martes, 12 de enero de 2016
SIN PROPÓSITO DE ENMIENDA
SÍN PROPÓSITO DE ENMIENDA
Tito Ortiz.-
Como lacayo irredento de los placeres terrenales, condecorado con las canas necesarias, como para no hacer sacrificio baldío, pues hay pocas cosas que ya merezcan la pena, digo y proclamo a los cuatro viento que: No pienso ni por asomo, apuntarme a un gimnasio para meter en vereda esta lorza que me adorna la cintura, y que ha crecido de manera indecente, desde que por la Inmaculada, di por inaugurada en casa, la degustación sin límite de mantecados y polvorones, oriundos de la albaycinera Plaza Larga. Ayuno de freno y mala conciencia, y consciente de que estoy más cerca del final de mis días por razones lógicas de calendario, no me preocupa mi aspecto estético, y mucho menos, el que suponga un sacrificio añadido al devenir diario. Al no tener el pirulo para ruidos, tampoco pienso matricularme, por enésima vez, en el curso de Inglés. He comprobado que con el lenguaje de signos lógicos, y la expresión gutural de... a voces como si fueran sordos, me entienden en todos sitios, me atienden, me sirven, y no me pierdo en ningún lugar. Toso al levantarme, como si poseído por una hidra, pretendiera volverme del revés como un calcetín. Pues aún así, juro ante dios y ante los hombres, que no me voy a quitar de fumar. Me importa un bledo que la parca me aceche en cualquier esquina, con una guadaña de nicotina a las finas hierbas. No pienso engañarme una vez más, pasando tres días en los que no hay quién me aguante, para luego caer de nuevo en el placer del tabaco. Si como dijo Sara, de Campo de Criptana, fumar es un placer, para que amagarme con otro fallido intento. Abjuro de la dieta y sus infundios. Ya no tengo edad para verduritas hervidas, pescaditos a la plancha, o sopicaldos claros como los de un asilo. Ya tuve bastante régimen con el del el general bajito del Ferrol. Ahora reivindico la olla de San Antón con todos su avíos, en cuyo plato se pueda dejar la cuchara, en la máxima verticalidad, y de postre un puchero de coles, con abundancia de tocino y morcilla. No estoy para perder el tiempo. La vida me apremia, he pasado demasiado tiempo, intentando meterme en vereda, y ya no puedo más. Llevo enterrados ya a demasiados amigos, que estaban más sanos que una pera, así que de malos ratos ni uno. No pienso utilizar las escaleras mientras haya ascensor. ¿ A quién se le ha ocurrido semejante majadería? No comprenden que el que puso el ascensor se sentiría frustrado, si a pesar de estar allí, a mano, a todos nos diera por coger las escaleras. No pienso leer ni un libro más – que aburrimiento – desde hoy me dedicaré en cuerpo y alma a seguir las 24 horas, a los/as intelectuales que salen todas las tardes en “sálvame”, tipo Belén Esteban, o Kiko Matamoros. Ellos si merecen la pena, y si me queda tiempo libre, veré con ansia viva a los ejemplares internos en la casa de Gran Hermano, cuya presentadora, en otros tiempos interesante periodista, se ha entontecido tanto con la experiencia, que ha llegado a creerse, la protagonista de un fenómeno social de primera magnitud. No es la primera profesional fagocitada por una productora, carente de elementales referencias, que a cambio de audiencia y dinero, sucumbe a la ordinariez televisiva. Que alguien de aviso urgente a su psiquiatra... y al mío también.
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