martes, 4 de abril de 2017
ESTOY VIENDO A LOS PADRES
ESTOY VIENDO A LOS PADRES
Tito Ortiz.-
Cada vez que veo a un puñado de preadolescentes dar una paliza a un igual, y colgarla en las redes sociales, estoy viendo a sus padres. Lo satisfechos que estarán al comprobar que sus hijos, han heredado toda su educación, todo su civismo y todas sus buenas costumbres. Me ocurre lo mismo con los “machitos” de instituto, sexadores con patente de corso, para decidir quién es hetero, homo, tranx o lesbiana, proporcionando toda clase vejaciones y violencia, a los diferentes por cualquier razón, que puede ir desde una discapacidad, a un color de piel distinto al de ellos. Estoy viendo a sus padres. Por eso no me extraña esa pintada en morado que ahora está de moda: “Contra el machote, Machete”. Claro, las criaturas tienen que defenderse de tanto cabestro, que amparado en la pandilla que le ríe las gracias,- porque éstos “valientes” solos, uno a uno no son nadie – campan a sus anchas por un mundo de excesiva violencia, en el que la ley del más fuerte es la que prima, por encima de la razón, la cordura, y el respeto a los demás. En ellos veo a sus padres. Igualmente veo a los padres de los menores de edad que cada fin de semana hacen botellón y llegan a casa de día y embriagados. Son un fiel reflejo de sus progenitores. Aunque a veces no hay que imaginárselos. En cualquier programa de terror en TV, o sea, en un telediario cualquiera, podemos asistir a la degradación del ser humano más abyecta, comprobando como en un partido de la liga infantil de fútbol, los padres saltan desde la grada al campo para agredirse con brutalidad manifiesta, por un intento de zancadilla, o una carga legal. Y ahí ya no tengo que imaginarme a los padres. Ahí los he visto con mis propios ojos, para vergüenza del ser humano y toda su descendencia. Veo a los padres que hay, detrás de cada autor de una pintada al patrimonio artístico de mi ciudad, con la misma claridad con que veo a los padres del asno que escupe el chicle al suelo, quema un contenedor, o dobla una señal de tráfico hasta tumbarla, mientras una corte de descerebrados, - compañeros de clase y amigos se hacen llamar – se ríen a carcajadas esperpénticas, nacidas de la ignorancia y la falta de educación y respeto. Aunque no los conozco, ya he visto a los padres de esos menores que hace unos días no tuvieron otra ocurrencia para engrandecer su espíritu, su cultura y su formación humanista, que apalear a un indigente en Albolote, hasta mandarlo al hospital. Viendo la obra de sus hijos, ya conozco a sus padres, son del mismo grupo que piensa, que a los hijos se les manda al colegio y al instituto para que los eduquen los profesores, que lo de aprender es lo de menos y que en casa, lo que hay que hacer es darles todos los caprichos para que no protesten y así todos tan contentos. Son padres amigos de sus hijos. ¡Que error! Lo que no saben es que tienen todas las papeletas, para ser en un futuro muy próximo, padres agredidos por sus propios hijos, padres de asesinos u homicidas, padres a fin de cuentas, fracasados, de una sociedad corrompida, que han echado a la vida, o quién sabe si a la muerte, a una caterva de insensatos asilvestrados, cuyo pecado fue nacer en el seno de una familia, cuyos padres no son ejemplo de nada, sino todo lo contrario.
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