domingo, 19 de octubre de 2025

 


CADA VEZ REÍMOS MENOS

 

Tito Ortiz.-

 

Esta sociedad que nos ha tocado vivir, nos está borrando la risa de la cara y, si me apuran, hasta la sonrisa. Es verdad que después de leer el periódico por la mañana, oír la radio o, ver un telediario habría que ser de corcho para esbozar, aunque solo fuera una muesca, de esas que se quedan a caballo entre la comedia o la tragedia, porque la actualidad del día, junto a la carestía de la vida, lo ajustado de las pensiones, el deterioro de la sanidad, la gente que muere antes de que les llegue la ayuda domiciliaria, la corrupción, el independentismo, el genocidio o la olvidada Ucrania, a uno se le rebota el estómago y le dan arcadas y, de esa guisa, es muy difícil tener ganas de nada.

Tal vez por eso, si observamos a la gente por la calle, en el metro o el autobús, el personal lleva un rictus nada optimista, incluso me atrevería a decir que, algunos, portan un ceño fruncido, una mirada que desparraman con desconfianza y, si te acercas a preguntarle la hora, hasta es posible que te gruña o te espete un… ¡Déjeme a mí tranquilo, que yo no le he hecho nada!

Echo de menos aquellos tiempos en los que entrabas a un bar y, no se oían más que risas y carcajadas porque, el tomarse unas cervezas con los amigos, se convertía en una especie de competición para ver quién contaba el chiste más hilarante y descabellado. Ahora pones el oído y, solo escuchas los meses que llevan de retraso para que les hagan las pruebas en el hospital, el niño de treinta años con carrera que sigue viviendo en casa y sin trabajo, que no se puede dar un paso por “Graná” de tanto turista o, lo que ha subido la cesta de la compra y que así, no se puede llegar a fin de mes.

ACTOS CULTURALES

Con el horizonte puesto en 2031, Granada se ha convertido en la ciudad donde más actos culturales se celebran a diario de todos los contornos. Si observamos la agenda de citas, es imposible asistir a todos, bueno yo diría que ni siquiera a dos de ellos. Los hay para todos los gustos: Artísticos, literarios, musicales, divulgativos de la ciencia. La oferta es tan grande, que no recuerdo mayor ebullición cultural en Granada, desde que existo, y ya tengo unos años. Esto debe congratularnos porque, engrandece la vocación granadina desde hace siglos, debido a nuestra historia, patrimonio, bagaje científico, belleza del paisaje, gastronomía y servicios, hasta ahí todos de acuerdo.

Pero he aquí que, vengo observando con preocupación, la actitud de intervinientes y asistentes a estos actos, en los que echo de menos la soltura, la relajación y la empatía, que no va en detrimento de la importancia del acto cultural del que se trate. Existe la creencia errónea de que una cita cultural abierta al público, cuanto más seria y rígida se produzca, es más importante y eleva su nivel, asunto éste con el que estoy en desacuerdo pues, una sonrisa al auditorio o, una chanza bien enlazada, no desmerece ni desacredita la importancia de lo presentado.

He asistido a alguna presentación de un libro sin mayor ambición de trascendencia, en la que más me parecía estar en una misa corpore insepulto, pensando los responsables que, de esta manera, se elevaba de nivel el acto en cuestión y, tengo que decir que no. Que, sobra envaramiento, palabras grandilocuentes y “eses” forzadas que, cuanta más importancia tiene lo presentado, más sencillo debe ser lo expresado Un acto cultural es una oportunidad para la alegría, para el encuentro entre afines, empatizar con el auditorio y congratularse de la respuesta asistencial obtenida.

SONRÍA POR FAVOR

Cualquier acto cultural al más alto nivel, debe ser objeto de celebración relajada y jocosa, una oportunidad para comulgar con lo común que nos convoca, para sentirnos unidos con aquellos del estrado y sus obras, para congratularnos con la ciencia y las bellas artes, sin pensar que si no adoptamos una postura seria y envarada, estamos desmereciendo lo que nos convoca, muy al contrario, estamos entre iguales de los que aprendemos y nos enriquecemos por su trabajo y esa admiración, bien vale una sonrisa o un abrazo.

De hecho, los mejores chistes que he escuchado en mí vida, han sido en los distintos velatorios – que por razones de edad- asisto con demasiada frecuencia y no creo que haya un lugar menos propicio, pero creo que esto pasa desde que el mundo es mundo, la sonrisa como arma defensiva ante el dolor y la tragedia.

No hay nada más serio que jugarse la vida haciendo arte, y eso es lo que hacen los toreros. Recuerdo en aquel viejo televisor de madera marca, “Vanguard” de un solo canal en blanco y negro, ver las corridas de toros televisadas con la voz del maestro Matías Prats, en aquellos años sesenta, donde intervenía con frecuencia uno de los mejores toreros que he conocido, pero también el más serio durante la lidia, se trata del maestro salmantino, Santiago Martín “El Viti”, posiblemente el torero más grande de época que ha dado Salamanca. Aquella tarde, como casi siempre, triunfó y estando dando la vuelta al ruedo, una señora desde el tendido, le arrojó su abanico en el que había intercalado una tarjeta con algo escrito. El matador cogió la misiva, la leyó, y mirando al tendido donde estaba la dama, le dedicó una hermosa sonrisa, al tiempo que besaba el abanico y se lo devolvía. La tarjeta decía: ¡Sonría por favor!

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