lunes, 18 de abril de 2016
DE PEROGRULLO
DE PEROGRULLO
Tito Ortiz.-
Ésta ciudad cateta y provinciana, desde los tiempos de Nino García, El “granvías”, y Valenzuela el “guisoteos”, pretende ponerse en el mapa internacional, a base de explotar la memoria de García Lorca, bien sea con un premio de poesía, que cada edición decrece en su interés, o con un legado que permanece en la Residencia de Estudiantes de Madrid, pese a que hemos creado un monstruo en La Romanilla junto al campanario de la Catedral. En manos de un “equipo de gobierno municipal”, que ya va a cumplir un año como rehén de otro partido, la ciudad se amojama carente de proyecto, sumergida en la política de parcheo continuo, en espera de que un nuevo gobierno de la nación, desbloquee tan impresentable situación, y quede desembarazada de una situación kafkiana, que la envilece, y la somete a una regresión, que la está transportando a parámetros del siglo XIX, donde la resignación ciudadana, abocaba a la indiferencia y el suicidio social, apartando a las criaturas humanas de un destino no escogido por ellos. Pero no es el caso. Nosotros ya estamos en el mapa, gracias a la corrupción urbanística, y a la obstinación de los ignorantes con credencial de políticos/as.
La situación de hartazgo que cualquier ciudadano medio padece, sin necesidad de ser un lumbreras, ni siquiera tener el bachiller, es preocupante cuando menos. Que los votantes sientan esa desafección por lo público, ya sea por los corruptos, mangantes o ilustres comprendidos en los papeles de Panamá, no hace más que agravar una situación de sociedad, que no da crédito a lo que pasa cuando vota con la mente. Políticos que no se preocupan de la ciudadanía más que para que los voten, y que a continuación solo miran sus propios intereses o los de sus partidos, son los culpables de la depresión que sufre el pueblo, que no atisba futuro ni esperanza proveniente de su clase política. Granada tiene su esperanza puesta en la capitalidad de 2031, como zanahoria que marcha delante de la acémila. Pero en el fondo, todos los granadinos sabemos, que si la ciudad no tuviera La Alhambra y Sierra Nevada, no estaríamos en el mapa de nadie, seríamos un destino turístico con tanto atractivo, como Teruel o Palencia. En lugar de peatonalizar la Gran Vía y Reyes Católicos como hace ya años que hizo Málaga, nosotros la hemos convertido en la autopista de la LAC. En lugar de conservar el Albayzín, lo estamos dejando que se desmorone, lenta e irremediablemente. Un día arderá en llamas como le ocurrió a Lisboa, entre otras cosas, porque los bomberos no pueden entrar. El tema es una cuestión de números, El Albayzín está despoblado de gente que vote empadronadamente hablando, de ahí que los políticos pasen olímpicamente de prestarle atención. Sin votantes, el barrio patrimonio de la humanidad no es rentable, al igual que el Sacromonte, cuya ocupación de las cuevas ilegalmente, ya es un ejemplo internacional extrapolable al Barranco del Abogado y Alixares. La política, es demasiado importante como para dejarla en manos de los políticos. Pero ojo, que nadie se ría por debajo de la barbilla. Los políticos no están ahí porque hayan dado un golpe de Estado. Son el resultado de nuestros deseos, así que cada palo aguante su vela. Los ciudadanos también somos muy responsables de lo que pasa, no solo en ésta maltratada provincia, sino en todo el país. Aquí nadie se va de rositas.
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