domingo, 28 de septiembre de 2025

 


MEMBRILLOS Y ACEROLAS

 

Tito Ortiz.-

 

Desde San Miguel Alto hasta La Calderería, todo es Albayzín. Desde la muralla medieval a la frontera hídrica del Dauro, todo es Albayzín, y ahí se compendia la historia de Granada, ahí nace y se reproduce lo que desde hace siglos somos. Una ciudad milenaria, por la que pasaron varias culturas que fueron dejando su poso de sabiduría y, que, con el tiempo, han dado lugar a un paraíso cerrado o abierto, según se mire, con personalidad propia y repercusión mundial, de lo que debemos sentirnos muy satisfechos.

Dicen los que de esto saben, que el Albayzín comenzó a tomar forma cuando se comenzó a poblar en época íbera, y existió poblamiento disperso romano. No hay datos de asentamiento islámico anterior a la llegada de los bereberes ziríes, por lo que se supone que la ciudad se abandonó desde el final del imperio romano hasta la fundación del reino zirí (1013) que fue cuando se rodeó de murallas (Alcazaba Cadima). Según algunos historiadores debe su nombre actual a los pobladores de la ciudad de Baeza que, desterrados de ella tras la batalla de las Navas de Tolosa, se asentaron en esta zona de Granada fuera de las murallas existentes. La investigación arqueológica actual, sitúa Madinat Ilbira en Atarfe hasta el siglo XI que se traslada la ciudad al Albaicín tras la caída del califato y la situación de inseguridad que genera. Los habitantes de Ilbira se someten como clientes a los sinhaya y a los ziríes y se decide el traslado de la capital de la Cora de Elvira a la colina del Albaicín.

En este barrio vivieron todos los responsables de poner en pie La Alhambra, junto con otros emblemáticos monumentos de la ciudad que hoy conocemos.

SAN MIGUEL

En época nazarí el Albaicín se extendió hacia el este -como hemos dicho- debido a la llegada de refugiados que escapaban del avance de las tropas cristianas. El barrio se amplió con una gran muralla que llegaba hasta la actual ermita de San Miguel Alto y que cercó el arrabal de los Halconeros (Rabad al-Bayyazin) o Albayzín.

 

Esta muralla es conocida como la Cerca de don Gonzalo. Algunas fuentes cristianas explican que la muralla se pagó con el rescate obtenido por liberar a don Gonzalo de Zúñiga, un obispo de Jaén cautivo en Granada. Pero poca relación guarda con la realidad. Según las fuentes árabes (Ibn al-Jatib) la muralla se construyó bajo el mandato de Yusuf I, entre 1329 y 1354.

La ermita que hoy conocemos se terminó en 1673 sobre la antigua torre del Aceituno. Según algunas descripciones esta primera ermita aprovechó la construcción anterior que se fue reformando y ampliando. De hecho, al formar parte de la estructura defensiva, la ermita de San Miguel Alto estuvo bajo jurisdicción de la Alhambra, que ostentaba la autoridad militar. Aunque fue destruida por los franceses a principios del siglo XIX. Años más tarde, en 1828, fue reconstruida en un estilo neoclásico tal y como la podemos contemplar hoy en día. La ermita de San Miguel Alto es unos de los puntos más altos de la ciudad de Granada. El 29 septiembre se celebra una antigua romería en la que una multitud de personas procesionan por el barrio una imagen del arcángel San Miguel, guardián del Albaicín.

San Miguel es uno de los cuatro arcángeles del cristianismo. Es reconocido y venerado por las tres principales religiones monoteístas: cristianismo, islam y judaísmo. Es un ángel guerrero que se representa bien con espada o con lanza y puede tener armadura y libró al cielo de los ataques de Lucifer. Su culto se extendió rápidamente por Europa y Oriente Medio y actualmente se venera en casi todo el mundo. San Miguel es patrón de muchos oficios relacionados con la seguridad y la justicia, pero en Granada, además, es patrón del Barrio del Albaicín.

PATRÓN Y PATRONA

Los albaicineros sabemos bien que, a tres días del final de septiembre, nuestro barrio huele a membrillos, acerolas, azofaifas, almencinas y maholetas, cuyos huesos serán disparados a través de un canuto de caña, cuán cerbatana mortífera, contra el cogote de un incauto, desnortado por el bullicio de la fiesta. Sabe a jayuyas de azúcar o, riquísimas salaillas, a granadas maduras, nueces y bellotas.

En otros tiempos, nuestro barrio se engalanaba con farolillos, se llevaba a cabo un festival flamenco de primer orden y los hornos comenzaban a cocer las primeras tortas de cabello de ángel, con las que rematábamos nuestra fiesta, para lanzar la mano a la Patrona de Granada en su salida del último domingo de septiembre, que no en pocas ocasiones, ha coincidido con la onomástica de nuestro santo.

El Albayzín, hermano del Sacromonte, ha sido de antiguo un barrio abierto al mundo, culto y tolerante, donde hemos convivido en paz y armonía payos y gitanos, hasta el punto de lograr un mestizaje perfecto que comenzaba en las aulas compartidas de las escuelas del Ave María, con una educación que nos igualaba a todos en la tolerancia, la aceptación del distinto, y el respeto mutuo. De ahí que este barrio fuera el elegido por toda clase de intelectuales y artistas que, en visitando Granada, optaron a lo largo de la historia por asentarse en nuestra tierra, disfrutando de un trato igualitario entre sus vecinos, que les reconocieron siempre su aportación cultural y alabado su admiración por el barrio y sus gentes.

El Albayzín es el eje y punto de partida de la historia de Granada, que se merece un mejor trato y protección por quienes tienen la obligación de ofrecer unos servicios en igualdad de condiciones con los vecinos de otros barrios. Sé que es un distrito que apenas da votos en unas elecciones, pero, por favor, no dejen morir mi barrio.

 

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