MEMBRILLOS Y ACEROLAS
Tito Ortiz.-
Desde San Miguel Alto hasta La
Calderería, todo es Albayzín. Desde la muralla medieval a la frontera hídrica
del Dauro, todo es Albayzín, y ahí se compendia la historia de Granada, ahí
nace y se reproduce lo que desde hace siglos somos. Una ciudad milenaria, por
la que pasaron varias culturas que fueron dejando su poso de sabiduría y, que,
con el tiempo, han dado lugar a un paraíso cerrado o abierto, según se mire,
con personalidad propia y repercusión mundial, de lo que debemos sentirnos muy
satisfechos.
Dicen los que de esto saben,
que el Albayzín comenzó a tomar forma cuando se comenzó a poblar en época
íbera, y existió poblamiento disperso romano. No hay datos de asentamiento
islámico anterior a la llegada de los bereberes ziríes, por lo que se supone
que la ciudad se abandonó desde el final del imperio romano hasta la fundación
del reino zirí (1013) que fue cuando se rodeó de murallas (Alcazaba Cadima).
Según algunos historiadores debe su nombre actual a los pobladores de la ciudad
de Baeza que, desterrados de ella tras la batalla de las Navas de Tolosa, se
asentaron en esta zona de Granada fuera de las murallas existentes. La
investigación arqueológica actual, sitúa Madinat Ilbira en Atarfe hasta el
siglo XI que se traslada la ciudad al Albaicín tras la caída del califato y la
situación de inseguridad que genera. Los habitantes de Ilbira se someten como
clientes a los sinhaya y a los ziríes y se decide el traslado de la capital de
la Cora de Elvira a la colina del Albaicín.
En este barrio vivieron todos
los responsables de poner en pie La Alhambra, junto con otros emblemáticos
monumentos de la ciudad que hoy conocemos.
SAN MIGUEL
En época nazarí el Albaicín se
extendió hacia el este -como hemos dicho- debido a la llegada de refugiados que
escapaban del avance de las tropas cristianas. El barrio se amplió con una gran
muralla que llegaba hasta la actual ermita de San Miguel Alto y que cercó el
arrabal de los Halconeros (Rabad al-Bayyazin) o Albayzín.
Esta muralla es conocida como
la Cerca de don Gonzalo. Algunas fuentes cristianas explican que la muralla se
pagó con el rescate obtenido por liberar a don Gonzalo de Zúñiga, un obispo de
Jaén cautivo en Granada. Pero poca relación guarda con la realidad. Según las
fuentes árabes (Ibn al-Jatib) la muralla se construyó bajo el mandato de Yusuf
I, entre 1329 y 1354.
La ermita que hoy conocemos se
terminó en 1673 sobre la antigua torre del Aceituno. Según algunas
descripciones esta primera ermita aprovechó la construcción anterior que se fue
reformando y ampliando. De hecho, al formar parte de la estructura defensiva,
la ermita de San Miguel Alto estuvo bajo jurisdicción de la Alhambra, que
ostentaba la autoridad militar. Aunque fue destruida por los franceses a
principios del siglo XIX. Años más tarde, en 1828, fue reconstruida en un
estilo neoclásico tal y como la podemos contemplar hoy en día. La ermita de San
Miguel Alto es unos de los puntos más altos de la ciudad de Granada. El 29
septiembre se celebra una antigua romería en la que una multitud de personas
procesionan por el barrio una imagen del arcángel San Miguel, guardián del
Albaicín.
San Miguel es uno de los
cuatro arcángeles del cristianismo. Es reconocido y venerado por las tres
principales religiones monoteístas: cristianismo, islam y judaísmo. Es un ángel
guerrero que se representa bien con espada o con lanza y puede tener armadura y
libró al cielo de los ataques de Lucifer. Su culto se extendió rápidamente por
Europa y Oriente Medio y actualmente se venera en casi todo el mundo. San
Miguel es patrón de muchos oficios relacionados con la seguridad y la justicia,
pero en Granada, además, es patrón del Barrio del Albaicín.
PATRÓN Y PATRONA
Los albaicineros sabemos bien
que, a tres días del final de septiembre, nuestro barrio huele a membrillos,
acerolas, azofaifas, almencinas y maholetas, cuyos huesos serán disparados a
través de un canuto de caña, cuán cerbatana mortífera, contra el cogote de un
incauto, desnortado por el bullicio de la fiesta. Sabe a jayuyas de azúcar o,
riquísimas salaillas, a granadas maduras, nueces y bellotas.
En otros tiempos, nuestro
barrio se engalanaba con farolillos, se llevaba a cabo un festival flamenco de
primer orden y los hornos comenzaban a cocer las primeras tortas de cabello de
ángel, con las que rematábamos nuestra fiesta, para lanzar la mano a la Patrona
de Granada en su salida del último domingo de septiembre, que no en pocas
ocasiones, ha coincidido con la onomástica de nuestro santo.
El Albayzín, hermano del
Sacromonte, ha sido de antiguo un barrio abierto al mundo, culto y tolerante,
donde hemos convivido en paz y armonía payos y gitanos, hasta el punto de
lograr un mestizaje perfecto que comenzaba en las aulas compartidas de las escuelas
del Ave María, con una educación que nos igualaba a todos en la tolerancia, la
aceptación del distinto, y el respeto mutuo. De ahí que este barrio fuera el
elegido por toda clase de intelectuales y artistas que, en visitando Granada,
optaron a lo largo de la historia por asentarse en nuestra tierra, disfrutando
de un trato igualitario entre sus vecinos, que les reconocieron siempre su
aportación cultural y alabado su admiración por el barrio y sus gentes.
El Albayzín es el eje y punto
de partida de la historia de Granada, que se merece un mejor trato y protección
por quienes tienen la obligación de ofrecer unos servicios en igualdad de
condiciones con los vecinos de otros barrios. Sé que es un distrito que apenas
da votos en unas elecciones, pero, por favor, no dejen morir mi barrio.
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