martes, 25 de abril de 2017

NO PUEDE SER DELITO

NO PUEDE SER DELITO Tito Ortiz.- No hago más que darle vueltas, y por mucho que lo intento, no acierto a comprender que pueda ser delito. No puede ser delito, saber que gana un alcalde, cuando lo que cobra, sale del bolsillo de todos los ciudadanos. A veces parece que no han pasado cincuenta años, parece que no hemos hecho una transición democrática, es como si una involución a tiempos pasados, nos impidiera a los que pagamos las nóminas, saber que cobran nuestros gobernantes y en concepto de qué. Cuando depositamos la papeleta en las urnas y los elegimos para que nos gobiernen, los estamos contratando en unas condiciones inmejorables, para que realicen su trabajo. Entonces, ¿Por qué es delito saber lo que les estamos pagando? El delito -si existe- debe estar en otra cosa que se me escapa, y por lo tanto, no entro a valorar. Pero que yo sepa, saber lo que gana mi alcalde, me parece de lo más normal, o debería serlo en un país libre y democrático. Otra cosa es que esto, ya no se parezca nada a un país europeo, y vivamos sin saberlo, en una república bananera, gobernada por pillos que ocultan su patrimonio y como lo consiguen durante el tiempo de gobernanza, que a juzgar por sus visitas a los juzgados, ni ha sido transparente, ni bien intencionada. El callejón de Nevot, ya no es callejón, es una amplia avenida, con alturas fuera de la ley, castigadas en segunda instancia a precio de saldo. Si es delito ir en moto sin casco, adoptar posturas que rayan la ineducación y las buenas costumbres, negarse a identificarse por ser la señora de… y además, sentirse perseguido por la autoridad, por el hecho de ser sancionada con todo el peso de la ley a favor de la policía. Ser una autoridad, no significa poder saltarse la ley, pero además, obliga a un trato exquisito con los agentes que la hacen cumplir todos los días. La derecha granadina tiene ejemplos de éstos en los últimos años para escribir un libro, o una historia de terror. Alfonso Carlos en descapotable sin cinturón. Militantes populares que aparcan en zona prohibida, y montan en cólera cuando son multados. Altercados con la grúa, mamás y papás populares, que llevan y recogen a sus hijos del colegio, aparcando en tercera fila, taponando vados, todo es válido se perteneces al partido. Deber ser algo genético dentro de sus filas, pues la espantosa escena de, Esperanza Aguirre, atropellando motos policiales y fugándose a su domicilio, es un clásico de la España que ellos/as representan. Una España que se reconcilia una vez más con la justicia, viendo a su presidente sentado en el banquillo. La higiene democrática, es un concepto que aún no es asumido por algunos militantes de la derecha, que campan a sus anchas con credencial de cargo electo, para vergüenza de muchos de sus propios compañeros, porque me consta que en ese partido hay gente honrada, con espíritu de servicio, pero han permitido que se les unan otras individualidades, que no hacen más que enrojecer la faz, de quienes con el talante propio de estos tiempos, desearían verse libres de la carga que estos personajes, dignos de un sainete de los hermanos, Joaquín y Serafín, significan. La España de la pandereta, circula por nuestras calles con el carnet de la gaviota.

miércoles, 19 de abril de 2017

GARRAFÓN Y PAYASADAS

GARRAFÓN Y PAYASADAS Tito Ortiz.- Sé de lo que hablo. Soy uno de los que tuvieron que salir huyendo de Mojácar, gracias a las despedidas de soltero. Durante años disfruté de un apartamento frente a la playa del Cantal, pero tuve que tomar las de Villa Diego, ante el peligro inminente de perder el juicio por falta de descanso. Cuando yo descubrí Mojácar, aquello era el paraíso, comparado con la ruidosa y abarrotada Almuñécar. No lo dudé. Cogí los bártulos y me trasladé con los míos. Pero a los pocos años, el descanso desapareció de nuestras vidas, y el estrés por falta de sueño le fue ganando terreno al idílico lugar. Empresarios sin escrúpulos y jóvenes desvergonzados por el alcohol y las drogas, convirtieron las playas de Mojácar en un infierno para los mortales. Los responsables de tal desatino eligieron, entre un turismo de sol y playa familiar, y el de las despedidas de soltero de toda España, optando por la segunda opción. Músicas para ensordecer, perfectamente audibles desde las costas de África, dieron paso a una muchedumbre de hombres y mujeres disfrazados o desnudos, ebrios o drogados, que a cualquier hora del día y de la noche, preferiblemente desde la madrugada hasta el mediodía, se dedicaron a molestar al prójimo, impidiendo sobre todo el descanso de niños, mayores y ancianos. Sé que las despedidas de soltero son, un suculento negocio para determinados empresarios, a los que poco les importa el respeto a los demás, sino su propio beneficio. Porque eso sí, a los únicos que beneficia es a ellos, ni siquiera a los que se divierten molestando a los demás, porque esos, con digerir lo que llevan en el estómago y en las venas, ya tienen bastante. En el pecado llevan la penitencia. Los que permiten que en su local se celebre una despedida de soltero, les imponen número de copas, calidad de las mismas y un horario. Luego a partir de eso, echan a decenas de incontrolados a la calle, y estos la toman como si fuera la pocilga de su casa, sin respetar a nada ni a nadie. No en vano, ya he observado que algunos juiciosos hosteleros, han colocado carteles a las puertas de sus negocios, en los que se lee que, no se sirven bebidas a despedidas de soltero. Se han dado cuenta ya de que, a quienes les dejan los dineros es a los locales donde comienza la fiesta, después, una vez en la calle, los “simpas” y las agresiones, es lo que recogen los que se atreven a servirles, además de vomitonas y excrementos con orines. Desde hace algún tiempo, compruebo con horror, que si salgo a pasear con mi nieto de tres años de la mano, él me va anunciando antes de que yo los vea, a unos tipos raros que vocean y se tambalean – el otro día por la Plaza del Carmen – disfrazados de esperpénticas maneras. Un treintañero, vestido solo con un enorme pañal y chupete a juego, iba soportado por otros dos, entre risotadas y carcajadas, como de estar fuera de sí. ¡Yayo, mira, con pañal, como yo! A lo que le respondí con una sonrisa, sin atreverme a explicarle lo que estábamos viendo. Como a las dos horas, y cuando creíamos que ya lo habíamos visto todo, sentados a las puertas de “La Chicotá”, vimos pasar una procesión de beodos, todos con la misma camiseta, en la que se leía y vaticinaba, la muerte de otro que iba delante, vestido de Pipi Calzaslargas, con peluca amarilla de enormes trenzas. A la pregunta de mí nieto, le respondí que era una chica, la señorita Langstrumpf, que iba corriendo buscando a su caballo, “Pequeño Tío” y a su mono, el señor, Nilsson. Lo dicho, el que avisa, no es traidor, y a buenos entendedores, pocas palabras bastan.

sábado, 15 de abril de 2017

UN PAR DE MOMENTOS

UN PAR DE MOMENTOS Tito Ortiz.- Seguramente ésta de 2017, ha sido una de las semanas santas más completa de los últimos años. La gente la ha vivido en la calle con auténtico entusiasmo, y el acompañamiento a las distintas hermandades ha sido muy positivo. Una semana de maduración cofrade, con una puesta en escena de notable alto con algunas – pocas – excepciones. El Lunes Santo, en la calle realejeña de Santiago, se vivieron momentos muy emocionantes, cuando desde el patio de Las Comendadoras de Santiago se presentaba el paso de misterio del Huerto de Los Olivos. Hasta cuatro marchas enlazaron los costaleros, en un trabajo de auténtico primor, para poner el conjunto escultórico del maestro de Churriana, Domingo Sánchez Mesa, frente a loa puerta de entrada al convento, para que las monjas, un año más, le cantaran a su Cristo con la polifonía sencilla de quienes en clausura, aguardan cada año ese momento, que solo unos privilegiados podemos vivir con el paso atravesado en la calle. Si el trabajo costalero fue de nota alta, no lo fue menos el acompañamiento musical de la banda de Jesús Despojado, derramando en cada nota, esa experiencia y ese crédito cosechado ya por los años de buen trabajo musical. Pero si trabajo del paso de misterio fue sorprendente, no lo fue menos, el de la Virgen de La Amargura. La Señora del kilómetro cero del Camino de Santiago, fue paseada por las calles de la ciudad, con el mimo y loa galanura de una cuadrilla, que ávida de efectismos impropios, mecen con la elegancia de los elegidos a María Santísima de La Amargura. Contaban con un buen incentivo. La interpretación musical de la banda que este año ha dado el aldabonazo en la semana santa de Granada, para decir que hay que contar con ellos. La municipal de Armilla bajo la dirección de, José Melchor Perelló Lavilla. Esta Asociación Musical San Isidro, ha sonado esta semana como hacía tiempo que no lo hacía un grupo de músicos detrás de un paso, convirtiendo la actividad de ocho días, en el epicentro de una categoría musical, comentada por todos los cofrades de buen oído. La banda cuenta con su propia escuela de educandos, lo que le proporciona una cantera inagotable de buenos profesionales, a lo que se une, la amplitud de su repertorio, abordando a lo largo del año, desde la copla, al pasodoble, pasando por las composiciones más diversas. Su escuela infantil es un fiel exponente de un trabajo desde la temprana edad en la que se pueden observar, vocaciones que muy bien pueden terminar en la profesionalidad. Sus conciertos se cuentan por éxitos, y el resultado de su formación se ha visto en las calles de una ciudad, que echaba de menos una banda que sien do compacta, tuviera la sensibilidad de convertir cada acompañamiento a un paso, en un concierto al aire libre en toda regla.

martes, 11 de abril de 2017

SIN COMPLEJOS

SIN COMPLEJOS Tito Ortiz.- Por entonces en el Albayzín, decíamos: Prucesiones. Mi niño - angelico - sale en una prucesión, y eso fue lo que mi madre le dijo a los vecinos, el Martes Santo de 1960, cuando por primera vez, vestí el hábito blanco, de lienzo moreno con bocamangas rojas, de la Virgen de La Aurora. Lo había recogido en la Calderería Vieja, en el local de Antonio El Zapatero, nacido en Diezma, y que tras la guerra, se aposentó en el barrio para poner tapillas a los tacones, protectores metálicos en las suelas,como si todos fuéramos a bailar claqué, y medias suelas. Antonio, tenía un sobrino pintor de brocha gorda, mayordomo de la Aurora, que cedía el local de su tío para la recogida de los hábitos a pocas fechas de la semana santa. Más de tres días estuvo mi madre con varios pliegos de papel de estraza, y la plancha de carbón a toda mecha, quitándole las manchas de cera al hábito. Después vino el planchado, y una vez liso el capillo y el fajín, todo se colgó en una percha a la espera de la tarde del gran día: El Martes Santo. Me pusieron los zapatos de la primera comunión, estrené calcetines de perlé y guantes blancos a juego, y cuesta de san Gregorio arriba, me dispuse a realizar mi primera estación de penitencia. Días antes, había recibido el bautizo de todo auroro que se precie. Entrando a la Iglesia de San Miguel El bajo, cerca del altar mayor y a mano derecha, se abría un oscuro y lúgubre pasillo sin luz, en el que todos los novatos éramos presa de los veteranos. Se trataba de adentrarse en el túnel sin luz, alumbrado por un trozo de vela que te hacían portar en la mano, para ir a buscar un candelabro. El asunto era que cuando ya estabas como a la mitad del recorrido, una imagen de un Cristo atado a la columna que no era la titular, te cerraba el paso, y hasta la respiración, por la tosquedad de su acabado, situación de abandono, y el lugar que ocupaba en la negra gruta, solo apta para asustadizos como yo. Mis gritos de miedo retumban aún por el Carril de La Lona, y a partir de aquel día, he vivido la semana santa de mi tierra con pasión y con orgullo. Los cofrades nacidos en la década de los cincuenta, tenemos el orgullo de haber presenciado la incomparable transformación a positivo de nuestra Semana Santa. Incluso algunos hemos puesto nuestro granito de arena para que ello sea posible. Nuestra actual semana santa, no tiene nada que envidiarle a ninguna otra del suelo patrio, y además, cuenta con la belleza de un paisaje histórico por el que discurre, que nadie posee. Lo que nos faltaba, después de la revolución costalera, era renovar el patrimonio de nuestros pasos y tronos, y eso ya está conseguido, teniendo en cuenta que nuestra imaginería, es de primer orden. Sólo nos queda una asignatura pendiente: Conseguir de nuestro ayuntamiento, la cesión de un edificio noble y céntrico, donde con la generosidad de todas las hermandades, incluídas las de gloria y sacramentales, poner en pie el Gran Museo de la Semana Santa de Granada, donde a lo largo de todo el año, los miles de turistas que nos visitan, tengan la oportunidad de admirar y valorar, la riqueza de nuestro patrimonio cofrade, a la altura del más exigente, pues no hay que olvidar, que nuestras hermandades y cofradías, cada una a nivel individual, posee ya una riqueza artística tal, digna de ser admirada. No dejemos que esos tesoros cofrades sigan escondidos en nuestras iglesias y casas de hermandad. Hagamos un Museo, como Dios manda.

martes, 4 de abril de 2017

ESTOY VIENDO A LOS PADRES

ESTOY VIENDO A LOS PADRES Tito Ortiz.- Cada vez que veo a un puñado de preadolescentes dar una paliza a un igual, y colgarla en las redes sociales, estoy viendo a sus padres. Lo satisfechos que estarán al comprobar que sus hijos, han heredado toda su educación, todo su civismo y todas sus buenas costumbres. Me ocurre lo mismo con los “machitos” de instituto, sexadores con patente de corso, para decidir quién es hetero, homo, tranx o lesbiana, proporcionando toda clase vejaciones y violencia, a los diferentes por cualquier razón, que puede ir desde una discapacidad, a un color de piel distinto al de ellos. Estoy viendo a sus padres. Por eso no me extraña esa pintada en morado que ahora está de moda: “Contra el machote, Machete”. Claro, las criaturas tienen que defenderse de tanto cabestro, que amparado en la pandilla que le ríe las gracias,- porque éstos “valientes” solos, uno a uno no son nadie – campan a sus anchas por un mundo de excesiva violencia, en el que la ley del más fuerte es la que prima, por encima de la razón, la cordura, y el respeto a los demás. En ellos veo a sus padres. Igualmente veo a los padres de los menores de edad que cada fin de semana hacen botellón y llegan a casa de día y embriagados. Son un fiel reflejo de sus progenitores. Aunque a veces no hay que imaginárselos. En cualquier programa de terror en TV, o sea, en un telediario cualquiera, podemos asistir a la degradación del ser humano más abyecta, comprobando como en un partido de la liga infantil de fútbol, los padres saltan desde la grada al campo para agredirse con brutalidad manifiesta, por un intento de zancadilla, o una carga legal. Y ahí ya no tengo que imaginarme a los padres. Ahí los he visto con mis propios ojos, para vergüenza del ser humano y toda su descendencia. Veo a los padres que hay, detrás de cada autor de una pintada al patrimonio artístico de mi ciudad, con la misma claridad con que veo a los padres del asno que escupe el chicle al suelo, quema un contenedor, o dobla una señal de tráfico hasta tumbarla, mientras una corte de descerebrados, - compañeros de clase y amigos se hacen llamar – se ríen a carcajadas esperpénticas, nacidas de la ignorancia y la falta de educación y respeto. Aunque no los conozco, ya he visto a los padres de esos menores que hace unos días no tuvieron otra ocurrencia para engrandecer su espíritu, su cultura y su formación humanista, que apalear a un indigente en Albolote, hasta mandarlo al hospital. Viendo la obra de sus hijos, ya conozco a sus padres, son del mismo grupo que piensa, que a los hijos se les manda al colegio y al instituto para que los eduquen los profesores, que lo de aprender es lo de menos y que en casa, lo que hay que hacer es darles todos los caprichos para que no protesten y así todos tan contentos. Son padres amigos de sus hijos. ¡Que error! Lo que no saben es que tienen todas las papeletas, para ser en un futuro muy próximo, padres agredidos por sus propios hijos, padres de asesinos u homicidas, padres a fin de cuentas, fracasados, de una sociedad corrompida, que han echado a la vida, o quién sabe si a la muerte, a una caterva de insensatos asilvestrados, cuyo pecado fue nacer en el seno de una familia, cuyos padres no son ejemplo de nada, sino todo lo contrario.