martes, 13 de junio de 2017

VALIÓ LA PENA MORIR

VALIÓ LA PENA MORIR Tito Ortiz.- Va para un año que palmé, y mi familia ya me tiene encargada la esquela del primer aniversario. Nosotros siempre hemos sido muy de esquelas en Ideal. Es más, yo no supe con certeza que me había muerto, hasta que una mañana llegué a tomarme el vermut en, La Mancha, y le pedí el periódico a Pedro. Como buen granaíno, lo primero que me fui a buscar fueron las esquelas. Y ahí estaba la mía: Rogad en caridad por el alma de Tito Ortiz, periodista que fue de ésta ciudad, colaborador de nuestro periódico desde que éste se hacía con plomo, cuya conducción del cadáver… Que siempre me ha llamado la atención, eso de conducir el cadáver. ¿Es que yo no tenía carnet de conducir? ¿Por qué me tienen que llevar donde yo no quiero? Pero bueno, a lo que íbamos. Que por fin me enteré de esa especie de nubarrón que yo tenía ese día en la cabeza, con una desorientación tontona, como cuando Parapanda tiene montera, y es que no me había enterado de que había palmado. Al leer mi nombre en Ideal, dije, pues esto va a ser verdad, porque si lo dice el periódico. Pero después me he dado cuenta de que no era yo solo, el que después de muerto se cree, vivo. Sin ir más lejos, el otro día me tropecé por aquí -en el otro mundo- con mí admirado, Enrique Villar Yebra, y me dijo: Tito, mañana tengo cita para la revisión médica. Yo me dije, sigue más descolocado, que Ramón Tamames en el partido comunista, pero reaccioné pronto diciéndole: Enrique, maestro, no vayas, no te hace falta. A lo que él me espetó: Como no me va a hacer falta, si me aprieta la cinturilla del pantalón, lo mismo he engordado unos cien gramos. Yo seguí. Que no Enrique, que estás muy bien, no vayas al médico, que Armando Ortiz va a comprender que no has ido por razones obvias. Pero como siempre tiene que haber un coñón en todos sitios, aunque sea en el otro mundo, Enrique Padial, que pasaba por allí y estaba al tanto le dijo: Enriquito, no solo tienes que ir a que te vea el médico, sino que tienes que hacerlo en ayunas, porque te van a sacar sangre, y no olvides llevar los meaos en un tarro. Villar Yebra le dijo a su tocayo: Menos mal que estás tú aquí, que si llega a ser por Tito, me salto la revisión y a saber, si hubiera tenido algo malo. Yo no daba crédito a lo que veía y escuchaba, así que busqué refugio en la compañía de, Julio Quesada Cañaveral y Piédrola, que aprovechó para preguntarme por el metro, y en viendo el Duque, el ataque de risa que me dio, apostilló: Sospecho que va lo mismo que el AVE. Lo bueno de estar muerto, es que ya le aplicas a todo el buen humor, porque lo de ésta ciudad, no tiene nombre. Seguimos sin bancos donde sentarnos en la Gran Vía y Reyes Católicos, sin asfaltar la carretera de acceso al Llano de La Perdiz, con el Mercado de san Agustín, mas muerto que vivo, Puerta Real sin coches de caballos para pasear a los turistas, y sin los espumosos de, El Támesis. Porque estoy muerto, que si no, me moría otra vez.

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