domingo, 20 de abril de 2025

 


LA PASIÓN DE OCÓN ROJAS

 

Tito Ortiz.-

 

En días pasados viendo el programa de Canal Sur TV, Andalucía  Directo, se emitió un reportaje desde Jaén, en el que se daba noticia de la representación con figuras de barro de, La Pasión y Muerte de Jesucristo al estilo de un belén, pero en lugar del tradicional con las figuras del nacimiento, con las escenas de la pasión y crucifixión de Jesús. Por ahí todo iba bien, hasta que el protagonista de la muestra afirmó con rotundidad a cámara, que era la primera vez en el mundo que se llevaba a cabo tal iniciativa.

En ese momento, me saltaron en mi empobrecido cerebro todas las alarmas y, dada mi condición de cronista oficial de Granada, me veo en la obligación de, como dice Miguel de Cervantes en El Quijote, desfacer entuertos y poner algunos puntos sobre las íes. Se trata de hacer justicia no solo con la historia, sino con los hombres que nos precedieron y, habiendo sido pioneros en estos menesteres, no queden en el olvido, dada la importancia de su trayectoria y aportación al arte y nuestras tradiciones.

MANUEL OCÓN

Viene al caso como pintiparado relatar aquí, la vida y obra de un granadino de la calle Varela, que ya no está con nosotros pero que es conveniente no dejar en el olvido, por aquello famoso de que, al César, lo que es del César.

Manuel Ocón Rojas era funcionario del ayuntamiento en sus oficinas de la plaza del Carmen, pero siempre militó de extraordinario paisano, enamorado de esta su tierra, de su historia y sus costumbres y tradiciones. A su condición de cofrade alhambreño, unía su pasión por el arte flamenco, como socio de la Peña La Platería y, por nuestras manifestaciones populares, de ahí que desde sus inicios, estuviera ligado a la fundación de nuevas hermandades de semana santa como la de, Jesús del Amor y La Entrega o posteriormente, la del Nazareno de Las Carmelitas Descalzas, al tiempo de que formaba parte también, de aquellas primeras cuadrillas de costaleros ligadas a estas hermandades o a la mítica de La Santa Cruz.

Recuerdo con que emoción me hablaba de una nueva hermandad que tenía en mente en la que pretendía procesionar solo un crucificado, con las variantes especialísimas de que la advocación estaría relacionada con la muerte y, que el pretendía saliera desde el interior de nuestro cementerio de San José, bajando a Granada por el Barranco del Abogado, con el recorrido en horas nocturnas, cuyos penitentes en lugar de un cirio portarían una antorcha y, en lugar de ir de pie, el recorrido se haría de rodillas, incorporándose solo en las paradas del cortejo. El asunto quedó abortado por su prematura muerte, pero hay que reconocer que el proyecto de nueva hermandad era más que ilusionante.

CRUCES Y ALTARES

Se puso manos a la obra y, con el fin de sacar algunos dinerillos para la hermandad montaba lo mismo una cruz de mayo, que un altar del Corpus, o un belén para navidad. Y, además, recibía trabajos de los amigos que conocíamos de su arte, como cuando me inventé el Pregón Taurino de Granada, y le dije que engalanara el patio de la Corrala de Santiago para la ocasión, que protagonizó el diestro granadino, Miguel Montenegro, la hoy residencia de la universidad, quedó vestida para la historia. Pronto llegó a oídos de sus jefes en el ayuntamiento estas otras virtudes de su funcionario, y procedieron a encargarle la organización de la Cruz Municipal en la plaza del Carmen o el belén navideño dentro del patio consistorial, entre otras actividades, como la cabalgata de reyes o la procesión de La Tarasca, contando siempre con la colaboración de Jesús Luque, compañero también del ayuntamiento y la de José Carranza “El Willy”, insigne cofrade y capataz del Realejo.

LA PASIÓN EN BARRO GRANADINO

Con esa mente privilegiada que tenía Manuel Ocón, un buen día de la década de los ochenta del siglo pasado, se le ocurrió que lo mismo que para navidad montaba un belén, para la Cuaresma iba a montar una Pasión y Muerte de Jesús al estilo belenista. Y dicho y hecho. Buscó a Manuel Collado, discípulo del mismísimo Mariscal en la elaboración de figuras de barro granadino y fue encargándole una a una todas las necesarias para la representación, desde la entrada de Jesús en Jerusalén, hasta la Resurrección. Cada tarde subíamos a ver como iban los barros al taller de Manuel, que lo tenía al final de la calle Real de Cartuja, lindando con la carretera de Murcia, y allí, en su particular horno, fabricado por él en un tonel de combustible, observábamos con atención como las figuras pasionistas iban tomando forma con todas las indicaciones precisas que Ocón le hacía, con detalles tan particulares como el que incluía al paso de Jesús por la calle de La Amargura, la figura de un saetero en plena acción de cante, con el rostro del mismísimo Camarón de La isla, o la crucifixión de Jesús en el monte Calvario, con la figura espeluznante del Cristo Crucificado del pintor Benito Prieto Coussent, al que Manuel Ocón le tenía una especial devoción.

De esta manera asistimos a la inauguración de La Pasión de Ocón Rojas, en la sede de La Asociación de Vecinos del Realejo en la calle Molinos 64, bajo el mandato de su presidenta Carmen Nestares a finales del siglo XX. Ya en el nuevo milenio, esa misma representación la llevó a cabo en la sala de exposiciones del Colegio de Farmacéuticos en la calle san Jerónimo. Así que me veo en la obligación por mi condición de cronista de poner las cosas en su sitio, dejando constancia de la realidad irrefutable. Ocón fue el primero.

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