Rafael Mariscal o de Miguel y Curro
Montenegro.
La Diputación -si lo compra-
se lleva un pedazo de la historia moderna de Granada. Ojalá que su uso
engrandezca esta ciudad que tanto se lo merece.