domingo, 27 de abril de 2025

 


GIMÉNEZ CON “G”

 

Tito Ortiz.-

 

Era una tarde de calor tórrido en la redacción del Diario Patria, cuando como era habitual, Luís el conserje le subió su diaria coca cola al director, Daniel Saucedo y al salir del despacho se encontró con un hombre que requería la atención de alguien. Luís entró a la redacción y le comentó algo al redactor jefe, José Luís “Kastiyo” y, a continuación, éste me llamó a mí y me dijo: Sal al patio y atiende a don Miguel que, parece que tiene noticia importante para nosotros.

Salí, nos presentamos y fuimos hacia aquel tresillo de patas torneadas en caoba, poniendo nuestras posaderas sobre la cuerda trenzada de su asiento. La noticia era más que apetitosa en aquel verano de sequía no solo de agua, sino de noticias interesantes. Miguel Giménez Yanguas me fue detallando con primor como, después de años de búsqueda, había conseguido dar con el paradero de la Puerta del Pescado, llamada así porque era por donde entraba el fruto del mar a la ciudad musulmana, que estuvo enclavada al final de lo que hoy conocemos como Cuesta del Pescado, en su salida hacia el Paseo del Salón y que, por fin, había dado con ella.

Yo había tomado nota de todo, pero me rectificó una cosa, su apellido Giménez no era con jota como yo lo había escrito, sino con “G” y deshecho el entuerto, bajamos al restaurante Sevilla a tomarnos un café, momento que aprovechó también para decirme, cual había sido la primigenia posición de la reja que da acceso desde La Gran Vía a la calle Oficios que, en sus principios estaba dando entrada a La Capilla Real, frente al restaurante. Porque hablar con Miguel era una lección constante de la historia de Granada y su patrimonio no solo artístico, sino industrial.

PUERTA DEL PESCADO

El 15 de Julio de 1980, el diario Patria publicaba en su portada con llamada a reportaje interior, la noticia en exclusiva del hallazgo de la desaparecida Puerta del Pescado. La pista de la puerta más importante de Granada, junto con la de Las Orejas y Bibarrambla se pierde en el siglo XIX, hasta que los buenos oficios de Giménez Yanguas la encuentran dando entrada al poblado de la mina de Los Franceses, en la Lancha de Cenes, a donde fue trasladada, piedra a piedra numerada, al parecer con la colaboración de Mariano Fortuni en 1870. El francés que hizo la inversión de toda la obra minera para sacar oro del lugar se gastó unos ocho millones de pesetas, y no tuvo mucha fortuna, puesto que solo dio oro suficiente para hacerle la corona de laurel al poeta José Zorrilla, cuando fue coronado en Granada poeta Nacional en 1889. De todo ello y de lo no reflejado aquí, se deduce que, Miguel Giménez Yanguas, constituye en sí mismo, un lujo de Granada, del que yo, como cronista doy fe, para que conste a las generaciones venideras. Pues su reciente pérdida, nos deja huérfanos de personas desinteresadas como él, que han dado su vida por la conservación y recuperación de todo nuestro patrimonio, que no es poco.

ROTATIVA DE PATRIA

 Miguel Giménez Yanguas, al que todo el mundo relaciona con la historia y conservación de los tranvías, o con las distintas máquinas de las desaparecidas azucareras, algunas de la cuales fundara su bisabuelo, y que afortunadamente él ha recuperado para embellecer algunas de nuestras rotondas, pero no solo de esas máquinas se ha preocupado, Giménez.  Una constante de su desinteresada vocación fue que nuestra Universidad contara un día, con un museo de la ingeniería, pues piezas no faltaban, ni donantes tampoco. Eran los años en que ni sospechábamos que un buen día tendríamos un museo como el Parque de Las Ciencias, envidia de toda la región, entre otros lugares, que ahora está en los medios por razones muy distintas a la ciencia y su divulgación. Y en esas estaba Miguel cuando gracias a sus buenos oficios, pudo recuperar la histórica rotativa del desaparecido Diario Patria, joya preciosista de su tiempo, y que logró emplazar en terrenos de la Universidad, a la espera de colocarla en ese añorado y pretendido museo de la ciudad universitaria de Andalucía Oriental.

Pero como nadie podía imaginar, en la ciudad que todo es posible, una de las personas con mayor responsabilidad académica de la institución cinco veces centenaria, haciendo gala del mayor desconocimiento y analfabetismo del que, un día fuera universitario pudiera presumir, considerando que la máquina por la que cualquier coleccionista hubiera pagado millones, era un estorbo en un jardín, sin encomendarse ni a dios ni al diablo, ordenó que la idolatrada pieza fuera vendida al mejor postor, siendo un chatarrero de tierra extraña el que más pagó por llevársela para ser fundida al peso. El crimen fue en Granada…su Granada.

No fue esta la única decepción que Miguel se ha llevado a la tumba, al que tanto instituciones públicas como privadas, le han ido dando largas a, proyectos museísticos o de conservación del patrimonio industrial granadino, que aún no han visto la luz y, ahora que él no está, no sabemos si perdurarán en la noche de los tiempos fallidos. Su obra desinteresada merece mejor destino.

Aún recuerdo su sonrisa cuando juntos una mañana, veíamos como una grúa, depositaba en el suelo del Paseo del Salón un tranvía rescatado de las cocheras, que posteriormente fue convertido en biblioteca de efímera existencia. Y como ese, tantos y tantos proyectos para embellecer Granada, su patrimonio y su historia que Miguel Giménez Yanguas se ha llevado a la tumba, harto de llamar a tantas puertas, siendo tan pocas las que se le han abierto.

 

 

domingo, 20 de abril de 2025

 


LA PASIÓN DE OCÓN ROJAS

 

Tito Ortiz.-

 

En días pasados viendo el programa de Canal Sur TV, Andalucía  Directo, se emitió un reportaje desde Jaén, en el que se daba noticia de la representación con figuras de barro de, La Pasión y Muerte de Jesucristo al estilo de un belén, pero en lugar del tradicional con las figuras del nacimiento, con las escenas de la pasión y crucifixión de Jesús. Por ahí todo iba bien, hasta que el protagonista de la muestra afirmó con rotundidad a cámara, que era la primera vez en el mundo que se llevaba a cabo tal iniciativa.

En ese momento, me saltaron en mi empobrecido cerebro todas las alarmas y, dada mi condición de cronista oficial de Granada, me veo en la obligación de, como dice Miguel de Cervantes en El Quijote, desfacer entuertos y poner algunos puntos sobre las íes. Se trata de hacer justicia no solo con la historia, sino con los hombres que nos precedieron y, habiendo sido pioneros en estos menesteres, no queden en el olvido, dada la importancia de su trayectoria y aportación al arte y nuestras tradiciones.

MANUEL OCÓN

Viene al caso como pintiparado relatar aquí, la vida y obra de un granadino de la calle Varela, que ya no está con nosotros pero que es conveniente no dejar en el olvido, por aquello famoso de que, al César, lo que es del César.

Manuel Ocón Rojas era funcionario del ayuntamiento en sus oficinas de la plaza del Carmen, pero siempre militó de extraordinario paisano, enamorado de esta su tierra, de su historia y sus costumbres y tradiciones. A su condición de cofrade alhambreño, unía su pasión por el arte flamenco, como socio de la Peña La Platería y, por nuestras manifestaciones populares, de ahí que desde sus inicios, estuviera ligado a la fundación de nuevas hermandades de semana santa como la de, Jesús del Amor y La Entrega o posteriormente, la del Nazareno de Las Carmelitas Descalzas, al tiempo de que formaba parte también, de aquellas primeras cuadrillas de costaleros ligadas a estas hermandades o a la mítica de La Santa Cruz.

Recuerdo con que emoción me hablaba de una nueva hermandad que tenía en mente en la que pretendía procesionar solo un crucificado, con las variantes especialísimas de que la advocación estaría relacionada con la muerte y, que el pretendía saliera desde el interior de nuestro cementerio de San José, bajando a Granada por el Barranco del Abogado, con el recorrido en horas nocturnas, cuyos penitentes en lugar de un cirio portarían una antorcha y, en lugar de ir de pie, el recorrido se haría de rodillas, incorporándose solo en las paradas del cortejo. El asunto quedó abortado por su prematura muerte, pero hay que reconocer que el proyecto de nueva hermandad era más que ilusionante.

CRUCES Y ALTARES

Se puso manos a la obra y, con el fin de sacar algunos dinerillos para la hermandad montaba lo mismo una cruz de mayo, que un altar del Corpus, o un belén para navidad. Y, además, recibía trabajos de los amigos que conocíamos de su arte, como cuando me inventé el Pregón Taurino de Granada, y le dije que engalanara el patio de la Corrala de Santiago para la ocasión, que protagonizó el diestro granadino, Miguel Montenegro, la hoy residencia de la universidad, quedó vestida para la historia. Pronto llegó a oídos de sus jefes en el ayuntamiento estas otras virtudes de su funcionario, y procedieron a encargarle la organización de la Cruz Municipal en la plaza del Carmen o el belén navideño dentro del patio consistorial, entre otras actividades, como la cabalgata de reyes o la procesión de La Tarasca, contando siempre con la colaboración de Jesús Luque, compañero también del ayuntamiento y la de José Carranza “El Willy”, insigne cofrade y capataz del Realejo.

LA PASIÓN EN BARRO GRANADINO

Con esa mente privilegiada que tenía Manuel Ocón, un buen día de la década de los ochenta del siglo pasado, se le ocurrió que lo mismo que para navidad montaba un belén, para la Cuaresma iba a montar una Pasión y Muerte de Jesús al estilo belenista. Y dicho y hecho. Buscó a Manuel Collado, discípulo del mismísimo Mariscal en la elaboración de figuras de barro granadino y fue encargándole una a una todas las necesarias para la representación, desde la entrada de Jesús en Jerusalén, hasta la Resurrección. Cada tarde subíamos a ver como iban los barros al taller de Manuel, que lo tenía al final de la calle Real de Cartuja, lindando con la carretera de Murcia, y allí, en su particular horno, fabricado por él en un tonel de combustible, observábamos con atención como las figuras pasionistas iban tomando forma con todas las indicaciones precisas que Ocón le hacía, con detalles tan particulares como el que incluía al paso de Jesús por la calle de La Amargura, la figura de un saetero en plena acción de cante, con el rostro del mismísimo Camarón de La isla, o la crucifixión de Jesús en el monte Calvario, con la figura espeluznante del Cristo Crucificado del pintor Benito Prieto Coussent, al que Manuel Ocón le tenía una especial devoción.

De esta manera asistimos a la inauguración de La Pasión de Ocón Rojas, en la sede de La Asociación de Vecinos del Realejo en la calle Molinos 64, bajo el mandato de su presidenta Carmen Nestares a finales del siglo XX. Ya en el nuevo milenio, esa misma representación la llevó a cabo en la sala de exposiciones del Colegio de Farmacéuticos en la calle san Jerónimo. Así que me veo en la obligación por mi condición de cronista de poner las cosas en su sitio, dejando constancia de la realidad irrefutable. Ocón fue el primero.

domingo, 13 de abril de 2025

 


POR FIN ES DOMINGO DE RAMOS

 

Tito Ortiz.-

 

Comienza hoy una semana en la que los cofrades terminamos con “tortículis” de tanto mirar al cielo. El trabajo de todo un año ya no depende de nosotros, sino de la climatología. Ha sido éste un año en el que no nos podemos quejar de la lluvia caída, pero nuestro esfuerzo de los últimos doce meses, puede verse afectado si esta aparece dispuesta a aguarnos la fiesta. Porque, aunque lo que representamos en las calles es, la pasión, muerte y resurrección de Cristo, no es menos cierto que, todos los trabajos preparativos para el evento los llevamos a cabo con la mayor de las ilusiones, con el desinterés por bandera, sin esperar otra recompensa que la de algún miembro de nuestra hermandad que, reconoce las horas que le echamos a los preparativos hurtándoselas a la familia, a los estudios, al ocio y, a veces incluso al trabajo personal. Pero todo sacrifico es poco, si lo hacemos con gusto por nuestra hermandad.

Y en esa tarea todos somo necesarios porque, tan importante es limpiar la candelería, como vestir las imágenes, entregar los hábitos y las papeletas de sitio, como colocar la flor. Subir las imágenes al paso, apretar tornillos, poner la cera, ensamblar las trabajaderas o poner los faldones. Todos tenemos en cada hermandad a media docena de hombres y mujeres que, desde el anonimato se entregan a estas tareas, sin las que no podríamos salir a la calle para recoger después, los parabienes de quienes nos ven al paso de los titulares, portados por cuadrillas sin rostro a la voz del o la capataz que, en ese momento, representan a esas treinta o cuarenta personas que, obran el milagro de pasear por nuestras calles, con sacrificio más que probado las imágenes de nuestros titulares. Por eso, vaya desde aquí mi homenaje de reconocimiento y respeto a ese puñado de anónimos que, durante la cuaresma, en silencio y entrega total, en las iglesias y casas de hermandad cerradas, entregan su sabiduría y experiencia para que luego nosotros disfrutemos en la calle al paso del cortejo.

SEMANA SANTA DE MI INFANCIA

Cuando yo era niño, la semana santa de Granada era “mu probetica”. Nada que ver con la que afortunadamente tenemos hoy que, no desmerece a ninguna otra, muy al contrario, cada año se supera en vida interior y esplendor en las calles, tengamos en cuenta que en aquellos tiempos, era entonces de natural la costumbre de que, los chiquillos que de mayores queríamos salir en las procesiones, lo hiciéramos por primera vez en la borriquilla, revestidos a la usanza hebrea, portando nuestra flamante palmera bendecida muy de mañana. Faltaban muchos años para que se incorporara al cortejo Nuestra Señora de La Paz, así que la hermandad se echaba a la calle, casi como cuando fue concebida por aquel párroco valiente en 1917. Un solo paso con Jesús, de Eduardo Espinosa Cuadros, realizado en su taller cercano a la catedral del Realejo, que sin embargo se diferenciaba de otras iconografías similares, en que éste se hacía acompañar de un pollino, de Francisco Muñoz Sánchez, discípulo del gran maestro, Navas Parejo, incorporado en 1948. Lo de añadir las palmas a lo representado en el trono, vino después. Y algo que se perdió en el camino de los tiempos fue aquella representación viviente de las tres Marías, (Magdalena, Salomé y Cleofás), que desfilaban tras el paso y que siempre corría a cargo de tres niñas del barrio, elegidas por su fervorosa piedad, y, sobre todo, por su seriedad a lo largo de todo el recorrido. Tres Marías con la mirada al suelo, que tenían la enorme responsabilidad de personificar en la procesión, a tres mujeres importantísimas en la vida de Jesús, que estudiaron su figura y la divulgaron al nivel de los propios apóstoles, pero que una parte importante e intransigente de la iglesia instituida, ha querido ningunear de por vida, haciéndole al unísono, un flaco favor al mundo de las especulaciones. Aquellas figuras vivientes no debieron desaparecer nunca del cortejo encargado de abrir la semana santa en Granada.

CRISIS Y RENACIMIENTO

Históricamente nuestra semana santa ha sido como una sucesión de crisis y levantarse a lo largo de su historia y, en aquellos años setenta estuvo a punto de desaparecer. Pero en los peores momentos, es cuando el cofrade granadino de revela, decidiendo continuar con la tradición de nuestros mayores. Hermandades como Los Escolapios o Los Ferroviarios ya no salían a las calles y, en ese contexto de crisis, en 1974 es cuando se incorporó la segunda titular de la hermandad, bajo la advocación de Nuestra Señora de La Paz, festividad que se había celebrado a nivel mundial dos años antes. Y es a partir de ese momento cuando toma especial relevancia en este caso, la colaboración de mi inolvidable Joaquín Melgar, que, en colaboración con su mujer, y posteriormente con su hijo, se dedican en cuerpo y alma a aderezar esta nueva imagen, la primera incursión granadina del hispalense, Dubé de Luque. Recuerdo con que primor, bordaba la familia Melgar aquella primera toca en hilo dorado para su virgen de La Paz, y como me invitaron a su casa, aquel día que me encontré una imagen de vestir en el recibidor, transformado en capilla de culto permanente. Mis conversaciones cofrades con Joaquín Melgar en la calle Alhóndiga, mientras yo degustaba un petisú de chocolate, y el reponía -manteniendo la conversación- excelentes bandejas de la mejor pastelería granatensis. Y por qué no personificar en ellos, el homenaje que he querido hacerles a todos los anónimos que, trabajan por su hermandad sin esperar recompensa. Sin ellos, hoy no podríamos sacar nuestras procesiones a la calle.

domingo, 6 de abril de 2025

 


 

MANUEL FUENTES

 

Tito Ortiz.-

 

Es un boticario de raza, con una vocación de servicio a los demás a prueba de bombas. Desde el primer día que se puso la bata blanca, tras el mostrador de su farmacia, tuvo claras dos cosas: El paciente es lo primero y defender al colectivo farmacéutico su pasión. Procurar que quien entra a la botica, no se lleve solamente el medicamento, sino que, salga de allí convencido de que, quién lo ha atendido, es un amigo en el que confiar en materia de salud. Que siempre le va a aconsejar lo mejor que, en muchas ocasiones, no pasará por venderle un preparado, sino que lo va a derivar a su médico de familia, quién debe tomar cartas en el asunto, sin olvidar el decirle como debe tomarse los medicamentos, hacerle el seguimiento adecuado y tratarlo con amabilidad y empatía porque todo el que entra a una farmacia, arrastra una preocupación que, a lo mejor, con una simple charla cariñosa y un buen consejo, se va sin tener que comprar nada.

Manuel Fuentes Rodríguez – Manolo Fuentes para los amigos- tuvo claro desde el principio de su vocación que, el colectivo farmacéutico necesitaba de interlocución válida con las administraciones, con una organización colegial eficiente que le ofreciera a los compañeros y compañeras, los servicios necesarios para el desarrollo de sus funciones que van desde, la formación continuada a los trámites administrativos que tanto tiempo pueden hurtar de la atención farmacéutica, de ahí su temprana pertenencia a la directiva del Colegio de Farmacéuticos granadino, del que ha sido presidente casi tres décadas.

RECONOCIMIENTO

Es por eso que, Manuel Fuentes ha recibido la Medalla de Honor del Consejo Andaluz de Colegios de Farmacéuticos -la máxima distinción de la Farmacia andaluza- en reconocimiento a su trayectoria profesional y a su dedicación y compromiso con la profesión farmacéutica a través de sus actividades de representación colegial en Granada, Andalucía, y también a nivel nacional, un reconocimiento de la Farmacia andaluza a quien fuera el primer presidente del Consejo Andaluz.

Su amigo Antonio Mingorance, compañero de tantas luchas y tantos logros, que ahora ocupa ese cargo a nivel andaluz dice de él que: “su pasión por la farmacia, su vocación por la docencia y su capacidad para combinar la defensa decidida de los intereses de su Colegio y de la profesión farmacéutica en general, con la apertura al diálogo y la capacidad de llegar siempre a acuerdos es su lema de trabajo. Tanto a nivel interno, promoviendo el consenso entre los Colegios andaluces y priorizando siempre la unidad; como a nivel externo, defendiendo el modelo asistencial de farmacia y sus bases fundamentales con flexibilidad ante las administraciones públicas, buscando en todo momento la conciliación del interés profesional con el interés general de los granadinos y los andaluces, son virtudes de Manolo Fuentes”.

MIngorance también reseña la contribución clave de Manuel Fuentes al desarrollo de la farmacia granadina y andaluza en las últimas décadas, especialmente en el refuerzo del papel de la oficina de farmacia dentro del sistema sanitario y el de los farmacéuticos como profesionales de referencia para mejorar la salud y calidad de vida de los pacientes, además de en otras cuestiones como la transformación digital de los servicios colegiales, su aportación en el campo de la formación y la docencia en el ámbito farmacéutico y sanitario, participando en calidad de ponente o moderador en numerosas mesas redondas y conferencias celebradas en el ámbito universitario y en foros profesionales de nuestro país.

Todas estas capacidades, junto a las cualidades de honestidad, integridad, humildad y empatía que siempre lo acompañaron, lo convierten en un referente indiscutible para las nuevas generaciones de farmacéuticos andaluces. Historia viva de la profesión, Manuel Fuentes es, desde hace tiempo y ya para siempre, uno de los imprescindibles de la Farmacia granadina y andaluza.

OTRAS CONTRIBUCIONES DE FUENTES

Académico correspondiente de la Academia Iberoamericana de Farmacia desde el año 2002, destaca también por sus aportaciones en el campo de la formación y docencia farmacéutica. Así, fue presidente del IX Congreso Nacional de Dermofarmacia celebrado en Granada en el año 1998 y de las II Jornadas Técnicas de Sanidad Ambiental celebradas en 1995, además de miembro del Comité Organizador del XIII Congreso Nacional Farmacéutico que se celebró aquí en 2002. También ha sido autor de prólogos en varios libros relacionados con el ámbito sanitario y farmacéutico, como “Farmacia y profesión en Al-Andalus (Siglos VIII-XV)”, del que es autor Esteban Moreno Toral; “Estudio del Polen con interés en Apiterapia”, obra de Oswaldo Socorro Abreu y Carmen Espinar Moreno; y “Cuando los años sesenta (II). Viñetas de una década”, cuyo autor es Wenceslao Fuentes Sánchez.

Pero no menos importante es su aportación a la fundación de La Unión Profesional de Granada, donde se integran los colegios profesionales y otras asociaciones, representando a más de cuarenta y cinco mil profesionales de toda la provincia, cuya razón de ser es, es acercar las distintas profesiones que la integran a la sociedad, para fomentar entre todos una mayor visibilidad social y una mayor presencia en las instituciones y lugares de decisión.

Fuentes ha impulsado La Unión para que esté al servicio de Granada, entendiendo necesaria su presencia, en la sociedad granadina para crear líneas de comunicación y colaboración, con las administraciones locales y autonómicas para una mejor asistencia a la ciudadanía. Entendiendo que son la mano experta que no puede ser suplida por ninguna otra institución, ya que en la Unión Profesional de Granada se concitan los conocimientos ineludibles que la administración necesita para el diseño de los proyectos que van a suponer una mejora en la calidad de los servicios y en definitiva en la vida de los granadinos.

A todo eso ha contribuido y sigue haciéndolo, Manuel Fuentes, un boticario, un amigo.